8. Disposición Oriental para agasajar a un huésped

  • Disgusta comer solo:

Es una parte de la etiqueta oriental el querer compartir con otros la hospitalidad. Después que una comida ha sido preparada, se ha oído a un árabe llamar tres veces, desde una parte alta, invitando a los hombres a venir a participar de una comida. Los hombres del desierto no gustan de comer sus comidas solos. Así sentía el patriarca Job en su tiempo:

«Y si comí mi bocado solo, y no comió de él el huérfano» (Job 31:17).

Huéspedes que se creyó enviados por Dios – Los orientales creen que la persona que viene a su casa es enviada por Dios. Así su hospitalidad se transforma en una obligación sagrada.

Cuando alguna de estas personas agasajó a occidentales, estaba tan feliz que lloraba lágrima de descontento porque «El cielo le había enviado tales huéspedes». Cuando Abraham agasajó a tres extranjeros que eran ángeles, Él mostró la misma actitud. Su entusiasmo al recibir sus huéspedes indicaba su creencia, que aquellos a quienes iba a agasajar le habían sido enviados por El Señor.

Se dice que «corrió a su en encuentro que se apresuró al pabellón de Sara para ordenarle hiciera el alimento pronto; y que corrió al rebaño«, y «tomó un becerro«, y se apresuró a aderezarlo – (Gén. 18:2-7).


  • Clases de Huéspedes:

Amigos como huéspedes – Un amigo es siempre bien recibido y goza de hospitalidad en oriente. Los romanos del tiempo del Nuevo Testamento tenían una señal de hospitalidad entre sus amigos, que consistía en una teja de madera, o piedra, que se dividía por mitad. Cada uno escribía su nombre en uno de tus pedazos, luego los cambiaban entre sí. Con frecuencia Estos eran guardados y entregados de padres a hijos.

El presentar una de las partes de la teja garantizaba la hospitalidad de un amigo sincero. Sin duda alguna, el libro de Apocalipsis se refiere a esta costumbre como una de las promesas a los vencedores: «Y le daré una piedrecita blanca en la piedrecita un nombre nuevo escrito’‘ – (Apoc. 2:17).

Extranjeros como huéspedes – Hay en Oriente un proverbio que dice: «Los árabes beduinos, actuales como Abraham, se sentarán a la entrada de su tienda para estar a la expectativa de huéspedes extranjeros» – (Gen. 18:1).

El Apóstol bajo inspiración, mando referente a la hospitalidad de este tipo de huéspedes: «No olvidéis la hospitalidad, porque por esto algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles» – (Heb. 13:2). Y cuando Pablo exhortó a los creyentes romanos a «ser hospitalarios» – (Rom. 12:13), se refería a la misma cosa, porque la palabra griega que utilizó por hospitalidad, filoxenía quiere decir amor hacia los extranjeros.

Un rasgo característico de la hospitalidad oriental es que algunas veces se recibe a un enemigo como huésped, y mientras Él permanezca en esa relación, está perfectamente seguro y es tratado como un amigo. Hay algunas tribus orientales de los moradores en tiendas que tienen por regla que un enemigo que ha «una vez demostrado o tocado una soga de una sencilla tienda, está a salvo«.


  • Preparativos hechos para Huéspedes:

Entre moradores de tiendas – Si un huésped es acogido por una persona que vive en tienda, no habrá lugar separado para Él, ni esperar que lo haya. La primera sección de la tienda dentro de la morada es por lo general el cuarto del huésped que le servir· como comedor y recámara. Los hombres comen con los huéspedes en su tienda, donde Abraham agasajó a sus ángeles huéspedes, cuando Sara en el departamento de mujeres adjunto, oyó lo que platicaban – (Gen. 18:1-10).

En las aldeas y ciudades – Si en una aldea no se encuentran cuartos de huéspedes en comunidad, el huésped es hospedado en una de las casas y como la mayoría de ellas sólo tiene un cuarto sencillo. Ese cuarto le servir· de cuarto de recepción, comedor y recámara. Este mismo cuarto hará las veces de apartamento de recepción de la tienda.

En muchas aldeas y ciudades, se provee una cámara pública para huéspedes. El alimento para los hospedados allí, se proporciona por las familias que proveen el cuarto. Algunas veces se alquila un sirviente para que cuide del cuarto. El alojamiento de una persona puede ser un cuarto superior, o en el verano la sombra de algún árbol grande puede servir como tal. Este cuarto es el lugar de reunión social para los hombres de la aldea. Al elemento femenino no se le permite ir a estas cámaras que sólo son para los huéspedes.

Así que, si un hombre lleva a su familia de viaje, no va a estos lugares públicos de recepción, sino que espera hasta que alguien le invita a su casa. En el libro de los Jueces se cuenta de un levita que viajaba con su concubina y un sirviente, y como fue huésped de un anciano – (Jue. 19:15-21).

Como muchas familias duermen en los terrados en el verano, a los huéspedes frecuentemente se les da ese lugar para pasar la noche. Saúl fue hospedado una noche en Él terrado y por la mañana temprano Samuel le llamó – (1 Sam. 9:26).

En las ciudades o donde hay casas de más de un cuarto, construidas en derredor del patio, el cuarto de huéspedes comúnmente es el último del cortijo. Por regla general este cuarto es más abierto que los otros cuartos familiares. Este correspondería al diván levantado en algunas casas de un cuarto, que sirve como lugar de honor para los huéspedes.

En las casas grandes, se provee un buen cuarto bien amueblado cerca de la puerta, para que el huésped no moleste a la familia. Si hay algún cuarto superior, algún huésped, distinguido es alojado en Él. Al hombre de Dios se le proveyó un cuarto semejante como lugar de retiro – (2 Reyes 4:10).


  • Costumbres cuando un huésped entra a la casa:

Reverencia – Cuando en un hogar oriental se recibe un huésped, la reverencia entre huésped y dueño de la casa se manifiesta. Entre los orientales esta reverencia se sujetar sólo a un movimiento de cabeza, pero en Oriente, hay una costumbre más expresiva de saludarse con la cabeza erecta y el cuerpo un poco inclinado hacia delante, levantando la mano al corazón, la boca y la frente. El significado simbólico de esta acción es para decir algo semejante a esto:

«Mi corazón, mi voz y mi cerebro están a vuestra disposición».

Pero aquellos que usan esta costumbre muchas veces entran en una reverencia más completa. No esperan hacerlo sólo a gente de la realeza, sino que cuando quieren expresar gratitud por un favor, y en estas ocasiones en que se encuentran, con frecuencia caen de rodillas, inclinando luego el cuerpo hasta tocar la tierra con su cabeza, y besando la parte baja de la vestidura de la otra persona, o sus pies, y aun el polvo de sus pies.

A los que no que no conocen esta costumbre, les parecería que la persona estuviera adorando a otra como se adora a Dios; pero por lo regular esa clase de Adoración no se implica en la acción. Se dice que Cornelio adoró a Pedro:

«Y como Pedro entró, salió Cornelio a recibirle; y derribándose a sus pies, adoró» – (Hech. 10:25).

Por supuesto, Pedro rehusó, porque podía ser una Adoración divina. Refiriéndose a los enemigos de la iglesia de Filadelfia, encontramos en el Apocalipsis estas palabras del Señor: «He aquí, yo doy de la sinagoga de Satanás… Yo los constreñiré a que vengan y adoren delante de tus pies» – (Apoc. 3:9). Los revisores tienen una nota al margen que explica la palabra Adoración» en ambos textos: «La palabra griega denota acción de reverencia, ya sea a una criatura o al Creador» Hay muchos ejemplos en la Biblia de esta costumbre oriental de reverencia en varios grados de intensidad – (cf. Gen. 18:2, 3; 23:7, 12; Mat. 18 :26; Apoc. 19 :10)..

Salutaciones – Cuando un árabe entra a la casa o a la tienda de un beduino, las salutaciones son como esta: el amo de la posada dirá: ìSalam Alakumî, que quiere decir «Paz sea contigo«. El huésped responder· con las palabras: «Wa alakim es-salam», que quiere decir «Paz sobre ti».

Sabiendo que estas costumbres árabes datan de siglos atrás, qué significativas son entonces las instrucciones de Jesús a sus discípulos, que serían alojados en ciertos hogares. En cualquiera casa donde entrareis, primeramente, decid: Paz sea a esta casa, si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposar· sobre Él; y si no, esta, volver· a vosotros» (Luc. 10:5. 6).

Besos – Los huéspedes de los hogares de la Tierra Santa, esperan ser besados al entrar. Cuando Cristo fue invitado por un fariseo, El comentó en esa recepción diciendo: «No me diste beso» – (Luc. 7:45). La diferencia entre la forma oriental y la occidental de saludarse, la explica una persona que vivió muchos años en Palestina.

Aquí los hombres se saludan al encontrarse, pero en Palestina en vez de hacer así, ponen su mano derecha sobre el hombro izquierdo del amigo y le besan la mejilla derecha, después, hacen lo contrario: ponen la mano izquierda sobre su hombro derecho, le besan en la mejilla izquierda.

En nuestro país los hombres nunca se besan en la cara; allí puede verse constantemente, pero ved como la práctica ilustra las numerosas alusiones de la Biblia, costumbres que no existen para los occidentales. ¡Una vez que uno se hace a la idea de que sus besos corresponden a nuestro sincero apretón de manos entre amigos e iguales socialmente, como se aclara esa costumbre que antes estaba velada!»

Los ejemplos bíblicos del beso entre los hombres pueden multiplicarse. Jacob beso a su padre (Gen. 27:27). Esaú beso a Jacob (Gen. 33:4). José beso a sus hermanos (Gen. 45:15). Jacob beso a los hijos de José (Gen. 48:10). Aaron beso a Moisés (Ex. 4:27). Moisés beso a Jetro (Ex. 18:7). David y Jonatan se besaron (1 5am. 20:41). El padre beso al hijo Prodigo (Luc. 15:20). Los ancianos de Mileto besaron a Pablo (Hech. 20:37). Y aun en los tiempos modernos esta costumbre se practica mucho en Oriente.

Quitarse el calzado – Al entrar a una casa como huésped, Este debe hacer como todos los orientales, quitarse sus zapatos, botas o sandalias antes de entrar a su cuarto. Esto es necesario, ya que ellos se sientan en una estera, alfombra o diván, colocando los pies debajo, y el calzado estropearía el diván o los lienzos, y haría un asiento muy molesto. La idea de contaminación del calzado los llevó a la costumbre de quitárselo antes de entrar a los lugares sagrados. Así en la Zarza ardiendo, el Señor dijo a Moisés: «quita tus zapatos de tus pies, porque el lugar en que tú estas, tierra santa es» – (Ex. 3:5).

Lavado de los pies – Después de la reverencia, el saludo y el beso al huésped oriental se le ofrece agua para lavar sus pies. Si se usan sandalias, necesariamente se necesita lavar los pies, pero con frecuencia se hace también con los que usan calzado. Un sirviente ayudar· al huésped poniéndole el agua sobre sus pies y sobre una Jofaina de cobre, frotando los pies con las manos y secándolos con una toalla.

Cuando el Señor y sus discípulos estuvieron juntos, el Salvador toma él lugar del sirviente, lavando los pies a los discípulos, lo que ellos mismos habían desdeñado hacer por considerarla una tarea humillante. Juan nos dice:

«Levantase de la cena, quitase su ropa, y tomando una toalla, ciñose. Luego puso agua en un librillo y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a limpiarlos con la toalla con que estaba ceñido» (Jn. 13:4, 5).

Pablo dio como recomendación de una viuda: «si ha lavado los pies de los santos» – (1 Tim. 5:10). Esta costumbre también era común en los días del Antiguo Testamento – (Gen. 18:4; 19:2; 23:32; 1 5am. 25:41, etc.).

Ungiendo la cabeza con aceite – Esta costumbre de ungir a los huéspedes con aceite es muy antigua entre las naciones orientales. Solo se usaba aceite de oliva, algunas veces mezclado con especies. Simón el fariseo fue: acusado de falta de hospitalidad porque no ungió a Jesús – (Luc. 7:46). Esto nos indica que la costumbre era muy común en los días de los relatos evangélicos.

David inmortalizó la costumbre al escribir el Salmo del pastor y exclamó «Ungiste mi cabeza con aceite» – (Sal. 23:5). En tiempos recientes los viajeros de Oriente han descubierto que la práctica de ungir, aún existe en algunos lugares.


  • Cuidando a un huésped despues de entrar:

Al huésped se le da un vaso con agua – Una de las primeras cosas que se ofrece a un huésped que ha sido recibido, es un vaso de agua. El hacer esto es reconocerlo como merecedor de una pacífica recepción. Así el ofrecer agua de beber es la manera más sencilla de trabar amistad con una persona. Cuando Eliezer, el siervo de Abrahán buscaba una bienvenida, Él lo hacía pidiendo a la doncella que vino al pozo a sacar agua (Gen. 24:17, 18).

«Ruégote que me des a beber un poco de agua de tu cántaro». Y ella respondió «Bebe, Señor mío».

Esta era la indicación de que era bienvenido como huésped en su hogar cercano. Con esta indicación unida a1 agua ofrecida, la promesa de Jesús adquiere un nuevo significado (Mar. 9:41), «Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perder· su recompensa».

Se sirve comida al huésped – En el Oriente, es un acto muy especial de hospitalidad, el compartir el pan. Quiere decir mucho más que lo que significa para los occidentales. Es la manera de hacer un pacto de paz y fidelidad. Cuando Abimelec deseaba un pacto permanente con Isaac, la confirmación de ese pacto llegó cuando Isaac «les hizo banquete y comieron y bebieron» – (Gen. 26:30).

La expresión «pan y sal» es considerada por un oriental como sagrada se dice: hay pan y sal entre nosotros, es como si dijésemos estamos unidos por un pacto solemne». Un enemigo no probará la sal de su adversario a menos que esté listo para reconciliarse con Él.

En Siria, en algunos distritos rurales, actualmente existe la costumbre que una persona en una misión de importancia, no comer· pan ni sal de sus hospedados, hasta que haya cumplido con dicha misión. Piensan ellos que el convenio de «pan y sal» no debe considerarse o tomarse en cuenta hasta que la actitud del hospedador sea conocida con respecto a la misión del huésped.

Así el siervo de Abraham rehusó comer en la mesa de Labán hasta que hubiera dado a conocer su misión que era la de encontrar mujer para Isaac – (Gen. 24:33).

El Dr. Thompson, misionero en Siria, fue en una ocasión huésped de la tienda de un jefe beduino. El jefe mojó un pedazo de pan en alguna miel de uvas y le dio al misionero a comer.

Entonces Él le dijo: ahora somos hermanos. Hay pan y sal entre nosotros. Somos hermanos y aliados»‘. Cuando los gabaonitas buscaban un pacto de amistan con Israel en los días de Josué, se dice que los israelitas tomaron de su provisión del camino y no preguntaron a la boca de YHVH – (Jos. 9:11). Una vez que celebraron este convenio o pacto, Israel estaba obligado a guardarlo.

El huésped hecho señor de la casa. Hay por ahí un proverbio oriental que dice: «El huésped mientras esté en la casa, es su señor». Esto es cierto en el espíritu de la hospitalidad en Oriente. Una de las primeras salutaciones que los hospedadores en Palestina dan a un huésped es decirle, «Hadtha beitakî, es decir, «Esta es su casa«. Esto es repetido varias veces. Así el huésped durante su estancia, es Señor de la casa. Y cuando el huésped solicita un favor, al concedérselo su hospedador le dirá·: «Ud. me honra».

Deben haber existido las mismas costumbres entre hospedados hospedadores y huésped en los días de Lot. El hospedador era considerado como siervo, y el huésped como señor. Así Lot habló de sí mismo y de sus huéspedes: «Ahora, pues, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo» – (Gen. 19:2).

El huésped no debe esperar estar a solas – Un huésped oriental se creería mal tratado si se lo dejara solo en cualquier momento. No necesita que se le dejo solo por la noche, porque duerme con su ropa puesta. El se siente contento de tener varias personas que duerman con Él. Si se lo asignara lugar para dormir en un cuarto superior, entonces algunos de los hijos de la familia dormirán con Él para hacerle compañía.

Él se sentiría abandonado si se le tratara de la manera que se trata a los huéspedes en Occidente, de la misma manera que un occidental, se sentiría oprimido por las constantes atenciones de un hospedador oriental.


  • Protección a un huésped:

En tierras de Oriente, cuando una persona acepta a otra como su huésped por ese sello hecho el conviene que a cualquier costo defender· a su huésped de cualquier posible enemigo durante el tiempo de su estancia con Él. El Dr. Cyrus Hamlin, misionero norteamericano en Oriente, fue huésped del Gobernador. Este tomó un pedazo de carnero asado y lo dio al misionero, diciéndole, «Ahora ¿sabe usted lo que he hecho? Y contestando a su propia pregunta, dijo: «Por medio de este acto, garantizo con cada gota de mi sangre, que mientras usted esté en territorio mío, ningún mal le sobrevendrá·. Por este periodo de tiempo somos hermanos«.

El salmista se sentía absolutamente seguro, pues aun cuando tenía enemigos, sin embargo, cuando Él sabía que el Señor era su hospedador, decía, «Aderezaras mesa delante do mí, en presencia de mis angustiadores» – (Sal. 23:5).


  • Abuso de la hospitalidad:

Entre las naciones de Oriente se considera como un pecado horrible que cualquiera persona que acepta una hospitalidad se vuelva contra su hospedador ocasionándole algún mal. Este sentimiento se remonta a tiempos muy antiguos, y a Él se alude con frecuencia por algunos escritos. El profeta Abdías hace referencia a este pecado en la forma siguiente:

«Hasta el término te hicieron llegar todos tus aliados te han engañado tus edificios, prevalecieron contra ti los que comían tu parte, pusieron a lazo debajo ti» – (Abd. 7).

El salmista David habla de este terrible mal, «Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, Él que de mi parte comía, alzó contra mí el calcañal» – (Sal. 61:9). Y el Señor Jesús cita este mismo pasaje en los Salmos al tener su cumplimiento en la traición de Judas, el que le entregó, quien además comió a la misma mesa que Él – (Jn. 13:18).


  • Renovación de una alianza rota:

Entre los pueblos orientales, cuando una alianza ha sido invalidada, pueden renovarla los que antes lo habían concertado, comiendo juntos. Jesús después de su resurrección por lo menos tres veces comió con algunos de sus discípulos, y con toda seguridad lo hizo para renovar el pacto, que había sido invalidado por la falta de lealtad a El durante los días de su pasión – (cf. Luc. 24:30; 41-43; Jn. 21:12, 13).

Tenemos el ejemplo de Jacob y Labán consignado en el Antiguo Testamento, cuando sus relaciones estaban resentidas. Reanudaron su amistad comiendo juntos, al mismo tiempo que hacían un juramento – (Gen. 31:53, 54).


  • La partida del huésped:

Cuando llega la hora de que el huésped deba irse, un hospedador sirio hará· todo lo posible por retrasar la partida. Le pedirá que se quede a comer una vez más, o esperar hasta la mañana para su partida.

En el capítulo 19 de Jueces tenemos el mejor ejemplo en la Biblia de la costumbre de detener a un huésped. El que hospedaba dice a su huésped: «Conforta tu corazón con un bocado de pan, y después os iréis». Después de tomar la comida, le pide que se quede toda la noche, pero el huésped pensé que era tiempo de partir y lo hizo luego. Este es un procedimiento típico de Oriente – (Jue. 19:5-10) .

Cuando un huésped se va, la salutación usual es la siguiente el huésped dirá·: «Con vuestro permiso«. Y el que lo hospedó dirá·: «Id en paz«. Isaac debe haber usado tal salutación cuando Abimelec y sus hombres se fueron, después de haber sido agasajados por Isaac con una comida. Las Escrituras dicen: «y ellos se partieron de Él en paz»(Gen. 26:31).

Cuando el que hospeda quiere hacer un honor especial a su huésped que se va, ir· con Él alguna distancia fuera del pueblo. Algunas veces este paseo durar· una hora, terminando luego cuando el huésped le ruega no molestarse más. Así camino Abrahám con sus huéspedes «y Abraham iba con ellos acompañándolos» – (Gen. 18:16).


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