Hasta los días del NT el ayuno llega a ocupar un lugar tan elevado en la práctica y estimación del judaísmo24 que para los gentiles es una de las marcas del judío, cf. Tácito Hist, V, 4: longam olim (durante el peregrinaje por el desierto) famem crebris adhuc ieiuniis fatentur; Suet.AugCaes;, 76, 3: ne Judaeus quidem tam diligenter sabbatis ieiunium servat quam ego hodie servavi.25
Como Daniel, los apocalípticos posteriores se preparan ayunando para la inspiración extática, 4 Esr. 5:13, 19s; 6:31, 35 (cf. 9:23; 12:51); S. Bar. 9:2; 12:5; 20:5; 21:1 ss.; 43:3; 47:2. Un voto se confirma mediante el ayuno, Tob, 7:12; Hch. 23:12, 14 (→ I, 676). También lo es en muchos casos la oración, 1 Mac. 3:47; 2 Mac. 13:12; Bar. 1:5; Jdt. 4:9 ss.; Lc. 2:37; Test. Jos. 4:8; 10:1; Test. B. 1:4; Jos. Ant., 19, 349; 20, 89 (→ 925); cf. Tob. 12,8: ἀγαθὸν προσευχὴ μετὰ νηστείας.
El remordimiento y la penitencia encuentran su expresión en el ayuno, Sal. Sol. 3:8; 2 Εσδρ. 9:3φφ.; Test. R. 1:10; S. Bar. 5:7; 4 Esr. 10:4; Ass. Mos. 9:5 y ss.; Vit. Ad. 6. El ayuno es un ejercicio de virtud, como se desprende del ejemplo de Jos. en Egipto, Test. Jos. 3:4 s.; 4:8; 10:1.
Dios ama al hombre virtuoso que ayuna. 9,2; cf. 3,4: οἱ νηστεύοντες διὰ τὸν θεὸν τοῦ προσώπου τὴν χάριν λαμβάνουσιν. Se menciona lo meritorio del ayuno, por ejemplo, Eth. En. 108, 7 ss.; Filón Spec. Leg., II, 197, y Apc. Eliae 22 s. (aquí definitivamente judío),26 que magnifica el ayuno como algo que Dios creó: «Perdona los pecados y cura las enfermedades, expulsa los espíritus y tiene poder hasta el trono de Dios».
Sólo en raras ocasiones oímos voces que declaran que el ayuno es inútil sin un verdadero alejamiento del pecado, por ejemplo, Sir. 34:31; Test. A. 2:8; Apc. Eliae 23: «Quien ayuna sin ser puro enfada al Señor… pero yo he creado un ayuno puro con un corazón y unas manos puros». Junto al ayuno generalmente obligatorio del Día de la Expiación, la νηστεία (→ 925; 928),27 y otros días de ayuno prescritos (cf. S. Bar. 86, 2; Jos. Ant., 11, 134; Vit., 290; Ap., 2, 282) los celosos entre los justos seleccionan dos días en la semana, el segundo y el quinto (Did., 8, 1 → 933) y voluntariamente los convierten en días regulares de ayuno que guardan estrictamente, Lc. 18, 12 (Mc. 2, 18 y par.).
A menudo un ayuno puede durar, no sólo un día (1 Mac 3,47; S. Bar. 5,7), sino tres (2 Mac 13,12, cf. también Hch 9,9.19), o siete (4 Esr 5,13.20 etc.; S. Bar. 9,2; 12,5 etc.) o incluso cuarenta días (Vit. Ad. 6).
Los días que no permiten el ayuno son la preparación del sábado y el sabbat, la preparación de la luna nueva y las diversas fiestas y festivales (Jdt. 8:6; cf. Jub. 50:10, 12). El ayuno prolongado, a ser posible durante toda la vida, es una marca distintiva de las figuras ideales de la piedad judía, Jdt. 8:6; Eth. En. 108:9 s.; Test. S. 3:4: Test. Jud. 15:4; Test. Jos. 3:4; Lc. 2:37 (¿Ex. 38:26 LXX?).
Se insiste mucho en los gestos de duelo en el ayuno (→ 928), cf. 1 Mac 3,47; Jos. Ant., 19, 349; 20, 89 y esp. Mt 6,16 s. Como representantes de la religión judía más celosa, los fariseos son particularmente estrictos en sus ayunos,28 Sal. Sol. 3:8. Observan ayunos voluntarios (Mc 2,18 par.)29 y valoran la práctica como altamente meritoria, Lc 18,12.30 Característico de la piedad de los discípulos de Juan31 era el hecho de que observaban ayunos voluntarios (Mc 2,18 par.).
En la severidad de los ejercicios piadosos extraordinarios coincidían así con los justos ejemplares del judaísmo. No se nos dice si seguían una regla de su maestro similar a la regla de oración que dio (Lc. 11:1, cf. 5:33), o si seguían su ejemplo, que ilustraba la llamada a la conversión (→ μετάνοια) mediante la práctica ascética (Mc. 1:6 par.; Mt. 11:18 par.).
Entre los Therapeutae una abstención completa de alimento durante 3 o incluso 6 días (Philo Vit. Cont., 35) representa un logro ascético supremo en la vida contemplativa de una hueste de ermitaños piadosos dedicados al estudio de la Escritura.32 No se nos dice que los Essenes incluyeran ayunos entre sus ejercicios piadosos. De hecho, las fuentes no nos dicen con certeza que no comieran carne o vino en su afán por la ἐγκράτεια (→ II, 341).33
El elogio de Filón de la νηστεία por encima de todas las cosas en Spec. Leg., II, 193-20334 se aplica no tanto al ayuno ritual como a la máxima realización posible del ideal ascético de moderación (→ II, 341) con ref. también al comer y al beber, ibid., 197. En Migr. Abr., 98 la más adecuada y perfecta de todas las ofrendas es τὸ ηνστειας καὶ καρτερίας ἀνάθημα, cf. ibid., 204.35
El judaísmo llegó a muchas decisiones con respecto al ayuno (צוּם, הִתְעַנָּה. יָשַׁב בְּתַעֲנִית ),36 tanto el ayuno público de la congregación obligatorio para todos (תַּעֲנִית צִבּוּר) como los ayunos voluntarios de los individuos (תַּעֲנִית יָחִיד). El ayuno principal sigue siendo el Día de la Expiación, el 10 de Tishri (Yoma, 8, 1a). El judaísmo también observa como día de luto nacional el 9 de Ab, el día de la primera y segunda destrucción del templo (Ta’an, 4, 6 ss.).37
Las autoridades también podían ordenar ayunos generales en tiempos de emergencia (sequía, peste, guerra, etc.).38 El lunes y el jueves eran los días preferidos para estos ayunos nacionales extraordinarios (b. Ta’an, 10a, cf. Ta’an, 1, 4 ss.).39 No debe haber ayunos en sábado ni en fiestas.40 Tras el cese del culto sacrificial, el judío se vio más fuertemente impulsado hacia el ayuno privado debido al poder y la meritoriedad de esta obra agradable a Dios.
El ayuno sustituye al sacrificio, b. Ber., 17a: una declaración de R. Shesheth.41 Es mayor que la limosna, porque implica al cuerpo y no sólo al dinero, b. Ber., 32b: una declaración de R. Eleazar.42 Provoca y garantiza una respuesta divina: «El que reza y no recibe respuesta debe ayunar», j Ber., 8a; «El que se viste de cilicio y ayuna, que no se despoje de él hasta que ocurra aquello por lo que reza», Midr. Abba Gorjon, 6a (ed. Buber, 21a).43
El ayuno hace a un santo, b. Ta’an, 11a: pronunciamiento de R. Eleazar.44 El objetivo del ayuno no es sólo expiar el pecado, evitar una calamidad o alcanzar el cumplimiento de un deseo. El ayuno es por sí mismo. Su carácter autoevidente sólo puede entenderse en términos de la convicción de que Dios reconoce el logro como tal.45
Hay un vivo recuerdo de Is. 58:3 y ss.,46 b. Ta’an, 16a (cf. Ta’an, 2, 1), donde en un sermón sobre el ayuno se nos dice que el poder reside, no en el cilicio y el ayuno, sino en la penitencia y las buenas obras.47 Pero éstas son notas subsidiarias que se ven ahogadas por el coro de voces que alaban el ayuno como un fin en sí mismo.
El estudiante de las Escrituras no debe ayunar en privado, porque con ello reduce su trabajo para el cielo, b. Ta’an, 11b; se debilita a sí mismo y no puede estudiar.49 R. Shesheth dijo: «Si un joven sigue ayunando, un perro puede comerse su comida», b. Ta’an, 11b. Una forma especial de ayuno privado, junto con los ayunos ocasionales, es la fijación voluntaria, y más tarde obligatoria, de días específicos para el ayuno.50
Los dos días elegidos eran los que normalmente se designaban para los ayunos nacionales, es decir, lunes y jueves, → 930. Que esta costumbre se remontaba al siglo I no está demostrado de forma concluyente por las fuentes rabínicas,51 pero se desprende de Did., 8, 1, → 933, cf. 929. La razón de tales ayunos puede ser bastante antigua, cf. b. Git., 56a: «R. Çadoq ayunó durante 40 años para que Jerusalén no fuera destruida».52
El individuo ayuna de forma representativa.53 Su ejercicio de la piedad es para la salvación de todo el cuerpo. Así se entiende la preocupación del fariseo de Lc 18,12: «Se presenta ante Dios como alguien que, en el ayuno y la oración, lleva en su corazón el bien y el mal del pueblo. Así piensa que debe ser visto ante Dios».54
1 Johannes Behm, «νῆστις, νηστεύω, νηστεία», ed. Gerhard Kittel, Geoffrey W. Bromiley, y Gerhard Friedrich, Theological dictionary of the New Testament (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1964–), 930.
24 En relación con esto hay que mencionar también la sobriedad en la mañana del sábado, v. Jos. Vit.,279: ἕκτη ὥρα, καθʼ ἣν τοῖς σάββασιν ἀριστοποιεῖσθαι νόμιμόν ἐστιν ἡμῖν y sobre esto Str.-B., II, 615. 25 Sobre el común error romano de que los judíos ayunaban en sábado (→ infra) cf. O. Holtzmann, 350. 26 TU, NF, 2, 3a (1899), 70 ss. 27 Cf. también Jos. Bell., 5, 236: ἐν ᾗ νηστεύειν ἔθος ἡμέρᾳ πάντας τῷ θεῷ, Ant., 3, 240: δεκάτῃ δὲ τοῦ αὐτοῦ (es decir, el séptimo) μηνὸς κατὰ σελήνην διανηστεύοντες ἕως ἑσπέρας. Las oraciones de Rheneia por la venganza también aluden a este día, Ditt. Syll.3, 1181, cf. líneas 10 y ss.: ᾧ πᾶσα ψυχὴ ἐν τῇ σήμερον ἡμέρᾳ ταπεινοῦται μεθʼ ἱκετείας, y sobre esto cf. Deissmann LO, 357 s. La opinión de Deissmann de que el ayuno penitencial y la oración de venganza no se excluyen mutuamente parece confirmada por una nota en Midr. Sal. 41 § 8, donde la oración de Sal. 35:12, pronunciada en cilicio como vestidura de ayuno, podría haber sido una oración de venganza, como Dios mismo supone según el Midr. Cf. Str.-B., I, 371 [Bertram]. 28 No se puede decir lo mismo de los sacerdotes (¿por su sujeción a las leyes de limpieza?) (Loh. Mk., 59). 29 Lc. 5,33: νηστεύουσιν πυκνά, cf. Mt. 9,14 vl. 30 El ayuno del lunes y del jueves (Lc. 18,12) no debe considerarse una norma vinculante para todos los fariseos. 31 La presentación en E. Lohmeyer, Das Urchristentum, 1: "Johannes d. Täufer" (1932), 114 ss. es más clara de lo que permiten las fuentes. 32 Strathmann, 148 y ss.; Bousset-Gressm., 465 y ss. 33 Strathmann, 87 y ss.; Bousset-Gressm., 465; W. Bauer, Art. "Essener", Pauly-W. Suppl. IV, 424. 34 Cf. I. Heinemann, Philons gr. u. jüd. Bildung (1932), 132 ss; W. Völker, "Fortschritt u. Vollendung bei Philo v. Alexandrien", TU 49, 1 (1938), 132 s. 35 Cuando Filón en Ebr., 148 habla de un incesante ayuno y hambre (νηστείαν συνεχῆ καὶ λιμόν) de φρόνησις, está siguiendo un uso fig. que se encuentra de vez en cuando de Emped. Fr., 144 (I, 277, 23, Diels5): νηστεῦσαι κακότητος, y recurrente también en lit. cr. anteriores, p. ej., Cl. Al. Strom., VII, 75, 3; 76, 1, o Chrys. Ad. Populum Antiochenum Hom., 3 (MPG, 49, 53): νηστευέτω καὶ στόμα ἀπὸ ῥημάτων αἰσχρῶν καὶ λοιδορίας (cf. Lidz. Ginza, 18, 25 ss.; 39, 27 ss. etc.); cf. también el ágrafo, → n. 66. 36 Primero en el rollo de ayunos (Megillat Ta'an) del s. I d.C. Para la forma aramea original, cf. G. Dalman, Aram. Dialektproben2 (1927), 1 ss. La edición de A. Neubauer en Anecdota Oxoniensia, Semitic Ser., I, 6 (1895), 3 ss. contiene también añadidos hebreos posteriores. 37 Str.-B., IV, 77 ss. 38 Ibld., 82 ss. 39 Sobre su elección por motivos de conveniencia, ibid., 89; II, 243, n. 2. 40 El rollo de los ayunos (→ n. 36) prohíbe por primera vez ayunar no sólo en las fiestas cúlticas (cf. Jdt. 8, 6 → 929), sino también en las fiestas nacionales. 41 Str.-B., IV, 107, núm. 9c. 42 Ibídem, núm. 9d. 43 Ibid., 103, núm. 8a. 44 Ibídem, 108, nº 91. 45 Ibídem, 94 y 105. 46 Ibídem, 107, núm. 9a. 47 Loc. cit. 48 Ibídem, II, 95. 49 II, 100, núm. 6w. 50 II, 242 ss. 51 En su forma original, la Meguilat Ta'an no se ocupa del ayuno voluntario del segundo y quinto día. La primera referencia al respecto se encuentra en un comentario hebreo muy posterior. En el c. 12 y en Megillat Ta'an, 13, que es una adición posterior, tenemos la explicación: "Nuestros maestros también han ordenado que se ayune el segundo y el quinto día por tres razones: por la destrucción del templo; por la Torá que ha sido quemada; y por la profanación del nombre divino", cf. Str.-B., II, 243. 52 Str.-B., II, 243 s. se refiere al ayuno de lunes a jueves de los laicos presentes en el sacrificio tamid en el templo (Ta'an, 4, 3), que tenía ref. a las necesidades especiales del pueblo, cf., p. ej., b. Ta'an, 27b Bar. (Str.-B., II, 65, núm. 3h). 53 Moore, II, 261 s. 54 Str.-B., II, 244; cf. Schl. Lk., ad loc.


