Levítico 10 – La muerte de Nadav y Avihú

  • vs1-7. La muerte de Nadav y Avihu:

Justo cuando la alegría del ritual de la inauguración había llegado a su clímax, sobrevino la tragedia. Los dos hijos mayores de Aharón, a quienes Moshé había descrito como los personajes más insignes de la nación, realizaron un servicio no autorizado y perdieron la vida. Empero, la reacción de Moshé y Aharon respecto a esta enorme pérdida dio aun mayor prueba de su grandeza y permitió una nueva e incluso más grande santificación del Nombre de Dios.

Los Sabios y los comentaristas han brindado una amplia gama de interpretaciones sobre lo que realmente hicieron Nadav y Avihu, y por qué ello les provocó la muerte. A continuación proporcionamos, en forma bastante sucinta, las opiniones más importantes de los principales comentaristas, junto con una perspectiva sobre el defecto subyacente que llevó a Nadav y Avihu a cometer tamaño error.

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  • El pecado de ofrendar incienso de manera espontánea:

La mayoría de los comentaristas siguen la pauta de Sifrá en el sentido de que erraron al ofrendar su propio incienso en el Sanctasanctórum, donde incluso el Cohén Gadol sólo podía entrar en Iom Kipur. Mas Rambán (16:2) y Rabenu Bejaie rechazan de plano la idea de que Nadav y Avihu se hubiesen propuesto entrar a la parte más sagrada del Santuario en ese momento, cuando ello no se le había ordenado ni a su mismo padre. Más bien, lo que sucedió es que ofrendaron el incienso cotidiano que normalmente se quemaba en el Altar interior, aunque ello no les había sido ordenado – (Rambán; Ravad a Sifrá; Ritvá a lomá 53a).

  • ¿Por qué se propusieron Nadav y Avihu hacer eso?:

Viendo la gran demostración de amor que Dios le había desplegado a Israel al mandar fuego desde el Cielo para consumir las ofrendas (9:24), quisieron ser recíprocos con una muestra de su propio amor por Dios, empleando el incienso como su medio para expresar dicho sentimiento (Sifrá). Conscientes de que había un mandato de ofrendar fuego e incienso todos los días, y viendo que Moshé no le había aún confiado esa tarea a nadie, asumieron que podían actuar por cuenta propia. No obstante, Moshé estaba esperando que descendiese el fuego Celestial, pues quería que el primer incienso fuese encendido a partir del fuego de Dios para que se santificase así Su Nombre (Rashbam).


Levítico 10:1-3 – «…Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron sus respectivos incensarios, y después de poner fuego en ellos y echar incienso sobre él, ofrecieron delante del SEÑOR fuego extraño, que El no les había ordenado. (2) Y de la presencia del SEÑOR salió fuego que los consumió, y murieron delante del SEÑOR. (3) Entonces Moisés dijo a Aarón: Esto es lo que el SEÑOR habló, diciendo: «Como santo seré tratado por los que se acercan a mí, y en presencia de todo el pueblo seré honrado.» Y Aarón guardó silencio…»

vs.1 – «…Nadab y Abiú…»– Eran dos de los hijos de Aharón, y por lo tanto sobrinos de Moisés. Después de Moisés y Aharón ocupaban los puestos más elevados en Israel y tenían muchas ventajas y privilegios.

Habían oído la voz de Dios; habían estado con Moisés y Aharón en el monte de Dios; habían visto al Dios de Israel, y «comieron y bebieron» – (Exo. 24: 9-11). Habían recibido grandes favores; pero no habían aprovechado esas oportunidades.

Poco antes de que ocurriese lo registrado en este capítulo, habían pasado toda una semana de estudio y meditación, preparándose para el día en que habrían de comenzar a oficiar en el santuario. Habían ayudado a su padre a ofrecer los sacrificios, y le habían llevado la sangre de las víctimas – (Lev. 9: 9).

Habían presenciado el solemne servicio de la dedicación y ellos mismos habían sido rociados con la sangre del sacrificio. Habían sido completamente adoctrinados y conocían cabalmente la santidad de la obra de Dios. Todo esto sirvió solamente para hacer más grave su pecado. No tenían excusa. Cuando les tocó oficiar, hicieron lo que Dios «nunca les mandó«.

Aharón había sido destinado para la destrucción por causa de su pecado con el becerro de oro. Está escrito que HaShem quería “exterminarlo” – (Deuteronomio 9:20), lo cual implica que su descendencia sería eliminada. Al perdonarlo, la vida de sus hijos también fue perdonada. Sin embargo, dos de ellos murieron en este momento, cuando sirvieron en rebeldía con algo que Dios no había mandado.

Aquí se habla de fuego extraño. El fuego extraño podría significa que el fuego haya sido sacado de un lugar extraño. También se puede entender como ofrecer algo incorrectamente a el Eterno, fuera de la obediencia a la autoridad. Estaban sirviendo sin haber recibido órdenes, aunque lo que hacían era correcto. El problema no fue lo que ofrecieron, sino con qué actitud lo hicieron, y con qué autoridad lo hicieron. No tenían autorización para hacerlo y por eso murieron. Si hacemos las cosas a nuestra manera Dios no va a estar contento con nosotros.

Lo extraño de este fuego fue que Dios no lo había ordenado. Rashí cita la opinión del Midrash que dice que esto significa que emitieron un dictamen halájico en presencia de su maestro Moises. Estaba permitido a los sacerdotes encender fuego sobre el altar y por esto ellos sacaron una conclusión correcta. Su error consistía en que hicieron esto sin consultar con su autoridad espiritual. Este acto de rebeldía trajo graves consecuencias.

Rabí Ishmael dice que habían entrado al santuario embriagados con vino. Por esto se da la orden más adelante de que los kohanim no podrán beber vino cuando estaban en el servicio – (Levítico 10:9).

También existe la opinión de que querían entrar en el lugar santísimo, puesto que este hecho es destacado en Levítico 16 donde habla del momento cuando el gran sacerdote entra en el lugar santísimo – (16:1-2).

 – “…Los hijos de Aharón…» – Eran hijos de Aharón, mas su comportamiento constituía una afrenta hacia él, puesto que actuaron por cuenta propia sin consultarle. Además de ello, actuaron independientemente el uno del otro, sin anali­ zar el tema entre sí (Sifrá)».

 – “…Un fuego extraño…» – Rabí Ishmael sostiene que emplearon fuego del Altar, mas el mismo fue considerado extraño porque no les había sido ordenado para que lo ofrendaran. Rabí Akiva sostiene que el fuego era literalmente extraño porque no provenía del Altar. Rabí Eliézer concuerda con que el fuego no era santo, añadiendo que su transgre­sión radicó en dictaminar que estaba permitido ofrendar ese fuego, por lo que fueron culpables de decidir sobre un asun­to respecto al cual deberían haberlo consultado con Moshé».

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vs.2 – «…Fuego de delante de YHVH…»– El efecto producido en el pueblo reunido para la oración debe haber sido profundo. Unos pocos meses antes Israel había visto la gran manifestación del poder de Dios al pronunciar la ley; luego apostató adorando al becerro de oro.

Dios había estado a punto de desheredarlo, pero por los ruegos de Moisés había sido restaurado. Había construido el tabernáculo, que había sido aceptado; Dios había demostrado su agrado por el espíritu de devoción que representaba el santuario, al mandar fuego para consumir el sacrificio. Y ahora, a la hora del sacrificio vespertino, cuando el pueblo se hallaba reunido, sucedió lo imprevisto. Dos de los hijos de Aarón estaban muertos. El gozo se tornó en pesar y perplejidad.

¿Los habría abandonado Dios? ¿Qué significaba esta tragedia?

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 – “…El episodio de la muerte de los hijos de Aharón ha generado una gama muy amplia de comentarios, no siempre concordantes entre sí. No obstante se distinguen dos grupos de comentaristas al respecto: los «místicos» y los «racionalistas». Hemos elegido Para nuestro comentario a uno de los mayores «racionalistas», al exégeta Rashbám, ya que él fundamenta su comentario en un estudio comparado del lenguaje bíblico, que apoyará su tesitura.

El esquema presentado por Rashbám es el siguiente: en el versículo 24 del capítulo 9, leemos que había salido un fuego de ante Adonai y consumió los holocaustos; ese fuego había sido llamado por todos los intérpretes «אש עליונה«, «esh helionáh» -un fuego Divino-. Pero los hijos de Aharón -Nadáb y Abihú, antes de que ese fuego Divino se manifestara, ya habían tomado sus incensarios, poniendo sobre ellos un fuego común:» אש של הדיוט «, «esh shel hediot», cosa que Moshéh no les había prescripto para este día de inauguración tan importante, porque tanto Moshéh como toda la congregación anhelaban el descenso de » אש גבוה «, «esh gavóa -fuego Divino- manifestación ésta que contribuirá a la santificación del Nombre de D’s entre la congregación. Pero. el apresuramiento de los hijos de Aharón denotaría una actitud menos sacra por parte de los כהנים, «cohaním» -sacerdote-, y ése habría sido el error de los hijos de Aharón, siempre según Rashbám, quien nos recuerda que en otro pasaje bíblico (I Reyes 18:25) el profeta Eliahu, justamente había vencido a los profetas del Banal cuando les pidió no colocar fuego sobre los holocaustos, ya que un fuego Divino descendería y abrasaría todo.

Por último, Rashbám entiende que el versículo 24 del capítulo 9, que reza: «Salió un fuego de ante Adonai y consumió sobre el altar, el holocausto y los sebos… » ocurrió con posterioridad a lo que dice el versículo 2 del capítulo 10: «Empero salió un fuego de ante Adonai y los consumió y ellos murieron ante Adonai»; agregando que el verbo «salió un fuego» debe ser entendido en tiempo pluscuamperfecto, o sea, que ya había salido un fuego de ante Adonai, que fue el que los consumió.

Rashi, por su parte, cita la opinión de los dos Sabios del Talmud, a saber: Rabbi Elihezer, que dice que los hijos de Aharón asumieron una actitud arrogante al querer enseñar una nueva norma, desafiando la opinión de Moshéh nuestro maestro; y Rabbi Ishmahél, que dice que los hijos de Aharón habían ingerido vino antes de entrar a prestar servicio en el» משכן «rnishcán» Tabernáculo-. Hizzekuni nos recuerda la prohibición que existía de ofrecer incienso profano, como dice el versículo (Exodo 30:9): «No ofreceréis sobre él, incienso profano…».

 

vs.3 – «…Entonces dijo Moisés…» – La declaración a la cual quizá se refería Moisés es la de Exodo 19: 22:

«…Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a YHVH, para que YHVH no haga en ellos estrago…»

Es evidente que los hijos de Aarón no se habían santificado. La consagración al sacerdocio no había efectuado un cambio en su corazón; ellos mismos eran «profanos» aún.

El carácter dócil e indulgente de Aharón constituía la raíz del problema. Debe haber tenido remordimientos de conciencia al pensar en su propia debilidad de tan sólo unos meses atrás. Es verdad que Dios lo había perdonado, Dios había aceptado su ofrenda por el pecado; pero los resultados de su debilidad no habían sido evitados por el arrepentimiento. «Y Aarón calló«.

Cuanto más cerca del Eterno estemos, más santidad se nos requiere. Si alguno del pueblo hubiera hecho un error semejante, es posible que no hubiera muerto. Pero los que están cerca y pecan sufren mayores consecuencias por su pecado. El líder tiene más privilegios, pero, al mismo tiempo se le demanda mucho más. Privilegios y responsabilidades siempre van juntos. Para poder tener privilegios en el Reino, es necesario vivir en una disciplina más elevada y hacer más sacrificios personales.

vs.3 b – “…Esto es lo que YHVH habló…” ¿Cuándo habló YHVH esto? Parece que lo que está diciendo Moises es una cita parafraseada y sintetizada de Éxodo 29:43-44, donde está escrito:

“…Y me encontraré allí con los hijos de Israel, y el lugar será santificado por mi gloria. Santificaré la tienda de reunión y el altar; también santificaré a Aharón y a sus hijos para que me sirvan como sacerdotes…”

Sin santidad no hay gloria. La gloria sin santidad mata. El mismo fuego que se encuentra en 9:24 operó en 10:2. Los que son canales para que el pueblo pueda recibir la presencia Divina, la shejiná, tienen que hacer las cosas con sumo cuidado.

Alguien pensará:

“…Qué exigente era YHVH con el servicio en el santuario. Si cometes un pequeño error te mueres. YHVH sí que es cruel…”

¿Cómo el Eterno no va a ser exigente en cuanto al culto delante de Él? ¿No exigen los viajeros de los aviones que el piloto no haga errores de aviación arriesgando así las vidas de los que están bajo su cuidado? ¿No exigen los pacientes que el cirujano sea muy cuidadoso al hacer una operación en el cerebro o en el ojo?

Si exigimos perfección del hombre para la preservación de la vida humana, ¿no debemos exigir perfección en los que se acercan delante de YHVH a favor del pueblo?

La vida y la muerte del pueblo estaban en el poder de los sacerdotes. Si no hacían un servicio perfecto, El Eterno no podía perdonar al pueblo por sus pecados.

Además, si El Eterno es el primero y el más importante en nuestras vidas, ¿cómo no vamos a presentar delante de Él un culto que se ha preparado con sumo cuidado y máxima entrega?

En el Reino de YHVH no se ve bien la mediocridad o flojera en la preparación. El amor a Dios se manifiesta en nuestra solicitud en hacer las cosas de mayor excelencia delante de Él. Los que no toman estas cosas en serio muestran que Dios no tiene mucha importancia en sus vidas.

¿Qué cosas hay en nuestras vidas y en las comunidades que pueden ser consideradas como fuego extraño?

El fuego representa la inspiración. ¿Puede que la inspiración detrás de lo que se ofrece a Dios venga de una fuente impura? ¿De dónde sacamos la inspiración para lo que hacemos delante de Dios? ¿Qué fuente hay detrás de la ofrenda que presentamos?

Hay una doble fuente de inspiración para el canto al Eterno en el Mesías, como está escrito en Efesios 5:18-20:

“…Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con vuestro corazón al Señor; dando siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Yeshúa el Mesías, a Dios, el Padre…”

Y en Colosenses 3:16 está escrito:

“…Que la palabra del Mesías habite en abundancia en vosotros, con toda sabiduría enseñándoos y amonestándoos unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en vuestros corazones…” 

Estos dos textos nos muestran que la doble fuente, donde se puede recibir la inspiración para oficiar alabanza delante del Padre, está constituida por el Espíritu y la Palabra del Mesías.

Se puede discutir sobre qué tipo de canciones se van a usar para la alabanza al Eterno en las congregaciones.

¿Es permitido tomar las canciones del mundo y ofrecerla delante del Padre? ¿Estará Él a gusto con ese tipo de instrumentación y canto? Para contestar a esas preguntas podemos hacer la pregunta: ¿De dónde viene la inspiración? ¿Del espíritu del mundo o del cielo? ¿De hombres impuros o del Espíritu y la Palabra del Mesías?

¿Hay deseos de ser famoso? ¿Producen deseos sexuales? ¿Hay ira, rebeldía y griterías detrás?

En tal caso es rechazable. Si produce armonía, amor, respeto, admiración por lo bello etc., puede ser bueno. La fuente detrás de gran parte de la música popular en el mundo es maligna.

vs.3c – “…Yo seré santificado por los que se acercan a mí…” – La santidad tiene que ver con cercanía. Cuanto más subas de nivel en santidad, más cerca de HaShem podrás estar. El camino de santidad está en las alturas. Allí no pueden subir las fieras, como está escrito en Isaías 35:8-9:

“…Allí habrá una calzada, un camino, y será llamado Camino de Santidad; el inmundo no transitará por él, sino que será para el que ande en ese camino; los necios no vagarán por él. Allí no habrá león, ni subirá por él bestia feroz; éstos no se hallarán allí, sino que por él andarán los redimidos…”

Un santo no puede ser alcanzado por los demonios. Todo lo contrario, los demonios huyen de una persona santa, no la aguanta, como está escrito en Lucas 4:34:

“…¡Ah! ¿Qué tenemos que ver contigo, Yeshúa de Nazaret? Has venido a destruirnos? Yo sé quien eres: El Santo de Dios…”

El demonio tuvo temor de la santidad de Yeshúa. Él no habla del poder de Yeshúa, sino de su santidad. La santidad es lo que más molesta a los malos espíritus. Ellos ofrecen poder sin santidad, pero ese poder es autodestructivo, como está escrito en Ezequiel 28:18:

“…Por la multitud de tus iniquidades, por la injusticia de tu comercio, profanaste tus santuarios. Y yo he sacado fuego de en medio de ti, que te ha consumido; y te he reducido a ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran…”

Hay un tipo de poder sobrenatural que opera fuera de la santidad, pero no hay santidad sin poder sobrenatural. El poder sin santidad quema al hombre para su destrucción. Pero el poder de la santidad elimina el poder del mal, tanto dentro de nosotros, como a través de nosotros. Busquemos santidad en primer lugar, y entonces estaremos en condición para poder usar el poder de Dios correctamente.

El libro de Levítico es un libro de santidad. Un siervo de Dios que ha sido puesto como líder tiene que tener un nivel de santidad superior al resto del pueblo.

vs.3 d – “…Y Aharón guardó silencio…” – Si uno va a ofrecer los sacrificios no puede estar triste o melancólico. En tal caso los sacrificios serían descalificados. Aharón mostró con este acto que amaba a Dios más que a sus propios hijos. La familia no puede ser un obstáculo para servir al Eterno, como está escrito en Mateo 10:37:

“…El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí…”

 

 – “…Es sobre esto que habló YHVH…» –  El fuego que los consumió fue una afirmación Divina, un mensaje sin palabras que expresaba la voluntad de Dios (Rambán). Rashi comenta que sus muertes representaban de hecho el cumplimiento de las palabras previas de Dios a Moshé, porque al hablar del Tabernáculo, Dios había dicho será santificado por Mi gloria – (Shemot 29:43)».

 – “…Por medio de quienes son cercanos a Mí seré santificado. – Moshé ahora le dijo a Aharón: “Sabía que el Tabernáculo sería santificado por medio de alguien en quien se manifestaba la gloria de Dios, mas pensé que sería uno de nosotros. Ahora sé que ellos eran ciertamente más grandes que ambos de nosotros”.

 – “…Seré honrado…» – Cuando Dios impone la justicia es­tricta incluso a los justos, Él es honrado y temido, pues la gente dice que si tal es la suerte de los justos, ciertamente el castigo de los malvados será mucho peor (Rashi; Zeuajim 115b). La historia está repleta de instancias en las que la gente poderosa o respetada tenía (y aún hoy tiene) un es­ tándar más flexible y permisivo que la gente “común y co­ rriente”, mas el judaismo funciona justamente al revés. Dios exige niveles de cumplimiento más elevados de Sus grandes hombres y lidia con sus yerros de manera más estricta».

 – “…Y guardó silencio Aharón…» – Aharón había estado llorando en voz alta, mas dejó de hacerlo al oír esa consolación de Moshé (Rambán), hallando alivio en el hecho de que sus hijos habían santificado el Nombre de Dios (Sfornó). Como recompensa por su silenciosa aceptación del decreto Divino, Aharón fue honrado con el hecho de que la siguiente mitzvá (vs. 8-11) le fuese dirigida exclusivamente a él (Rashi)

«El silencio es uno de los elementos componentes del duelo, como figura en Iehezkél 24:15 y s.s. donde D’s le pide a Iehezkél silencio y contención por el duelo en el que se verá sumido» (Rabbenu Behayéh)».

 – “…La idea de la consagración exclusiva y rigurosa de los cohaním al servicio de D’s, con los riesgos que ella implica, ha sido enunciada en dos oportunidades en la Toráh; así leemos (Exodo 19:22): «Y también los sacerdotes, los que se acercan ante Adonai, estén prestos, no sea que cause estragos entre ellos Adonai», y en Exodo 29:43: «Me reuniré allí con los hijos de Israel y serán consagrados con Mi gloria» (Basado en Rabbenu Behayé)».


Levítico 10:4-5 – «…Y llamó Moisés a Misael y a Elzafán, hijos de Uziel tío de Aarón, y les dijo: Acercaos y sacad a vuestros hermanos de delante del santuario, fuera del campamento. (5) Y ellos se acercaron y los sacaron con sus túnicas fuera del campamento, como dijo Moisés…»

vs.4 – «...Y llamó Moisés a Misael y a Elzafán, hijos de Uziel tío de Aarón y les dijo: Acercaos y sacad a vuestros hermanos de delante del santuario, fuera del campamento…» – Un sacerdote tiene el permiso para hacerse impuro por medio de siete parientes más cercanos, padre, madre, esposa, hermanos, hermanas, hijos e hijas. Pero en este caso estaban llevando a cabo el servicio de instalación en el ministerio sacerdotal y no estaba permitido tocar a un muerto, porque el servicio hubiera sido inválido. Por esa razón fueron llamados los primos de los fallecidos.

 – “…Mishael y Eltzafán…» – Ellos eran levitas y se les encargó retirar los cuerpos para que no se empañaran celebraciones (Rashi; véase Ketubot 17a): un Cohén Gadolt ne prohibido contaminarse con el cuerpo de incluso un pariente cercano, por lo que Aharón no podía sacar sus cuerpos, obstante, a Cohanim ordinarios se les permite hacerlo (21:11), por lo que Elazar e Itamar debieron haber sido quienes retirai os restos mortales de sus hermanos. Sin embargo, en honor de la inauguración, la Torá hizo una excepción y en ese día se es permitió a Cohanim ordinarios contaminarse incluso por medio de parientes cercanos (Rambán)

Es de destacar que el versículo identifica a Mishael y Eltzafán como primos de Aharón, por lo que hay que concluir que el hecho de que hayan sido parientes se relacionaba con que se les hubiera asignado esa misión: vemos que la Torá enseña aquí que la importantísima mitzvá de encargarse de los difuntos recae en primer lugar sobre los parientes, y mientras mayor es la cercanía, mayor es la responsabilidad. Sin embargo, en este caso, a los parientes más cercanos -Aharón y sus hijos sobrevivientes- les estaba prohibido contaminarse con los muertos, razón por la que a los parientes más cercanos después de ellos se les confió tal encargo (Rabí Iaacov Kamenetzky)».

 – “…Si bien las leyes de pureza ritual de los cohaním que prohíben a los mismos acercarse al cuerpo de personas muertas no incluye a los parientes de primer grado, parece que, como era un día de gran significado y celebración, se quiso mantener alejados a los cohaním, parientes de primer grado, de esta penosa situación. Los sabios del Talmud consideran que eso habría sido una»הוראת שעה «, «horaát shaliah» -una ley con vigencia para esta única oportunidad».

vs. 5 – «…Y ellos se acercaron y los sacaron con sus túnicas fuera del campamento…» – 

 – “…Esto hace referencia a la túnica de los muertos, de lo que se infiere que sus ropas no fueron quemadas (ni sus cuerpos) – (Rashi)».


Levítico 10:6-7 – «…Entonces Moisés dijo a Aarón, y a Eleazar e Itamar sus hijos: No descubráis vuestras cabezas, ni rasguéis vuestros vestidos en señal de duelo, para que no muráis, ni se levante la ira sobre toda la congregación; pero vuestros hermanos, toda la casa de Israel, sí lamentarán por el incendio que YHVH ha hecho. (7) Ni saldréis de la puerta del tabernáculo de reunión, porque moriréis; por cuanto el aceite de la unción de YHVH está sobre vosotros. Y ellos hicieron conforme al dicho de Moisés…» 

vs.6a – «…No descubráis vuestras cabezas…» – La palabra hebrea que ha sido traducida como “descubráis” es tifraú, que viene de la raíz pará que significa “exponer”, “descubrir” – (Números 5:18), “importunar”, “distraer” – (Éxodo 5:4).

Sin embargo, en este texto ha sido entendido como no dejar crecer el cabello, al igual que en Levítico 13:45. En Números 6:5 y Ezequiel 44:20 se encuentra la palabra pera, que viene de la misma raíz, y significa “cabello”, “guedeja”.

Este es uno de los 613 mandamientos. Los sacerdotes no pueden dejarse crecer el cabello más de 30 días, porque es señal de estar de luto. El cortarse el cabello es señal de alegría y gozo. Un sacerdote no puede tener la imagen de un enlutado. Según el Talmud está prohibido cortarse el cabello y la barba estando de luto.

Por otro lado, está prohibido raparse el cabello o la barba. La Torá nos enseña un estilo de vida con modestia, no es bueno ser extremista ni para un lado ni para el otro.

 – “…La consagración de los cohaním al servicio de D’s incluye muy especialmente el alejamiento del culto a los muertos -cosa frecuente entre los sacerdotes paganos-«. Por eso la Toráh promulgará leyes muy restrictivas al respecto, prohibiendo a los cohaním algunas de las manifestaciones de duelo que son norma constitutiva de las leyes del duelo para todo hijo de Israel (Véase al respecto Levítico 21:1 y s.s.). Sin embargo, en honor a la memoria de los desaparecidos, que toda la congregación de Israel » … lloren por la quema que ha quemado Adonai».

vs.6b – «…Ni rasguéis vuestros vestidos…» – Era la costumbre rasgarse la ropa cuando se sentía gran tristeza. Esto se hacía rasgando la parte superior delantera de las vestimentas, para exponer, por así decirlo, la tristeza del corazón. Aarón y los hijos que le quedaban no debían hacer esto, pues de esa manera parecerían estar mostrando desagrado por los juicios de Dios. Tampoco debían descubrirse la cabeza, ni presentar un aspecto desarreglado, según típica demostración de tristeza propia de los orientales.

 – «Para no inferir con la alegría de las celebraciones, Dios prohibió las expresiones usuales de duelo incluso a los hermanos de Nadav y Avihu».

vs.7 – «…Conforme al dicho de Moisés…» –  Con gran pesar en el corazón, Aharón prosiguió serenamente con el ritual del sacrificio vespertino y ofreció el incienso. Ni en palabra ni en gesto reveló su tristeza. Cuando el pueblo lo vio realizar su ministerio con calma y sin perturbación, se dio cuenta de que la trágica pérdida de dos hijos no había debilitado la fe de Aharón en Dios. Quizá ellos no entendiesen, pero la calma de Aharón suavizó sus propios temores y restableció su fe.

Esto nos enseña que la unción sólo fue dada para servir a Dios. Si se usa para otra cosa hay pena de muerte. Satán intentaba hacer que Yeshúa usara la unción para el beneficio personal, pero fue rechazado inmediatamente por el Maestro – (Mateo 4:3-10).

 – «…Toda la casa de Israel…» – Los Sabios derivan de este versículo que el sufrimiento de un discipulo debe ser compartido por todo Israel (Rashí) Cierto es que un judío debe tratar de aceptar la justicia de Dios con fe de que es para bien -tal y como Aharón hizo y se les ordenó a sus hijos hacer-, pero de todas maneras otras personas deben asimismo enlutarse, lamentándose de los infortunios de otro judío (Rabí Shlomó Kluger)».


  • 8-18. La prohibición de Aharón contra la ingestión de bebidas embriagantes:

Se le prohibió ahora a Aharón realizar el servicio o dictaminar en cuestiones de juris­ prudencia en estado de intemperancia. Esto enseña que Dios quiere que Sus siervos hallen la alegría en la Torá y en el cumplimiento de los mandamientos, mas no por medio de estímulos externos como el alcohol. Por ello, si un Cohén entra al Templo, pero no halla la alegría en su servicio, carece de algo muy importante (Rabí Bunim de Peshisja).

Levítico 10:8-11 – «…Y YHVH habló a Aarón, diciendo: (9) Tú, y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis; estatuto perpetuo será para vuestras generaciones, (10) para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio, (11) y para enseñar a los hijos de Israel todos los estatutos que YHVH les ha dicho por medio de Moisés…»

 – «…A Aharón…» – Dios habló directamente a Aharón como recompensa por haber aceptado en silencio el decre­to Divino sobre sus hijos».

 

vs.9 – «…No beberéis…» – Esta prohibición sugiere la causa de la transgresión. No pareciera razonable pensar que Dios hubiese proclamado tal orden en ese momento y en esas circunstancias a no ser para aclarar la verdadera causa de la tragedia.

El uso del alcohol está prohibido en el ministerio sacerdotal. La embriaguez produce principalmente tres cosas a corto plazo, mareo, excesiva confianza en sí mismo y disminución de la actividad mental. La razón de esta prohibición es que el alcohol disminuye la capacidad intelectual para poder discernir entre una cosa y otra. El que bebe alcohol no tiene una mente clara para poder enseñar la Torá al pueblo. Esto concuerda con Efesios 5:18, donde está escrito:

“…Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu…”

El efecto de la embriaguez es contrario al efecto de la llenura del Espíritu. En lugar de disminuir la capacidad intelectual, el Espíritu la aumenta considerablemente.

La halajá establece que un cohén no puede beber más que un reviít de vino antes de hacer su avodá, ministrar. Si lo hace, el cielo se encargará de su muerte.

i. Un reviít corresponde a unos 86 mililitros (3 onzas).vino

 – «…Vino embriagante [literalmente, vino y embria­ gantes]. La traducción sigue a Rabí Elazar (Keritot 13b), quien sostiene que ambos vocablos se modifican mutua­mente (Rashi). • Puesto que este mandamiento fue ordenado inmedia­ tamente después de las muertes de Nadav y Avihu, Rabí Ishmael infiere que su castigo debe haber estado relacio­ nado con el objeto del mandamiento; es decir, su pecado fue que ingresaron al Santuario luego de haber bebido vino».

 – «…Ni vino ni licor habras de beber…» – Si bien el vino es un elemento que, en palabras del poeta, regocija el corazón del hombre (Salmos 104:15), le será vedado como cualquier otra bebida embriagante a los cohaním, siempre y cuando’ quisieren ingerirlo copiosamente. Los cohaním, como todos los hijos de Israel, deben servir a D’s con regocijo, pero regocijo quiere decir, la alegría interna que emana de la intimidad de nuestro ser, y no aquella «provocada» o «estimulada».

Recuérdese que tanto .durante el Shabbát: como durante las festividades del calendario hebreo se declara enfáticamente la consagración de esos días: «kiddúsh haiom», precisamente con una copa de vino y bendiciendo a D’s que ha creado el fruto de la vid. Lo que la Toráh está pidiendo a los cohaním, y de alguna manera, a los dirigentes espirituales de cada generación, es la mesura y el renunciamiento. Además, de acuerdo con los Sabios de Israel, se llama» «חסיד «, «hasid» -piadoso- a aquella persona «המקדש עצמו בתומר לו«, «hamekaddésh atsmó bamutár ló» que se consagra, espiritualmente hablando, renunciando a los excesos de aquellas cosas que en realidad le son permitidas».

 – «…Cuando os allegueis a la Tienda de Reunión…» – Los cohanim estaban divididos en veinticuatro turnos de servicio: «משמרות כהונה », «mishmerát quehunáh» y en cada «משמרה «mishmaráh» -turno el cohén servía en el Santuario durante una semana, que es cuando les quedaba prohibido ingerir vino o licor, cosa que les será permitido cuando no estaban de servicio en el Santuario» (Rabbenu Behayé)».

vs.9b – «…Para que no muráis…» – La muerte era el castigo más severo que podía aplicarse, y hacía resaltar la actitud de Dios para con el uso de bebidas embriagantes. El pecado de esos jóvenes no era un asunto de poca importancia que pudiese ser borrado con ofrecer un sacrificio. Había sido deliberado y reflejaba desprecio de las cosas santas. Era un pecado de magnitud y merecía un castigo drástico.

vs.10 – «…Para poder discernir…» –  El vino y las bebidas fuertes pueden entorpecer de tal manera las facultades, que el hombre no logra distinguir claramente entre lo bueno y lo malo, lo santo y lo profano, lo puro y lo inmundo. Por esto los dos hijos habían tomado fuego común al entrar en el santuario; en la condición en que se encontraban, no percibieron ninguna diferencia. Hasta donde pudiesen ver los hombres, no había diferencia.

¿Acaso el fuego no es siempre fuego?

Pero Dios juzgó sus corazones, y vio lo que los hombres no podían ver. Había diferencia. De manera similar, el primer día de la semana es tan bueno como el séptimo día, según el razonamiento humano. No hay diferencia: a no ser la orden de Dios. Y es ahí donde está la distinción, una distinción vital: la diferencia entre la vida y la muerte.

Cualquier forma de intemperancia hace menos nítida la diferencia entre lo santo y lo profano, entre lo limpio y lo inmundo, entre lo correcto y lo erróneo. El
uso de bebidas alcohólicas afecta todas las facultades y altera los procesos ordenados de la mente. La persona que conduce un vehículo luego de haber bebido alcohol, es una amenaza para sí misma y para otros; es un homicida en potencia. Su mente está confundida, sus reflejos son lentos, su visión no es digna de confianza y su sentido de responsabilidad casi no existe.

Estos peligros no se limitan a los que están realmente ebrios. Aun una pequeña cantidad de alcohol puede causar desastres. El bebedor moderado es un riesgo para la sociedad. Puede hacer incalculable daño. El hecho de que puede tolerar bien el alcohol, de lo cual se jacta, y controlarse bien después de haber bebido, puede llevar a otros a pensar que podrían hacer lo mismo.

El bebedor empedernido causa repulsión por su suciedad, y sirve de advertencia. El bebedor moderado tienta a otros a seguir su ejemplo porque da la apariencia de ser «respetable«. A la larga, de los dos, es el bebedor moderado el que hace más daño.

No sólo son afectadas por la bebida las facultades físicas sino también las morales; éste es posiblemente el peor de los dos males. El asalto, el homicidio, la violación, la deslealtad, no significan lo mismo para el bebedor.

Bajo la influencia del vino, los hombres hacen lo que nunca pensarían hacer estando sobrios. Solamente en el juicio se revelará el pecado de la embriaguez
en sus verdaderas dimensiones. La advertencia divina para Aarón y sus hijos se aplica plenamente hoy. Los hombres no pueden beber y tener al mismo tiempo una clara percepción de la diferencia entre lo santo y lo profano, entre lo limpio
y lo inmundo – (Isa. 28: 7).

Esta instrucción se dirige especialmente a los dirigentes. La enseñanza es más que instrucción verbal; abarca tanto ejemplo como precepto. ¿Qué puede ocurrir si el juicio del maestro en cuanto a lo que es correcto y lo que es incorrecto está confundido y su conducta contradice sus palabras? De entre todos los hombres, aquellos que enseñan a otros, ya sea en el Estado o en la Iglesia, siempre deben tener la mente alerta, lista para hacer frente a cualquier problema que surja. Cuando consideramos algunas de las decisiones tomadas en los consejos de Estado, sabiendo la cantidad de alcohol que se ha consumido en tales ocasiones, comprendemos que el consejo de Dios de no beber ni vino ni bebidas fuertes es una verdad que también hoy tiene vigencia.

 – «…Y para establecer distinción entre lo sacro y lo profano…» – La prohibición a los cohanim de ingerir alcohol regirá no solamente cuando estén dedicados al culto y a los sacrificios, sino también cuando hayan de dilucidar cuestiones referentes a la vida espiritual de la época, como por ejemplo, votos sagrados, consagración de bienes para el Santuario, o casos de pureza o impureza ritual» (MinháhBeluháh)».

 

vs. 11 – «…Para enseñar…»– Los sacerdotes eran maestros. Por lo tanto debían instruir al pueblo en los estatutos y caminos de Dios.

¿Cómo podrían hacer esto si ellos mismos eran incapaces de discernir la diferencia entre el bien y el mal?

Es imposible enseñar a otros, o guiarlos por el camino que debieran tomar, si se tiene la mente embotada.

 – «…Y para enseñar…» –  Ello implica que tanto en­ señar como el servicio del Templo requieren una mente lúcida, y por ello se le prohíbe a quien haya bebido vino emitir dictámenes legales, pues ello se asemeja a enseñar Torá (Rashi)».

 – «… y para enseñar a los hijos de Israel…» – Las demás » מצוות «, «mitsvót» -preceptos– de la Toráh, ya que los cohaním cumplían también la función de maestros de la Toráh para el pueblo de Israel. Así veremos que, en Deuteronomio 24:8, la Toráh nos prescribe comportamos de acuerdo con las normas que nos enseñarán los cohanín. (Basado en Ibn Hezra).

Además, véase Deuteronomio 33:10, donde se enfatiza la función de los maestros de la Toráh que procedían de la tribu de Leví, de la cual procedían también los cohaním».

vs.11b – «…Por medio de Moisés…»– Hasta hoy hay quienes menosprecian a Moisés; sin embargo, tales personas deben saber que Dios habló por medio de él y que, con estas palabras, Dios expresó su aprobación de la vida y de la obra de Moisés. El Mesías dijo:

Juan 5: 46,47 – «…Porque sicreyeseis a Moisés, me creeríais a mí… Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?…»

Los principios eternos que Dios comunicó «por medio de Moisés» tienen tanta fuerza y tanta vigencia como en otros tiempos.

Todo creyente debe meditar en las palabras de Cristo:

«…Si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?…»

Esta declaración no puede tomarse livianamente, pues fue hecha por el Mesías.


  • Disposición de las ofrendas del día:

En el día mis­ mo en el que un pariente cercano fallece, el doliente es de­ nominado onén, y las leyes que rigen su condición son más estrictas que las de los días siguientes. Aunque se requiere que el Cohén Gadol realice su servicio en el Templo incluso siendo onén, esto se les prohíbe a los demás Cohanim.

Mas el período de la inauguración del Tabernáculo constituyó una excepción a esta regla, en el sentido de que se exigió que todos los Cohanim continuaran su servicio sacrificial -inclusive comer de la carne sagrada. No obstante, el al­ cance de esta dispensa legal estuvo sujeto a debate entre Moshé y Aharón en el siguiente pasaje, pues se planteó este interrogante:

¿Se les permitía a los Cohanim comer de todas las ofrendas en ese día, o sólo se les permitía comer de algunas, como explicaremos a continuación?

La respuesta a esta pregunta variaba según la naturaleza de la ofrenda, pues se realizaron dos clases de ofrenda tal día, siendo algunas; kodshei shaá, ofrendas que fueron hechas exclusivamente en esa ocasión y nunca se­ rían repetidas, en tanto que otras eran kodshei doroí, ofrendas que formarían parte del servicio normal del Tabernáculo y que serían asimismo ofrendadas en el futu­ ro. Moshé les había ordenado que comiesen de la ofrenda farinácea (v. 12), lo que era parte del servicio de inaugu- raaon.

¿Acaso ese mandamiento incluía asimismo otras ofrendas?

La lógica dictaba que los Cohanim dolientes debían comer sólo de las ofrendas que nunca se repetirían, debido a que se asemejaban a la ofrenda farinácea (véase a continuación).

 

Levítico 10:12-15 – «….Y Moisés dijo a Aarón, y a Eleazar y a Itamar sus hijos que habían quedado: Tomad la ofrenda que queda de las ofrendas encendidas a YHVH, y comedla sin levadura junto al altar, porque es cosa muy santa. (13) La comeréis, pues, en lugar santo; porque esto es para ti y para tus hijos, de las ofrendas encendidas a YHVH, pues que así me ha sido mandado. (14) Comeréis asimismo en lugar limpio, tú y tus hijos y tus hijas contigo, el pecho mecido y la espaldilla elevada, porque por derecho son tuyos y de tus hijos, dados de los sacrificios de paz de los hijos de Israel. (15) Con las ofrendas de las grosuras que se han de quemar, traerán la espaldilla que se ha de elevar y el pecho que será mecido como ofrenda mecida delante de YHVH; y será por derecho perpetuo tuyo y de tus hijos, como YHVH lo ha mandado…» 

vs.12 – «…Tomad la ofrenda que queda de las ofrendas encendidas a YHVH…» – 

 – «…Tomen la ofrenda farinácea…» – A pesar de que en general se le prohíbe a un onén que coma de ofrendas, Moshé les informó a los dolientes sobre el precepto de Dios en el sentido de que este día se harìa una excepción».

 – «…Tomad la oblación restante de los sacrificios ofrecidos ante Adonai y comedla…» – Era norma para los cohaním comer los restos e las oblaciones ofrecidas, empero Rashi recalca que, a pesar de que regía una prohibición ara los cohaním sumidos en duelo, debido a la celebración de este día, Moshéh insiste en el cumplimiento de esta norma. Esta oblación era . que había sido ofrendada en honor a la celebracíón del día de la inauguración y la que había ofrecido Nahshon ben Hasnminadab jefe de tribu de Iehudáh, ya que cuando se inauguró mishcán, los jefes de cada una de las tribus de Israel ofrecieron sacrificios y presentes, día a día, siendo el primero de ellos el jefe de la tribu de Iehudáh (Véase Números 7:1 y s.s.)».

vs.13 – «…La comeréis…» – Dentro de la confusión que había seguido a la muerte de sus dos hijos, Aarón había dejado de comer la porción de la ofrenda que le correspondía. Había ocurrido una tragedia, pero esto no debía afectar al ritual prescrito. A pesar de ello, la obra debía proseguir.

vs.14 – «…Tus hijas contigo…» – Es evidente que la ofrenda a la cual se alude aquí comprendía también la ofrenda de paz, puesto que las hijas de Aarón debían participar de ellas – (cap. 9: 17-21).

Las ofrendas eran cosa santísima, y sólo los sacerdotes debían comer de ellas. Toda la familia, como también otras personas «limpias«, podían participar de la ofrenda de paz.

Las hijas de los sacerdotes pueden comer ciertas ofrendas en “un lugar limpio”, lo cual indica que no solamente se pueden comer en el atrio del tabernáculo, sino fuera del atrio.

Según Rashí, este lugar limpio correspondía a todo el campamento de Israel, puesto que allí no podía entrar ninguna persona con la plaga de tsaráat (traducida como “lepra”), porque haría impuro el campamento.

En el tiempo de los templos, la ciudad de Jerusalén fue considerada pura hasta los límites de sus murallas. Esto nos enseña que las ofrendas con menor grado de santidad, en hebreo kodashim kalim, pueden ser comidas fuera del templo, dentro de las murallas de Jerusalén.

 – «…En un lugar puro…» – Rashi establece la distinción entre» מקום קדוש «, «makóm kadósh» -lugar sacro-, que hace referencia al Santuario mismo y » מקום טהור» «, «makóm tahór» -lugar puro-, que hace referencia al campamento de Israel, llamado» טהור» «, «tahór» -puro- ya que las personas afectadas de» צרעת «, «tsarahat», que traducimos: lepra, no podían ingresar al mismo y quedaban apartadas viviendo «מחוץ למחנה» «mihúts, lamahanéh» -alejados del cumplimento donde vivían los hijos de Israel».

vs.15 – «…Como YHVH lo ha mandado…» – Con el correr de los años, la idea de que nada debía impedir la obra de Dios, de que las circunstancias no debían interrumpir el ritual del santuario, se arraigó profundamente en la conciencia de los sacerdotes. En ocasión de la toma y destrucción final del templo por los romanos en el año 70 DC, fue puesta a prueba hasta el máximo.

La ciudad de Jerusalén ya había sido tomada, pero el templo estaba aún en pie. Era la hora del sacrificio vespertino. En forma calmada y solemne los sacerdotes estaban llevando a cabo el ritual mientras los romanos escalaban los muros y entraban en el recinto del templo. Los edificios fueron incendiados y por todos lados subían las llamas. Pero los sacerdotes, con pasos lentos y medidos, prosiguieron con su tarea, sin siquiera mirar lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Nada debía interferir con la obra de Dios.

Los reyes aprenden la misma lección. Puede explotar una bomba cerca del carruaje real, pero el rey no debe hacer caso. Debe retener su compostura, sin permitir que nada lo turbe. La parada debe proseguir; nadie debe mirar hacia atrás.

La respuesta dada por Jesús a ciertas personas que querían ser sus discípulos, pero que ponían en primer lugar sus asuntos personales, parece a primera vista un tanto dura y desprovista de afecto (ver Luc. 9: 59-62).

Pocos deberes son considerados más urgentes que el de cuidar a los padres. Sin embargo, aun esto que podría ser considerado como deber sagrado – no debe anteponerse a la realización de la obra de Dios. La obra debe proseguir.


  •  vs. 16-20 – La desavenencia entre Moshé y Aharón:

Se ofren­daron tres chivos como ofrendas por pecado ese día. Uno fué la ofrenda especial de Najshón, líder de la tribu de lehudá (véase Números  7:12-17); el segundo fue para la inauguración del Tabernáculo (9:3), siendo ambos kod- &hel shaá, lo que implica que no serían ofrendados en el futuro; el tercero fue la ofrenda por pecado de Rosh Jodesh (Números 28:15) Previamente, Moshé le había ordenado a ks Cohanim que comiesen de las ofrendas farináceas, am- siendo kodshei shaá, y ellos le obedecieron.

Mas como resaltamos anteriormente, hubo una excepción a la regla general porque incluso un Cohén Gadol a quien se le concedió licencia para realizar el servicio como onén no puede comer ofrendas en tanto permanezca en dicha condición.

Por ello, el interrogante que se le presentaba a Aharón y sus hijos era si la orden de Moshé respecto de las ofrendas farináceas asimismo se aplicaba a la carne de las ofrendas por pecado. Y en caso de que sí aplicara, ¿acaso ellos tres debían comer de esta?

Aunque Dios había determinado que los Cohanim comie­sen a pesar de su condición de onén, se dejó a la discreción de Moshé y Aharón que determinaran las circunstancias en que aplicaría el mandato. Moshé enseñó que debía ser aplicado a todas las ofrendas, incluso las kodshei dorot, de manera que los Cohanim comiesen el chivo de Rosh Jódesh.

Empero, Aharón dedujo que, puesto que el man­ dato explícito se relacionó con las ofrendas farináceas, que eran kodshei shaá, debería aplicarse sólo a los chivos de Najshón y los de la Inauguración, los que asimismo eran kodshei shaá. Sin embargo, puesto que el chivo de Rosh Jódesh correspondía a kodshei dorot, Aharón sostenía que les estaba prohibido tanto a él como a sus hijos comer de su carne.

En tal sentido, Rabí Tzadok HaCohén recalca que este es el primer lugar en la Torá en el que nos topamos con una instancia clásica de la Ley Oral puesta en práctica, en la que se emplea el razonamiento humano para definir los paráme­tros de las leyes.

Levítico 20:16-20 – «….Y Moisés preguntó por el macho cabrío de la expiación, y se halló que había sido quemado; y se enojó contra Eleazar e Itamar, los hijos que habían quedado de Aarón, diciendo: (17) ¿Por qué no comisteis la expiación en lugar santo? Pues es muy santa, y la dio él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación, para que sean reconciliados delante de YHVH. (18) Ved que la sangre no fue llevada dentro del santuario; y vosotros debíais comer la ofrenda en el lugar santo, como yo mandé. (19) Y respondió Aarón a Moisés: He aquí hoy han ofrecido su expiación y su holocausto delante de YHVH; pero a mí me han sucedido estas cosas, y si hubiera yo comido hoy del sacrificio de expiación, ¿sería esto grato a YHVH? (20) Y cuando Moisés oyó esto, se dio por satisfecho…» 

vs.16 – «…Moisés preguntó…» – Moisés todavía tenía el mando y debía vigilar para que se hiciese todo como Dios lo había mandado. Cuando se usaba un macho cabrío como ofrenda por el pecado, la sangre no era llevada al santuario, sino que era puesta sobre los cuernos del altar del holocausto.

Según la ley, en tales casos la carne debía ser comida por los sacerdotes (cap. 6: 26). Ese día se había ofrecido un macho cabrío como ofrenda por el pecado (cap. 9: 15), y puesto que la sangre no había sido llevada al santuario, la carne debía haberse comido. No se había hecho así; en consecuencia, el simbolismo del ritual se había desvirtuado completamente.

Al no comer de la carne, Aarón no había cargado con los pecados del pueblo. No podía hacer expiación por los pecados que no llevaba sobre sí. Por esto era una equivocación tan seria. Los pecados llevados por el macho cabrío debían haber sido transferidos a los sacerdotes, quienes entonces harían expiación por ellos. Pero en este caso, no podía haber transferencia porque los sacerdotes no habían comido la carne. Todo lo que el macho cabrío podía hacer era morir, pero la obra de intercesión quedaba sin hacer.

Moisés estaba muy interesado en que se cumpliera la orden divina. Por esta actitud fue llamado un siervo fiel, como está escrito en Números 12:7:

“…No así con mi siervo Moshé; en toda mi casa él es fiel…”

Según Rashí, en ese día se habían ofrecido tres machos cabríos por el pecado: el macho cabrío para la instalación de los sacerdotes – (Levítico 9:3); el macho cabrío de la ofrenda del jefe Najshón de la tribu de Judá – (Números 7:16); y el macho cabrío de la ofrenda de rosh jódesh, el novilunio – (Números 28:15). En este caso se trataba del macho cabrío de la ofrenda de pecado del primer día del mes de Nisán.

Por alguna razón no había sido comido por los sacerdotes. Los sabios presentan dos opiniones por las cuales esto había ocurrido.

La primera opinión dice que había sido impura por haber tocado una fuente de impureza. En tal caso no se podía comer.

La segunda opinión dice que fue quemado enteramente por el estado de luto de Aharón y sus dos hijos restantes. Como esta era una ofrenda que siempre se iba a ofrecer en rosh jódesh, no tenía la misma prioridad como las ofrendas para la instalación en el sacerdocio. Por lo tanto tomaron la decisión de no comerla. Las ofrendas que no eran para la instalación en el sacerdocio no son ingeridas por un sacerdote durante el primer día cuando está de luto. 

 – «…Macho cabrio ofrecido como hatat…» – Esto hace referencia al macho cabrio ofrecido como sacrificio agregado para celebrar el novilunio: מוסף של ראש חדש, «musáf shel rosh hodesh» (Rashi). Cabe recordar que hasta el día de hoy en la sinagoga las oraciones de: ראש חדש, «rosh hódesh» -novilunio-incluyen la» תפילת מוסף «, «tefilát musáf», que es una oración agregada en sustitución de lo que era el» קרבן מוסף «, «korbán musáf» arriba mencionado. Rashi agrega que en esta ocasión se habían ofrecido tres sacrificios, a saber: uno correspondiente al día de la inauguración, el segundo fue el ofrecido por Nahshón ben Hamminadáb, jefe de la tribu de Iehudáh, y el último, el que fue ofrecido por Rosh Hodesh».

 – «…Chivo de la ofrenda por pecado…» – Puesto que esta frase está en singular, es evidente que se había quemado sólo una ofrenda por pecado y no había sido . comida. ¿Cuál era? Los Sabios derivan que era el chivo de Rosh Jódesh. Así pues, habían quemado la ofrenda de Rosh Jódesh, la que pertenecía a kodshei dorot, deduciendo que el mandato de Moshé no podía aplicar a la misma».

 – «…Reclamó con insistencia [literalmente, ules pre­ guntó y preguntótf\. La doble formulación de la pregunta im­ plica que Moshé tenía dos cuestíonamientos: ¿Por qué han quemado las ofrendas de Rosh Jódesh? Y asimismo, ¿por qué han comido las otras ofrendas? ¡Se están contradicien­do! (Rashi, según la interpretación de GurArié).

La mayoría de las ediciones del Pentateuco contienen una nota masorética que señala que estas dos palabras constituyen el punto medio de todas las palabras de la Torá, lo que enseña que toda la Torá gira en torno al plan­teamiento de interrogantes, por lo cual nunca se debe dejar de estudiar, sino, por el contrario, debemos buscar una comprensión más profunda y amplia de la Torá (Déguel Majané Efraim)».

 

vs. 16b – «…Se enojó…»– La mansedumbre de Moisés era notable (Núm. 12: 3), pero él también tuvo momentos de santa indignación. En un momento su indignación fue tal que arrojó las dos tablas de piedra y las rompió en pedazos, acción por la cual Dios no lo reprochó – (Exo. 32: 19).

Dios mismo estaba enojado – (Exo. 32: 9, 10). La ira de Moisés no se abatió de inmediato porque, al ver el becerro de oro, lo hizo moler e hizo que Israel bebiera el agua – (Exo. 32: 20).

Hay ocasiones cuando es correcto demostrar santa indignación. Sin duda a esos momentos se aplica el consejo de Pablo: «…Airaos, pero no pequéis…» – (Efe. 4: 26).

De sí mismo, Pablo dice:

2ª Corintios 11:29 – «…¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?…»

Cuando Moisés quebró las tablas de piedra, «ardió la ira de Moisés«. Por esto Aarón lo reprochó – (Exo. 32: 19, 22), insinuando que no había motivo para enojarse. Pero, como ya se señaló, el Señor estuvo de acuerdo con Moisés en que había justo motivo para airarse.

La ira de Moisés se debía al celo que sentía por Dios y por su causa, no a su orgullo personal ni al deseo de venganza.

 – «…Y se encolerizó…» – Moshé se equivocó al enojarse (Vaikrá Rabá 13:1) pues, de no ser por su enojo, hubiese analizado lo que había sucedido y habría comprendido que los Cohanim actuaron de manera apropiada (Malbim).

En este punto cabe destacar que la Torá no omite mencio­nar las faltas de incluso los más grandes hombres, porque debemos aprender de sus errores de la misma manera que extraemos lecciones de sus virtudes. Si el más grande de los profetas pudo equivocarse en un momento de enojo ciertamente todos debemos aprender a controlar nuestras pasiones».

 – «…Con Elazar…» – De hecho, la crítica ácida de Moshé apuntaba hacia Aharón, quien estaba a cargo del servicio, mas como señal de respeto por su hermano mayor dirigió sus palabras a los hijos (Rashi)».

 

vs.19 – «…¿Sería esto grato a YHVH?…» – Aunque Moisés se había dirigido a Eleazar y a Itamar, hijos de Aarón, y los había reprendido, quien contestó fue el padre. Aarón sabía que la acción de comer la ofrenda por el pecado representaba la transferencia de los pecados del oferente a quien la comía, como Moisés lo había dicho.

Pero después de lo ocurrido, y sintiéndose parcialmente responsable por ello, no se había sentido capaz de llevar los pecados de otros. Con los suyos ya tenía suficiente. No podía menos que sentirse apenado por la muerte de sus hijos; quizá sintiera también algún remordimiento. Evidentemente pensó que en el estado de ánimo en que se encontraba, su servicio como portador simbólico de pecados no sería grato a YHVH.

Sólo un cohén gadól, gran sacerdote, sumo sacerdote, puede comer sacrificios en estado de luto, en hebreo onén, sin profanarlos. Pero aquí vemos como Aharón no lo quería hacer porque consideraba que no era agradable delante de Dios.

 – «…Dijo Aharón…» – A pesar de que Moshé dirigió su áspera interpelación a los hijos de Aharón, estos no res­ pondieron porque hubiera sido una falta de respeto hacerlo en presencia de su padre y además entrar en debate con su maestro Moshé (Rashi)».

 – «…¿Fueron ellos quienes hoy…? De la respuesta de Aharón se desprende que estaba de antemano haciendo eco de otro motivo posible por el cual habrían quemado la ofrenda: puesto que el servicio de un onén se descalifica, la ofrenda que hicieron debía ser quemada. Para desechar tal idea, Aharón aclaró que había sido él, el Cohén Gadol, y no ellos, quien realizó todo el servicio del día -siendo que se le permite a él hacerlo en tanto onén. No obstante, prosiguió Aharón, a pesar de que el servicio fue realizado de la mane­ ra correcta, no se le permitía a nadie comer de la ofrenda, porque incluso un Cohén Gadol no puede comer mientras permanece en condición de onén».

 – «…[Porque ahora] que me sucedieron estas cosas. Ahora que esta tragedia me dejó como onén, descali­ficándome de comer de la carne de los sacrificios…»

 – «…¿Sería ello aprobado por Hashem? ¿Hubiese sido apropiado que incluso yo comiese de la ofrenda de Rosh Jódesh? ¡Ciertamente Hashem no hubiera aprobado!».

 

vs.20 – «…Se dio por satisfecho…» – La palabra así traducida puede también significar «hacer alegrar» o «hacer agradar«. Moisés se dio cuenta que Aarón no había sido negligente ni había omitido a sabiendas un deber conocido, sin una razón. Moisés aceptó la explicación de Aarón y modificó su actitud.

 – «…El (Moshéh) reconociá y no tuvo vergüenza en admitir que no lo había entendido previamente» (Rashi)»

 – «…Y fue considerado correcto ante sus ojos…» – Tan pronto como Moshé oyó el razonamiento de Aharón, admitió que él tenía razón. Y en una muestra de la humildad que era la esencia de su grandeza, Moshé no pretendió defender su postura, sino que admitió sin resquemor alguno que Dios solo le había dado instrucciones respecto a las ofrendas específicas del día, tal como Aharón y sus hijos habían supuesto -mas se le había olvidado (Rashí; Zevajim 101a)».


(Pulse aquí para ver mas comentarios del libro de Levítico)

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