Las ruinas de palacios y tumbas reales apenas dejan entrever la grandeza, el poder y la riqueza del antiguo imperio dual de Media y Persia. Antes de que se unieran los dos reinos, Media tenía la hegemonía. Pero en 550 antes de nuestra era, los medos pasaron a estar bajo el control del rey persa Ciro II, quien a partir de entonces gobernó sobre el reino constituido por la unión de Media y Persia. En un principio, este inmenso reino ocupaba la región situada al norte del golfo Pérsico, pero acabó extendiéndose desde el mar Egeo y Egipto hasta el noroeste de la India, e incluía Judea.
Medopersia gobernó sobre la nación judía por más de doscientos años: desde que conquistó Babilonia en 539 hasta que fue derrotada por los griegos en 331. Varios libros de la Biblia se refieren a sucesos notables que ocurrieron durante ese tiempo.
Los persas y los medos, fueron gobernados por varias familias nobles.
Una de estas produjo la dinastía de reyes aqueménidas, linaje real del que procedió el fundador del Imperio persa: Ciro el Grande.
Ciro nació de padre persa y madre meda, y unió a los persas bajo su caudillaje.
Hasta entonces los medos habían dominado a los persas, pero Ciro consiguió una rápida victoria sobre el rey medo Astiages y capturó su capital, Ecbátana (550 a. E.C.). (Da 8: 3, 20.)
El Imperio medo quedó así bajo el control de los persas.
- Historia resumida:
La Biblia cuenta que el rey Ciro II liberó a los judíos cautivos en Babilonia y les dio permiso para regresar a Jerusalén y reconstruir el templo de Dios, que los babilonios habían destruido en el año 607 antes de nuestra era – (Esdras 1:1-7; 6:3-5).
Este relato está corroborado por el Cilindro de Ciro, un documento de arcilla que se descubrió en las ruinas de Babilonia en 1879. La inscripción menciona a Ciro por nombre y narra su política de permitir que quienes habían sido tomados cautivos por las naciones que él conquistaba regresaran a la tierra de sus antepasados con sus objetos religiosos. El escritor bíblico Isaías registró las palabras proféticas de YHVH concernientes a Ciro:
Isaías 44:28 – “…Que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado…”
Es más, Ciro ordenó lo siguiente respecto a los fondos para la reconstrucción del templo:
Esdras 6:3, 4 – “Que el gasto se dé de la casa del rey”
Este sobresaliente dato encaja con la historia extrabíblica. Por ejemplo, el libro Persia and the Bible dice:
“La política habitual de los reyes persas era apoyar la restauración de los santuarios de su imperio”
La Biblia nos dice que los adversarios de los judíos escribieron posteriormente una carta a Darío el Grande (llamado también Darío I) en la que ponían en duda que Ciro les hubiera autorizado la reconstrucción del templo.
Darío mandó que se buscara el decreto original de Ciro. Y en Ecbátana, la capital de Media, se encontró un rollo en el que constaba dicho decreto. En respuesta, Darío escribió:
“Yo, Darío, sí emito una orden. Sea [reconstruido el templo] prestamente”.
Con ello cesó la oposición a las obras – (Esdras 6:2, 7, 12, 13).
La historia extrabíblica confirma estos detalles. Ecbátana era la residencia de verano de Ciro, y es posible que él promulgara su decreto desde allí. Además, los hallazgos arqueológicos indican que los reyes medopersas concedían mucha importancia a las cuestiones religiosas que surgían en su nación y escribían cartas para resolver los conflictos.
- Los medos y persas se unieron:
Ciro combinó las costumbres y leyes de los dos pueblos, unió sus reinos y dio expansión a sus conquistas.
Aunque los medos estaban bajo el dominio de los persas, el imperio era definitivamente de naturaleza binaria.
Había medos en puestos encumbrados y comandaban ejércitos persas.
- Extensión del imperio:
En un principio, este inmenso reino ocupaba la región situada al norte del golfo Pérsico, pero acabó extendiéndose desde el mar Egeo y Egipto hasta el noroeste de la India, e incluía Judea.
Medopersia gobernó sobre la nación judía por más de doscientos años: desde que conquistó Babilonia en 539 a.E.C. hasta que fue derrotada por los griegos en 331 a.E.C.
- Una potencia creciente:
Los medos se concentraban en el norte de la meseta, aunque con el tiempo se extendieron a Armenia y Cilicia.
Los persas, por otro lado, habitaban la parte suroccidental, al este del valle del Tigris.
A mediados del siglo VI a.E.C., los dos reinos se aliaron a las órdenes de Ciro y formaron la potencia mundial medo persa.
Ciro tomó Babilonia en 539 a.E.C. Sus dominios se extendieron desde la India, en el este, hasta Egipto y la actual Turquía, en el oeste.
- Talante de Ciro:
A los pueblos del imperio se les animó a no dejar sus costumbres y religiones.
Ciro gobernó de modo humanitario y tolerante. Dividió el imperio en provincias, cada una administrada por un sátrapa que solía ser persa, si bien un gobernante local bajo su mando también ejercía cierta autoridad.
- Religión:
Su religión incluía algunos preceptos éticos.
Además de su dios principal, Ahura Mazda, una deidad importante era Mitra, a la que con el tiempo no solo se conoció como un dios de la guerra, sino también como el dios de los contratos, cuyos ojos y oídos siempre estaban alerta para poner al descubierto a quien violara un acuerdo.
La gente del Imperio medo persa eran seguidores de Zoroastro.
- Potencia militar:
Es posible que los persas hayan sido los mejores arqueros de la historia.
A los niños persas se les enseñaba a disparar con el arco y a cabalgar desde los cinco años hasta los veinte; su caballería era experta incluso en disparar flechas hacia atrás.
La estrategia persa se fundaba en la maniobrabilidad y libertad de movimiento de los arqueros, que atacaban al enemigo con una lluvia de flechas.
- La base de una sociedad creciente:
Desde los cinco, hasta los veinte años, sólo enseñaban a sus hijos tres cosas:
- Montar a caballo
- Disparar el arco
- Decir la verdad… (Consideraban que mentir constituía la mayor deshonra).
Cuando se halló el decreto de Ciro unos dieciocho años después de que se emitió, el rey Darío reconoció la legalidad de la postura judía respecto a la edificación del templo y ordenó que se cooperara con ellos plenamente – (Esdras 6:1-12).
- Era un imperio bien gestionado:
La organización imperial persa manifiesta una considerable habilidad administrativa. Además de la junta consultiva o consejo privado del rey, compuesta por “siete príncipes de Persia y Media” – (Ester 1:14; Esdras 7:14).
Había sátrapas nombrados sobre regiones o países importantes, como, por ejemplo: Media, Elam, Partia, Babilonia, Asiria, Arabia, Armenia, Capadocia, Lidia, Jonia y, al extenderse el imperio, Egipto, Etiopía y Libia.
A estos sátrapas se les concedía un margen de autonomía en el gobierno de la satrapía, con competencias en la administración de asuntos judiciales y financieros dentro de su territorio.
- Ciudades importantes del imperio:
Tras conquistar Babilonia, los medo persas hicieron de esta ciudad de veranos abrasadores un centro administrativo.
Susa, la anterior capital de Elam, era una de las ciudades reales.
Fue allí donde, posteriormente, el rey persa Asuero (al parecer Jerjes I) convirtió a Ester en su reina y frustró una conspiración que perseguía el exterminio del pueblo judío del inmenso imperio.
Otras dos capitales medo persas fueron Ecbátana (a más de 1.900 metros sobre el nivel del mar, con agradables veranos) y Pasargada (a la misma altitud, unos 650 kilómetros al sudeste).
- Persépolis:
Cerca de Pasargada, los emperadores persas Darío, Jerjes y Artajerjes Longimano edificaron tiempo después la ciudad real de Persépolis, a la que dotaron con un gran sistema de túneles subterráneos, seguramente para suministrar agua potable.
En esta ciudad Darío el Grande edificó un magnífico palacio de invierno, pues en Susa, al igual que en Babilonia, el calor del verano era extremado.
No obstante, con el transcurso del tiempo, Susa se convirtió en el verdadero centro administrativo del imperio.
- Babilonia era inexpugnable:
Cuando Ciro llegó a Babilonia en 539 a.E.C., se encontró ante una empresa colosal.
Rodeada de enormes murallas y de un foso profundo y ancho inundado por las aguas del Éufrates, la ciudad parecía inexpugnable.
A su paso por Babilonia, el río estaba flanqueado por dos muros altos como montañas y con enormes puertas de cobre.
- Conquista de Babilonia:
Ciro desvió el caudal del río Éufrates varios kilómetros al norte de Babilonia.
A continuación, sus tropas avanzaron por el lecho del río, subieron la cuesta que llegaba hasta el muro y entraron sin dificultad en la ciudad, pues las puertas de cobre (Mirar la nota al final de la página) se habían quedado abiertas.
Mientras la ciudad celebraba una fiesta, envió sus fuerzas por el lecho del río, pasando los muros de la ciudad.
Las tropas, bajo el mando de Gobrias y Gadatas, sorprendieron a los guardas desprevenidos y consiguieron entrar a través de las mismas puertas del palacio.
En una sola noche “la ciudad había sido tomada y el rey muerto”, y los soldados babilonios que ocupaban las diversas ciudadelas se rindieron a la mañana siguiente.
Corrieron rápidamente por sus calles, matando a todo el que ofrecía resistencia, capturaron el palacio y dieron muerte a Belsasar. Todo había terminado.
Babilonia había caído en una sola noche, un acontecimiento que señalaba el fin de siglos de supremacía semita. Babilonia pasó a poder de los arios.
- Ciro el Grande:
Ciro era un hombre tolerante, y es posible que su religión tuviera que ver con ello.
Seguía las enseñanzas del profeta persa Zoroastro y adoraba a Ahura Mazda, dios al que se atribuía la creación de todo lo bueno.
“Zoroastro presentó a Dios como la perfección moral. Enseñó que Ahura Mazda no es vengativo, sino justo, y que, por tanto, no hay que temerle, sino amarle”
Tal vez la creencia en un dios con sentido de la moral y la justicia moldeara los valores de Ciro y lo inclinara hacia la magnanimidad y la rectitud.
- En 537 a.E.C. Israel regresó del destierro:
El decreto de Ciro ordenaba:
Esdras 1:1-4 – “Cualquiera que quede de todos los lugares donde esté residiendo como forastero, que los hombres de su lugar lo ayuden con plata y con oro y con bienes y con animales domésticos, junto con la ofrenda voluntaria para la casa del Dios verdadero, la cual estaba en Jerusalén”
Ciro también devolvió 5.400 vasos de oro y plata que Nabucodonosor había tomado del templo de Salomón – (Esdras 1:7-11).
- Regreso a Jerusalén:
Tras el edicto de 537 a.E.C., por el que Ciro emancipó a los hebreos, salió de Babilonia un resto con inclinaciones espirituales integrado por una multitud de judíos y gentiles.
Unos 50.000 cautivos regresaron para reconstruir a Jerusalén y el templo de Jehová, y llegaron a aquel lugar precisamente al fin de los predichos 70 años de cautiverio – (Esdras 1:1-11).
Volvió a una tierra de ciudades en ruinas y yermos que había perdido su antigua extensión al ocuparla edomitas, fenicios, samaritanos, tribus árabes y otros grupos.
Con los despojos de Judá y Benjamín se formó la provincia de Judá, circunscrita a la satrapía de Abar Nahara, cuyo nombre significa “Más allá del Río” – (Esdras 1:1-4; 2:64, 65).
- Diáspora judía:
Con el tiempo, los judíos también se establecieron en otras zonas del imperio, como en el delta del Nilo y aún más al sur.
En Babilonia permaneció una considerable comunidad judía, lo que quizá explique por qué, siglos después, el apóstol Pedro visitó aquella ciudad – (1 Pe 5:13).
El Imperio medo persa tuvo mucho que ver con que hubiera judíos en numerosos lugares de los subsiguientes imperios griego y romano.
- Situación de Jerusalén:
Muchos judíos habían prosperado en Babilonia, de modo que, desde un punto de vista material, no les atraían las perspectivas de volver a Jerusalén.
Para aquel entonces la ciudad estaba escasamente poblada, y el buen comienzo que habían tenido los judíos bajo Zorobabel parecía haber terminado.
Jerusalén misma estaba poco poblada, y parecía haberse quedado a medio camino en el logro de los objetivos que los primeros pobladores habían tenido ante sí.
Ya fuera por la debilidad de aquellos primeros pobladores o por las incursiones de las tribus vecinas, el muro de Jerusalén estaba sin terminar, tenía grandes brechas donde las puertas quemadas aún estaban sin reparar, las laderas de sus colinas estaban cubiertas con los escombros de sus ruinas y aunque el Templo estaba terminado, aún no tenía todo el mobiliario y la ornamentación era inadecuada.
- Oposición a la construcción:
En 537 a. E.C. edificaron el altar, y al año siguiente colocaron el fundamento del nuevo templo. Los reedificadores contrataron a sidonios y tirios para llevar madera de cedro del Líbano, como había hecho Salomón – (Esdras 3:7).
No obstante, la oposición, en particular de los samaritanos, los desanimó, y después de quince años los opositores incluso incitaron al rey de Persia a paralizar la obra – (Esdras 4).
- Darío el Grande, rey de Persia:
Reinado en 522 a.E.C.
El fundamento del templo se colocó en 536 a. E.C., pero la obra de reconstrucción se prohibió en 522 a. E.C. y “continuó detenida hasta el segundo año del reinado de Darío” (520 a. E.C.) – (Esdras 4:4, 5, 24).
Durante ese año, los profetas Ageo y Zacarías animaron a los judíos a reanudar la construcción, y el trabajo volvió a emprenderse – (Esdras 5:1, 2; Ag 1:1, 14, 15; Zacarías 1:1).
- Nehemías y la reconstrucción:
Aproximadamente un siglo y medio después de la conquista de Nabucodonosor, los muros y las puertas de la ciudad permanecían derruidos.
Nehemías obtuvo permiso de Artajerjes para ir a Jerusalén y remediar esta situación – (Ne 2:1-8).
A pesar del hostigamiento a que tuvieron que hacer frente los israelitas, en el año 455 a. E.C. edificaron un muro y puertas alrededor de Jerusalén en tan solo cincuenta y dos días – (Ne 4:1-23; 6:15; 7:1).
- Reinicio de la obra:
Los judíos habían abandonado la construcción del templo y se habían dedicado a otros menesteres, de modo que YHVH envió a sus profetas Ageo y Zacarías en el segundo año de Darío I (520 a. E.C.) a fin de animarlos a continuar, y luego se promulgó un decreto para que se respetase la orden original de Ciro y en el que se mandaba que se suministrara dinero de la tesorería real para sufragar las necesidades de los constructores y los sacerdotes – (Esdras 5:1, 2; 6:1-12).
- Reconstrucción del Templo:
Tatenai, el gobernador representaba los intereses imperiales en la región que estaba al O. del Éufrates.
El y otros funcionarios enviaron una carta al rey persa Darío, en la que le informaba de la obra de construcción,
También le expuso la alegación de los judíos en cuanto a la legalidad del proyecto y pidió que se investigara en los archivos reales si existía corroboración escrita de la afirmación que estos hacían – (Esdras 5:3-17).
La búsqueda oficial de los registros en los archivos de Ecbátana, la antigua capital de Media, resultó en la localización del documento de Ciro.
Darío, por lo tanto, envió órdenes que proveyeran fondos de la “tesorería real, del impuesto de más allá del Río”, para la construcción, así como animales y otras provisiones necesarias para las ofrendas de sacrificio.
Todo el que violase la orden del rey debía ser colgado de un madero y su casa, “convertida en un excusado público” – (Esdras 6:1-12).
La edificación progresó con rapidez, y la casa de YHVH se terminó el año 515 a. E.C.
Luego los judíos inauguraron el templo reedificado y celebraron la Pascua – (Esdras 6:13-22).
- Darío el Medo:
Entronizado en 539 a.E.C. para reinar sobre Babilonia.
Darío el medo. Sucedió en el trono al rey caldeo Belsasar cuando las fuerzas de Ciro el persa conquistaron Babilonia. Para aquel entonces Darío tenía unos sesenta y dos años – (Dan 5:30, 31).
Más adelante se le identifica como “el hijo de Asuero de la descendencia de los medos” – (Dan 9:1).
Darío nombró 120 sátrapas para servir por todos sus dominios, así como tres altos funcionarios que velaban por los intereses del rey controlando a los sátrapas.
Uno de estos tres altos oficiales era Daniel, quien se distinguió tanto sobre los otros funcionarios y sátrapas que Darío estaba pensando en hacerle primer ministro.
Darío fue quien firmó el decreto y Daniel fue arrojado al foso de los leones, aunque después el propio Darío lo rescató.
- Jerjes I (Asuero):
Jerjes, el hijo de Darío, debió ser el rey Asuero mencionado en el libro de Ester. Sus acciones también encajan con la descripción del cuarto rey persa, que “[levantaría] todo contra el reino de Grecia” – (Daniel 11:2).
Intentando vengarse de la derrota persa en Maratón, Jerjes lanzó su maquinaria bélica contra la Grecia continental en 480 a. E.C.
No obstante, tras la costosa victoria de las Termópilas y la destrucción de Atenas, sus fuerzas fueron derrotadas en Salamina y Platea, lo que le obligó a retirarse a Persia.
- Jerjes I derrotado por los griegos:
Jerjes I ciertamente ‘levantó todo contra el reino de Grecia’, es decir, los estados griegos independientes como colectividad.
La historia declara que la fuerza marítima “ascendía en total a 517.610 hombres”.
El número de los soldados de infantería era de 1.700.000; el de los de caballería 80.000; a lo cual hay que agregar los árabes que montaban en camellos, y los libios que peleaban en carros, que calculo en 20.000.
Por lo tanto, el número entero de las fuerzas terrestres y marítimas sumado asciende a 2.317.610 hombres.
A pesar del apoyo de esta enorme máquina bélica, Jerjes I fue derrotado
- Jerjes I (Asuero):
El reinado de Jerjes se caracterizó por ciertas reformas administrativas y por terminar gran parte de las obras de construcción que su padre había iniciado en Persépolis – (Ester 10: 1, 2).
Las narraciones griegas sobre el final del reinado de Jerjes giran alrededor de ciertas dificultades maritales, desórdenes en su harén y la supuesta influencia que ejercían sobre él algunos de sus cortesanos.
Estos relatos pueden reflejar, aunque de una manera muy confusa y distorsionada, algunos de los hechos básicos del libro de Ester, como el que se depusiera a la reina Vasti y se la reemplazara por Ester, así como la ascensión de Mardoqueo a un puesto de gran autoridad en el reino – (Ester 2: 17; 10:3).
- Artajerjes Longimano:
Artajerjes Longimano, sucesor de Jerjes, se distinguió por autorizar el regreso de Esdras a Jerusalén con una importante contribución para el templo. Esto ocurrió en su año séptimo (468 a. E.C.) – (Esdras 7:1-26; 8:24-36).
En el año vigésimo de su reinado (455 a. E.C.), Nehemías consiguió el permiso para ir a Jerusalén y reconstruir la ciudad – (Ne 1:3; 2:1, 5-8).
Más tarde, Nehemías regresó a la corte de Artajerjes por un tiempo en el año trigésimo segundo del reinado de este rey (443 a. E.C.) – (Nehemías 13:6).
- Templo acabado:
¿Cuántos años tomó la reconstrucción del templo?
Se colocaron los cimientos en el año 536 a.E.C.
Los trabajos se interrumpieron en los días del rey Artajerjes, en el año 522, y la prohibición duró hasta 520, el segundo año del reinado de Darío el Persa.
La reconstrucción del templo tomó unos veinte años.
Finalmente, la obra se completó en 515 a.E.C., en el sexto año de Darío.
- Poblar Jerusalén:
Jerusalén era entonces “ancha y grande, [pero] había pocas personas dentro de ella” – (Ne 7:4).
Después de la lectura pública de las Escrituras y las celebraciones que se llevaron a cabo en la “plaza pública que estaba delante de la Puerta del Agua”, al E. de la ciudad – (Ne 3:26; 8:1-18), se hizo que uno de cada diez israelitas entrase a morar en Jerusalén a fin de aumentar la población de la ciudad. Se echaron suertes para tomar esta decisión, aunque hubo quienes se ofrecieron voluntarios – (Ne 11:1, 2).
La gobernación de Nehemías duró unos doce años, en el curso de los cuales hizo un viaje a la corte del rey persa – (Ne 13:4-31).
El registro de las Escrituras Hebreas termina con las medidas enérgicas que tomó Nehemías para desarraigar la apostasía poco después de 443 a. E.C.
- Sátrapas:
Una de las primeras medidas que Darío adoptó fue nombrar a 120 sátrapas. Según se cree, a veces se confiaba ese cargo a parientes escogidos del rey.
Cada sátrapa gobernaba un gran distrito o una subdivisión más pequeña del imperio – (Daniel 6:1).
Entre sus deberes figuraban la recaudación de impuestos y el envío del tributo a la corte real. Aunque periódicamente recibía la visita de inspección de un representante del rey, el sátrapa tenía una autoridad considerable.
El significado de su título era “protector del reino”, y en su provincia se le consideraba un rey vasallo, casi con poder absoluto.
- Personajes relacionados con Israel:
Ciro el Grande unió el imperio, conquistó Babilonia, y dio la libertad al pueblo judío.
〉Fecha de la conquista de Babilonia; 539 a.E.C.
Darío el Medo, se le nombró rey de Babilonia, después de ser conquistada y mantuvo una estrecha relación con el profeta Daniel.
〉Fecha del comienzo de su reinado; 539 a.E.C.
Darío el Grande ratificó el edicto de Ciro de reconstruir Jerusalén y su Templo
〉Fecha del comienzo de su reinado; 521 a.E.C.
Jerjes I (Rey Asuero) protegió al pueblo judío del intento de ser exterminado.
〉Fecha del comienzo de su reinado; 496 a.E.C.
Artajerjes Longímano respaldó a Esdras y Nehemías para la redificación de Jerusalén y su templo.
〉Fecha del comienzo de su reinado; 475 a.E.C.
- Jerusalén en tiempos de Nehemías:
- Zorobabel:
Primer gobernador de los judíos repatriados – (Ag 2:21); descendiente del rey David y antepasado de Jesucristo.
Después de la liberación del exilio en Babilonia, en el año 537 a. E.C., Zorobabel condujo a un resto judío de regreso a Jerusalén y Judá – (Esdras 2:1, 2; Ne 7:6, 7; 12:1).
Una vez en Jerusalén, se erigió el altar del templo bajo la dirección de Zorobabel y Jesúa, el sumo sacerdote – (Esdras 3:1, 2), y al segundo año, del año 536 a. E.C., empezó la construcción del templo mismo – (Esdras 3:8).
- Oposición a la construcción:
No judíos siguieron desanimando a los que reconstruían el templo, y finalmente (en 522 a. E.C.) consiguieron la proscripción oficial de la obra.
Dos años más tarde, animados por los profetas Ageo y Zacarías, Zorobabel y Jesúa (Josué) reanudaron valerosamente la construcción del templo a pesar de la proscripción – (Esdras 4:23, 24; 5:1, 2; Ag 1:1, 12, 14; Zacarías 1:1).
Una investigación posterior de los archivos persas confirmó la legalidad de la obra – (Esdras 6:1-12).
Ageo y Zacarías continuaron animando a Zorobabel, y lo fortalecieron para el trabajo, recordándole que tenía el favor divino – (Ag 2:2-4, 21-23; Zacarías 4:6-10).
Por fin (en 515 a. E.C.), se terminó la construcción del templo – (Esdras 6:13-15).
Durante la gobernación de Zorobabel también se atendieron las necesidades de los levitas, pues los cantores y porteros recibieron su porción “según la necesidad diaria” – (Nehemías 12:47).
- Parte final del dominio Persa:
Durante la dominación persa, Judá vivió “un período de expansión y crecimiento demográfico”.
“Labriegos y peregrinos traían sus ofrendas; el Templo y la ciudad se enriquecían, y su prosperidad atraía a mercaderes y artesanos extranjeros”
Los persas, muy tolerantes con las administraciones y las religiones de cada zona, exigían onerosos tributos, pagables únicamente en metales preciosos – (Nehemías 5:1-5, 15; 9:36, 37; 13:15, 16, 20)
Los últimos años del Imperio persa fueron tumultuosos, con frecuentes revueltas de los sátrapas.
Muchos judíos intervinieron en un alzamiento que tuvo lugar en la costa mediterránea, por lo que fueron deportados a lugares tan septentrionales como Hircania, a orillas del Caspio.
Parece, sin embargo, que la mayor parte de Judá no padeció las represalias persas.
〉Nota:
En la Tabla Periódica de los elementos, el cobre pertenece al grupo de los metales, mientras que el bronce no es un elemento sino una aleación entre metales.
Bronce es la denominación dada a las aleaciones metálicas que tienen como elemento base al cobre.
El cobre (heb. nejó·scheth; gr. kjal·kós) es un metal maleable que se puede martillear con facilidad y moldear de muy diversas formas. El cobre aumenta su dureza de manera considerable cuando está aleado con otros metales. Una de estas aleaciones, el bronce, se obtiene de la combinación del cobre con el estaño; se han hallado piezas antiguas que contienen aproximadamente del 2 al 18% de estaño.
La palabra hebrea jasch·man·ním, traducida “efectos de bronce” (NM) y “bronce” (vs. 32, Ga), se encuentra tan solo una vez en la Biblia – (Sal 68:31) El significado de esta palabra es incierto, así que se ha traducido de diversas maneras: “mensajeros” (BAS), “dignatarios” (Val, 1989), “magnates” (vs. 32, FS), “príncipes” (Val) y “embajadores” (VP), entre otras.
El cobre no era muy abundante en su estado natural. Para obtener el metal puro, había que fundir algunos minerales que lo contenían: óxidos, carbonatos o sulfuros. Se han encontrado minas de cobre en Wadi Arabá, la parte árida de la gran hendidura que se extiende al S. del mar Muerto hasta el golfo de ʽAqaba, en el brazo oriental del mar Rojo. (Job 28:2-4).
Las montañas de la Tierra Prometida contenían cobre – (Dt 8:9). Salomón fundió artículos de cobre cerca de Sucot – (1Re 7:14-46; 2Cr 4:1-18). Este metal también abundaba en Chipre. La Biblia dice asimismo que Javán, Tubal y Mesec eran fuentes de cobre – (Eze 27:13).
El cobre y sus aleaciones tenían usos variados y prácticos. Se dice que Tubal-caín, un personaje anterior al Diluvio del tiempo de Noé, forjó herramientas de cobre, de lo que se deduce que fue uno de los primeros metales usados por el hombre – (Gé 4:22). Entre los utensilios del santuario y los que servían para uso doméstico, había ollas, palanganas, sartenes, palas y tenedores – (Éx 38:3; Le 6:28; Jer 52:18). El cobre se usaba para hacer puertas, verjas, columnas e instrumentos musicales – (2Re 25:13; 1Cr 15:19; Sl 107:16; Isa 45:2), así como armaduras, escudos, armas y grilletes – (1Sa 17:5, 6, 38; 2Sa 22:35; 2Re 25:7; 2Cr 12:10).
El Salmo 107:16 e Isaías 45:2 utilizan la palabra cobre. Otras traducciones de la Biblia, como utilizan la palabra Bronce.
Heródoto habla de un foso ancho y profundo que rodeaba Babilonia y dice que había numerosas puertas de bronce (o cobre) en los muros a lo largo del río Éufrates, que dividía la ciudad en dos partes.
Las hojas de las puertas de una ciudad normalmente eran de madera revestida de una chapa metálica, a fin de que el enemigo no pudiera incendiarlas. Puede que algunas hayan sido de hierro, como en los días de los apóstoles – (Hch 12:10).
Según parece, los pasos de entrada de Babilonia tenían puertas de cobre y barras de hierro. También se cerraban las puertas con barras de madera – (Na 3:13). En los días de Salomón había en la región de Argob, en Basán, “sesenta ciudades grandes con muro y barra de cobre” – (1 Re 4:13).
Por lo tanto utilizar la palabra ‘cobre’ no cambia el sentido del texto ni su significado.
- Profecía sobre Medo-Persia:
El profeta Daniel tuvo un sueño inspirado por Dios en el que vio cuatro bestias que iban saliendo del mar, las cuales representaban cuatro potencias mundiales consecutivas.
La primera bestia —un león alado— representaba a Babilonia. La segunda era “como un oso”, y “esto era lo que le decían: ‘Levántate, come mucha carne’” – (Daniel 7:5). El aterrador oso representaba a Medopersia.
Tal como profetizó Daniel, Medopersia manifestó un voraz afán de conquista. Poco después de la visión del profeta, Ciro derrotó a los medos y guerreó contra Lidia y Babilonia. Su hijo Cambises II conquistó Egipto, y gobernantes medopersas posteriores extendieron aún más las fronteras del imperio.
¿Cómo podemos estar seguros de que esa es la interpretación correcta?
En otra visión, distinta pero relacionada, Daniel vio un carnero “dando cornadas al oeste y al norte y al sur”. La profecía se cumplió cuando Medopersia dio “cornadas” a otras naciones, entre ellas la poderosa Babilonia. Un ángel de Dios le interpretó a Daniel esta visión, diciéndole:
Daniel 8:3, 4, 20 – “El carnero que tú viste que poseía los dos cuernos representa a los reyes de Media y Persia”
Además, unos dos siglos antes de la derrota de Babilonia, el profeta Isaías ya había predicho tanto el nombre del rey persa que la conquistaría como la estrategia que utilizaría.
Isaías escribió:
Isaías 45:1 – “Así dice YHVH a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán”
Los profetas Isaías y Jeremías predijeron que los “ríos” de Babilonia —los canales alimentados por el río Éufrates y que servían de foso protector— se secarían – (Isaías 44:27; Jeremías 50:38).
Los historiadores griegos Heródoto y Jenofonte confirman la exactitud profética de la Biblia, incluido el hecho de que los babilonios estaban en pleno festín la noche en que Ciro tomó Babilonia – (Isaías 21:5, 9; Daniel 5:1-4, 30).
Después de desviar el río Éufrates, el ejército de Ciro entró en la ciudad por las puertas que habían quedado abiertas a lo largo del río, y apenas encontraron resistencia.
¡La poderosa Babilonia cayó en una sola noche!

Este suceso, a su vez, condujo al asombroso cumplimiento de otra profecía. Jeremías había anunciado que el pueblo de Dios permanecería exiliado en Babilonia setenta años – (Jeremías 25:11, 12;29:10).
Aquella profecía se cumplió en el tiempo exacto, y los exiliados recibieron permiso para regresar a la tierra de sus antepasados.
Poco después de que Medopersia conquistara Babilonia, Daniel puso por escrito una profecía que arroja luz sobre un importante suceso en el cumplimiento del propósito de Dios para la humanidad.
El ángel Gabriel le informó a Daniel con gran precisión cuándo llegaría el Mesías, la “descendencia” prometida en Génesis 3:15.
Daniel 9:25 – “…desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas”
o sea, un total de 69 semanas. ¿Cuándo comenzó ese período profético?
Aunque Ciro permitió que los judíos regresaran a su tierra al poco tiempo de la caída de Babilonia, la ciudad de Jerusalén y sus muros no se reconstruyeron hasta muchos años después. Pero en 455 antes de la era común (a.e.c.), el rey Artajerjes concedió permiso a su copero, el judío Nehemías, para que se desplazara a Jerusalén y dirigiera la reconstrucción – (Nehemías 2:1-6). Eso marcó el comienzo de las 69 semanas.
Ahora bien, las 69 semanas no eran semanas literales de siete días, sino semanas de años. De hecho, algunas Biblias traducen “semanas” por la expresión “semanas de años” – (Daniel 9:24, 25).
El Mesías llegaría cuando hubieran transcurrido 69 “semanas” de siete años cada una, es decir, 483 años. La profecía se cumplió en el año 29 de la era común, cuando Jesús se bautizó, exactamente 483 años contados a partir del 455 a.e.c.

La precisión con que se cumplió esta profecía de Daniel es otra de las muchas pruebas que confirman la identidad de Jesús, lo que fortalece nuestra esperanza.
Jesús, como Rey del Reino celestial de Dios, pondrá fin a la cruel gobernación humana. Después cumplirá muchas otras profecías bíblicas, incluidas las que señalan a la resurrección de los muertos para vivir eternamente en la Tierra convertida en un paraíso – (Daniel 12:2; Juan 5:28, 29; Apocalipsis 21:3-5).