Éxodo 21:1-2 – «Estas son las leyes que les propondrás. (2) Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre, de balde»
La palabra hebrea que ha sido traducida como “ordenanzas” (“leyes” RV60) es “mishpatim”. En la Torá aparecen varias palabras que hablan de los mandamientos que el Eterno ha dado a su pueblo. Las cinco palabras más comunes son:
1. Torá (en plural: “torot”) significa “instrucción”, “norma”, “ley”. Viene de la raíz “yará”, “señalar”. Hace referencia a varias cosas. Estas son las más importantes:
Una instrucción cualquiera, por ejemplo:
Proverbios 3:1 – “…Hijo mío, no te olvides de mi instrucción (“torá”)…”
Una instrucción específica en cuanto a un asunto específico, por ejemplo la instrucción de cada sacrificio…
Levítico 6:9 (6:2 heb.) – “…esta es la instrucción (“torá”) del holocausto…”
Levítico 7:11 – “…Esta es la instrucción (“torá”) del sacrificio de la ofrenda de paz…”,
Romanos 7:2 – “…la ley en cuanto al marido…”
2. La instrucción general entregada al pueblo de Israel La Torá de Moisés, los cinco libros de Moisés, el Jumash, el Pentateuco, “la ley”.
Por ejemplo:
Deuteronomio 32:26 – “…este libro de la ley (“torá”)…”
Josué 1:7-8 – “…la ley (“torá”) que Moisés te mandó… Este libro de la ley (“torá”)…”
Mateo 5:17 – “…la ley…”
Lucas 24:44 – “…la ley de Moisés…”.
Toda la Escritura hebrea inspirada divinamente – el Tanaj (un acrónimo para Torá (Instrucción), Neviím (Profetas), Ketuvim (Escrituras)), el “Antiguo y el Nuevo Testamento” – (Consideramos los Escritos Apostólicos como parte de las Escrituras, son las Escrituras posteriores del Tanaj).
3. Mitsvá – (en plural “mitsvot”) – mandamiento – término general para todo tipo de mandamientos. Viene de la raíz “tsavá”que significa “ordenar”, “encomendar”, “encargar”, “mandar”.
4. Mishpat – (en plural “mishpatim”) – significa “sentencia”, “norma”, “decreto”, “costumbre”, “proceso judicial”, “derecho”, “jurisdicción”, “modelo”. Viene de la raíz “shafat” que significa “juzgar”, “hacer justicia”, “gobernar”. El sustantivo es “shofet”, “juez”.
5. Jok – (en plural: “jukim”) que significa ”límite”, “tarea”, “porción”, “obligación”, “mandato”. Viene de la raíz “jakak” que significa “grabar”, “determinar”, “mandar”. Esta palabra aparece también de forma femenina, como “juká”, en plural “jukot”.
6. Edá – (en plural “edot”), que significa “prueba”, “testimonio”.
La relación entre estas palabras puede ser ilustrada de la siguiente manera:
La Torá es la instrucción general que fue dada desde el cielo por medio de Moisés. Las mitsvot son todos los 613 mandamientos que hay en la Torá de Moisés. Hay tres diferentes tipos mitsvot dentro de estos 613 que son:
- Mishpatim.
- Jukim.
- Edot.
- Los mishpatim son los mandamientos de carácter social, que regulan todo tipo de relaciones sociales dentro de Israel.
- Los jukim son mandamientos que son difíciles de entender por carecer de explicación lógica.
- Los edot son mandamientos acerca de ciertas marcas distintivas para el pueblo de Israel, por ejemplo, la mezuzá, los tzitzits y los tefilín.
Deuteronomio 4:44-45 – “Esta es, pues, la ley (“Torá”) que Moisés puso delante de los hijos de Israel. Estos son los testimonios (“edot”), los estatutos (“jukim”) y las ordenanzas (“mishpatim”) que Moisés dio a los hijos de Israel cuando salieron de Egipto”
En el texto que estamos estudiando encontramos la palabra “Mishpatim” que son las leyes sociales que rigen la sociedad de Israel. Ya se habían entregado las diez palabras de forma audible desde el monte Sinaí.
Estas diez palabras son el resumen de todos los 613 mandamientos que iban a ser entregados al pueblo de Israel. La Parashá Mishpatim empieza con la pequeña palabra “va”, que significa “y”. Esto nos enseña que lo que viene a continuación esta en relación al mismo tema.
«…Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre, de balde…» – En el idioma hebreo no hay diferencia entre esclavo y siervo. Los hijos de Israel fueron esclavos en Egipto en el sentido de que no tenían el derecho ni la libertad para dirigir sus propias vidas.
Un esclavo es propiedad de otra persona. En ese sentido los hijos de Israel ya no podían ser esclavos, puesto que en el caso de llegar a ser vendidos como “siervos” no sería para siempre, sino sólo hasta el año shmitá, remisión, que cae cada séptimo año. Tenían el derecho de obtener vivienda, ropa, comida y lo necesario para su vida personal, pero nada más, a cambio de un servicio de 24 horas al día.
No sólo su amo debía concederle la libertad sino que estaba obligado a proporcionarle provisiones provenientes del ganado, de la era y del lagar (Deut. 15: 12-15) a fin de que pudiera comenzar de nuevo su vida.
Si el siervo no deseaba ser libre en el año de remisión fue marcado en el lóbulo de su oreja como una señal y así serviría en la casa de su amo hasta el año de jubileo, que caía cada 50 años. De esta manera un siervo hebreo nunca llegaría a ser propiedad absoluta de otra persona.
Era diferente la situación de los siervos adquiridos de las otras naciones, y especialmente de los sobrevivientes de las naciones que no fueron exterminados durante la conquista. Ellos no podían ser liberados ni en el año de shmitá ni en el año de jubileo. En ese sentido se podía hablar de esclavitud, porque fueron propiedad de sus dueños, igual que un objeto o un animal – (Ex 21:21).
El concepto de siervo o esclavo en la sociedad hebrea era muy diferente al concepto de esclavitud que se ha vivido en la edad media, especialmente con las ventas de los esclavos de África para América.
Por contraste, el Señor protegió cuidadosamente los derechos de los esclavos hebreos, y aun hizo que la suerte de los esclavos extranjeros fuera mucho más agradable que en cualquier otra nación. El trato duro estaba expresamente prohibido – (Lev. 25: 43). Para el amo, todavía el esclavo era su «hermano» – (Deut. 15; 12; File. 16). Además, al pagar el precio del rescate de un esclavo, debía computársele el tiempo que había servido a su amo «valorando sus días de trabajo como los de un jornalero» (Lev. 25: 50). El cálculo del precio del rescate incluía el tiempo que faltaba hasta el año del jubileo – (Lev. 25: 48- 52). El espíritu de estas leyes acerca de los esclavos es el mismo que expresa Pablo en Col. 4: 1 y el que enunció al enviar al esclavo cristiano Onésimo de vuelta a su amo cristiano Filemón – (File. 8- 16).
En esta porción vemos como un esclavo en la sociedad hebrea tenía que ser tratado con respeto y tenía sus derechos legales, a diferencia de los esclavos de los gentiles. El versículo 21:5 muestra que un siervo hebreo podía tener el deseo de seguir siendo propiedad parcial de otro, porque le beneficiaba, en lugar de querer ser libre.
Como siervo no tenía la responsabilidad de su propio sostén económico y para algunas personas era preferible, antes que tener que buscarse la vida. Para él era una situación cómoda. De este texto aprendemos también que si un hombre tiene la oreja perforada es una señal de esclavitud. La única manera para que un hombre hebreo pueda ser vendido como siervo es si ha robado algo y no tiene con qué pagar para restituir el robo. Entonces el tribunal «Beit Din«, tiene la obligación de venderle como siervo por el valor de su robo – (Ex 22:3). Este mandamiento no aplica a las mujeres.
Éxodo 21:3-6 – «Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, saldrá él y su mujer con él. (4) Si su amo le hubiere dado mujer, y ella le diere hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo. (5) Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre; (6) entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre»
«…Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, saldrá él y su mujer con él» – Esto Se refiere a una mujer hebrea. El amo se hace responsable incluso para sostener a la esposa durante el tiempo de su servidumbre.
«…Si su amo le hubiere dado mujer, y ella le diere hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo…» – Aquí algunos dicen que se refiere a una mujer no hebrea, que el amo le entrega con el fin de obtener hijos esclavos que se queden con él después de la liberación del siervo hebreo.
Otros sin embargo argumentan que si al convertirse en esclavo/siervo el hombre era soltero o viudo, y si su amo le daba una esclava como esposa, por hacer esto el amo no perdía a la esclava que era su propiedad. En este caso, el esclavo sería dejado en libertad solo. Los hijos nacidos a un esclavo casado debían ser propiedad del amo, y debían permanecer como miembros de su casa.
«…Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre…» – El pueblo hebreo fue sacado de Egipto para ser libre. Esta decisión va en contra de la perfecta voluntad del Eterno. Por eso fue marcado en la oreja.
Puesto que la esclavitud hebrea era suave y benévola en su naturaleza – (Lev. 25: 39, 40, 43), no era extraño que llegara a existir afecto entre el propietario y el esclavo. Aun entre los paganos habla tales ejemplos. El amor aun podría hacer que las condiciones de la servidumbre parecieran preferibles a la libertad. Los vínculos del afecto atan más estrechamente que cualesquiera otros vínculos, pero no aprisionan ni encadenan.
«…entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre…» – La palabra elohim significa en este contexto jueces. La expresión “para siempre”, en hebreo “le-olam”, significa en este caso hasta el año de jubileo.
Ante la decisión del esclavo de no ser liberado, el amo había de llevarlo ante «los jueces«, quienes, como representantes de Dios, administraban justicia y servían como testigos en las transacciones legales como en este caso.
Horadar la oreja junto al poste, uniéndolo así físicamente a la casa, por así decirlo, lo convertía en un residente estable del hogar, marcándolo como tal mientras viviera. La oreja perforada testificaba de un corazón perforado. El signo de la esclavitud se convertía en la insignia del amor. Tal fue el caso de nuestro Señor como el «siervo» sufriente – (Isa. 42: 1; 53: 10, 11), quien por el amor que tuvo por sus hijos e hijas nacidos en la tierra – (Heb. 12: 2, 3) fue grandemente exaltado – (Fil. 2: 7-9; Heb. 5: 8, 9).
Éxodo 21:7-11 – «Y cuando alguno vendiere su hija por sierva, no saldrá ella como suelen salir los siervos. (8) Si no agradare a su señor, por lo cual no la tomó por esposa, se le permitirá que se rescate, y no la podrá vender a pueblo extraño cuando la desechare. (9) Mas si la hubiere desposado con su hijo, hará con ella según la costumbre de las hijas. (10) Si tomare para él otra mujer, no disminuirá su alimento, ni su vestido, ni el deber conyugal. (11) Y si ninguna de estas tres cosas hiciere, ella saldrá de gracia, sin dinero»
Si una familia hebrea llega a ser muy pobre, podrá vender una hija como sierva antes de que tenga 12 años, con el propósito de que luego se case con el amo o con el hijo del amo. Esto la ayudaría en su situación penosa. No saldrá libre como salen los siervos no significa que no pueda salir en el año shabático.
Deuteronomio 15:12 – “Si un hermano tuyo, hebreo o hebrea, te es vendido, te servirá por seis años, pero al séptimo año lo pondrás en libertad”
Si un siervo hebreo, o una sierva hebrea, pierde un diente o un ojo no podrá ser libre por ello como los esclavos de las naciones – (Ex 21:26-27). Un siervo hebreo, o una sierva hebrea, será liberado únicamente por el año shmitá o por ser redimido, es decir que alguien pague un precio de rescate para que ya no tenga que servir hasta el año shmitá o el año de jubileo.
«…Si no agradare a su señor, por lo cual no la tomó por esposa, se le permitirá que se rescate, y no la podrá vender a pueblo extraño cuando la desechare…» – Si el amo de la sierva hebrea no quiere casarse con ella, según la intención inicial, o si el hijo no quiere casarse con ella, no podrá ser vendida a otro, entonces estaba obligado literalmente a permitirle «su redención«. Debía buscar a alguien que se la comprara, desligándose así de la obligación del casamiento – (vers. 11; cf. Lev. 25: 48).
Tanto el primer comprador como el que la «redimió» debían ser hebreos y no extranjeros. Jamás ningún hebreo debía casarse con una extranjera, o viceversa – (Deut. 7: 1-3). Al prometer a la muchacha que la convertiría en su esposa secundaria y al no cumplir la promesa, su primer comprador la trató «con engaño«, es decir violó su promesa.
«…Mas si la hubiere desposado con su hijo, hará con ella según la costumbre de las hijas…» – Originalmente el amo podría haber conseguido a la esclava con ese propósito, o no agradándole para sí mismo (ver vers. 8), podría haberla dado a su hijo. En cualquiera de estos casos, había de ser tratada como una hija de la familia.
«…Si tomare para él otra mujer, no disminuirá su alimento, ni su vestido, ni el deber conyugal…» – Estas tres cosas son las que un esposo está obligado a entregar a su esposa.
«…Y si ninguna de estas tres cosas hiciere, ella saldrá de gracia, sin dinero…» – Las tres cosas son, destinarla para sí, v. 8, destinarla como esposa para su hijo, v. 9, o reducirle del monto de su rescate, con lo cual ella hubiera salido libre, v. 8. Si el amo no hace una de estas tres cosas por ella, tendrá que salir libre sin que se pague un dinero de rescate por ella.
Éxodo 21:12-13 – «El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá. (13) Mas el que no pretendía herirlo, sino que Dios lo puso en sus manos, entonces yo te señalaré lugar al cual ha de huir»
Las leyes sociales dictan sentencias por hechos concretos. Dios ha delegado al hombre la autoridad de ejecutar su ira contra ciertos crímenes que se cometan.
Un tribunal humano puede emplear la justicia del Eterno hasta cierto grado, pero puede fallar porque hay que tener en cuenta los motivos del interior de la persona que comete un crimen para poder dar una sentencia exacta, y sólo Dios conoce el corazón de cada uno.
Sin embargo es necesario que las autoridades humanas hagan la función de Dios en la tierra para que no se propague el mal. Una sociedad tiene que estar fundada sobre la justicia.
1 Reyes 10:9 – “Bendito sea YHVH tu Elohim que se agradó de ti para ponerte sobre el trono de Israel; por el amor que YHVH ha tenido siempre a Israel, te ha puesto por rey para hacer derecho y justicia”
Proverbios 16:12 – “Es abominación para los reyes cometer iniquidad, porque el trono se afianza en la justicia”
Salmo 9:4b – “…te sientas en el trono juzgando con justicia…”
El fundamento del trono del Eterno es, en primer lugar, la justicia, no la misericordia.
Salmo 97:2 – “Nubes y densas tinieblas le rodean, justicia y derecho son el fundamento de su trono”
Proverbios 20:28 – “Lealtad y verdad guardan al rey, y por la misericordia sostiene su Trono”
La justicia del Eterno es la base para su gobierno, no su misericordia en primer lugar. La base de la Torá es la justicia. Por eso todas estas leyes sociales están basadas en la justicia.
Salmo 19:9b – “…Los juicios (“mishpatim”) de HaShem son verdaderos, todos ellos justos…”
Deuteronomio 32:4 – “¡La Roca! Su obra es perfecta, porque todos sus caminos son justos; Elohim de fidelidad y sin injusticia, justo y recto es Él”
El reinado mesiánico será establecido sobre la justicia:
Isaías 9:7 – “El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre. El celo de YHVH de los ejércitos hará esto”
La justicia es la base de un reinado. Sin embargo, una justicia sin misericordia es desastrosa para el pecador. Si Elohim juzgara al mundo solamente con justicia estaríamos todos exterminados desde hace tiempo. Por lo tanto encontramos también la misericordia como ingrediente en el reinado del Eterno :
Salmo 89:14 – “La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono; la misericordia y la verdad van delante de ti”
Proverbios 20:28 – “Lealtad y verdad guardan al rey, y por la misericordia sostiene su Trono”
Hebreos 4:16 – “Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna”
Isaías 16:5 – “Se establecerá en la misericordia un trono, y en él se sentará con fidelidad, en la tienda de David, un juez que busque lo justo y esté presto a la justicia”
La misericordia es empleada para que el pecador tenga la oportunidad para arrepentirse de sus pecados
Romanos 2:4 – “¿O tienes en poco las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Elohim te guía al arrepentimiento?”
La bondad y la misericordia se emplea en primer lugar sobre los que se arrepientan de sus pecados.
Romanos 11:22 – “Mira, pues, la bondad y la severidad de Elohim; severidad para con los que cayeron, pero para ti, bondad de Elohim si permaneces en su bondad; de lo contrario también tú serás cortado”
Proverbios 14:34 – “La justicia engrandece a la nación, pero el pecado es afrenta para los pueblos”
Teniendo en cuenta estos dos atributos del Eterno, su justicia y su misericordia, podremos entender cómo se debe emplear la Torá en la sociedad. La justicia es la base, pero si el hombre muestra señales de arrepentimiento, o si cometió los actos malignos sin intención, tendrá que recibir misericordia. Si una sociedad no tiene la justicia como base, se hundirá por la corrupción.
Proverbios 16:12 – “Es abominación para los reyes cometer iniquidad, porque el trono se afianza en la justicia”
Proverbios 21:7 –“La violencia de los impíos los arrastrará, porque se niegan a obrar con justicia”
Proverbios 28:12 – “Cuando los justos triunfan, grande es la gloria, pero cuando los impíos se levantan, los hombres se esconden”
Proverbios 29:12 – “Si un gobernante presta atención a palabras mentirosas, todos sus servidores se vuelven impíos”
Proverbios 29:16 – “Cuando aumentan los impíos, aumenta la transgresión, pero los justos verán su caída”
La paz es un resultado de la justicia…
Hebreos 7:2b – “cuyo nombre significa primeramente rey de justicia, y luego también rey de Shalem, esto es, rey de paz”
Si solamente se emplea la justicia sin dar misericordia a los pecadores que muestran señales de arrepentimiento, la sociedad se volverá muy rígida y cruel. Pero, al mismo tiempo no se puede ignorar o pervertir la justicia a la hora de dar misericordia.
El que a posta hiera de muerte a otro tiene que morir. Eso es justo. El que hiera a su padre o a su madre es reo de muerte. Eso es justo. El que maldiga a su padre o a su madre merece ser apedreado. Eso es justo.
Salmo 119:172 – “Que cante mi lengua de tu palabra, porque todos tus mandamientos son justicia”
El que piensa que es injusto apedrear a una persona adúltera tiene un concepto de justicia pervertido en su mente. El que piensa que un asesino no merece la pena capital tiene su mente torcida y no está de acuerdo con la justicia de Elohim. El que piensa que un secuestrador no debe morir por su delito no conoce la justicia del que ha creado el hombre a Su imagen y semejanza. Esta es la justicia de Elohim y Su justicia es eterna.
Salmo 119:142 – “Tu justicia es justicia eterna, y tu ley (“torá”) verdad”
1 Timoteo 1:13b – “…se me mostró misericordia porque lo hice por ignorancia en mi incredulidad…”
Pero el que persiste en pecar, tarde o temprano tendrá que sufrir las consecuencias de sus actos.
Romanos 2:5-6 – “Mas por causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Elohim, el cual PAGARA A CADA UNO CONFORME A SUS OBRAS”
Si el gobierno de la sociedad no emplea la justicia, la sociedad se corrompe. Las autoridades también tendrán que emplear la misericordia cuando sea necesario. Pero si emplea la misericordia para que el pecador siga haciendo mal, la sociedad se destruirá a si mismo, como pasó en tiempos de Noé antes del diluvio y en Sodoma y Gomorra.
Si la justicia no es empleada por las autoridades humanas, Elohim hará justicia. Las cosas reveladas y abiertas podrán ser juzgadas por los hombres, pero el Eterno juzgará todas las cosas secretas.
Deuteronomio 29:29 – “Las cosas secretas pertenecen a YHVH nuestro Elohim, mas las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que guardemos todas las palabras de esta ley.”
Romanos 2:16 – “en el día en que, según mi buena nueva, Elohim juzgará los secretos de los hombres mediante el Mesías Yeshúa”
Por medio del Mesías el mundo será juzgado con justicia, es decir, según las leyes justas que han sido establecidas en la Torá de Moisés.
Salmo 9:7-8 – “Pero YHVH permanece para siempre; ha establecido su trono para juicio, y juzgará al mundo con justicia; con equidad ejecutará juicio sobre los pueblos”
Salmo 96:11-13 – “Alégrense los cielos y regocíjese la tierra; ruja el mar y cuanto contiene; gócese el campo y todo lo que en él hay. Entonces todos los árboles del bosque cantarán con gozo delante de YHVH, porque Él viene; porque Él viene a juzgar la tierra: juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con su fidelidad”
Hechos 17:31 – “porque Él ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres al resucitarle de entre los muertos”
Cuando estudiamos las leyes sociales de la Torá, tenemos que aceptar que son perfectamente justas. Representan el nivel máximo de la justicia, la justicia de Dios empleada en la sociedad humana. No siempre es posible ejecutar la perfecta justicia en la sociedad, pero estas son las líneas que el Eterno ha marcado para una sociedad sometida a su Reino.
La muerte del Mesías Yeshúa es la base justa sobre la cual el Eterno puede perdonar al pecador todos sus pecados, porque la paga de su pecado ha sido efectuada. La muerte del Mesías Yeshúa es la única evidencia de que el Eterno es justo cuando muestra misericordia al pecador – (Romanos 3:25- 26).
«…Mas el que no pretendía herirlo, sino que Dios lo puso en sus manos, entonces yo te señalaré lugar al cual ha de huir…» – Literalmente, «si Dios le permite caer«. Esto sólo indica que Dios había permitido que el muerto cayera de improviso en las manos del que lo mató, sin que el homicida deliberadamente hubiera estado «en acecho» para matar.
No era considerado como asesinato el que un hombre, involuntariamente, hiriera a su enemigo y lo matara, sino homicidio sin premeditación o justificable.
Para esto no había nigún castigo legal específico. El homicida era entregado a
la ruda justicia de la costumbre establecida: la retribución del «vengador de la sangre» – (Núm. 35: 12; Deut. 19: 6, 12).
Esta ley no alteraba la práctica general del Oriente de quitar vida por vida o dar una compensación financiera. La ley de Moisés colocaba entre el «vengador de la sangre«, o pariente más próximo, y su víctima la oportunidad para que este último llegara a un lugar de asilo. Esto había de realizarse en una de las seis «ciudades de refugio«, donde podía estar a salvo hasta que su caso fuera tratado delante de los hombres de su propia ciudad – (véanse los siguientes pasajes: Núm. 35: 9-28; Deut. 19: 1-13; Jos. 20).
Las leyes siempre debieran combinar la misericordia con la justicia. Si son demasiado severas, van en contra de su propio propósito, puesto que su misma severidad hace improbable que sean cumplidas.
La conciencia moral del pueblo se rebela contra ellas. Por ejemplo, cuando la falsificación era en Inglaterra un delito punible con la muerte, no se podía conseguir jurados para que condenaran a alguien por ese crimen. Las disposiciones legales deben estar de acuerdo con la conciencia de la comunidad, o cesarán de merecer respeto. Gente honrada las quebrantará, los tribunales vacilarán en exigir obediencia a ellas, y los legisladores sabios siempre procurarán cambiarlas para que armonicen con el mejor concepto moral de la comunidad.
El que deliberada e intencionalmente quitaba la vida humana había de ser tomado aun en el altar (que de lo contrario era un lugar de seguridad) si se refugiaba allí, y debía ser castigado irremediablemente – (1 Rey. 2: 28-34).
«…El que hiriere a su padre o a su madre, morirá…» – Según el Talmud, no se hará acreedor a la pena de muerte sino por un golpe que cause una lesión, es decir una contusión o una herida de la cual salga sangre.
Es decir, lo golpeare. Esto implica una deliberada y persistente oposición a la autoridad paternal. En éste y en los dos versículos siguientes se trata de otros delitos capitales. Herir no significa matar, crimen del que se trata en el vers. 12. Sin embargo, el severo castigo por golpear hace resaltar con nitidez la dignidad y autoridad de los padres.
Este castigo no parece extraño ni excesivo cuando reflexionamos que los padres están en el lugar de Dios, para sus hijos, hasta que llegan a la edad de responsabilidad moral; que los padres los cuidan y los protegen en sus años cuando son desvalidos, y que aun la naturaleza coloca dentro de la mente de los hijos una reverencia instintiva hacia sus padres.
La sociedad nunca está segura y no puede existir mucho tiempo si es menospreciada la autoridad paternal. Mucho más está implicado aquí que un mero acto de falta de respeto.
«…Asimismo el que robare una persona y la vendiere, o si fuere hallada en sus manos, morirá…» – Robar o secuestrar hombres para convertirlos en esclavos era un crimen antiguo y difundido – (Gén. 37: 25-28). Los robados generalmente eran extranjeros. Secuestrarlos no se consideraba un delito legal. Sin embargo, si la persona secuestrada era un compatriota, el castigo era severo – (Deut. 24: 7).
«…Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre, morirá…» – Este texto fue citado y apoyado por el Mesías en Mateo 15:4 y Marcos 7:10.
Según el Talmud, toda pena de muerte que no está especificada siempre es por medio de estrangulamiento.
Puesto que los padres están en el lugar de Dios para sus hijos, durante sus primeros años (ver com. vers. 15), el castigo por maldecirlos es equivalente al castigo por blasfemar el nombre de Dios – (Lev. 24: 16).
Éxodo 21:18-19 – «Además, si algunos riñeren, y uno hiriere a su prójimo con piedra o con el puño, y éste no muriere, pero cayere en cama; (19) si se levantare y anduviere fuera sobre su báculo, entonces será absuelto el que lo hirió; solamente le satisfará por lo que estuvo sin trabajar, y hará que le curen»
El uso de una piedra o del puño indica la ausencia de un designio premeditado de matar, como hubiera sido si el arma hubiese sido preparada para eso.
«…si se levantare y anduviere fuera sobre su báculo, entonces será absuelto el que lo hirió; solamente le satisfará por lo que estuvo sin trabajar, y hará que le curen..» – Los comentadores rabínicos afirman que el culpable era puesto en prisión hasta que se supiera si moría el herido. Si moría, el agresor era juzgado por asesinato, pero si se reponía, se le imponía una multa para compensar el tiempo perdido por el herido.
Según la Mishná, hay cinco tipos de compensación que tiene que pagar el que cause un daño físico a otro:
- Por daño físico, en hebreo “nezek”
- Por dolor físico, en hebreo “tsaar”.
- Por gastos médicos, en hebreo “ripui”.
- Por holganza o paro forzoso, en hebreo “shévet”.
- Por vergüenza, en hebreo “bóshet”.
Éxodo 21:20-21 – «Y si alguno hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y muriere bajo su mano, será castigado; (21) mas si sobreviviere por un día o dos, no será castigado, porque es de su propiedad»
El castigo es la pena capital por medio de la espada – (Levítico 26:25) donde aparece la misma palabra en hebreo, “nakam”, traducida como “venganza”. El siervo y la sierva a los cuales se refiere aquí, no son hebreos, porque el versículo 21 dice que son la propiedad de su amo, lo cual no sería el caso de un siervo hebreo. Esto nos enseña que un esclavo no hebreo tiene el mismo valor que un hebreo. Todos los seres humanos tienen el mismo valor.
En la antigüedad, un esclavo era considerado como de propiedad exclusiva de su amo y podía ser maltratado, ultrajado o aun muerto, sin la intervención de ninguna entidad legal.
En Roma, un amo podía tratar a su siervo a su antojo: venderlo, castigarlo o matarlo. Sin embargo, las leyes de Moisés mejoraron mucho la condición de los que nacían como esclavos y les concedieron ciertos derechos legales. Aunque la disciplina de los esclavos, a veces exigía que se los golpeara, Dios requería que el castigo se infligiera dentro de lo
razonable.
Por lo común, una «sierva» era castigada por su ama o por una sierva de categoría superior bajo la autoridad del ama. En el Oriente, con frecuencia los criminales eran muertos a palos. El castigo administrado con varas podía resultar fatal para algunos, debido a un sistema nervioso particularmente débil. Puesto que el amo había pagado una suma de dinero por el esclavo, si el esclavo vivía un día o dos después del castigo, el dueño no quedaba sujeto a castigo.
«…mas si sobreviviere por un día o dos, no será castigado, porque es de su propiedad…» – Si el esclavo muere después de 24 horas, no se considera como un asesinato, lo cual hubiera sido el caso si no hubiera sido su esclavo.
Éxodo 22:22-25 – «Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces. (23) Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, (24) ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, (25) quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe»
«…Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces…» – En este caso el niño abortado no es vengado con la pena capital. El agresor tendrá que pagar una multa por el valor del feto, según lo que los jueces decidan, en el caso de que el marido haga una demanda ante el Beit Din, la corte de justicia.
«…Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida…» – Aquí se refiere a un daño en la mujer, no en el niño que ya murió. Los maestros tienen dos opiniones en cuanto a la interpretación a este versículo.
Hay quienes opinan que el hombre tendrá que pagar con su vida literalmente, y otros que dicen que se trata de indemnización monetaria, según el precio por la cual hubiera sido vendida en el mercado de siervos.
Los que mantienen la segunda opinión dicen que el hombre no tenía la intención de matar a la mujer, y por eso no se le puede emplear la pena de muerte. Los de la primera opinión dicen que si el hombre tenía la intención de matar al marido, también es reo de muerte por matar a la mujer.
«…ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie…» – Según el Talmud, aquí no se refiere a tomar los órganos del otro en recompensa por un daño hecho, sino de pagar con dinero el valor del miembro dañado, según la disminución del valor de la persona en comparación con una persona intacta, en el caso de que hubiese sido vendida en un mercado.
La primera de las cinco tipos de compensación, por daño físico, “nezek”, es empleada, de por vida, en el caso de que una persona tenga pérdidas en su trabajo por ese daño.
Por ejemplo, si una persona, trabajando con dos manos y dos pies, ganaba 100 y, después de la pérdida de alguno de sus órganos, sólo podrá ganar 40, el agresor tendrá que indemnizarle el 60% durante el resto de su vida, para recompensarle la pérdida.
«…quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe…» – En estos tres casos no se trata de la pérdida de órganos, sino de un dolor físico, “tsaar”, que también tendrá que ser recompensado, según la cantidad de dinero que una persona como ella desearía recibir a cambio de sufrir el mismo dolor.
Una herida, en hebreo “petsa”, es una lesión que saca sangre y golpe, en hebreo “jaburá”, es una lesión que acarrea la coagulación de la sangre interiormente y hace enrojecer la carne que está sobre ella.
Éxodo 21:26-32 – «Si alguno hiriere el ojo de su siervo, o el ojo de su sierva, y lo dañare, le dará libertad por razón de su ojo. (27) Y si hiciere saltar un diente de su siervo, o un diente de su sierva, por su diente le dejará ir libre. (28) Si un buey acorneare a hombre o a mujer, y a causa de ello muriere, el buey será apedreado, y no será comida su carne; mas el dueño del buey será absuelto. (29) Pero si el buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se le hubiere notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el buey será apedreado, y también morirá su dueño. (30) Si le fuere impuesto precio de rescate, entonces dará por el rescate de su persona cuanto le fuere impuesto. (31) Haya acorneado a hijo, o haya acorneado a hija, conforme a este juicio se hará con él. (32) Si el buey acorneare a un siervo o a una sierva, pagará su dueño treinta siclos de plata, y el buey será apedreado»
«…Si alguno hiriere el ojo de su siervo, o el ojo de su sierva, y lo dañare, le dará libertad por razón de su ojo…» – Aquí se refiere a un esclavo kenaaní, no hebreo, como hemos dicho antes. A parte del ojo y el diente lo mismo se aplica también respecto a la pérdida de las puntas de 24 órganos: los dedos de las manos y los pies, las orejas, la nariz y el miembro viril.
«…Pero si el buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se le hubiere notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el buey será apedreado, y también morirá su dueño…» – Si el propietario sabía que el animal era peligroso y requería vigilancia, y sin embargo por negligencia descuidó vigilarlo de la debida manera, era considerado culpable como si hubiera contribuido al homicidio y, por lo tanto, merecía la muerte. Aquí se establece el sólido principio de que un hombre es responsable de los resultados previsibles de sus acciones.
En este caso el Cielo dará la muerte al dueño del toro violento, no el hombre. Este texto nos enseña que el dueño de un animal es responsable por los daños que puedan causar ese animal.
«…Si le fuere impuesto precio de rescate, entonces dará por el rescate de su persona cuanto le fuere impuesto…» – Puesto que era improbable que se castigara a un hombre dándole muerte por la falta cometida por un animal, sin importar cómo hubiera sido el descuido de su dueño, se hacía una provisión para el pago de un «precio» como una multa, cuyo monto estaba de acuerdo con el valor de la vida quitada.
«…Si el buey acorneare a un siervo o a una sierva, pagará su dueño treinta siclos de plata, y el buey será apedreado»l…» – Aquí se trata de esclavos caananeos. En el caso de siervos hebreos habría que pagar el rescate para su liberación.
El precio que le dieron a Judas por la entrega de Yeshúa, fue de treinta monedas de plata – (Mateo 26:15; 27:9).
Aun en este caso el buey debía ser muerto para fortalecer más el concepto de la santidad de la vida humana. En vez de un «rescate» variable, o multa, en todos los casos y en compensación por su pérdida, había de pagarse al amo del esclavo 30 siclos de plata que era el precio término medio de un esclavo.
Éxodo 21:33-36 – «Y si alguno abriere un pozo, o cavare cisterna, y no la cubriere, y cayere allí buey o asno, (34) el dueño de la cisterna pagará el daño, resarciendo a su dueño, y lo que fue muerto será suyo. (35) Y si el buey de alguno hiriere al buey de su prójimo de modo que muriere, entonces venderán el buey vivo y partirán el dinero de él, y también partirán el buey muerto. (36) Mas si era notorio que el buey era acorneador desde tiempo atrás, y su dueño no lo hubiere guardado, pagará buey por buey, y el buey muerto será suyo»
Literalmente, «deja abierto un pozo» (). El resto del capítulo trata de los daños a la propiedad, que entre los hebreos consistía principalmente en rebaños y manadas. En Palestina eran necesarios pozos o cisternas para depósitos de agua. Generalmente estaban cubiertos con una piedra plana. Era el deber del que sacaba agua volver a cubrir la cisterna después de haber sacado el agua.
En los campos desprovistos de cercos de Palestina, siempre era posible que se extraviara el animal de un vecino y se dañara debido a la negligencia ajena. Incapaz de salir por sí mismo, podía ahogarse un animal que caía en una cisterna. El dueño de la cisterna debía indemnizar por la pérdida del animal, y recibía el cadáver.
«…Venderán el buey vivo…» – Los dos propietarios en cuestión debían dividir entre ellos el valor tanto del buey vivo como del muerto, y compartir la pérdida por partes iguales. Sin embargo, si se sabía que uno de los animales era acorneador, el dueño que sufría la pérdida había de recibir compensación plena, pero perdía su parte en el cuerpo muerto.
Dios condena estrictamente el descuido y la desidia. Cualquier cosa que hacemos, debemos hacerla bien – (Ecl. 9: 10; Jer. 48: 10).
- Nota adicional al capítulo 21:
Mientras excavaba la acrópolis de Susa, en diciembre de 1901 y enero de 1902, J. de Morgan encontró tres grandes fragmentos de una piedra de diorita negra. Encajaban perfectamente, y cuando se los unió formaron una estela, o columna vertical, de 2, 21 m de altura y cuya base tenía un diámetro de unos 60 cm. En su parte superior, la estela contenía un relieve que representaba a Hammurabi, el sexto rey de la primera dinastía de Babilonia (1728-1686 AC), de pie delante del dios-sol Shamash que estaba sentado. Por lo demás, toda la superficie estaba cubierta con una extensa inscripción escrita en caracteres babilonios cuneiformes. Contiene cerca de 300 leyes. Resultó ser el famoso Código de Hammurabi, que ahora está en el Museo del Louvre, en París. Un facsímil se puede ver en el Instituto Oriental de Chicago.
La publicación de este código, en el año de su descubrimiento, hecha por V. Scheil -perito en escritura cuneiforme de la expedición- produjo una formidable sensación en el mundo de los eruditos bíblicos. Eso se debió a que demostró la falacia de las afirmaciones de muchos eruditos de las escuelas de la alta crítica, que habían negado la posibilidad de que existieran códigos tales como el de Moisés antes del primer milenio AC. La opinión del mundo erudito respecto a la ley de Moisés, en el tiempo del descubrimiento del Código de Hammurabi, está bien reflejada por Johannes Jeremias en su libro Moses und Hammurabi (Moisés y Hammurabi) (2a ed., Leipzig, 1903):
«Si hace dieciocho meses un teólogo científicamente educado hubiera levantado la pregunta: ¿Existe un Código de Moisés?, uno lo habría dejado plantado, en una situación lastimosa parecida a la del agricultor irresponsable del C[ódigo de] H[ammurabi] (256). Todavía se mantiene el pronunciamiento literario crítico de la escuela de Kuenen-Wellhausen: Una codificación anterior al siglo noveno [AC] es imposible» (págs. 60,61).
Haciéndoles recordar a sus lectores una afirmación hecha por Wellhausen de que, «en realidad, es tan imposible que Moisés sea el originador de la Ley como que el Señor Jesús sea el fundador de la disciplina eclesiástica de la Hessia meridional«,* Jeremías levantaba la pregunta «¿Cómo juzgaría hoy?» (pág. 60). Los críticos habían negado enfáticamente que Moisés fuera el autor de las leyes contenidas en el Pentateuco, puesto que estaban convencidos de que la existencia de tales leyes era históricamente imposible durante el segundo milenio AC. De pronto se descubrió una colección de leyes que nadie podía negar que nos habían sido redactadas en la primera mitad del segundo milenio, aun antes del tiempo de Moisés. Para gran sorpresa de los eruditos críticos, este Código de Hammurabi reveló que las extrañas costumbres de la era patriarcal, como se describen en el Génesis, habían existido realmente y también reveló que las leyes civiles del antiguo Israel mostraban gran parecido con las de la antigua Babilonia.
Debido a la gran importancia de este código, presentamos una descripción de la historia de la estela donde se encuentra y de los contenidos de sus leyes. Originalmente en la estela había 3.624 líneas, divididas en 39 columnas de escritura. Fue erigida por Hammurabi en Babilonia, capital de su reino.
Cuando esa ciudad fue conquistada por un rey elamita, la columna fue trasladada a Susa como trofeo de guerra y ubicada en el palacio real. Los elamitas borraron cinco columnas de la inscripción pero, por alguna razón desconocida, no las reemplazaron con ninguna inscripción propia. Finalmente la columna fue rota en pedazos en una de las destrucciones de Susa, y ya estaba sepultada en el tiempo de los reyes persas, cuando vivieron Ester y Mardoqueo.
El código contiene un prefacio, o prólogo, en el cual el rey pretende haber sido comisionado por los dioses para actuar como un gobernante sabio y justo y para juzgar a su reino. En el epílogo, u observaciones finales, el rey reafirma su intención de ir en ayuda de los oprimidos y perjudicados, e invita a cada uno implicado en un caso judicial para que vaya y lea en la columna cómo está su caso de acuerdo con la ley del rey. Entre el prólogo y el epílogo se encuentran las 282 secciones de la ley, todas de una naturaleza puramente civil. Tratan de la esclavitud y los delitos criminales, regulan alquileres, salarios y deudas, y zanjan las cuestiones relativas a la propiedad, el matrimonio, los derechos de embarque y los deberes de los médicos y otros.
En varios pasajes del Génesis (ver com. de Gén. 16: 2, 6; 31: 32, 39) se ha explicado que el Código de Hammurabi ilustra y aclara algunas costumbres aparentemente extrañas de la era patriarcal. Un estudio cuidadoso de las disposiciones del Código de Hammurabi da como resultado un cuadro interesantísimo de la vida social y de las costumbres en los días de Abrahán y en todo el período patriarcal.
De interés especial para el estudiante de la Biblia son aquellas leyes que muestran semejanzas con la ley de Moisés. He aquí una comparación de algunas de las leyes de Hammurabi, bajo la abreviatura CH, con las disposiciones correspondientes en la ley de Moisés.
CH 8. – «Si un ciudadano robare un buey, una oveja, un asno, un cerdo o una cabra pertenecientes al dios (o) pertenecientes al palacio, pagará treinta veces su valor; si pertenece a un ciudadano, pagará diez veces su valor; si el ladrón no tuviere suficiente para hacer la restitución, será muerto».
Exo. 22: 1-4. – «Cuando alguno hurtare buey u oveja, y lo degollare ó vendiere, por aquel buey pagará cinco bueyes, y por aquella oveja cuatro ovejas… Hará completa restitución; si no tuviere con qué, será vendido por su hurto. Si fuere hallado con el hurto en la mano, vivo, sea buey o asno u oveja, pagará el doble».
Se notará que la ley bíblica acerca del robo es más humana que la babilonia; la última hasta castiga con la pena capital en ciertos casos. Sin embargo, el principio de que un ladrón debe hacer restitución por su crimen es el mismo en ambas leyes.
El tráfico de esclavos era considerado como un grave delito contra la sociedad tanto por Hammurabi como por Moisés:
CH 14. – «Si un ciudadano ha robado el hijo de un ciudadano, será muerto».
Exo. 21: 16. – «Así mismo el que robare una persona y la vendiere, o si fuere hallada en sus manos morirá».
Las leyes que tratan de la esclavitud voluntaria son similares en principio:
CH 117. – «Si un ciudadano tiene una obligación y (por lo tanto) a vendido su esposa, su hijo, o su hija, o los ha dado como garantía, trabajarán en la casa de su comprador, o del que tiene la garantía, durante tres años; en el cuarto año se sancionará su liberación».
Deut. 15: 12-14. – «Si se vendiere a ti tu hermano hebreo o hebrea, y te hubiera servido seis años, al séptimo le despedirás libre. Y cuando le despidieres libre, no le enviarás con las manos vacías. Le abastecerás liberalmente de tus ovejas».
Cuando un babilonio caía en esclavitud por deudas, tenía que servir tres años sin ninguna compensación, al paso que el esclavo hebreo servía durante un período más largo pero recibía una recompensa al fin de su término de servicio.
CH 138. «Si un ciudadano quiere divorciarse de su esposa que es estéril , le dará a ella dinero por la cantidad del precio de su matrimonio, y la compensará por su dote que ella trajo de la casa de su padre; entonces podrá divorciarse de ella».
Deut. 24: 1. – «Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregara en su mano, y la despedirá de su casa».
La ley babilonia permitía el divorcio en el caso de esterilidad femenina si se
hacía compensación, al paso que la ley hebrea sólo permitía el divorcio si el esposo encontraba que había sido engañado y que su esposa no era la mujer pura o sana que había pretendido ser.
CH 195. – «Si un hijo golpeare a su padre, su mano sea cercenada» Exo. 21: 15. «El que hiriere a su padre o a su madre, morirá».
La severidad de la ley mosaica se debe a que, de acuerdo con la disposición divina, la paternidad era más sagrada para los hebreos que para los babilonios.
CH 196. – «Si un ciudadano destruye el ojo del hijo de un ciudadano. Su ojo será destruido».
CH 197. – «Si él rompe el hueso de un ciudadano, su hueso será roto».
CH 198. – «Si él destruye el ojo de un subordinado; o rompe el hueso de un subordinado, pagará una mina de plata».
CH 200. – «Si un ciudadano de un golpe le saca un diente a un ciudadano, su diente le será sacado de un golpe».
Lev. 24: 19, 20. – «El que causare lesión en su prójimo según hizo, así le sea hecho: rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a otro, tal se hará a él».
Deut, 19: 21. – «Y no le compadecerás; vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie».
Ambas leyes garantizan a cada hombre vida, salud y bienestar. Se encuentra una marcada diferencia en el hecho de que había dos clases de ciudadanos en Babilonia, los que eran plenamente libres (ciudadanos), y otra clase de los que podrían ser llamados siervos (palabra traducida aquí como «subordinados»), al paso que los hebreos no hacían tales 630 distinciones. El concepto de que todos los hombres eran iguales parece haberse originado con el pueblo de Dios.
La dignidad del hombre no puede ser plenamente comprendida a menos que haya un reconocimiento del Dios verdadero y de los principios impartidos a Israel.
CH 199. – «Si Jl destruye el ojo del esclavo de un ciudadano, o rompe el hueso del esclavo de un ciudadano, pagará la mitad del precio que compra».
Exo. 21: 26. – «Si alguno hiriere el ojo de su siervo, o el ojo de su sierva, y lo dañare, le dará libertad por razón de su ojo».
Es manifiesta la diferencia en estas leyes. La ley babilonia tan sólo habla de daños ocasionados al siervo de otro hombre, y los trata como si hubieran sido infligidos contra el amo del siervo, pero la ley bíblica reconoce el derecho humano de un esclavo, quien había de quedar libre si por alguna razón lo lesionaba su amo. Esto muestra claramente que la ley hebrea no consideraba a un esclavo como la propiedad incondicional de su amo, principio que no es reconocido en ninguna otra parte del antiguo Cercano Oriente.
CH 206. – «Si un ciudadano ha golpeado a un ciudadano en una disputa y le ha ocasiona o una lesión, este ciudadano jurará: ‘No lo golpeé deliberadamente’, sin embargo pagará la factura del médico».
Exo. 21: 18, 19. – «Si algunos riñeren, y uno hiriere a su prójimo con piedra o
con el puño, y éste no muriere pero cayere en cama; si se levantare y anduviere fuera sobre su báculo entonces será absuelto el que lo hirió; solamente le satisfará por lo que estuvo sin trabajar, y hará que le curen».
Estas dos leyes son casi idénticas.
CH 209. – «Si un ciudadano ha golpeado a la hija de un ciudadano, y le ocasiona (así) un aborto, pagará diez ciclos de plata por el feto de ella».
Exo. 21: 22. – «Si algunos riñeren, e hirieren a una mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces».
El castigo de este crimen era más severo entre los hebreos que entre los babilonios debido al concepto que tenían los hebreos de la santidad de la vida.
Sin embargo, debe notarse que el hebreo autor del crimen no quedaba enteramente librado al arbitrio del esposo, ya que cualquier demanda del esposo
tenía que ser confirmada por los jueces.
CH 210. – «Si esa mujer ha muerto, la hija de él será muerta».
Exo. 21: 23. – «Mas si hubiere muerte, entonces, pagarás vida por vida».
En este caso las disposiciones son más iguales puesto que ha habido una pérdida de vida humana. Sin embargo, la ley babilonia permitía que un hombre pagara por su homicidio con la vida de su hija en vez de pagarlo con la suya propia,
una injusticia para la hija que no permitía la ley de Moisés (ver Eze. 18: 20).
CH 249. – «Si un ciudadano alquiló un buey, y Dios lo hirió y ha muerto, el ciudadano que alquiló el buey, jurará por Dios (ser inocente), y entonces quedará libre».
CH 250. – «Si un buey, cuando estaba yendo por la calle, corneó un ciudadano y lo mató, este caso no está sujeto a reclamo».
CH 251. – «Si el buey de un ciudadano es acorneador y el ayuntamiento de la ciudad del ciudadano le hizo saber que era acorneador, pero él no le cortó los cuernos (o) no ató a su buey, y el buey ha acorneado a muerte al hijo de un ciudadano, él dará media mina de plata».
Exo. 22: 10, 11. – «Si alguno, hubiere dado a su prójimo asno, o buey, u oveja, o cualquier otro animal a guardar, y éste muriere o fuere estropeado, o fuere llevado sin verlo nadie; juramento de YHVH habrá entre ambos , de que no metió su mano a los bienes de su prójimo; y su dueño lo aceptará, y el otro no pagará».
Exo. 21: 28. – «Si un buey acorneare a hombre o a mujer, y a causa de ello muriere, el buey será apedreado, y no será comida su carne; mas el dueño del buey será absuelto».
Exo. 21: 29 – «Pero si el buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se le hubiere notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el buey será apedreado, y también morirá su dueño».
Estos son algunos ejemplos en los cuales las leyes de Hammurabi muestran gran semejanza con las leyes mosaicas. Hay ciertas diferencias fundamentales,
debidas principalmente a diferentes conceptos en cuanto a los derechos de los
seres humanos y a la santidad de la vida. Sin embargo, también debiera
recordarse que muchas de las leyes de Hammurabi no muestran en absoluto ninguna semejanza con las leyes bíblicas. Con todo, es obvio para cualquiera que haya estudiado estas leyes que hay alguna relación entre los códigos bíblico y babilónico. Este hecho se puede explicar de tres maneras:
- Las leyes mosaicas son la base del Código de Hammurabi.
- Moisés se valió de las leyes de Hammurabi.
- Ambas colecciones se remontan al mismo origen.
La primera de estas tres teorías no puede ser verdadera, puesto que el Código de Hammurabi fue escrito mucho antes del tiempo de Moisés. Que las leyes bíblicas fueron tomadas de las babilonias ha sido sostenido por los críticos que creen que el Pentateuco comenzó a existir tan sólo después de que los judíos se relacionaron con los babilonios durante el primer milenio AC. Esta teoría no es aceptable para los que creen que Moisés recibió sus leyes de Dios en el monte Sinaí, a mediados del segundo milenio AC. Por lo tanto, la mejor explicación es concluir que ambas leyes se remontan a un origen común.
Puesto que está confirmado que Abrahán ya estaba familiarizado con las leyes y mandamientos de Dios cuatro siglos antes del Éxodo – (Gén. 26: 5), las leyes dadas en el monte Sinaí sólo pueden haber sido una repetición de los preceptos divinos que habían sido comunicados a la humanidad mucho antes de ese tiempo. Al igual que Abrahán, los pueblos de Mesopotamia conocían esas leyes y las transmitieron de generación a generación, primero oralmente y después por escrito. Pero los conceptos idolátricos y de politeísmo gradualmente corrompieron, no sólo las prácticas religiosas y morales, sino también los principios legales. Por eso las leyes de Hammurabi difieren de su equivalente bíblico y son menos humanas.
Durante unos 45 años se pensó que el Código de Hammurabi era la más antigua colección de leyes. Sin embargo, se han encontrado varias colecciones de leyes mucho más antiguas. De Nippur procede el Código de Lipitishtar, publicado en 1948. Fue escrito en sumerio, uno o dos siglos antes del Código de Hammurabi, pero es muy similar a él y aun contiene varias leyes idénticas a las de este último. En el mismo año, 1948, fue publicado otro código que había sido descubierto en Harmal, cerca de Bagdad, el Código del rey Bilalama de Eshnunna, que gobernó unos 300 años antes de Hammurabi. Evidentemente, este código es precursor de las leyes de Lipitishtar y Hammurabi. En 1954 se publicó un código legislativo más antiguo que cualquiera de los tres mencionados, conocido como el Código de Urnammu. Contiene leyes mucho más humanas que cualesquiera de las otras conocidas hasta entonces. Esto muestra que un código de esta naturaleza mientras más de cerca se relaciona con la fuente original, que fue divina, mejor revela el carácter del verdadero dador de la ley: Dios. En cualquier código de leyes del que formen parte, todos los principios correctos reflejan la justicia y la misericordia del Autor de la rectitud y de la verdad.