La humillación precede a la exaltación – (Prov 18:22). Este es el patrón general en las Sagradas Escrituras. Algunos profetas fueron vindicados durante su vida, como Moisés y Elías, pero la mayoría de los ungidos en las Escrituras sufrieron rechazo y hasta el martirio antes de que el pueblo se arrepintiera y aceptara su mensaje. Este es el caso con el Mesías también.

Él sufrió y murió de acuerdo con la descripción de los profetas.
Fue “…despreciado y rechazado de los hombres, varón de dolores y relacionado con el dolor…” – (Isa 53:3).
“…Fue cortado de la tierra de los vivos…” – (Isa 53:8)
“…Dispusieron su sepultura con los malvados mas con los ricos fue en su muerte…” – (Isa 53:9).
Este es el Mesías, el Salvador Sufriente.
Los Escritos Sagrados, sin embargo, hablan también de un Mesías “Ben David” exaltado. Sobre el atributo real del Mesías exaltado, está escrito en el libro de Daniel:
Daniel 7:13-14 – “…He aquí, uno como un hijo de hombre vino en las nubes del cielo, y llegó hasta el Anciano de Días, y lo acercaron delante de él. Y se le dio dominio y gloria, y reino, para que todos los pueblos, naciones, y lenguas, le sirvan; su dominio es un dominio eterno, que no pasará, y su reino es tal que no será destruido…”
Ciertamente es incuestionable que la exposición y el entendimiento rabínico de las Escrituras era que había una resurrección general para gloria de los justos en los días mesiánicos.
“Los sabios rabínicos [dicen] que el mundo estará desolado por dos días…y el tercer día Di-s los renueva y los revive y saca al pueblo en una resurrección y hará que el pueblo esté delante de él como está escrito: „Después de dos días nos revivirá; al tercer día nos levantará, y viviremos a su vista.”
(Midrásh, Pirké de Rabi Eliezer 51 c (en adelante referido como Galut). En Sanhedrín 97a, hay la declaración de que habrá 2000 años de desolación y 2000 años de Torá).
El principio numero trece del credo de Maimónides sobre los puntos esenciales de la fe judía, declara: “Creo con plena fe que habrá una resurrección de los muertos cuando sea la voluntad del bendito Creador.”


Los rabinos talmúdicos, sin embargo, dudaban de que hubiera una resurrección general para todo el pueblo judío. Estaban inclinados a creer, más bien, que la resurrección sería para los justos (Los que guardan la Torá se levantarán‟ (Targúm Jonatán sobre Isaías 26:19); „y volverán a la vida.‟ (Ketubót 111b) enterrados en Israel solamente – (Ketubót 111a). Sin embargo, más tarde se modificó la interpretación, y los rabinos sostenían que para los justos que estaban en el extranjero, Di-s proveería largas cuevas en las cuales rodarían hasta la tierra de Israel y allá serían resucitados.
Acerca de cuando viene a la resurrección del Mesías, las fuentes talmúdicas son relativamente escasas. Algunas fuentes talmúdicas, sin embargo, implican (Sanh. 97a; Ket. 111b) y fuentes rabínicas posteriores expresan, que el Mesías Ben Yosef, el Mesías Sufriente, sería resucitado de entre los muertos – (“Mesías Ben Yosef será atravesado por Armilus, después de lo cual habrá mucha angustia. Entonces, el Mesías, llamado Menahém Ben Ami-el, se le aparece al remanente de Israel. Él, junto con Eliyah, trae a la vida a Mesías ben Yoséf, y luego al resto de los muertos.” – Vea Galut, p. 315)
Este Mesías resucitado es el Mesías con características semejantes a David. Concerniente al Mesías, es claro por las Escrituras que, aunque sufriría una muerte por ejecución (Sal. 22:14-16) no sería dejado en el sepulcro (Sal. 16:8-11) El profeta Zacarías, que menciona al Mesías traspasado (Zac. 12:10) habla también de él como venido en poder y reinando sobre Jerusalén como Rey – (Zac. 14:4,16,17).

Isaías, quien profetizó su muerte dolorosa y humillante, se refiere también a él como “El Guibor,” (Héroe poderoso) (Isa. 9:6) que se sienta sobre el trono de David para siempre – (Isa. 9:7).
¿Quién es este Mesías resucitado?
No es un secreto que inmensas multitudes creen que Yeshúa fue resucitado de entre los muertos después de su ejecución por los romanos. Es, por supuesto, posible que estas personas hayan sido engañadas para que crean una mentira. Un erudito hasta fue tan lejos como para sostener que Yeshúa nunca murió en verdad sino que fue drogado en el madero de tormento – (Hugh J. Schonfiel, El complot de la Pascua: nueva luz sobre la Historia de Jesús (Bernard Geis 1965).
Sin embargo, la evidencia de la resurrección es extremadamente fuerte, y concedida por un renombrado erudito judío moderno – (Dr. Pinjás Lapide (Vea la revista TIME de mayo, 1979). Vea también, Pinjás Lapide, La resurrección de Jesús: Perspectiva judía (Augsburg 1983).
– PRIMERO: Está el registro histórico escrito que ha sobrevivido por 2000 años. Ese registro contiene el testimonio de muchos testigos confiables que presenciaron la muerte y resurrección de Yeshúa.
Los cuatro evangelios, que fueron escritos por cuatro personas diferentes y cada una muestra un relato de la resurrección. Dos de esos testigos, Leví (Mateo) y Yojanán (Juan), fueron discípulos personales de Yeshúa – (Jn. 20:19, 20). Otro testigo, Lucas, fue un médico e historiador que diligentemente investigó el asunto – (Luc. 1:1-4; 24:25-34). El cuarto, Marcos, era igualmente confiable, habiendo registrado su testimonio durante la vida de los contemporáneos de Yeshúa – (Mar. 16:6, 7).
Estaba también el mensaje de Simón Pedro ante millares de judíos en el Templo, muchos de los cuales se convencieron y creyeron en Yeshúa – (Hech. 2:29-32). Estaba Saulo de Tarso, quien se negaba a creer la historia de la resurrección y quien tuvo un completo cambio cuando se encontró con el Mesías resucitado camino a Damasco, donde se dirigía a perseguir a los creyentes – (I Cor. 15:1-9; Hech. 9). De hecho, sobre 500 judíos, la mayoría de los cuales estaban vivos en el tiempo cuando se publicó el relato en las Escrituras, dieron testimonio de haber visto a Yeshúa vivo después de su muerte – (I Cor. 15:6).

El principio de las Escrituras Hebreas, que “por boca de dos o tres testigos se establezca todo asunto”, se mantuvo – (Deut. 17:6).
– SEGUNDO: Está la prueba de la Tumba Vacía. Poco después del evento, miles de
judíos llegaron a creer en Yeshúa – (E.G., Hech. 2:41). La jerarquía del Templo respondió con persecución, intimidación, y finalmente dando muerte a algunos líderes de la secta Nazarena. Todo eso se pudo haber evitado si los enemigos de los Nazarenos hubieran simplemente presentado el cadáver de Yeshúa. Si hubieran ido simplemente al sepulcro donde sepultaron a Yeshúa y hubieran exhumado el “cuerpo muerto”, todo los que estaban “engañados” al creer en la resurrección se habrían visto forzados a renunciar a su fe. En lugar de eso, inventaron la historia de que los discípulos de Yeshúa vinieron y robaron el cadáver – (Mt. 28:13). Si eso hubiera sido así…
¿Habría sido difícil para las legiones descubrir el cuerpo, o a lo menos hacer una investigación de los discípulos concerniente al alegado “robo del cadáver”?
Pero nunca descubrieron el cuerpo.
–TERCERO: Los seguidores de Yeshúa fueron transformados como resultado de la resurrección. Sus discípulos lo vieron morir y estaban desanimados. Simón Pedro, su discípulo allegado, hasta negó conocerlo. Todos estaban tratando de salvar su propio pellejo, escondiéndose cobardemente en temor de que se sospechara que estuvieron con él, cuyo nombre hasta temían mencionar. Entonces ocurrió de pronto una transformación.
Aquéllos que lo habían negado enfáticamente, lo proclamaron triunfalmente. La convicción de sus resurrección era tan fuerte que todos los que antes lo habían negado estaban ahora listos a morir por cruel tortura. Muchos pagaron el precio supremo por actuar según sus convicciones de que Yeshúa se había levantado de los muertos. Todo esto queda como elocuente testimonio de la realidad de Su resurrección.