Ebionitas

Los ebionitas fueron un grupo o corriente doctrinal judeocristiana que negaba la divinidad de Jesús, reconociendo en él simplemente a un hombre elegido por Dios, los ebionitas son uno de los nombres dados por los primeros padres de la Iglesia a un grupo dirigente de cristianos judíos o a los cristianos judíos en general. No se conoce bien su origen. De ellos habla expresamente Ireneo en el s. II. Dice que “utilizan únicamente el evangelio que es según Mateo y rechazan al apóstol Pablo, llamándole apóstata de la Ley. Pues los ebionitas, sirviéndose solamente del evangelio que es según Mateo, se dejan persuadir por él y no piensan rectamente del Señor” (cf. Adv. haer. 1, 26, 2). Orígenes destaca su fidelidad a la Ley y explica que ebión (ebeyón, אֶבְיוֹן) en hebreo significa «pobre» (Contra Celsum, 11).

Según Epifanio, este término (ebyon) fue aplicado despectivamente en un principio a los cristianos en general (Adv. haer. 29, 1), quizá por el texto de Mt. 5:3: «Bienaventurados los pobres». Eusebio ofrece una explicación fantasiosa al derivar su nombre de «sus pobres opiniones y baja estima de Cristo» (Hist. eccl. 2, 27). El largo relato de Epifanio sobre los ebionitas (Haer. 30; véase Koch 1976) les asigna algunas porciones de la literatura pseudoclementina; esta literatura, que tiene una compleja historia de composición, incluye una teología fuertemente dualista, habla de un verdadero profeta reencarnado y hace que Pedro hable en contra del punto de vista de Pablo sobre la ley. Otras innovaciones incluyen el vegetarianismo y el rechazo de partes de las escrituras hebreas. Además, Epifanio afirma que los ebionitas habían caído bajo la influencia de la revelación de Elchasai.

L. E. Keck propuso una explicación similar de su origen: «Después de que los refugiados [ya fuera de la guerra judía del 66-70 d.C. o de la guerra adriánica del 135 d.C.] de Jerusalén se encontraran en la indigencia, acariciaron más que nunca las palabras de Jesús sobre los pobres y la amenaza de las posesiones, por lo que hicieron de su pobreza una virtud y probablemente se llamaron a sí mismos ‘los Pobres’. En la región donde ahora vivían, entraron en contacto con movimientos dualistas y sincretistas que proporcionaron una justificación cosmológica a su pobreza e intensificaron ciertos elementos de su teología en general. El vínculo con la práctica de la Iglesia primitiva de compartir la riqueza surgió mucho más tarde como un recurso apologético y no puede tomarse al pie de la letra» (ZNW, 57 [1966], 65s).

Tertuliano lo deriva de su pretendido fundador, Ebión, que defendió la autoridad de la Ley judía (De praescrip. haeret. 33).

«Algunos acogen a Jesús—escribe Orígenes—, pero quieren seguir viviendo según la ley de los judíos, como la muchedumbre de los judíos». Pasa a informar que existen dos sectas de ebionitas: «los que como nosotros admiten que Jesús nació de una virgen y los que, por el contrario, creen que no nació de ese modo, sino como todos los demás hombres» (Cont. Cel. 61). Para estos últimos, Jesús sería fruto de un matrimonio entre una «joven» con un carpintero o con un soldado romano. Evidentemente, leían Is. 7:14 no según el texto de los LXX, sino según la versión de Teodoción y Aquila, que traducían «joven» en vez de «virgen»: «la joven concebirá a un hijo…».

La otra secta de ebionitas a la que alude Orígenes no tenía dificultad en aceptar la virginidad de María, ya que no la interpretaba como una prueba de la filiación divina de Jesucristo. Este, simple ser humano o última de las siete reencarnaciones de Adán, tiene la misión de llevar a los hombres al conocimiento de la Ley, en la cual consiste la única salvación. «La doctrina ebionita se sedimentó en las Homilías y en las Recognitiones clementinae, su punto de partida es la dificultad, más religiosa que filosófica, de reconciliar la divinidad de Cristo con el dogma bíblico de la unidad y de la unicidad de Dios. El monarquianismo que profesaban los ebionitas se puede considerar como la herejía típica del alma judía del cristianismo» (L. Padovese).

Según ellos, Jesús percibía la inclinación al pecado como todos los hombres, y su elección, anunciada de antemano por los profetas, debía reducirse a su buena conducta. Finalmente, la justificación provenía solamente de las obras de la Ley. En conformidad con esta concepción, los ebionitas de esta secta, aunque aceptaban el Evangelio de Mateo (excepto Mt. 1:13, donde se habla de la virgen), rechazaban a Pablo por su posición en contra de la Ley, a Juan por su reconocimiento de la divinidad de Jesús y a Lucas por su exaltación de la virginidad de María.

Alguna de las fuentes de los ebionitas son el Evangelio de los ebionitas, y la literatura pseudoclementina (aunque discutida), El evangelio de los ebionitas trata de un Evangelio de Mateo abreviado y falsificado que sólo se conoce a través de los relatos y citas de Epifanio. Puesto que presupone los Sinópticos, lo más temprano que pudo ser escrito es el siglo II. El Evangelio no comienza con el relato de la Natividad, sino con la aparición de Juan el Bautista. Le siguen la llamada de los discípulos y el bautismo de Jesús. También contiene paralelismos con Mt. 5:17; 12:46-50; 26:17ss; y Lc. 22:15 (SQE). Epifanio dijo que incluía el relato de la Última Cena, la Pasión de Cristo y la Resurrección, pero no tenemos detalles.

Aparte del Evangelio ebionita, hay poco acuerdo entre los eruditos sobre las fuentes ebionitas auténticas. Los eruditos de Tubinga del siglo XIX aislaron una fuente-Kerygmata Petrou (Sermones de Pedro)-en la literatura pseudoclementina y la identificaron como ebionita. Esta reconstrucción ha sido seguida por eruditos más recientes. H. J. Schoeps basa su reconstrucción de la historia y la teología del cristianismo judío primitivo en los Kerygmata Petrou, y tanto O. Cullmann como J. A. Fitzmyer utilizan los Kerygmata como fuente primaria para comparar las creencias de la comunidad de Qumrân con las de los ebionitas. Sin embargo, existen dudas considerables sobre la autenticidad de los Kerygmata Petrou como fuente ebionita. Keck señala que aunque la literatura pseudoclementina ha sido sometida durante más de cien años a discusión y análisis, «sigue habiendo poco acuerdo sobre el punto elemental de si existe o no relación alguna entre este popurrí de tradiciones y los ebionitas» (p. 60).

El comienzo de la publicación de los rollos de Qumrán renovó un viejo debate sobre la cuestión de si varias referencias del NT a «los pobres» (ptōchoi) podían ayudar a remontar la historia de la herejía ebionita. Los manuscritos de Qumrán incluyen referencias a «los pobres» que pueden considerarse términos semitécnicos, a medio camino entre el uso bíblico hebreo genérico (por ejemplo, en los Salmos) y el uso de Ireneo. Por ejemplo, en un comentario sobre el Salmo 37, el escritor de Qumrán describe a su grupo como ʿădat hā-ʾebyônı̂m, «la congregación de los pobres» (4QpPs37 III.10). Tales referencias fueron señaladas por Teicher (1951), quien propuso que los textos de Qumrán fueron escritos por ebionitas cristianos; su propuesta es rechazada enfáticamente por la mayoría de los estudiosos, que no encuentran prueba alguna de cristianismo en Qumrán. En el otro extremo del espectro, Keck (1965, 1966) niega esencialmente que las referencias de Qumrán, el NT y la patrística a «los pobres» puedan ayudar a iluminarse mutuamente. La cuestión de si los datos de Qumrán y del NT son útiles para comprender los orígenes y la historia ebionitas depende de qué variedades del sectarismo judío y del cristianismo primitivo influyeron en el grupo.

Pablo se refirió a ciertos cristianos primitivos de Jerusalén como «los pobres» (Rom 15:26; Gal 2:10; Fitzmyer 1955). No hay pruebas suficientes para determinar si algunos de los cristianos judíos observantes de la ley que rodeaban a Santiago en Jerusalén se designaban a sí mismos como «los pobres», aunque Sant 2:1-7, que se refiere al pobre de la sinagoga, sugiere que tal término no habría sido ofensivo. Lo que se puede afirmar basándose en la literatura patrística es que los ebionitas se asociaban con los primeros cristianos que observaban la ley judía. Rechazaban el punto de vista de Pablo sobre la ley judía (Ireneo, Haer. I 26.2) y posiblemente fomentaban la opinión de que estaban representados entre los cristianos de Jerusalén que supuestamente huyeron de Jerusalén antes del año 70 d.C. hacia Pella (como sugiere el relato de Epifanio en Haer. 30.2).

Todos los relatos patrísticos coinciden en que los ebionitas observaban alguna versión de la ley judía (incluida, por ejemplo, la circuncisión). Además, según Ireneo, los ebionitas sólo utilizaban el Evangelio de Mateo, veneraban Jerusalén y consideraban el nacimiento de Jesús como algo natural como mencionamos (las referencias patrísticas están convenientemente recogidas en Klijn y Reinink 1973).

Este volumen de Joseph Fitzmyer, pionero en el campo de la investigación de los Rollos del Mar Muerto, recoge doce de sus estudios recientes sobre los Rollos, incluido un nuevo ensayo sobre el mesianismo de Qumrán. Fitzmyer, muy conocido por sus trabajos de referencia sobre los estudios arameos y sobre el trasfondo semítico del Nuevo Testamento, explora cómo los Manuscritos han arrojado luz sobre la interpretación de los temas bíblicos y sobre el surgimiento del cristianismo primitivo. Todos los artículos de este volumen se han actualizado para tener en cuenta los debates actuales.

El traductor de la Biblia Symmachus es mencionado ocasionalmente como ebionita. Su traducción de Zac 9:9, por ejemplo, traduce la caracterización del humilde (heb ʿonı̂) Mesías montado en un asno como ptōchos, pobre. Sin embargo, poco se sabe de Símaco, por lo que esta posible identificación añade poco a nuestro conocimiento de los ebionitas.

Entre las posibles alusiones a los ebionitas en la literatura rabínica, una de las más probables aparece en b. Šabb. 116a, en el que los rabinos debaten si se deben salvar los libros de los minim (herejes) en caso de incendio. Si se permite una ligera autocensura en la ortografía de los nombres, los rabinos consideran que los libros encontrados en la casa de los ebionitas (byʾbydn) son relativamente más dignos de ser salvados que los libros de la casa de los nazarenos. A favor de esta lectura puede señalarse que los rabinos se inclinaban más a condenar a los nazarenos, mientras que los escritores de la Iglesia se inclinaban más a condenar a los ebionitas.

Las dudas y contradicciones sobre el origen histórico del ebionismo mostrado por los primeros historiadores eclesiásticos evidencia que se trata más de una corriente de pensamiento que de grupos bien definidos. Obedeció a una mentalidad judía que negaba la divinidad de Jesús, reconociendo en él simplemente a un hombre elegido por Dios. Los partidarios de esta doctrina deben identificarse con aquellos judíos de tinte cristiano, quizás algunos de ellos > esenios convertidos, que huyeron a Transjordania después del año 70 y que permanecieron fieles a las costumbres de la Ley pero hostiles al Templo. No parece que hayan sido numerosos, y es dudoso que hayan poseído la consistencia necesaria para lograr un credo definido.

Quedan muchos interrogantes sobre la evolución de los ebionitas y su relación con otros grupos judeo-cristianos. Después de los relatos de Epifanio y Jerónimo, los ebionitas desaparecen de la historia.


Fuentes principales:

Stephen Goranson, «Ebionites», ed. David Noel Freedman, The Anchor Yale Bible Dictionary (New York: Doubleday, 1992), 261.

W. W. Wessel, «Ebionites; Ebionism», ed. Geoffrey W. Bromiley, The International Standard Bible Encyclopedia, Revised (Wm. B. Eerdmans, 1979–1988), 10.

Alfonso Ropero Berzosa, ed., Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia (Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE, 2013), 673.

Bibliografía:

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Keck, L. 1965. The Poor among the Saints in the New Testament. ZNW 56: 100–129.
———. 1966. The Poor among the Saints in Jewish Christianity and Qumran. ZNW 57: 54–78.
Klijn, A. F. J., and Reinink, G. J. 1973. Patristic Evidence for Jewish-Christian Sects. Leiden.
Koch, G. 1976. A Critical Investigation of Epiphanius’ Knowledge of the Ebionites. Ph.D. Diss. University of Pennsylvania.
Schoeps, H.-J. 1969. Jewish Christianity: Factional Disputes in the Early Church. Trans. D. Hare. Philadelphia.
Strecker, G. 1959. Ebioniten, RAC 4: 487–500.
Teicher, J. L. 1951. The Dead Sea Scrolls—Documents of the Jewish Christian Sect of Ebionites. JJS 2: 67–99.

—O. Cullmann, “Die neuentdeckten Qumrantexte und das Judenchristentum der Pseudo-klementinen,” in NT Studien für Rudolf Bultmann (BZNW, 21, 1954), 35–51; “Significance of the Qumran Texts for Research into the Beginnings of Christianity,” in K. Stendahl, ed., The Scrolls and the NT (1957), pp. 18–32; J. A. Fitzmyer, “The Qumran Scrolls, the Ebionites and their Literature,” in Stendahl, pp. 208–231 (= Theological Studies, 16 [1955], 335–372); H-S, I, 153–58; F. J. A. Hort, Judaistic Christianity (1898); L. E. Keck, ZNW, 57 (1966), 54–78; H. J. Schoeps, Theologie and Geschichte des Judenchristentums (1949); JTS, 4 (1953), 223ff; J. L. Teicher, JJS, 2 (1951), 67–99.

M. Gaztañaga, “Ebionismo”, en EB (Garriga 1964); A. F. J Klijn, “Ebionitas”, en DPAC I, 650; A. Orbe, Introducción a la teología de los siglos II y III (Roma 1957); L. Padovese, Introducción a la teología patrística (EBD 1996); H.J. Schoeps, El judeocristianismo (Marfil, Alicante 1698); R. Trevijano Etcheverría, Orígenes del cristianismo. El trasfondo judío del cristianismo primitivo (UPS, Salamanca 1995).

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