Éxodo 27:1-5 – «Harás también un altar de madera de acacia de cinco codos de longitud, y de cinco codos de anchura; será cuadrado el altar, y su altura de tres codos. (2) Y le harás cuernos en sus cuatro esquinas; los cuernos serán parte del mismo; y lo cubrirás de bronce. (3) Harás también sus calderos para recoger la ceniza, y sus paletas, sus tazones, sus garfios y sus braseros; harás todos sus utensilios de bronce. (4) Y le harás un enrejado de bronce de obra de rejilla, y sobre la rejilla harás cuatro anillos de bronce a sus cuatro esquinas. (5) Y la pondrás dentro del cerco del altar abajo; y llegará la rejilla hasta la mitad del altar»
El atrio simboliza el cuerpo humano, el lugar santo simboliza el alma humana y el lugar santísimo simboliza el espíritu humano.
En los tres lugares hay fuego y luz. En el atrio está el fuego del altar de cobre. En el lugar santo hay luz y fuego del candelabro y el altar de oro. En el lugar santísimo está la shejiná, la presencia del Eterno, dando luz y fuego espiritual.
En los tres lugares también hay comida. En el atrio hay carne, vino y pan. En el lugar santo hay pan y vino y en el lugar santísimo está el maná. Esto nos enseña que no sólo el cuerpo necesita comer, sino también el alma y el espíritu del hombre. La comida para el espíritu del hombre es la Torá, simbolizada por las tablas del testimonio.
Deuteronomio 8:3 – “Y te humilló, y te dejó tener hambre, y te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca de YHVH”
El altar en el atrio simboliza la entrega del cuerpo al servicio del Eterno:
Romanos 12:1-2 – “Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto”
En hebreo, «el altar«. Este altar tenía unos 2, 22 m de lado por 1, 33 m de alto – (7,4 x 4,5 pies). Los antiguos templos generalmente estaban rodeados de lugares descampados donde se ofrecían los sacrificios y donde el humo podía elevarse libremente. Así como al hablar del tabernáculo propiamente dicho, los muebles fueron descritos primero, también la descripción del atrio comienza por el altar. Era más una armazón de altar que un altar – (vers. 8). Los antiguos altares solían ser cuadrados, como el que se describe aquí – (ver 2 Crón. 4: 1), o redondos.
El altar del holocausto, con su sangre derramada, representa la gran verdad de la expiación del pecado por medio del sacrificio vicario de Cristo – (Isa. 53: 4-7, 10; Hech. 20: 28; Efe, 1: 5-7; Heb. 13: 10-12; 1 Ped. 1: 18, 19; Apoc. 5: 9).
La misma posición de este altar, junto a la puerta del atrio, indica que la primera necesidad del pecador es que sus pecados sean lavados por la sangre de Cristo (ver Heb. 9: 13, 14; 1 Juan 1: 7; Apoc. 7: 14), y que hasta que se haya hecho eso, no debe ni siquiera adorar a Dios, ni aun entrar en su presencia – (Heb. 9: 22). El altar era testigo de la culpa del hombre y de su necesidad de expiación y reconciliación; luego le aseguraba que esto ya se había logrado – (Juan 1: 29; Rom.5: 10; 2 Cor. 5: 18, 19; Col. 1: 20).
«…Y le harás cuernos en sus cuatro esquinas; los cuernos serán parte del mismo…» – Estos sobresalían de las cuatro esquinas superiores del altar.
Las palabras «parte del mismo» indican que los cuernos formaban parte del altar y no eran añadidos. El sacerdote debía tocar esos cuernos con el dedo ensangrentado con la sangre del sacrificio por el pecado – (Exo. 29: 12; Lev. 8: 15; 9: 9; 16: 18).
Algunas veces se ataban a estos cuernos los animales que iban a ser sacrificados – (Sal. 118: 27). El criminal en busca de refugio podía asirse de ellos – (1 Rey. 1: 50, 51; 2: 28).
La palabra qéren, «cuerno«, designaba originalmente al cuerno de un animal – (Deut. 33: 17). Por cuanto un animal con cuernos generalmente los usa para atacar a otros animales, los cuernos llegaron a ser símbolo de fuerza o poder – (1 Sam. 2: 1, 10; Sal. 75: 10; 112: 9; etc.). Con este sentido David se refiere a Dios como «cuerno de mi salud» – (2 Sam. 22: 3; Sal. 18: 2; Luc. 1: 69 Val. ant.).
La palabra «cuerno» puede también simbolizar la fuerza y el poder del pueblo escogido de Dios – (Sal. 148: 14; Eze. 29: 21; etc. Val. ant.). Por esto, el «cuerno» llegó a ser símbolo de poderío nacional y en este sentido es usado con frecuencia por los profetas – (Jer. 48: 25 BJ; Dan. 8: 3; 7: 11; Apoc. 12: 3; etc.).
«…y lo cubrirás de bronce…» – En la Escrituras el cobre, o bronce, simboliza juicio, justicia y derecho – (Levítico 26:19; Números 21:9; Deuteronomio 28:23; 2 Reyes 25:7; Ezequiel 40:3; Zacarías 6:1; Salmo 89:14).
«..Harás también sus calderos…» – Las «paletas» servían para sacar las cenizas del altar y para ponerlas en los «calderos«. Los «tazones» eran vasos que recibían la sangre de los sacrificios y desde los cuales se la vertía sobre el altar.
Los «garfios» eran una especie de tridente – (1 Sam. 2: 13), usados para acomodar los pedazos cortados del sacrificio sobre el altar. Los «braseros» servían para sacar las brasas ardientes del altar.
«…Un enrejado de bronce…» – Dentro de la armazón del altar, calzaba un enrejado o parrilla de bronce, a la mitad de la altura del altar (vers. 5). En las cuatro esquinas de este enrejado de bronce había anillos, por los cuales pasaban varas recubiertas de bronce que facilitaban el transporte del altar (vers. 6, 7).
«… Y la pondrás dentro del cerco…» – Quizá era de un borde que rodeaba la parte superior del altar para que los sacerdotes pudiesen poner allí las ofrendas.
Éxodo 27:6-8 – «Harás también varas para el altar, varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de bronce. (7) Y las varas se meterán por los anillos, y estarán aquellas varas a ambos lados del altar cuando sea llevado. (8) Lo harás hueco, de tablas; de la manera que te fue mostrado en el monte, así lo harás»
Estos anillos fueron puestos al costado del altar, por los cuales pasaban las varas cuando había necesidad de trasladarlo.
Éxodo 27:9-10 – «Asimismo harás el atrio del tabernáculo. Al lado meridional, al sur, tendrá el atrio cortinas de lino torcido, de cien codos de longitud para un lado. (10) Sus veinte columnas y sus veinte basas serán de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata»
El atrio debía estar cerrado por el sur y el norte con «cortinas» de lino. El atrio tenía unos 44, 45 m de largo – (146 pies).
Éxodo 27:11-15 – «(11) De la misma manera al lado del norte habrá a lo largo cortinas de cien codos de longitud, y sus veinte columnas con sus veinte basas de bronce; los capiteles de sus columnas y sus molduras, de plata. (12) El ancho del atrio, del lado occidental, tendrá cortinas de cincuenta codos; sus columnas diez, con sus diez basas. (13) Y en el ancho del atrio por el lado del oriente, al este, habrá cincuenta codos. (14) Las cortinas a un lado de la entrada serán de quince codos; sus columnas tres, con sus tres basas. (15) Y al otro lado, quince codos de cortinas; sus columnas tres, con sus tres basas»
La cortina de este lado tenía unos 22, 23 m (75 pies) de largo. El atrio era de forma rectangular.
Éxodo 27:16-19 – «(16) Y para la puerta del atrio habrá una cortina de veinte codos, de azul, púrpura y carmesí, y lino torcido, de obra de recamador; sus columnas cuatro, con sus cuatro basas. (17) Todas las columnas alrededor del atrio estarán ceñidas de plata; sus capiteles de plata, y sus basas de bronce. (18) La longitud del atrio será de cien codos, y la anchura cincuenta por un lado y cincuenta por el otro, y la altura de cinco codos; sus cortinas de lino torcido, y sus basas de bronce. (19) Todos los utensilios del tabernáculo en todo su servicio, y todas sus estacas, y todas las estacas del atrio, serán de bronce»
La parte central del lado oriental del atrio, constituía la puerta del atrio. Tenía unos 8, 89 m (29, 4 pies). A cada lado de ella había 6, 65 m (21,1 pies) de cortinas. La «cortina» de la puerta estaba hecha del mismo material que el «velo» y «la puerta del tabernáculo» (cap. 26: 33, 36).
En total había tres cortinas que produjeron tres divisiones en el santuario. Cada cortina representa un nivel diferente de santidad. En el atrio podían entrar todos los israelitas que estaban ritualmente puros. En el lugar santo sólo podían entrar los sacerdotes y en el lugar santísimo sólo podía entrar el sumo sacerdote una vez al año.
El área del atrio que estaba situada hacia el este, era cuadrada, de cincuenta por cincuenta codos.
«…Todas las columnas alrededor del atrio estarán ceñidas de plata; sus capiteles de plata, y sus basas de bronce…» – En total se usaron 60 columnas para sostener las «cortinas» que encerraban al atrio, o sea que había una columna aproximadamente cada 2, 25 m (7,4 pies). Es probable que las «columnas» fueran de madera de acacia, revestidas de bronce. Estaban asentadas sobre «basas» de bronce (vers. 10). No se da el peso exacto de estas «basas«, pero cada una debe de haber pesado algo menos que un talento – (ver cap, 38: 29-31).
«…La longitud del atrio será de cien codos, y la anchura cincuenta por un lado y cincuenta por el otro, y la altura de cinco codos; sus cortinas de lino torcido, y sus basas de bronce…» – La altura de las «cortinas» que encerraban el atrio era de 5 codos, o sea de unos 2, 25 m (7, 4 pies). Esto era la mitad de la altura del tabernáculo propiamente dicho, lo que permitía que éste fuese claramente visible desde afuera del atrio. Sólo los sacerdotes y levitas podían moverse libremente en el atrio, lo cual representaba la primera etapa en el acercamiento del hombre, desde el mundo hacia Dios. El sacrificio expiatorio sobre el altar del holocausto y el lavamiento en la fuente – (Exo. 30: 18) preceden a la comunión espiritual y a la íntima relación con Dios.
«…Los utensilios…» – Deben haberse usado muchos utensilios en relación con el servicio del santuario, entre ellos la fuente (cap. 30: 18). Las «estacas» servían para mantener tirantes las cubiertas del tabernáculo Y para mantener las «columnas» en su lugar.
Estos accesorios tenían una importante función en la erección del tabernáculo. Quizá no podían compararse en importancia con los muebles del tabernáculo, ni con el altar de los holocaustos. Sin embargo, la ministración de los sacerdotes no hubiese podido realizarse sin ellos. Eran como las indispensables «ayudas» que Dios ha puesto «en la iglesia» – (1 Cor. 12: 28).