Jesús y los juramentos (Mt 5:33-37)

33 »También han oído que se dijo a sus antepasados: “No faltes a tu juramento, sino cumple con tus promesas al Señor.” 34 Pero yo les digo: No juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36 Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer que ni uno solo de tus cabellos se vuelva blanco o negro. 37 Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno.

International Bible Society, Nueva Versión Internacional (East Brunswick, NJ: Sociedad Bı́blica Internacional, 1979), Mt 5:33–37.

  • Los juramentos – Introducción:

En la sociedad de los tiempos de Jesús había gentes (incluido lideres religiosos) quienes engañaban a su prójimo con falsos juramentos para sacar beneficios, dar veracidad a un asunto u otros propósitos, o simplemente como algo liviano y ligero como si no tuviera importancia, y para hacerlo posible, empleaban los juramentos para dar consistencia y firmeza a lo que decían. Esos juramentos se quebrantaban luego a la ligera sin ningún pudor ni remordimiento. Algunos contemporáneos judíos Habían buscado un modo de esquivar la responsabilidad del perjurio, enseñando que sólo se incurría en él cuando el juramento se hiciera sobre el nombre de Dios. Jesús enseña la realidad de lo que representa el juramento conforme al pensamiento divino.

La práctica de pronunciar un juramento tiene profundas raíces en el Antiguo Testamento. Abraham el amigo de Dios, exigió de su siervo un juramento que lo comprometiese en el cumplimiento de buscar la esposa para su hijo Isaac (Gn. 24:1–3, 8–9). El mismo Abraham también juró a Abimelec que cumpliría su compromiso (Gn. 21:22–24).

Lo que el pueblo ha oído no se da como cita directa del AT, sino como una resumen que condensa con exactitud la carga de Éxodo 20:7; Levítico 19:12; Números 30:2; y Deuteronomio 5:11; 6:13; 23:21-23.

Jacob el nieto de Abraham exigió juramento de José su hijo de que llevaría sus restos a Canaán (Gn. 47:30–31). De la misma manera hizo José con sus hermanos (Gn. 50:25). Más adelante Jonatan, el hijo de Saúl, hizo lo mismo con su amigo y cuñado David (1 S. 20:17).

Dios reguló en la ley la práctica del juramento. Atendiendo al problema de quienes mentían y no hacían honor a lo prometido, estableció que el juramento fuese hecho siempre en Su nombre: “A YHVH tu Dios temerás, y a Él solo servirás, y por su nombre jurarás” (Dt. 6:13; 10:20).

  • Éxodo 20:7:

7 »No uses el *nombre del Señor tu Dios en falso. Yo, el Señor, no tendré por inocente a quien se atreva a usar mi nombre en falso.

International Bible Society, Nueva Versión Internacional (East Brunswick, NJ: Sociedad Bı́blica Internacional, 1979), Éx 20:7.

  • Levítico 19:12:

12 »No juren en mi nombre sólo por jurar, ni profanen el nombre de su Dios. Yo soy el Señor.

International Bible Society, Nueva Versión Internacional (East Brunswick, NJ: Sociedad Bı́blica Internacional, 1979), Lv 19:12.

  • Números 30:2:

2 cuando un hombre haga un voto al Señor, o bajo juramento haga un compromiso, no deberá faltar a su palabra sino que cumplirá con todo lo prometido.

International Bible Society, Nueva Versión Internacional (East Brunswick, NJ: Sociedad Bı́blica Internacional, 1979), Nm 30:2.

  • Deuteronomio 5:11:

11 »No uses el *nombre del Señor tu Dios en falso. Yo, el Señor, no tendré por inocente a quien se atreva a usar mi nombre en falso.

International Bible Society, Nueva Versión Internacional (East Brunswick, NJ: Sociedad Bı́blica Internacional, 1979), Dt 5:11.

  • Deuteronomio 6:13:

13 »Teme al Señor tu Dios, sírvele solamente a él, y jura sólo en su nombre.

International Bible Society, Nueva Versión Internacional (East Brunswick, NJ: Sociedad Bı́blica Internacional, 1979), Dt 6:13.

  • Deuteronomio 23:21:

21 »Si le haces una promesa al Señor tu Dios, no tardes en cumplirla, porque sin duda él demandará que se la cumplas; si no se la cumples, habrás cometido pecado.

International Bible Society, Nueva Versión Internacional (East Brunswick, NJ: Sociedad Bı́blica Internacional, 1979), Dt 23:21.

vs.33 – La ley mosaica prohibía los juramentos irreverentes, el uso a la ligera del nombre del Señor y los votos rotos, el voto al que estaba vinculado se convertía en una deuda que había que pagar al Señor.

Los juramentos en la Antigüedad, que se remontan probablemente a la época preliteraria, eran parte habitual de contratos, acuerdos y tratados. Dado que a menudo no se podía confiar en los humanos (ni para cumplir ni para recordar los términos), los acuerdos a menudo invocaban a los dioses como testigos y garantes del acuerdo162, junto con amenazas contra el violador del acuerdo163.

Un juramento falso es un pobre sustituto de la integridad (5:33-37). En este caso alude al tercer mandamiento del Decálogo: un juramento falso «abusa» o toma en vano el nombre de Dios, porque los juramentos, por definición, invocan a una deidad como testigo (Ex 20:7; Hom. II. 1 .273; 14.158; Sof. Oed. Rex 646-48). 98

Romper un juramento era peligroso, pues en todas las sociedades los juramentos contenían maldiciones que las deidades vengarían si la persona que los juraba rompía el juramento (p. ej., Hom. II. 3.276-80; Hesíodo Teog. 231; Eurip. Medea 752-55; Demosth. Contra Timócrates 151 ; Dion. Ha l. 7.43.1; Paus. 2.2.1; Livio 10.38.10; 21.10.9 ; Corn. N ep. 17 [Agesilao], 2.5; Babrius 50.17; Deut 5:1 1; p. Git. 4:3, §1); 99 los juristas judíos también exigían el castigo de aquellos que juraban cosas que no podían cumplir (p. Sukk. 5:2, §1). Sin embargo, lo que la Biblia pretendía al prohibir los juramentos falsos era que uno debía decir la verdad y cumplir sus promesas. La Biblia hebrea aprobaba algunos juramentos y promesas (por ejemplo, Núm. 5:19-22; 6:2), pero Jesús vuelve a llamar a sus discípulos más allá de la letra de la ley, a su intención. 100 Lo que él quiere decir no es tanto que los juramentos sean malos como que la motivación para hacerlos lo es; simplemente, hay que decir la verdad (5:37). 101

La antítesis relativa a los juramentos comienza, como las otras cuatro antítesis, con una cita de la Ley: «No jurarás en falso, sino que cumplirás los votos que hayas hecho al Señor» (v. 33)164.

La cita resume varias leyes, pero el paralelo más cercano quizá sea Lv 19:12, «no jurarás en falso por mi nombre, profanando así el nombre de tu Dios; yo soy el Señor» (véase también Ex 20:7; Nm 30:3-15; Dt 23:21-23 antes citados), y la última parte del mandamiento citado, «cumple» [literalmente paga] «los votos que has hecho al Señor», puede aludir a Sal 50:14, «paga tus votos al Altísimo» (cf. LXX Sal 49:14).

vs.34 – Los votos se hacían voluntariamente, pero una vez hechos eran vinculantes. Puesto que los dos primeros contrastes han implicado dos de los Diez Mandamientos, es posible que la prohibición de jurar en falso tenga aquí la intención de hacerse eco del noveno mandamiento relativo al falso testimonio (aunque no hay eco verbal, ya que Éx 20:16 no menciona un juramento) o del tercero relativo al uso indebido del nombre de Dios, del que un juramento en falso sería un caso específico (aunque de nuevo no se especifica en Éx 20:7).

El verbo griego que subyace a «no jurarás en falso», epiorkein ἐπιορκέω puede referirse tanto a cometer perjurio (falso testimonio bajo juramento)165 como a hacer un voto que no se cumple.166 Dada la segunda parte del mandamiento citado, «paga los votos que has hecho al Señor», está claro que se pretende el segundo significado.167 Las formas en que la gente sentía que podía dejar sus votos sin cumplir se considerarán en breve.

Pero no basta con abstenerse de hacer votos falsos. Jesús ordena a sus discípulos: «No juréis en absoluto» (v. 34).

Jesús mismo se negó a prestar el juramento que le habría impuesto el sumo sacerdote(en Mt 26:63). Jesús no hará excepciones; hay que evitar los juramentos, ya sea «por el cielo», «por la tierra» o «por Jerusalén». ¿Qué significan estas calificaciones?168

Algunas personas piensan que esto les prohíbe prestar juramento en un tribunal, o hacer un juramento de lealtad. Su deseo de obedecer la Palabra de Dios es admirable, pero creo que en realidad no la han entendido. Como de costumbre, Jesús está predicando de manera antitética; y es importante descubrir exactamente lo que está diciendo antes de tomar su declaración con tal insensible absolutismo.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que el Antiguo Testamento permite a los hombres prestar juramento, incluso en nombre de Dios. «Teme al Señor tu Dios y sírvele. Aférrate a él y jura en su nombre» (Deut. 10:20).

Incluso en el Nuevo Testamento, Pablo, por ejemplo, jura regularmente por el nombre de Dios. En particular, llama a Dios por testigo (Rom. 1:9; 2 Cor. 1:23; 1 Tes. 2:5, 10; cf. Fil. 1:8). Por tanto, si Pablo conocía esta enseñanza de Jesús, ciertamente no la asumió de forma absoluta. Dios mismo jura: jura no enviar otro diluvio universal (Génesis 9:9-11), jura enviar un redentor (Lucas 1:68, 73), resucitar a su Hijo de entre los muertos (Salmo 16:10; Hechos 2:27-31), y mucho más.

vs.35 – La afirmación de Cristo obedece al contexto del sistema farisaico. Aquellos buscaban una fórmula que permitiera incumplir la palabra dada, la promesa hecha, o la afirmación expresada, sin incurrir en perjurio. Ellos enseñaban que no se producía perjurio si no se mencionaba expresamente el nombre de Dios, basándose en el literalismo con que interpretaban y entendían la Palabra de Dios, aplicándola según ese criterio (Lv. 19:12; Nm. 30:2; Dt. 23:21).

En la Mishná, al menos algunas autoridades rabínicas consideran que los juramentos por el cielo, por la tierra y por la propia cabeza no son vinculantes (cf. m. Šebu. 4:13; m. Ned. 1:3; m. Sanh. 3:2; SB 1, pp. 332-4). Leamos un ejemplo:

  • m. Sebu 4:13:

    A. (1) «Te impongo un juramento,» (2) «Te ordeno,» (3) «Te ato,»-lo, estos son responsables.
    B. [Si usó el lenguaje,] «Por cielo y tierra,» he aquí, éstos están exentos.
    C. (1) «Por [el nombre de] Alef-dalet [Adonai]» o (2) «Yud-he [Yahvé]», (3) «Por el Todopoderoso», (4) «Por los Ejércitos», (5) «Por aquel que es clemente y misericordioso», (6) «Por aquel que es sufrido y abundante en misericordia», o por cualquier otro eufemismo-.
    D. he aquí que éstos son responsables.

 Jacob Neusner, The Babylonian Talmud: A Translation and Commentary, vol. 18a (Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 2011), 157.

Veamos otro ejemplo:

  • m. Nedarim 1:3:

    1:3 A. El que diga: «No comeré con vosotros productos no consagrados», «No válidos [alimentos]», y «No puros», «[No] limpios [para el altar]», o «Inmundos», o «Restos», o «Rechazad».
    B. está obligado.
    C. [Si dijo: «Que sea para mí] como el cordero [de la ofrenda completa diaria]», «… como los cobertizos [del templo]», «… como la leña», «… como el fuego», «… como el altar», «… como el santuario», «… como Jerusalén»-.
    D. [si] hizo voto por el nombre de alguno de los utensilios utilizados para el altar,
    E. aunque no haya usado la palabra qorban-
    F. he aquí que éste ha hecho voto [de manera tan obligatoria como si hubiera hecho voto] por qorban.
    G. R. Judá dice: «Quien dice: ‘Jerusalén’, no ha dicho nada».

Jacob Neusner, The Babylonian Talmud: A Translation and Commentary, vol. 10a (Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 2011), 26.

  • m. Sanhedrin 3:2:

3:2 A. «Si uno de los litigantes dijera al otro: ‘Acepto a mi padre como digno de confianza’, ‘acepto a tu padre como digno de confianza’, ‘acepto como dignos de confianza a tres pastores [para que sirvan de jueces]’,»
B. R. Meir dice: «Tiene el poder de retractarse».
C. Y los sabios dicen: «Él no tiene el poder de retractarse».
D. [Si] uno debiera un juramento a su semejante, y éste le dijera: «[En lugar de un juramento], hazme un voto por la vida de tu cabeza«.
E. R. Meir dice: «Tiene el poder de retractarse».
F. Y los sabios dicen: «No tiene el poder de retractarse».

Jacob Neusner, The Babylonian Talmud: A Translation and Commentary, vol. 16 (Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 2011), 112–113.

Por tanto, cualquier juramento en que no estuviese implicado el nombre del Señor, se consideraba como una promesa de menor entidad y no era preciso un cumplimiento tan meticuloso como para la hecha bajo juramento en el nombre de Dios. Las gentes habían aprendido el sistema farisaico y juraban, para apoyar sus afirmaciones y confirmar sus compromisos, por el cielo, por la tierra, por Jerusalén e incluso por su propia cabeza en sentido de su propia vida.

Si la promesa se hacía sin intención de cumplirla o si la afirmación no era cierta, no incurría, según su criterio en el pecado de perjurio, porque no se había hecho en el nombre de Dios. El Señor quiere detener esa práctica, por tanto dice: μὴὀμόσαι ὅλως, “no juréis en ninguna manera”. No estaba prohibiendo lo que Dios establecía en su ley, es decir, jurar por Su nombre, pero lo hacía en relación con juramentos inválidos que generaban una práctica pecaminosa.

El mismo imperativo («No juren») aparece en Stg 5:12a. Entendido literalmente, habría sido difícil en el judaísmo -a pesar de las reservas expresadas hacia los votos y juramentos en Ecl. 5:4-5; 9:2; Ecl. 23:9; Filón, Decal. 84; m. Dem. 2:3; b. Ned. 22a. Sin duda, Josefo dice que los esenios evitaban los juramentos (Bell. 2:135; cf. Filón, Omn. prob. lib. 84); pero los Rollos del Mar Muerto son ambiguos al respecto (véase 11QTemple 53-4; CD 7:8; 9:9-12; 15-16; 1QS 5:8; 6:27).37 Tal vez los esenios sólo exigían un juramento de entrada (cf. Josefo, Bell. 2:139, 142). En cualquier caso, no prohibían todos los juramentos.

La enseñanza de Jesús encuentra su expresión en la carta de Santiago: «Ante todo, amados míos, no juréis ni por el cielo ni por la tierra ni por ningún otro juramento, sino que vuestro ‘sí’ sea sí y vuestro ‘no’ sea no, para que no caigáis bajo condenación» (St 5:12).

La tierra es el estrado de los pies de Dios, conforme a la figura de la profecía: “YHWH dijo así; El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies” (Is. 66:1). Dios es el dueño de la tierra y está vinculado con ella como Creador. Todo quebrantamiento de una promesa jurada por la tierra es un acto de perjurio que trae las mismas consecuencias que un juramento hecho directamente en el nombre del Señor.

Los judíos sentían veneración por la ciudad santa, Jerusalén. Quien daba contenido a la ciudad era el templo, lugar donde se manifestaba la presencia de Dios. Era, por tanto, la ciudad del gran Rey.

El título tiene un alto contenido mesiánico y está tomado de uno de los salmos: “Grande es  YHVH digno de ser en gran manera alabado en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo. Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra, es el monte de Sión, a los lados del norte, la ciudad del gran Rey” (Sal. 48:1–2). Jurar por Jerusalén μήτε εἰς Ἱεροσόλυμα, es jurar por el Dios de Jerusalén, que es πόλις ἐστὶν τοῦ μεγάλου βασιλέως, “la ciudad del gran rey”, en clara alusión a Dios, incurriendo en la misma dimensión de un juramento hecho en Su nombre.

A Jerusalén se le denomina también la “ciudad de Dios” (Sal. 87:3). La ciudad está relacionada con Dios mismo; Él está interesado en ella; la protege, custodia y ama, velando también por cualquier juramento hecho por ella, como lugar donde se manifestaba de forma especial Su presencia.

Todos los juramentos llevan implícito el testimonio de Dios, porque todo lo que existe fue hecho por él. Esto implica que para Jesús, Dios estaba activamente implicado en todos los aspectos de la vida; ninguna parte de la vida, excepto el pecado, era puramente secular.

1 Craig Keener, The Gospel of Matthew: A Socio-Rhetorical Commentary, s. f.

vs.36 – Algunos no se atreverían a jurar por el cielo, ni por la tierra, ni por Jerusalén, pero, el sistema del juramento estaba tan introducido en la sociedad que juraban ἐντῇκεφαλῇ σου por su cabeza. Como si dijesen: “que pierda mi cabeza”. Una afirmación semejante equivaldría a “que pierda mi vida”. Esta fórmula es otra grave inconsecuencia, ya que el hombre no es dueño de su propia vida.

Jesús aporta una prueba para demandar que se dejase tal costumbre. El hombre no tiene poder ni siquiera sobre un elemento de su cuerpo tan aparentemente sencillo como es un cabello.

Nadie puede jurar por su vida sin involucrar en el juramento a quien realmente es el dueño de la vida, autor y dador de la misma, bajo cuyo control está toda la existencia del hombre. Quien incumpla un juramento hecho por su propia cabeza, o por su propia vida, es un perjuro, porque indirectamente ha jurado por el nombre de Dios.

Samuel Pérez Millos, Comentario Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento: Mateo (Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE, 2009), 356.

Mishná Sanedrín 3.2: Si alguien se comprometiera a un juramento con otro y éste le dijera: «Júrame por la vida de tu cabeza» בְחַיֵּי רֹאשֶׁךָ,  según R. Meir (ca. 150), puede retractarse de él; pero los eruditos dijeron: «No puede retractarse (el voto es válido)».

vs.37 – Esta enseñanza negativa se equilibra con un mandamiento positivo que ordena la simple integridad verbal (…que tu si sea si, que tu no sea no…). La palabra propia debe ser siempre fiable, sin necesidad de juramento. La tendencia a prestar juramento concede la prevaricación y, por tanto, tiene su origen en el mal, que puede referirse sutilmente a Satanás, el creador del engaño (Juan 8:44). 29 Si el corazón de uno está bien con Dios, la palabra recta representará transparentemente lo que hay en el corazón de uno. El perjurio y el falso testimonio no ocurrirán.

La palabra mentirosa tiene una procedencia. El Señor dice que τὸ δὲ περισσὸν τούτων “todo lo que es más de esto”, la palabra mentirosa y la conducta perjura proceden del mal, ἐκ τοῦ πονηροῦ ἐστιν literalmente del maligno. Satanás es el creador e inductor de la mentira. En la primera tentación llamó mentiroso a Dios afirmando que lo que el Creador decía no era verdad (Gn. 3:4). Así mintió ante Dios en relación con el justo Job, acusándolo de egoísta e interesado (Job 1:9–11). Apela a la Escritura con parcialidad para sustentar sus propuestas malvadas (Mt. 4:6, 10, 11). El Señor dijo que no había verdad en el diablo (Jn. 8:44). Es Satanás quien llena el corazón de un creyente para llevarlo al grave pecado de mentir a Dios (Hch. 5:3).

  • Juan 8:44:

44 Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!

International Bible Society, Nueva Versión Internacional (East Brunswick, NJ: Sociedad Bı́blica Internacional, 1979), Jn 8:44.

En el futuro la presencia del Anticristo, el hombre de pecado, llevará a la máxima expresión la mentira satánica (2 Ts. 2:9–11). El juramento falso es propio de quienes son mentirosos. Es necesario distinguir bien lo que supone decir una mentira ocasional, a ser un mentiroso. Lo primero puede ser un accidente ocasional, lo segundo forma parte inseparable de la misma vida.

Un creyente, es llevado por Dios a la verdad y su forma de expresión y de vida debe ser verdadera (Zac. 8:16; Ef. 4:25). El que tiene comunión con Cristo y vive a Cristo está en la verdad y habla verdad.

  • Efesios 4:25:

25 Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo

International Bible Society, Nueva Versión Internacional (East Brunswick, NJ: Sociedad Bı́blica Internacional, 1979), Ef 4:25.

Josefo (J. W. 2. 8.6 §135), describiendo a los esenios, escribe: “Cualquier palabra suya tiene más fuerza que un juramento; evitan jurar, considerándolo peor que el perjurio, pues dicen que quien no es creído sin apelar a Dios ya está condenado”.

Filón (Prob. 84) también señala de los esenios que muestran su amor a Dios entre otras formas “por la abstinencia de juramentos, por la veracidad”. La crítica de los juramentos se encuentra en otras partes de Filón (véase esp. Decal. 84; otras referencias en Luz).

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  • Excursus – Sobre el termino Juramento:

Heb. 422 alah, אלה, prop. «conjurar, perjurar»; gr. 1964 epiorkeo, ἐπιορκέω = «jurar falsamente, deshacer el juramento propio», de epí, «contra», orkos, «juramento».

Quebrantamiento de la fe jurada, tipificado como delito de falso testimonio. Perjuro, gr. epíorkos, ἐπίορκος (1 Ti. 1:10), es quien voluntaria y maliciosamente tergiversa un juramento dado.

El perjurio está estrictamente prohibido en la Ley Mosaica como uno de los pecados más odiosos contra Dios y contra el prójimo, relacionado con el «falso testmonio», shebuath sheqer, שְׁבֻע֪ת שֶׁקֶר (Ex. 20:7, 16; Lv. 19:12; Zac. 8:17; Mt. 5:33).

Véase JURAMENTO.

 Alfonso Ropero Berzosa, ed., Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia (Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE, 2013), 1955.

JURAR, JURAMENTO

Heb. 7650 shabá, שׁבע = «jurar, juramentar»; 7621 part. pas. fem de 7650 shebuah, שְׁבוּעָה = «algo jurado», es decir, «juramento»; gr. 3660 ómnymi, ὄμνυμι, u omnýo, ὀμνύω, que implica afirmar o negar algo bajo juramento (p.ej. Mt. 26:74; Mr. 6:23; Lc. 1:73; Heb. 3:11, 18; 4:3; 7:21), acompañado de aquello por lo cual uno jura (p.ej. Mt. 5:34, 36; 23:16; Heb. 6:13, 16; Stg. 5:12; Ap. 10:6); lat. jurare = «jurar», de jus = «derecho, jurisdicción». Cicerón dice que jurar es una afirmación religiosa, es decir, una afirmación con sanción religiosa (De Officiis, 3, 29).

El sustantivo gr. para «juramento» es 3727 horkhos, ὅρχος, prim. equivalente a herkos, «valla, cercado», lo que constriñe a una persona, de ahí «juramento». Aparece 10 veces en el NT; y 3728 horkhomosía, ὁρχωμοσία = afirmación bajo juramento», 4 veces (Heb. 7:20, 21, 28).

El juramento bíblico era una solemne apelación a Dios como testigo de un pacto o para confirmar la verdad de un dicho (Gn. 21:23; Gal. 1:20) y su violación era una gran ofensa a él (2 Cro. 36:13).

El uso del juramento como invocación del nombre divino en apoyo de las propias afirmaciones y promesas es bien conocido en las civilizaciones del Antiguo Oriente; leyes y documentos mesopotámicos indican que el juramento se prestaba a menudo tanto en los actos públicos como en los privados. A los oficiales reales se les exigía un juramento de fidelidad; en los procesos judiciales se exigía el juramento no solo a los testigos, sino también a las partes en causa. Era un acto sagrado, que se pronunciaba habitualmente ante una imagen divina, y en el caso de los hebreos ante ciertos objetos sagrados (Gn. 42:15; 1 R. 8:31; Mt. 23:16–22), levantando la mano a Dios (Gn. 14:22), lo que constituía una apelación al Dios que habitaba en el cielo; o poniendo la mano sobre el muslo del otro (Gn. 24:2), equivalente a referirse al carácter sagrado de la fuente de la vida.

A menudo jurar indica la afirmación decidida de una promesa, como en el caso de los espías enviados por Josué a Jericó (Jos. 6:22). David y Jonatán afirmaron la fuerza de su amor y amistad mediante un juramento (1 Sam. 20:17). La lealtad a Dios se afirma mediante un juramento (Is. 29:18). Sofonías condena a los sacerdotes idólatras (Sof. 1:5).

Recurriendo al lenguaje antropomórfico, Dios aparece a menudo «jurando» por sí mismo (Gn. 22:16–17; cf. Is. 45:23; Jer. 22:5) y por su santidad (Sal. 89:35; Am. 4:2).

Se autoriza el juramento judicial (Ex. 22:11; Nm. 5:19–22), pero se condena el perjurio, la mención profana del nombre de Dios y otros malos usos del juramento (Lv. 19:12; Jos. 23:7; cf. Mt. 14:3–12). Cristo prohibió el juramento (Mt. 5:33–37), pero no de modo absoluto, ya que una doble afirmación o negación valía ya por juramento, lo que indica que para Jesús la simple palabra es tenida por más firme y eficaz que un juramento, ya que todas las palabras se dicen en la presencia de Dios (cf. Mt. 12:36).

Lo que Jesús condena son las minuciosas y arbitrarias restricciones impuestas por los escribas y fariseos en el tema de los juramentos. En Stg. 5:12 se habla de una prohibición absoluta del juramento tal como se llegó a practicar en su día. Había una distinción entre juramentos que obligaban y juramentos que no obligaban. Los primeros estaban hechos en nombre de Dios; la idea era que una vez mencionado expresamente el nombre de Dios, él era el garante de su contenido, pero no en el caso contrario. La costumbre de hacer juramentos por cualquier cosa no era más que una prueba de lo frecuente de la mentira y el fraude. Los > esenios prohibían toda clase de juramento, argumentando que si una persona necesitaba jurar para decir la verdad, es que no era digna de confianza. Otro tanto mantenían los griegos, para quienes la mayor garantía de la verdad de una afirmación no era el juramento, sino el carácter de la persona que lo hiciera. El NT no condena taxativamente todos los juramentos, p.ej. en un tribunal, sino el mal hábito de recurrir a ellos por cualquier cuestión, profanando así el nombre de Dios. El apóstol Pablo hace uso de él en Gal. 1:20 y 1 Tes. 5:27.

En Heb. 6:16 se refiere a la confirmación de un pacto entre hombres, garantizando el cumplimiento de lo acordado; en sus disputas «el fin de toda controversia es el juramento para confirmación». Se hace referencia a este hecho para ilustrar el más importante tema del juramento de Dios a Abraham, confirmando su promesa (cf. Lc. 1:73; Hch. 2:30). Véase PERJURAR, PROMESA.

Bibliografía: AA. VV., Tratados y juramentos en el Antiguo Oriente Próximo (EVD 1994); W. Barclay, Santiago, 5:12 (CLIE 1996); K. Hormmann, “Juramento”, en DMC (Herder 1975); F. Annen, “ὅρχος, horkhos, juramento”, DENT II, 598–600; H.- G. Link y D. Müller, “Juramento”, en DTNT II, 397–403; M. Stenzel, “Juramento”, en DTB, 540–542.

EVD Editorial Verbo Divino, Avda. de Pamplona, 41. 31200 Estella (Navarra). http://www.verbodivino.es

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 Alfonso Ropero Berzosa, ed., Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia (Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE, 2013), 1458–1459.

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162 Agamenón asegura Odiseo: "Esto estoy dispuesto a jurar, y mi corazón me lo pide, ni juraré en falso [epiorkeso] ante dios" (Homero, Ilíada 19.188). La referencia es de J. A. L. Lee, "Led Astray by Punctuation: The Meaning of ἐπιορκέω in Matt 5:33", NovT 52 (2010): 24-36 en 29. Lee llama nuestra atención sobre un error en la presentación de los datos léxicos de Bauer en la edición inglesa de la obra.  datos léxicos de Bauer en la edición inglesa de BAG y BAGD. 
163 Los atenienses rezan "por el que observa este juramento [de honrar la democracia], para que haya muchas bendiciones, pero para el que rompa su juramento [epiorkounti], que él y su familia sean exterminados" (Andocides, Myst. 98). De nuevo, la cita es de Lee. Véase J. A. L. Lee, "Led Astray by Punctuation", NovT 52 (2010): 30. Obsérvese también la yuxtaposición de tratados y juramentos en la acusación ". . lo que ambos hicieron al violar los juramentos [epiorkesan] y romper los tratados...". (Plutarco, Comp. Demetrio y Antonio 5.3); J. A. L. Lee, “Led Astray by Punctuation", NovT 52 (2010): 31.

165 Como en Filón, "Porque un juramento no es otra cosa que llamar a Dios por testigo en un asunto disputado asunto" (Spec. Leg. 2.10), citado por C. H. Talbert, Reading the Sermon on the Mount (2004), 84. Invocar a Dios como testigo, dando falso testimonio, es "la más impía de todas las cosas" (ibid.). todas las cosas" (ibid.). 

166 Como en Cicerón, que escribía en el siglo I a.C., "un juramento es una garantía respaldada por la santidad religiosa, y un juramento solemne es una garantía respaldada por la santidad religiosa; y una promesa solemne dada, como ante Dios como testigo, debe ser sagradamente (De off. 3.104), citado por C. H. Talbert, Reading the Sermon on the Mount (2004), 84. 

167 J. A. L. Lee, "Led Astray by Punctuation", NovT 52 (2010): 35, recomienda como traducción "No faltarás a una promesa jurada, sino que cumplirás al Señor tus promesas juradas".

168 Jesús de Nazaret no fue el único sabio que expresó recelos sobre los juramentos. Ben Sira lo siguiente: "No acostumbres tu boca a jurar, ni pronuncies habitualmente el nombre del Santo. . . . El que hace muchos juramentos está lleno de iniquidad, y el azote no saldrá de su casa. Si jura por error, su pecado permanece sobre él, y si lo ignora, peca doblemente; si jura en falso, no será justificado, pues su casa se llenará de calamidades" (Eclo 23, 9-11). 

37 Discusión en Davies, SSM, pp. 241-5, y L. H. Schiffman, Sectarian Law in the Dead Sea Scrolls, Chico, 1983, pp. 111-54.

98 . En general, el mundo antiguo consideraba piadoso el cumplimiento de los votos (por ejemplo, Isoc. Demon. 13, Or . 1) y perverso el incumplimiento de los juramentos (Hesíodo D.C. 1 90, 194); los juramentos se consideraban sagrados (por ejemplo, Aul. Gel. 6.18; aunque las deidades paganas podían romperlos - Horn. II. 15.36-44); algunos se consideraban moralmente útiles (Núm. Rab. 15:16; Rut Rab. 6:4). Normalmente se hacía un juramento por una deidad (p. ej., Apul. Metam. 2.5), y un juramento falso profanaba el nombre de Dios (p. ej., Ex 20:7; Sifra Qed. par . 2.199.1.6). Un maestro judío muy antiguo supuestamente hacía a la gente responsable ante Dios de los juramentos que sólo se hacían de corazón (p. Sanh. 6:6, §2); Dios también castigaría el incumplimiento de la palabra dada (b. B. Mes. 49a, bar .).
 
99 . Véase también Sanders 1990: 51; Fer guson 1987: 1 17, 184; Mbiti 1970: 277. 

100 . Esta afirmación "Lo oíste decir" puede ser en realidad una especie de fusión targúmica de Lev 19:12 con Deut 23:24, por lo que no es una cita textual de la propia Torá (V ermes 1993: 34). 

101 . El paralelo de Stg 5:12 apoya la tradición pre-matea (cf., p. ej., Blank 1989); para una respuesta a los argumentos contra la autenticidad, véase Ito 1991.

29. La expresión τοῦ πονηροῦ puede ser masculina o neutra. Cf. 6,13; 13,19.38; Jn 17,15; Ef 6,16; 1 Jn 2,13; 5,18-19.

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Fuentes:

1 Craig A. Evans, Mathew (New Cambridge Bible Comentary), s. f.

1 W. D. Davies y Dale C. Allison Jr., A critical and exegetical commentary on the Gospel according to Saint Matthew, vol. 1, International Critical Commentary (London; New York: T&T Clark International, 2004), 537.

1 Craig Keener, The Gospel of Matthew: A Socio-Rhetorical Commentary, s. f.

1 Hermann L. Strack y Paul Billerbeck, A Commentary on the New Testament from the Talmud & Midrash, ed. Jacob N. Cerone, trans. Andrew Bowden y Joseph Longarino, vol. 1 (Bellingham, WA: Lexham Press, 2022), 371.

1 David L. Turner, Matthew (Baker Exegetical Commentary on the New Testament BECNT), s. f.

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