Génesis 1:1-5 – «(1) En el principio creó Dios los cielos y la tierra. (2) Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. (3) Y dijo Dios: Sea la luz;(A) y fue la luz. (4) Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. (5) Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día»
La palabra “Génesis” significa: origen, inicio.
En hebreo, el libro de Génesis se conoce como “Bereshit”, que literalmente significa:
“…En el principio…”
El título viene de las primeras palabras del libro.
Génesis 1:1 – «En el principio creó Dios los cielos y la tierra»
El tema general del libro es: el origen de la humanidad, al igual que el origen del pueblo de Dios, Israel.
No es casualidad que la Biblia comience así. No sólo se trata de comenzar “por el principio”, sino porque es necesario saber de dónde venimos, pues esto nos da identidad.
Si sabemos de dónde venimos…sabremos quiénes somos.
Si sabemos quiénes somos…sabremos hacia dónde vamos.
∇ – «Iniciamos el estudio de la Tora conscientes de que la Torá no es un libro de historia, sino el estatuto que establece la misión del hombre en el universo. Por eso es que en su primer comentario, Rashi cita a Rabí Itzjak, quien afirma que dado que la Tora es principalmente un libro de leyes, tendría que haber comenzado con el precepto del novilunio – (Shemot 12:2), que fue la primera ley que se le encomendó a todo el pueblo judío como nación.
El explica que el motivo por el cual la Torá comienza con el relato de la historia de la Creación es para establecer que Dios es el Soberano del universo: Él le declaró a Su pueblo el poder de Sus obras a fin de conferirles el patrimonio de las naciones (Tehilim 111.6).
Si las naciones acusan a Israel de delinquir por haberse apropiado de los territorios de las siete naciones de Canaán, Israel siempre puede responder: “Todo el universo Le perte nece a Dios. Él lo creó y Él se lo concedió a aquel que Le pareció apropiado. Fue Su deseo dárselo a ellos y luego fue Su deseo quitárselo a ellos y dárnoslo a nosotros.
Según sostiene Rambán, incluso después de leer cómo se creó el mundo y cómo se creó su principal protagonista, el hombre, aún no comprendemos el secreto, y ni siquiera el proceso de la Creación. La obra de la Creación constituye un profundo misterio que puede comprenderse únicamente a través de la tradición que Dios le transmitió a Moshé; y aquellos que tienen el privilegio de que se les confíe este conocimiento oculto no están autorizados para revelarlo. Lo que sí sabemos es que Adam y Javá, los precursores de la humanidad, tenían la misión de cerciorarse de que la Creación cumpliera con su finalidad, debiendo para ello observar los preceptos de Dios. Pero ambos fracasaron y fueron conducidos al exilio.
Sin embargo, la misión del hombre no cambió. Lo único que cambió fueron las condiciones en las que dicha misión se llevaría a cabo. Dios castigó a los transgresores, mas no se deshizo de ellos, puesto que podían hacer penitencia.
De hecho, el concepto del arrepentimiento era un prerrequisito para la existencia del hombre, pues sin este el hombre no podría haber sobrevivido. Adam y Javá se arrepintieron. Lo mismo ocurrió con los pecadores que les siguieron, Caín y Lémej. Esta es también una de las principales lecciones de la historia de Bereshit: aunque el hombre peque, siempre puede retornar, y Dios le concede la oportunidad de hacerlo.
Todo esto es un preludio de la historia de Israel. Dios fue paciente durante diez generaciones -desde Noaj hasta Abraham-, pero ninguna de estas generaciones logró llevar a cabo la misión para la cual había sido creada. Después de ese fracaso, Dios eligió a Abraham y a su descendencia para que cumplieran con la misión que originalmente había sido universal – (ver Avot 5:2).
Rambán sostiene que esa es la razón por la cual Bereshit es llamado el “Libro de la Creación»: la esencia de la creación no es tanto la historia de las montañas y los valles, de los océanos y los desiertos, ni siquiera del hombre y de los animales, como lo es la historia del nacimiento de Israel, la nación que heredó la tarea de Adam y Java. En este primer Libio de la Tora, examinamos la historia de Israel desde !a vida de Abraham y Sara hasta el momento en que su descendencia se transforma en una familia y luego en una nación.
Rambán comenta que la Torá narra la historia de los seis días de la Creación en nihilo, a fin de establecer que Dios es el único Creador y refutar las teorías de aquellos que sostienen que el universo es eterno o que surgió a través de una colosal coincidencia o por accidente. Esto está implícito en la narración de los primeros seis días, pues la Tora no proporciona detalles específicos con relación al proceso de la Creación, así como tampoco hace mención de los angeles ni de otros seres incorpóreos. La historia de la Creación nos esboza sólo en términos muy generales cuándo surgieron las principales categorías del universo, porque su propósito principal es afirmar que nada surgió excepto por mandato de Dios».
Estas palabras nos recuerdan que todo lo humano tiene un principio. Sólo Aquel que está entronizado como el soberano Señor del tiempo no tiene principio ni fin. De modo que las palabras con que comienzan las Escrituras trazan un decidido contraste entre todo lo que es humano, temporal y finito, y lo que es divino, eterno e infinito. Al hacernos recordar nuestras limitaciones humanas, esas palabras nos señalan a Aquel que es siempre el mismo, y cuyos años no tienen fin – (Heb. 1: 10-12; Sal. 90: 2, 10).
Nuestra mente finita no puede pensar en «el principio» sin pensar en Dios, pues Él «es el principio» – (Col. 1: 18; cf. Juan 1: 1-3). La sabiduría y todos los otros bienes tienen su principio con él – (Sal. 111: 10; Sant. 1: 17). Y si alguna vez hemos de asemejarnos de nuevo a nuestro Hacedor, nuestra vida y todos nuestros planes deben tener un nuevo principio en él – (Gén. 1: 26, 27; cf. Juan 3: 5; 1 Juan 3: 1-3).
Tenemos el privilegio de disfrutar de la confiada certeza de que «el que comenzó» en nosotros «la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» – (Fil. 1: 6). El es «el autor y consumador de la fe» – (Heb. 12: 2).
Nunca olvidemos el hecho sublime implícito en estas palabras: «En el principio… Dios«.
Génesis 1: 1 afirma que Dios es antes de todo lo que existe y que es, en forma excluyente, la única causa de todo lo demás. Este versículo es el fundamento de todo pensar correcto en cuanto al mundo material. Aquí resalta la impresionante verdad de que, «al formar el mundo, Dios no se valió de materia preexistente»
La Biblia nos dice como podemos saber que Dios existe debido a lo que vemos en la creación.
Salmos 19:1-4 – «Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, Y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol»
Aunque muchos buscan negar la efectividad del argumento teleológico de la existencia de Dios (El entendimiento de que tiene que haber una inteligencia con propósito por el creó este mundo), aún permanece sin respuesta por los ateos o agnósticos.
La Biblia estaría incompleta y a lo mejor incomprensible sin el Libro de Génesis. Acomoda el escenario para todo el drama de redención, lo que se desarrolla en el resto del libro.
Génesis nos muestra los orígenes del universo, del orden y la complejidad, del sistema solar, de la atmósfera e hidrosfera, del origen de la vida, del hombre, del matrimonio, del mal, del lenguaje, del gobierno, de la cultura, de las naciones, de la religión. Es precisamente debido a que la gente ha abandonado la verdad de Génesis que la sociedad está en tal confusión.
Jesús declaró la importancia de creer lo que Moisés escribió:
Juan 5:46-47 – «Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?»
No podemos decir que creemos en Jesús si no creemos en el Libro de Génesis.
Un día, estudiantes en una de las clases de Albert Einstein estaban diciendo que habían decidido que no había Dios. Einstein les preguntó que cuánto de todo el conocimiento del mundo tenían entre ellos juntos, como clase. Los estudiantes lo discutieron por un tiempo y decidieron que tenían el 5% de todo el conocimiento humano entre ellos. Enstein pensó que su estimación era un poco generosa, pero contestó: “Es posible que Dios exista en el 95% que ustedes no conocen?”
La Palabra empieza mostrando a Israel y al mundo que el universo tiene un principio. Entre las religiones paganas existe la creencia de que el universo es eterno o que las cosas hayan sido creadas por la lucha entre diferentes dioses. La hipótesis de la evolución enseña que todo se ha desarrollado mediante la casualidad. Pero la Palabra nos enseña que hay Uno que está por encima del universo, y que ha dado inicio a todas las cosas.
Este conocimiento evita toda adoración a las cosas creadas en lugar del Creador, lo cual es la misma esencia de la idolatría, como está escrito en Romanos 1:20-25.
Romanos 1:20-25 – “Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa. Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se volvieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por consiguiente, Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos; porque cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, quien es bendito por los siglos. Amén.”
El hecho de que Alguien haya dado inicio y existencia a todas las cosas, nos enseña que Él es el dueño de todo lo que existe y que tiene el derecho de gobernar sobre todo lo que es suyo. Este hecho le convierte en el gran Legislador del universo.
Si hay Uno que ha dado inicio a todo lo que existe, tanto en los cielos como en la tierra, entonces todo lo que existe tiene que cumplir los propósitos suyos. Este Ser superior dio inicio al tiempo, al espacio, a la materia, la vegetación y a los seres vivos porque tenía una razón muy específica para hacerlo.
Él tiene la plena potestad para hacer lo que le plazca con las cosas que ha creado, para que absolutamente todo sea llevado a cumplir los propósitos suyos. Esto le convierte en el gran Conductor de la creación. Este principio está detrás de los reclamos que Él está haciendo sobre el hombre, al ordenarle a cumplir sus mandamientos. Todas las cosas han sido sometidas a una Torá, una instrucción. Cada cosa creada tiene una ley que cumplir. Esa ley es el propósito del Creador para aquella cosa específica.
El hombre es un ser creado con un propósito muy específico, el de servir a Aquel que le ha hecho y puesto en su plan universal. El propósito del hombre es cumplir aquella Palabra que el Eterno le ha designado.
Si un hombre no sirve al Creador conforme a la Palabra, se rebela contra el mismo principio de existencia de toda la creación y sale fuera del derecho de existir. Todo lo que existe está allí porque el Eterno lo ha hecho y porque Él tiene un plan específico con cada criatura. Ningún detalle en la creación carece de significado.
Este texto habla de un inicio, lo cual nos enseña que el tiempo es una creación y que el Creador está fuera del tiempo.
Luego habla de que los cielos y la tierra fueron creados, lo cual nos enseña que el espacio y la materia no son eternos, sino fueron llevados a la existencia en un momento histórico, en el principio del tiempo.
¿Qué había antes del principio?
Sólo uno, Elohim (Dios). Sin embargo, dentro de Elohim había planes, que estaban allí desde la eternidad, en un estado que carece de tiempo, puesto que a partir de la creación de todo, empezó el tiempo.
La palabra hebrea que ha sido traducida como “en el principio” es “bereshit”. Es una palabra compuesta por dos palabras, “be” que significa “dentro de”, “en”, “con”, “por medio de”, “por causa de” etc.; y “reshít”, que significa “primero (en lugar, tiempo, orden o rango)”, “primicia”, “inicio”, “principal”, “lo mejor” etc. Según el diccionario Strong, esta palabra viene de la misma raíz que “rosh” que significa “cabeza”, “parte superior”, “comienzo”, “jefe”, “principal”, “gobernante”, etc.
En todos los lugares donde la palabra “reshit” aparece en las Escrituras, se halla en el estado constructor en relación con el sustantivo que la sigue. Este fenómeno gramatical, llamado semijút en hebreo, es muy común en las Escrituras, y construye una relación entre dos sustantivos, uno de los cuales está subordinado al otro, el cual lo determina.
Por ejemplo “simjat Torá”. La palabra “simjá” o “simjah” es una palabra femenina que significa “alegría”. Cuando aparece en la forma constructa se intercambia la letra “hey” final por una “tav”, para que tenga el significado de “alegría de”. “Simjat Torá” significa literalmente “la alegría de la instrucción”.
La letra “tav” final en la palabra “Bereshit” muestra que está escrita en la forma constructa, dando el significado de “principio de”. Ahora, la palabra que sigue es “bará”, que literalmente significa “creó”, y por lo tanto no es un sustantivo, sino un verbo. Sin embargo, según Rashí, este verbo debe ser entendido como “el crear”.
La palabra “reshít” se usa en relación con un inicio, una primicia:
- Un reinado – Génesis 10:10.
- Un hijo primogénito – Génesis 49:3; Deuteronomio 21:17.
- Los primeros frutos de la tierra, las primicias – Éxodo 23:19; 34:26 etc.
- En Proverbios 8:22, la sabiduría, que es la Torá, es llamada “el principio (reshít) de su camino”.
- En Jeremías 2:3, el pueblo de Israel es llamado “la primicia (reshít) de sus frutos”.
Según esta interpretación, el primer versículo no explica el orden en que fueron creadas las cosas. En una de las reglas de interpretación del tercer nivel, en hebreo “drash”, “búsqueda”, (ver nuestra enseñanza – Formas de interpretar la Escritura) se compara y se relaciona una expresión o una palabra que aparece en diferentes textos en las Escrituras. La palabra “reshít” aparece casi 20 veces en el Jumash, y en más de 50 ocasiones en todo el Tanaj. Se usa en relación con un inicio.
La traducción literal de los dos primeros versículos sería entonces:
“En el principio del crear de Elohim los cielos y la tierra, la tierra era confusión y vacío, con oscuridad sobre la superficie del abismo. El aliento de Elohim planeaba sobre la superficie de las aguas. Entonces Elohim dijo: “Haya luz”, y hubo luz”
- Inicio de un reinado – Génesis 10:10.
- Un hijo primogénito – Génesis 49:3; Deuteronomio 21:17.
Colosenses 1:15-18 – “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y en él todas las cosas permanecen. Él es también la cabeza del cuerpo que es la congregación; y él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que él tenga en todo la primacía”
En las Escrituras hay una relación muy íntima entre reshít y el Mesías. El Mesías es el Reshít de todas las cosas.
Juan 17:5, 24b – “Y ahora, glorifícame tú, Padre, junto a ti, con la gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera… la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo”
Aquí no está escrito que el Hijo estaba en el seno del Padre, sino en tiempo presente, está en el seno del Padre. Como el Padre está fuera del tiempo, su Hijo, que es el proyecto Mesías, está fuera del tiempo, dentro del Padre, en la eternidad, en el presente continuo por toda la eternidad.
1 Juan 1:1-2 – “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos, acerca de la Palabra de vida, pues la vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó”
El Eterno ha decidido gobernar el universo por medio del Mesías. Por lo tanto, la palabra “reshít” está relacionada en las Escrituras con el principio de un reinado.
Es más, el proyecto Mesías es la razón por la cual todas las cosas fueron creadas y para quién todo haya sido hecho. El Eterno creó todas las cosas por medio del plan Mashíaj, y para Mashíaj, que más adelante iba a ser manifestado a través de un hombre.
Juan 1:14 – “Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros”
- Israel es el hijo primogénito del Eterno – Éxodo 4:22; Oseas 11:1.
- El Mesías es la Torá manifestada como hombre – Juan 1:14.
- El que reúne en sí a todo es Israel – Mateo 2:15, Juan 12:32.
El prefijo hebreo “be” en la primera palabra de la Torá, “beReshit”, significa “en”, “por”, “en aras de”, “por causa de”, etc.
Esto nos enseña que Dios creó los cielos y la tierra “en Reshít”, o “por causa de Reshít”.
Como hemos visto antes, Reshít es la Torá, Israel y el Mesías. En realidad estos tres son uno. La Torá es el plan eterno por medio del cual el mundo fue creado. Así que, todas las cosas fueron creadas por medio de la Torá y por causa de Israel. Y todo fue creado por medio del Mesías y por causa del Mesías.
Juan 1:1- 3 – “En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de ella, y sin ella nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”
Esta Palabra, este proyecto Mesiánico, fue luego materializado poco a poco por medio de la creación de todas las cosas. Pero aunque el Mesías no había sido manifestado como hombre, todas las cosas fueron preparadas por causa de él, y por causa de que él iba a venir y ser puesto como gobernante sobre todas las cosas creadas.
Podríamos traducir el texto de esta manera:
“Por causa del Principal creó Elohim los cielos y la tierra”
La primera letra de la Torá es bet, que significa “casa”. Por lo tanto podríamos entender el primer versículo también de esta manera:

“Una casa de Reshít creó Elohim los cielos y la tierra”
Esto nos enseña que los cielos y la tierra son la casa de Reshít, que es el Mesías. Casa y ropa es esencialmente lo mismo. La creación es la ropa del Mesías.
Hebreos 1:1-3 – «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas»
El Creador es invisible e inalcanzable para las cosas creadas. Sólo es posible conocerle por medio de lo que Él revele de sí mismo. En este texto él nos enseña que el camino para conocerle pasa a través de la creación y Reshít. De esta manera el Hijo, el Mesías, es el principal agente por medio del cual el Invisible se manifiesta en el mundo.
Juan 14:6, 9b – “Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí… El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”
El Padre se manifiesta en este mundo a través de su Hijo. Ahora, no podemos caer en la trampa de pensar que el Eterno sea como los hombres o los animales de manera que se pueda reproducir y tener hijos como nosotros, o mezclarse con los hombres y tener hijos. Este pensamiento se encuentra en las religiones paganas entre personas que no conocen la verdad de Torá. Cuando habla del Hijo, se refiere a la función de ser el seguidor y el representante, al igual que un hijo imita y representa a su padre en una familia.
El rey David fue el octavo hijo de Isaí, pero es llamado primogénito (Salmo 89:20, 27). Cuando Pablo escribe en Colosenses 1 que el Mesías es el primogénito de toda creación, no significa que él haya nacido del Padre por medio de una reproducción, sino que él fue destinado para ocupar el lugar de gobernante sobre todas las cosas creadas, tanto las invisibles como las visibles. El hijo primogénito es el que llevará el nombre de su padre y el derecho de gobernar en la familia cuando el padre ya no esté presente.
De la misma manera el Mesías es llamado Hijo, no porque el Eterno haya podido parir o se haya reproducido, sino porque el Mesías ha obtenido la posición de gobernante sobre todas las cosas creadas. El Hijo es el que representa al Padre en la creación. El concepto hebreo de Hijo tiene que ver con discipulado, representatividad y delegación de autoridad.
En las Escrituras hebreas los discípulos son llamados hijos, a pesar de no haber sido engendrados biológicamente por su maestro, Estos “hijos” luego reciben la autoridad delegada para actuar como representantes de su maestro.
Juan 1:12 – “Pero a todos los que le recibieron, les dio el poder de llegar a ser hijos de Elohim, es decir, a los que creen en su Nombre”
Cuando las Escrituras hablan de los “hijos de Dios” se está refiriendo a Ángeles u hombres que son creación directa por Dios y que han recibido poder del Creador para juzgar y gobernar sobre alguna área de la creación, se trata de autoridad delegada. Por esto a todos los que reciben a Jesús les es concedido el poder, es decir la autoridad, de ser hechos hijos de Dios.
“En el principio creó…” – La palabra hebrea que ha sido traducida como “creó” es “bará”. Esta palabra aparece unas 50 veces en las Escrituras y siempre tiene que ver con la acción de producir o hacer algo que no existía antes. Se trata de traer algo a la existencia. En el sentido estricto sólo el Creador puede crear. Sólo Él puede hacer que algo llegue a tener existencia sin haber existido antes. La expresión “crear de la nada” es una manera de expresar este concepto.

El verbo «crear» viene del hebreo bara’, que en la forma en que se usa aquí describe una actividad de Dios, nunca de los hombres, Dios crea «el viento» – (Amós 4: 13), «un corazón limpio» – (Sal. 51: 10) y «nuevos cielos y nueva tierra» – (Isa. 65: 17).
Las palabras hebreas que traducimos «hacer«, ‘asah, «formar«, yatsar y otras, frecuentemente (pero no en forma exclusiva) se usan en relación con la actividad humana, porque presuponen materia preexistente. Estas tres palabras se usan para describir la creación del hombre. Las mismísimas primeras palabras de la Biblia establecen que la creación lleva la marca de la actividad propia de Dios. El pasaje inicial de las Sagradas Escrituras familiariza al lector con un Dios a quien deben su misma existencia todas las cosas animadas e inanimadas – (Heb. 11: 3). La «tierra» aquí
mencionada evidentemente no es el terreno seco que no fue separado de las aguas hasta el tercer día, sino todo nuestro planeta.
Hebreos 11:3 – “Por la fe entendemos que el universo fue preparado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve no fue hecho de cosas visibles”
Las cosas visibles son el resultado de las cosas invisibles, que a su vez están dentro de la mente del Creador. Todo lo visible fue hecho de lo invisible. Las cosas visibles son el resultado de las cosas invisibles. Todo lo que sucede en el mundo visible es un resultado de lo que primero sucedió en el mundo invisible.
1:1 – “En el principio creó Dios-«Elohim» los cielos y la tierra…”
«…Dios…» – Dios – Heb. Elohim אלהים Este Nombre denota a Dios en Su Atributo de Justicia (מרת הרין), como Soberano, Legislador y Juez del mundo. Al emplear sólo este Nombre en el relato de la Creación, la Torá indica que la Justicia es el estado ideal del mundo, lo cual implica que el hombre debería ser tratado exactamente de la forma que se merece, según sus actos. Sin embargo, dado que el hombre no es lo suficientemen te virtuoso como para sobrevivir a tan severo escrutinio, Dios agregó Su Atributo de Compasión a la historia de la Creación para que el juicio fuera atenuado con compasión – (ver comentario Génesis 2:4).
“El”, “Eloah” y “Elohim”, han sido traducidas como “Dios” en la mayoría de las versiones castellanas. La palabra hebrea “El” aparece alrededor de 200 veces en las Escrituras, prácticamente siempre en referencia al Creador. Algunas veces tiene el significado de “poder”.
La forma plural de “El”, “Elim”, no se usa en referencia al Creador, sino a otros poderes, humanos o angelicales También es usado para referirse a los dioses paganos.
- PODER: – Génesis 31:29; Proverbios 3:27; Miqueas 2:1.cf.
- OTROS PODERES: – Éxodo 15:11; Job 41:25; Salmo 89:6
- DIOSES PAGANOS: – Isaías 57:5; Daniel 11:36.
La palabra “Eloah” aparece 56 veces en las Escrituras, mayormente en el libro de Job. Sólo aparece dos veces en el Jumash – Deuteronomio 32:15, 17.
La forma plural de Eloah es Elohim, y aparece alrededor de 2600 veces en las Escrituras. Esta palabra no es un nombre personal, sino un título y atributo que expresa autoridad y juicio. Es utilizada en referencia el Creador en la gran mayoría de los casos, pero también en referencia a otros personajes.
- Los ángeles – Salmo 8:5
- Dioses paganos – Génesis 31:30.
- Moises obtuvo el título de Elohim – Éxodo 4:16; 7:1
- Los jueces de Israel son también llamados Elohim – Éxodo 21:6; 22:8-9.
Aunque el texto de Bereshit dice que Elohim, en plural, creó los cielos y la tierra, el verbo no está en forma plural “crearon”, sino singular, “creó”.
Esto nos enseña que Elohim no debe ser entendido como varios dioses o un conjunto de personas o una unidad de personalidades, sino como uno sólo. Esta es también la confesión principal que cada judío practicante hace dos veces por día, al proclamar:
“Shemá Israel, Adonai Eloheinu, Adonai Ejad” – “Oye Israel, el Señor es nuestro Elohim, el Señor es uno.” – Deuteronomio 6:4.
∇ – «»…En el comienzo, cuando Dios empezó a crear…» – Esta frase suele interpretarse como En el comienzo, Dios creó…, lo cual indicaría que la Torá es la que está dando la secuencia de la Creación -que Dios creó el cielo, luego la tierra, la oscuridad, el agua, la luz, etc. Sin embargo, Rashi e Ibn Ezra están en desacuerdo con esa traducción y nuestra traducción sigue la opinión de ellos.
Sin embargo, según Rambán y la mayoría de los demás comentaristas, el versículo sí es cronológico y comienza con una afirmación general: En el comienzo mismo -a partir de la nada absoluta-, Dios creó el cielo y la tierra, vale decir, la substancia básica a partir de la cual Él luego formó el universo tal como lo conocemos, así como se explica en los siguientes versículos. El capítulo continúa con el proceso, día por día, hasta que llega a su punto culminante con la creación del hombre, que es el principal objetivo de la Creación.
En forma homilética, el término בראשׁית puede interpre tarse como בשבית ראשית, [el mundo fue creado] en aras de [las cosas que se llaman] “comienzo», lo cual significa que Dios creó el mundo en aras de las cosas que son de una importancia tan fundamental que la Torá las llama ראשית, primero o comienzo. Estas cosas son la Torá e Israel; por lo tanto, el motivo de la Creación fue que Israel aceptara la Torá y la cumpliera (Rashi). El Midrash añade otras cosas que también son llamadas ראשית, como los preceptos referentes al primogénito, las primicias y los regalos que se les dan a los Cohanim, que deben tomarse de las cosechas y de la masa antes de que estas puedan ser consumidas. De aquí inferimos que el propósito de la Creación es permitir a los israelitas consagrar sus esfuerzos y sus logros al servicio del Creador»
«…los cielos…» – La palabra hebrea que ha sido traducida como “cielos” es “shamayim”. Es una palabra que está en la forma dual.
Hay tres formas para los sustantivos en el idioma hebreo, singular, dual y plural. El dual siempre es una referencia a dos, un par. En este caso la palabra “shamayim” habla de un par de cielos. En primer lugar se refiere al cielo invisible y al cielo visible.
Deuteronomio 10:14 – «He aquí, de YHVH tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella»
En su extensión profética, la palabra “shamayim” también indica que puede haber más que dos cielos. El texto de Deuteronomio habla de dos cielos en dual y luego de dos cielos de los dos cielos también en dual. Esto nos enseña que hay varios tipos de cielos. Los cielos de arriba pueden estar divididos en varias secciones, y así también los cielos de abajo. En 2 Corintios 12:2-4, el Apóstol Pablo dijo que había estado en el paraíso en el tercer cielo.
Según alguno sabios los siete cielos son:
El Talmud habla de siete cielos según los diferentes términos hebreos que aparecen en las Escrituras. El término “shamayim”, “cielos”, puede ser entendido de tres maneras según esté compuesta la palabra:
- “Sa mayim” – “porta agua”.
- “Sham mayim” – “allí (hay) agua”.
- “Esh mayim” – “fuego (y) agua”, porque los cielos fueron hechos mezclando el fuego con el agua.
«…y la tierra…” – La palabra hebrea que ha sido traducida como “tierra” es “eres”
“er-erets”. Esta palabra tiene varios significados:
- La tierra, el orbe, el globo terráqueo (en contraste con el cielo) – Génesis 1:1.
- Suelo, terreno, terruño, tierra (en contraste con el mar) – Génesis 1:10.
- País, nación, territorio, región (un lugar limitado de lo seco) – Génesis 2:11.
- La tierra prometida, la tierra de Israel – Génesis 12:1; Rut 1:1; Mateo 5:5; Hechos 11:28-29.
“…Y la tierra estaba sin orden y vacía…» – La palabra hebrea “erets” – tierra,
Tohú bohu – ha sido traducida como “sin orden” es “tohú” que significa: caos, masa informe, desorden, confusión, vacío, vacuidad, nulidad, vanidad, yermo, desierto, erial.
“tohú” debe ser entendido como un asombro y consternación por la vaciedad que se encontraba en la tierra. Si el hombre lo hubiera visto se quedaría atónito.
La palabra hebrea que ha sido traducida como “vacía” es “vohu”. La traducción aramea, Targúm, de Yonatán, dice que la tierra estaba desolada de seres humanos y vacía de animales.
El Talmud dice que tohú es la línea verde que rodea el globo de donde surge la oscuridad – Salmo 18:11.
Bohu eran grandes rocas en las profundidades que traen el agua – Isaías 34:11.
Las dos palabras “tohú vavóhu” aparecen juntas en el hebreo sólo en dos textos más, en Isaías 34:11 y Jeremías 4:23-26. Hay una interpretación en la teología cristiana que se basa en estos versículos y enseña que el estado de “sin orden y vacía” fue causado por un juicio divino sobre el pecado. En tal caso, se podría pensar que había una creación anterior que fue destruida por el agua.
2 Pedro 3:3-7 – “Ante todo, sabed esto: que en los últimos días vendrán burladores, con su sarcasmo, siguiendo sus propias pa siones, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su venida? Porque desde que los padres durmieron, todo continúa tal como estaba desde el principio de la creación. Pues cuando dicen esto, no se dan cuenta de que los cielos existían desde hace mucho tiempo, y también la tierra, surgida del agua y establecida entre las aguas por la palabra de Elohim, por lo cual el mundo de entonces fue destruido, siendo inundado con agua; pero los cielos y la tierra actuales están reservados por su palabra para el fuego, guardados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos”
Este texto dice que el mundo anterior fue destruido por agua y que los cielos y la tierra actuales están reservados para el fuego.
Esto es interpretado de manera que hubo una destrucción de una creación anterior por medio del agua. Sin embargo, Pedro está hablando de la destrucciónón que hubo en el diluvio, como se puede ver leyendo el contexto siguiente.
La misma teoría también enseña que la destrucción del mundo anterior fue el resultado de la caída del ángel “Heilel”, “Lucero”. Se cita Ezequiel 28:12-19 para indicar que ese ángel tenía su santuario en la tierra en una creación anterior.
No obstante, lo cierto es que se puede encontrar evidencias en las Escrituras de una caída en pecado de algunos de los ángeles de Dios – 2 Pedro 2:4; 1 Corintios 6:3; Judas 6.
Isaías 14:12-15 “¡Cómo has caído del cielo, oh Heilel, hijo de la aurora! Has sido derribado por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Pero tú dijiste en tu corazón: “Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Elohim levantaré mi trono, y me sentaré en el monte de la asamblea, en el extremo norte. “Subiré sobre las alturas de las nubes, me haré semejante al Altísimo.” Sin embargo, has sido derribado al Sheol, a lo más remoto del abismo”
No obstante, las Escrituras no dan un testimonio claro acerca del momento cuando esta caída en pecado ocurrió en el mundo de los ángeles. Sin embargo, queda claro que ocurrió antes del capítulo 3 de Génesis, donde habla de la serpiente antigua que engañó a la mujer para que pecara.
La caída en pecado que ocurrió entre los hombres fue, por lo tanto, una consecuencia de una caída en pecado que ya había ocurrido en el mundo espiritual.
En las Escrituras, ese ángel rebelde y caído es llamado satanás, en hebreo “hasatán”, 1 Crónicas 21:1. – 1 Crónicas 21:1 -Enemigo, opositor, contrario, adversario, antagonista, rival – 1 Reyes 11:25. Calumniador, acusador, Job 1:6- 12; Zacarías 3:1.
En las Escrituras, ese ángel rebelde y caído es llamado satanás, en hebreo “hasatán”, cf. 1 Crónicas 21:1. La traducción griega de “satán” es “diábolos” que significa: “acusador”, “calumniador”, Apocalipsis 12:10.
Juan 8:4 – “Sois de vuestro padre satanás y queréis hacer los deseos de vuestro padre. Él fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira”
El Mesías Yeshua dijo que Satanas es el padre, es decir el origen, de la mentira. Satanás es un homicida y ha pecado “desde el principio”, lo cual nos da a entender que su pecado empezó al principio de la obra de la creación. El Creador no es el origen del mal, ni puede hacer nada malo.
1 Juan 3:8 – “El que practica el pecado es de satanás, porque satanás ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras de satanás”
Deuteronomio 32:4 – “¡La Roca! Su obra es perfecta, porque todos sus caminos son justos; Elohim de fidelidad y sin injusticia, justo y recto es Él”
Santiago 1:13b, 16-17 – “Dios no puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie… Amados hermanos míos, no os engañéis. Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación”
El Creador no es el origen del mal, ni puede hacer nada malo.
Job 38:4-7 – ”¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia. ¿Quién puso sus medidas ya que sabes, ¿o quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué se asientan sus basas, o quién puso su piedra angular cuando cantaban juntas las estrellas del alba, y todos los hijos de Dios gritaban de gozo?
En estos versículos de Job 38:4-7 está escrito que los ángeles estaban presenciando la fundación de la tierra. ¿cuándo fueron creados los ángeles, antes o después del mundo visible
Según este texto ya los ángeles ya existían cuando la piedra angular de la tierra fue puesta.
Salmos 104:1-9 – «Bendice, alma mía, a YHVH. YHVH Dios mío, mucho te has engrandecido; Te has vestido de gloria y de magnificencia. (2) El que se cubre de luz como de vestidura, Que extiende los cielos como una cortina, (3) Que establece sus aposentos entre las aguas, El que pone las nubes por su carroza, El que anda sobre las alas del viento; (4) El que hace a los vientos sus mensajeros, Y a las flamas de fuego sus ministros. (5) El fundó la tierra sobre sus cimientos; No será jamás removida. (6) Con el abismo, como con vestido, la cubriste; Sobre los montes estaban las aguas. (7) A tu reprensión huyeron; Al sonido de tu trueno se apresuraron; (8) Subieron los montes, descendieron los valles, Al lugar que tú les fundaste. (9) Les pusiste término, el cual no traspasarán, Ni volverán a cubrir la tierra»
Según este Salmo parece ser que el orden de la creación de las cosas fue el siguiente:
- La luz.
- Los cielos.
- La tierra.
Isaías 48:13 – “Ciertamente mi mano fundó la tierra, y mi diestra extendió los cielos; cuando los llamo, comparecen juntos”
Hebreos 1:7 – «Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego»
En el Salmo 104:4 se habla de los vientos y las llamas de fuego que son mensajeros y ministros del Señor. Estos textos también nos muestran que los ángeles fueron creados antes que la fundación de la tierra. El Salmo 104 también nos enseña que el agua había cubierto las montañas antes de ser reprendidas y sujetas a un límite.