La gente anhela la perfección en un mundo imperfecto y la vindicación de los justos en un mundo de injusticia. Este es un ingrediente básico del corazón, la mente, y el espíritu humano. Todo el Tanáj está lleno de esta convicción. Los profetas de Israel eran vehementes en denunciar la perversión y la injusticia, mientras que esperaban el tiempo cuando:
“Un rey reinará en justicia, y príncipes gobernarán en juicio. Y un hombre será como escondedero del viento, y refugio de la tempestad; como ríos de agua en lugar seco, como sombra de una gran roca en tierra caliente”
¿Cómo se va a cumplir ese anhelo de perfección?
El concepto bíblico enseñado por los profetas era que el Mesías lo realizaría. Los profetas predijeron un tiempo cuando el Mesías haría expiación final por los pecados, tanto de los judíos como de los gentiles. La palabra hebrea Mashíaj (Mesías) significa, “el Ungido” y se relaciona con a aquel a quien Dios escogió para redimir a su pueblo.
El Tanáj enseña que este Goél (pariente redentor) vendría a Sión, y a aquéllos que se vuelvan de las transgresiones en Jacob.” Las profecías inspiradas por el Espíritu Santo revelan que Israel y la humanidad serán redimidos por la fe en el Mesías.
- Los Conceptos Tradicionales:
Los rabinos ortodoxos de siglos pasados consideraban que el Mesías era el centro de toda la creación.
Se discute al Mesías en el contexto de la “luz” en el relato del Génesis sobre la creación. Según los rabinos, esta luz especial fue creada antes que el sol, la luna y las estrellas. El Yalkút, una antología rabínica medieval, dice:
“Y Elohim vio la luz, que era buena. «Esta es la luz del Mesías‟
«…para enseñarte que Elohim vio la generación del Mesías y Sus obras antes de que creara el universo, y él escondió al Mesías…debajo de su trono de gloria. Satán le preguntó a Elohim, el Amo del universo:
«¿Para quién es esa luz debajo de tu trono de gloria?‟ Elohim le contestó:
«Es para… [el Mesías] quien te tirará de espaldas y te pondrá como burla y bochorno”
En otra referencia rabínica se nos dice que:
“Todos los profetas que profetizaron han hecho solamente predicciones concernientes al Mesías. En cuanto a la eternidad, se dice en Isaías 64:4:
«ni ojo ha visto, oh Poderoso, aparte de ti, lo que él ha preparado para quien espera en él”
Los rabinos también estaban conscientes de que el Tanáj predecía que el Mesías sería tanto humillado como exaltado. Ellos trataron de resolver esta aparente contradicción de tres maneras diferentes.
La primera posibilidad desarrollada en el Talmud fue que el Mesías existía desde antes la creación del mundo y que vino a la tierra cuando fue destruido el Segundo Templo.
“El Rabí Shemuel bar Nehmaní dijo:
«En el día en que el Templo fue destruido Israel sufrió mucho por sus pecados… ¿Y cómo sabemos que en ese día [cuando fue destruido el Templo] nació el Mesías?
Porque está escrito, «Antes de sus dolores de parto, ella dio a luz‟ [al Mesías]”
Entonces se ofrecen varios informes en cuanto a su paradero después de su nacimiento. El Talmud Babilónico dice que él se sienta “a las puertas de la ciudad de Roma” y sufre aflicción con su pueblo. Allí espera el llamado de Dios para salir como Salvador exaltado y producir la salvación de Israel.
Este concepto fue abandonado con el tiempo, tal vez porque se parecía demasiado al concepto de los judíos creyentes en Yeshúa, quienes creían que el Mesías había venido primero como Salvador Sufriente y volvería en gloria como Rey Redentor.
Una segunda explicación de los cuadros aparentemente contradictorios del Mesías como uno humillado y exaltado aparece en otras partes del Talmud:
“Rabí Alexandri dijo que el R. Yoshúa bar Leví combinaba los dos pasajes paradójicos; el que dice:
«He aquí, uno como el Hijo del Hombre vino sobre las nubes del cielo‟ (Dan. 7:13) [mostrando la gloria del Mesías]
y el otro verso que dice: «pobre y montado en un burrito‟ (Zac. 9:9) [mostrando la humildad del Mesías].
El lo explicaba de esta manera: Si ellos son dignos, él vendrá con las nubes del cielo‟; si ellos son indignos, él vendrá pobre y montado en un burrito”
Una tercera solución se encuentra en el Talmud Babilónico. Aquí, los dos roles distintos del Mesías se cumplen en dos diferentes Mesías. El primero es Mesías Ben Yoséf, que
combate, sufre extrema humillación, y es traspasado, cumpliendo la profecía de Zacarías:
“…Mirarán a aquél a quien traspasaron…”
El segundo es el Mesías Ben David, quien viene después y a quien Elohim dice:
“…Yo daré el decreto, el Señor me ha dicho: Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy. Pídeme, y te daré las naciones por herencia…”
- El Concepto Mesiánico:
Los rabinos fallaron en reconocer otra posibilidad, que el Mesías habría de expiar los pecados del pueblo primero y luego volvería como el Exaltado para establecer su reino.
Este concepto, por supuesto, lleva inevitablemente a Yeshúa como el Mesías, una verdad que se les escapó a los rabinos del pasado y del presente.
Apoyado por el Tanáj, este concepto resuelve el dilema que enfrentaron la mayoría de los rabinos talmúdicos. Los rabinos se esforzaron por resolver los dos diferentes hilos de profecía en el Tanáj. Como un hombre que se paran de lejos a mirar dos picos de montaña que están alineados, no pudieron discernir el “golfo de tiempo” que existía entre los dos picos. Con el entendimiento de un estratega, y la revelación adicional del Nuevo Testamento la teoría que mejor resuelve la paradoja es que un Mesías habría de venir en dos diferentes eras con dos propósitos diferentes.
Habría de venir primero como el Salvador Sufriente para expiar los pecados del pueblo y traer paz a los que se arrepientan y reciban la expiación con fe. Luego habrá de venir como el Rey Exaltado para traer juicio sobre los injustos y establecer su Reino Mesiánico para siempre. Con este modelo en mente, es apropiado comenzar a identificar al mesías prometido en el principio a Eva.