En los tiempos de Jesús, la enseñanza aún estaba a cargo de la madre, aunque el padre era el maestro principal; sin embargo, éste generalmente no podía estar presente, debido a que tenía que estar en el campo, en algún puesto de funcionario o en la guerra. En su mayoría de veces paraba muy poco en el hogar.
La educación en Israel, fue durante siglos, la única forma de educación existente y ésta era fundamental.
Para la familia era obligación educar a sus hijos, según lo que había establecido Dios a Moisés:
Deuteronomio 11: 19-20 – «Enseñaréis estas palabras a vuestros hijos para que las mediten, hablando de ellas cuando estéis en casa, o de camino, al acostaros y al levantaros, y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas»
La educación era un medio que apuntaba a la integración del pueblo de Dios, desde el punto de vista de la salvación individual y comunitaria.
Comúnmente a los jóvenes y niños se les enseñaba La Ley, la oración, la Historia de Israel, la geografía y los pueblos vecinos, su cultura, las leyes del culto, las leyes morales y civiles;
la música, el canto, la danza, tocar los instrumentos, el oficio, propio de cada familia, que se transmitía de padres a hijos.
La educación de la mujer ocupaba un lugar importante, a diferencia de otras culturas, donde la mujer no tenía acceso a la cultura. No era desatendida en Israel, contrariamente a lo que sucedía en otras culturas.
La mujer tenía acceso a la enseñanza de las Sagradas Escrituras, para que pudiera educar a sus hijos, se le enseñaba a hilar y a tejer, también se les enseñaba a cocinar, cuidar los rebaños, la administración de los bienes, la economía del hogar quedaba en manos de la mujer.
Este era el contexto de la educación del pueblo de Israel en los tiempos de Jesús. De ahí que Jesús tiene en cuenta esta realidad de la educación del pueblo y por eso su pedagogía estará destinada a enseñar sobre el reino de Dios de diferentes maneras, utilizando para ello diversas estrategias de enseñanza.
Si tomamos en cuenta el evangelio de Mateo, éste nos da a conocer el ministerio de Jesús, su interés por la enseñanza y su compasión por las multitudes – (Mateo 9:35-38). Mateo no se equivoca al presentar a Jesús como teólogo, maestro y pastor. Estas tres categorías resumen la persona de Jesús.
Ahora bien, la pedagogía de Jesús tiene estas tres categorías.
1. Como teólogo, Jesús, empieza a explicar lo que significa el reino de Dios – Un concepto tan complicado para las multitudes, solo reservado para los teólogos de su tiempo. Jesús quiere que la gente común comprenda que el reinado de Dios es ya una realidad representada en su persona; Él es el rey y Su soberanía alcanza a todo el mundo. Nadie tiene poder sobre su persona, excepto Su padre Dios.
Él ha venido para salvar y consolar a los que sufren todo tipo de dolor o angustia. De ahí que, él sale a buscar a la gente para que conozcan en términos sencillos la soberanía del Mesías.
Los teólogos de Israel no habían logrado enseñar al pueblo sobre este tema, se habían dedicado a distraer la fe de la gente con una serie de normas pesadas que ni aún ellos las podían cumplir.
Esta es una tarea que también, hoy en día, nosotros debemos asumir para con aquellos que no conocen nada sobre este asunto. Nuestro reto es ser los teólogos de este nuevo milenio, al servicio del reino de Dios.
2. Pero, Jesús no solo se contentó con explicar este tema a los más pobres y humildes, sino que se dedicó a enseñarles y a predicarles el evangelio – Él en su rol como maestro iba en busca de aquellos que no conocían la nueva dimensión del reino de Dios. Decide en forma itinerante enseñar de aldea en aldea, de sinagoga en sinagoga.
Una de las formas preferidas de enseñanza es el diálogo; en el diálogo utiliza diversas metodologías pedagógicas de su tiempo, y por qué no, muy adelantadas a su tiempo.
Muchos tuvieron acceso a esta nueva manera de enseñanza y lograron como consecuencia convertirse al evangelio del Reino. Entre esas personas estaban sus discípulos, las multitudes, personajes importantes de su pueblo, algunos anónimos, otros ricos, otros sabios.
También se encontraban mujeres, ancianos, enfermos y desposeídos. ¡Todos tenían acceso a sus enseñanzas! Llegó a ser el Maestro de maestros. Este ministerio de la enseñanza es también un reto para nosotros, el enseñar a nuestro pueblo de las buenas nuevas del evangelio.
3. Otro rol que Jesús asume es el de pastor – La prédica es la forma más práctica de anunciar las buenas nuevas del Reino. Enseñanza y predicación van de la mano. Mucha gente escuchó su prédica y decidieron cambiar sus vidas para siempre. Su mensaje apeló a las condiciones humanas de cada persona y supo llegar a sus corazones.
Otra actitud como pastor fue el de consolar y sanar toda enfermedad a los que estaban desahuciados por la ciencia. Tuvo compasión de ellos, los veía como ovejas sin pastor.
¿Cuántos hoy en día necesitan ser consolados y sanados? ¿Cuántos están desamparados esperando una caridad de alguien? ¿Cuántos están angustiados por su futuro y no saben qué hacer?
Es ahí donde nos toca asumir esta tarea pastoral como discípulos de Cristo.
Ahora bien, ¿Qué pasó con los maestros de la nación? ¿Qué rol estaban cumpliendo? ¿No eran ellos los llamados a asumir estos roles que hemos descrito con respecto de Jesús?
¿Por qué Jesús afirma que la mies es mucha y los obreros pocos?
Muchas de estas preguntas son también de nuestro tiempo actual. Hay mucha necesidad espiritual y social, pero los obreros, los maestros y líderes bien preparados y entrenados son escasos. Para responder esas preguntas es necesario tener en cuenta que en los tiempos de Jesús había muchos maestros y líderes religiosos, pero lo que no había eran pastores verdaderos, convertidos de corazón y que fueran capaces de dar la vida por sus ovejas.
Muchos de los maestros y líderes de Israel se aprovechaban de la fe del pueblo para su beneficio personal. Abusaban de su poder y hasta robaban en demasía. Es entonces que Jesús es el ejemplo de un buen pastor, de un buen maestro y de un buen líder. ¡Cuánto nos falta acercarnos a su estatura!
Como decía antes, hoy también la realidad en cuanto al magisterio, es similar a los tiempos de Jesús. Muchos son los que salen de las aulas de un seminario teológico, pero ¿cuántos siguen verdaderamente a Jesús e imitan su magisterio y liderazgo?
Ante esta crisis del magisterio de la iglesia, vale la pena tener en cuenta las características de un genuino teólogo, maestro y pastor.
He aquí algunas de ellas:
1. El origen divino de la vocación — Debemos tener en cuenta que desde el Antiguo Testamento es Dios quien convoca a los que le van a servir. Él los escoge y llama por su nombre.
Cuando Jesús realizó su ministerio público, lo primero que hizo fue llamar a quienes serían sus discípulos y después apóstoles – (Mateo 4:18-22; 9:9); primero los
capacitó y luego los envió a realizar su misión en el mundo. Nadie puede servir a Dios, si Dios mismo no le llama, capacita y envía.
¡La tarea de todo verdadero maestro vocacionado!.
2. Las cualidades personales — La Palabra exige, como un requisito indispensable, que quienes servían al Dios Santo fueran santos en toda su manera de vivir – (Levítico 19:1).
Esa santidad tenía que manifestarse en todas las áreas de la existencia: con Dios, con el prójimo e incluso con la creación – (Éxodo 20; Deuteronomio 5 y Levítico 19). La condición de maestro implica vivir una vida íntegra, entregada a la enseñanza del pueblo, en especial a los marginados de la sociedad.
3. El estilo de liderazgo — Jesús, nuestro Señor y Salvador, es el único modelo por excelencia. Su estilo de maestro se caracterizó por el servicio y la entrega.
Enseñó también que debían escapar de la tentación de un liderazgo modelado según las prácticas de la sociedad y más bien seguir su modelo – (Mateo 28:25-28; Juan 13:13-17).
Hoy en día, todos necesitan recordar y practicar esta enseñanza fundamental de Jesús.
4. La naturaleza de la vocación — Jesús realizó un ministerio que respondía a todas las necesidades del ser humano. Estas eran espirituales, mentales y físicas. En resumen, un ministerio integral.
Además, el ministerio de Jesús fue personalizado. A todo tipo de
personas, sin excepción alguna, todos fueron objeto de la compasión y del amor de Dios.
5. El propósito de la vocación — El propósito clave de todo ministerio es capacitar a los santos para el crecimiento y eficacia en el cumplimiento de la misión de la iglesia en la sociedad y el mundo – (Efesios 4:11-13).
Este es el rol del magisterio en la iglesia. Se debe evitar la tentación de ser el hombre o la mujer orquesta, que todo lo hace. Deben ser más bien facilitadores y entrenadores que capacitan a otros para realizar con eficacia y fidelidad su labor.
6. El carácter colegiado de todo magisterio — En Jesús y en casi todo el Nuevo Testamento, se menciona a los apóstoles, ancianos, profetas, maestros o administradores, dando énfasis en un carácter colegiado del magisterio.
En cada iglesia había varias personas que cumplían un ministerio específico – (Hechos 14:23; 20:17; Filipenses 1:1; 1 Tesalonicenses 5:12-13; Tito 1:5; Hebreos 13:7,17, 24; 1 Pedro 5:1-4).
Este modelo bíblico tiene muchas ventajas prácticas, ya que las exigencias, tareas y responsabilidades de todo ministerio, son atendidas por un grupo de personas con diversos talentos, dones y capacidades, entre ellas la enseñanza.
7. Los títulos a recibir — A Jesús se le confería los títulos de Rabí y de Maestro. Esto implicaba que Él estaba dedicado a enseñar al pueblo de las cosas de Dios y de Su reino.
Hoy los títulos o nombres que reciben los diversos ministerios en la iglesia van desde ancianos, obispos, pastores, maestros, profetas, diáconos y administradores. De acuerdo a las necesidades de la iglesia existen otros títulos, tales como, siervo, teólogo, exégeta, hermeneuta, biblista, voluntario, ujier, consejero y director. Todos esos títulos se
resumen en: servicio y entrega – (Colosenses 3:23-24).
8. La responsabilidad ante Dios — Jesús sabía que una de sus responsabilidades era la de guiar, conducir y enseñar a la gente. Esta labor fue ejercida por él en todo su ministerio terrenal.
Dios, su Padre, le había encargado esta misión de dar a conocer al pueblo los misterios divinos a través de una pedagogía diferente y popular. Por ejemplo en muchos pasajes del Nuevo Testamento se describe a los siervos de Dios como mayordomos que han de rendir cuentas de su mayordomía ante Dios – (Mateo 24:45-51; 1 Corintios 4:1-5).
Si son fieles y responsables, el Señor les recompensará, el Príncipe de los pastores de las dará su merecido – (2 Corintios 12:9-10).
Jesús enseñó en todo su ministerio, la existencia de un solo Dios eterno, infinito, todopoderoso, amoroso y solidario.
Un aspecto a destacar en Jesús, es que él se presenta como un rabino o maestro itinerante. Pero él no era un maestro común. Él enseñaba con autoridad y esta autoridad como maestro provenía del Padre; su enseñanza era verdadera y liberadora; por otro lado, él no
repetía lo que otros maestros hacían, su enseñanza era original y, a la vez, una recreación y perfeccionamiento de lo ya existente:
Mateo 5:17-18 – «No vayáis a pensar que Yo he venido a abolir la Ley y los Profetas. Yo no he venido para abolir, sino para dar cumplimiento…«
Su enseñanza era universal, dirigida a todos, a los judíos y a todos los hombres y mujeres. Jesús conoce a la gente, sabe quiénes son y qué necesitan. De ahí que su pedagogía contiene mucho amor y entrega, a diferencia de sus colegas contemporáneos. Él no se
impacientaba cuando instruía al pueblo, no les gritaba, no recurría a castigos físicos; contestaba las preguntas sin soberbia ni suficiencia, y respetaba la libertad y los tiempos de cada uno de ellos.
Una pregunta que surge al revisar la pedagogía de Jesús es la siguiente:
¿A quiénes enseñaba?
Bien sabemos que Jesús enseñaba a todos, pero no lo hacía de manera indiferenciada, no enseñaba a todos de la misma manera. Él tenía en cuenta que había diversos niveles, no todos pensaban igual, ni menos tenían las mismas capacidades, más aún habían situaciones personales muy diversas.
La pedagogía de Jesús es una pedagogía diferenciadora y personalizada. Su enseñanza estaba dirigida al pueblo, a los discípulos, y también a otras personas, tales como a los fariseos, a mujeres que lo seguían, curiosos como Nicodemo, pecadores, publicanos y enfermos.
Resumiendo, podríamos decir que la idea central de la enseñanza de Jesús es sobre lo referente al reino de Dios y su pertenencia. El contenido de su enseñanza tenía como base:
La fe en Jesucristo, como el Hijo de Dios Padre, como el Mesías prometido; los Mandamientos de Dios y su cumplimiento; la Nueva Alianza o Nuevo Pacto donde Cristo es el centro y cumplimiento de las profecías; el estudio de las Sagrada Escrituras, para poder
conocer la Voluntad de Dios para obedecerla y el escudriñar los signos de los tiempos para cumplir el plan Dios; y por último, la oración, como un medio de comunicación eficaz con Dios y el poder vencer al enemigo, dando un modelo a seguir: el «Padre nuestro«.
Finalmente, Jesús para lograr su objetivo en la enseñanza empleó una metodología innovadora para lograr una buena comunicación con sus oyentes. En algunos momentos es formal y en otros casos informal; utiliza las parábolas, las preguntas, las metáforas, las
ironías, historias, milagros, oraciones, discursos, símbolos y lenguaje simbólico, preguntas y respuestas, estudio de casos, repetición, inducción, motivación por medio de ejemplos y proyectos.
También es necesario tener en cuenta que mucho dependía de la diversidad de sus oyentes y el número de los mismos,
Es muy interesante su análisis a través de la escritura , ojalá que lo pongamos en práctica sus enseñanzas de Jesús!
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