Éxodo 25:1-9 – «YHVH habló a Moisés, diciendo: (2) Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda. (3) Esta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata, cobre, (4) azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, (5) pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia, (6) aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, (7) piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral. (8) Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. (9) Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis»
Esta ofrenda es llamada “terumá”,que no es fácil traducir, significa “donación”, “don”, “dádiva”, “presente”, “regalo”, “contribución”, “aporte”, “tributo”, “ofrenda”. Viene de la raíz “rum” que significa “alzar”, “elevar”. Tiene que ver con algo que se levante para separar del resto. Se puede entender como una porción separada que se “eleva” como ofrenda para un uso sagrado.
«…que la diere de su voluntad…» – Literalmente, «cuyo corazón lo impele«. Dios deseaba recibir sólo aquellas dádivas que procedieran del corazón, no meramente las que provinieran de la mano o del bolsillo. Sólo aceptaría las que fuesen dadas libre y
voluntariamente – (2 Cor. 9: 6, 7). Solamente aquel que da de corazón tendrá el nombre inscrito en el registro de Dios, porque es el único que da con el espíritu de la iglesia de Macedonia – (2 Cor. 8: 1-5). Por lo que leemos en Exo. 35:21-29 y 36: 3-7, es evidente que el pueblo respondió de esta manera. Tan generosa y abundante fue su respuesta, que «se le impidió al pueblo ofrecer más«.
De esta manera, se levantó el tabernáculo como resultado de las ofrendas voluntarias. Se vio un espíritu similar en tiempos de David, cuando fue construido el templo – (1 Crón. 29: 1-9), y nuevamente cuando reconstruyeron el templo los exiliados que volvían del cautiverio babilónico con Zorobabel – (Esd. 2: 68, 69; Hag. 1: 12-14).
Los diezmos son una obligación pero las ofrendas son voluntarias, (excepto las prescritas para las fiestas del Eterno). Por esto sólo los que tienen un corazón alegre pueden dar a esta obra de la construcción del tabernáculo. De esta manera el tabernáculo es una extensión de los corazones del pueblo, donde el Eterno desea morar, como está escrito en 2 Corintios 9:7:
“…Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Elohim ama al dador alegre…”
2 Corintios 6:16-18 – “¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo. (17) Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, (18) Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”
«… Esta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata, cobre…» – Lo primero que pide el Eterno es oro, lo más precioso. Según Génesis 2:12 el oro es bueno. La Torá del Eterno está diciendo que el oro es bueno. Así que el oro tiene valor porque la Torá le da valor.
Ahora los corazones voluntarios tienen la oportunidad de entregar lo más precioso al Eterno. Esta es la razón por la que los hijos de Israel tuvieron que pedir los tesoros de Egipto antes de salir, porque sus riquezas eran necesarias para poder construir esta obra del Santuario.
La ofrenda para la obra del Eterno no se da en secreto.
¿Cómo entonces se va a entender la palabra del Mesías en Mateo 6:1-4?
Mateo 6:1-4 – “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Por eso, cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”
En primer lugar hay que entender la palabra “justicia” en este texto. Es la palabra hebrea “tsedaká” que significa “justicia”, “justificación”, “mérito”, “obra de caridad”, “limosna”.
El término “tsedaká” se usa mucho en el judaísmo para hablar del hecho de ayudar a los necesitados, y especialmente de manera económica. Ese es el sentido de la palabra en la boca del Mesías.
Lo que está diciendo es que cuando se trata de ayudar a una persona que está en una situación de necesidad está prohibido anunciar a otros lo que uno dé, por dos razones:
- Para no ser alabado por los hombres.
- Para no avergonzar al necesitado.
Tenemos varios ejemplos en las Escrituras como se hacen recolecciones de dinero de manera pública y las Escrituras no se pueden contradecir. En este caso no fue una “tsedaká”, una ayuda para los pobres, sino una “terumá”, una ofrenda para un fin sagrado, y esa ofrenda no tiene por qué ser en secreto.
Por su puesto la actitud del corazón es muy importante para el Eterno para que una ofrenda le pueda ser grata. Esta verdad aprendemos de lo que pasó con las ofrendas de Caín y Abel, en Génesis 4. Pero no es necesario que todas las ofrendas se den en secreto, sólo la de “tsedaká”, ayuda a los pobres.
En el tabernáculo y en sus muebles habían de usarse tres metales. El «cobre» era una aleación de cobre y estaño; hoy lo llamaríamos bronce. Cuando los hebreos salieron de Egipto habían «pedido» tesoros de los egipcios (ver com. caps. 3: 22; 12: 35, 36). El pueblo le dio al Señor lo mejor de lo que tenía.
Dios no aceptará un sacrificio «ciego«, «enfermo«, o «cojo» – (Mal. 1: 8). Esto no quiere decir que Dios espere que demos más allá de nuestras posibilidades sino que demos tanto como podamos – (2 Cor. 8: 12).
La «blanca» de la viuda – (Mar 12: 41-44) le resulta tan agradable a Dios como el «vaso de alabastro de perfume de gran precio» – (Mat. 26: 6-13), o el «precio» de una propiedad depositada a los pies de los apóstoles – (Hech. 5: 1, 2). El darle a Dios lo mejor que tenemos no sólo se aplica a las posesiones sino también a las capacidades, al tiempo y a las fuerzas de cada uno. Lo mejor de nuestras facultades debe pertenecerle: los afectos más tiernos, los pensamientos más profundos y las más elevadas aspiraciones.
En el servicio de Cristo se necesita una diversidad de dones, y no hay nadie que sea demasiado pobre, ni demasiado falto de capacidades como para que no pueda hacer su parte. No debemos dejar de aprender la lección enseñada por el fracaso del hombre que había recibido un solo talento – (Mat. 25: 14, 15, 24-30). Los israelitas se hicieron tesoros en los cielos dedicándolos a la obra y al servicio de Dios – (Mat. 6: 19-21). No se dejaron engañar por el afán de ganancias mundanales, porque no se proponían ganar bienes a cambio de la vida venidera – (ver Mat. 16: 25, 26).
«…Pieles de tejones…» – La palabra hebrea traducida aquí como «tejón» parece proceder de un término hebreo usado para referirse a una clase de pieles de animales que no se especifican; además, se sostiene que la misma palabra está emparentado con un término arábigo usado para referirse a la foca, en especial al dugongo o vaca marina.
i. Este animal herbívoro y acuático, que llega a tener de tres a cuatro metros de largo, tiene la cabeza redonda, amamanta a sus pequeños y tiene la cola dividida. Se lo encuentra comúnmente entre las rocas de coral del mar Rojo. Las pieles de «tejones» formaban la cubierta exterior del tabernáculo. Por ser pieles de animales marinos, resistían mejor el clima del desierto que las pieles de animales terrestres.
«…Madera de acacia…» – Se trata de una madera dura, de veta fina, muy durable, y por lo tanto muy adecuada para ebanistería.
«…Y harán un santuario para mí…» – En los capítulos anteriores hemos visto como se ha establecido un pacto matrimonial entre la Palabra del Eterno e Israel. Después del primer paso, el desposorio, llega el tiempo de preparar una casa para el nuevo matrimonio.
Es la razón por la cual ahora el Eterno pide una casa para poder vivir junto con su esposa.
Esta casa es una sombra de una casa celestial que el Eterno ha preparado para ser revelada en los tiempos finales – (Apocalipsis 15:5; 21:3).
Aunque los hebreos sabían, tan bien como nosotros lo sabemos, que el gran Dios no podría «habitar» en un edificio de hechura humana – (1 Rey. 8: 27; 2 Crón. 2: 6; Isa. 66: 1; Jer. 23: 23, 24), no les parecía correcto que hubiese culto sin templo.
Lo que es más, el santuario proporcionaba un centro visible para el culto del único Dios verdadero, y constituía, por lo tanto, un baluarte contra la adoración de los numerosos dioses de los paganos. Acercaba a Dios a su pueblo y hacía que su presencia entre ellos fuese algo real. También esto constituía una protección contra la idolatría – (Exo. 29: 43, 45; Núm. 35: 34).
Puesto que en ese tiempo los israelitas eran nómadas, el santuario debía poder armarse y desarmarse fácilmente para ser transportado de lugar en lugar, Es significativo el hecho de que la palabra hebrea traducida «santuario» nunca se aplica a un templo pagano.
«…y habitaré en medio de ellos…» – El texto hebreo no dice que el Eterno va a habitar “entre ellos” sino “en ellos”, betojam. Lo más lógico hubiera sido decir:
“…y yo residiré en él…”
Pero aquí está diciendo que va a morar dentro del pueblo de Israel y por eso tendrán que hacerle un santuario. El verdadero lugar de la morada es el corazón de cada uno del pueblo de Israel que ha entregado su corazón al Eterno. Esto nos enseña que la Presencia Divina residía en el mishkán, la morada, el tabernáculo, por causa de los israelitas. Ellos eran el verdadero “santuario” de la presencia Divina.
En un sentido espiritual, Dios siempre ha buscado morar con los hombres y no puede hallar «reposo» hasta que haya obtenido esa morada – (Sal. 132: 13-16), primero en el corazón de cada persona de su pueblo – (1 Cor. 3: 16, 17; 6: 19) y luego en medio de cualquier grupo que se reúna para adorarle – (Mat. 18: 20). El sistema cuyo centro era el tabernáculo terrenal señalaba por adelantado a Cristo, quien más tarde «habitó«, o según una traducción literal, «hizo su tabernáculo«, entre los hombres – (Juan 1: 14).
La palabra hebrea shakan, «habitar«, significa residir permanentemente en una localidad. Este vocablo está muy relacionado con la palabra Shekinah, que es el nombre aplicado a la manifestación de la gloria divina asentada sobre el propiciatorio. La Shekinah era el símbolo de la presencia divina, por medio de la cual Dios había prometido habitar «en medio de ellos y en ellos» – (Exo. 25: 22).
El tabernáculo del desierto es una figura de varias cosas. Se puede entender como un reflejo del mismo universo. Hay varias palabras idénticas en este relato que nos conectan con el relato de la creación. Moisés tuvo que estar durante seis días en la nube antes de ser llamado desde el interior en el séptimo día, lo cual conecta esta obra con la creación que fue hecha durante seis días – (Éxodo 24:16).
A parte del universo podemos comparar el Tabernáculo con cuatro otras cosas:
- Un santuario celestial – (Hebreos 8:2; 9:11-24).
- El cuerpo del Mesías – (Juan 1:14; 2:18-22).
- El cuerpo del creyente – (1 Corintios 6:19).
- La Iglesia/Kehilá, congregación, del Mesías – (1 Pedro 2:4-10, 1 Corintios 3:16-17; 2 Corintios 6:16).
En todos estos está morando la presencia del Eterno de manera más o menos poderosa.
«…Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis…» – Esto indica que aunque la artesanía era humana, el plan era divino. Dios siempre ha contado con la cooperación de instrumentos humanos para la construcción de su casa. En esta obra, cada individuo pudo tener la satisfacción de participar.
En el monte, Moisés vio «una representación en miniatura» del santuario celestial – (Hech. 7: 44; Heb. 8: 5), del «verdadero tabernáculo» – (Heb. 8: 2). Se dice que el santuario terrenal era «figura de las cosas celestiales» – (Heb. 9: 23, 24), porque fue hecho «conforme al modelo» que le fue mostrado a Moisés – (Heb. 8: 5). Era una «copia» del gran «original» del cielo.
En visión, Juan entró en el santuario celestial – (Apoc. 15: 5), donde vio el arca – (Apoc. 11: 19), el altar del incienso – (Apoc. 8: 3-5), y posiblemente el candelero – (Apoc. 1: 12; 11: 4). Por lo tanto, tenemos «pruebas indiscutibles de la existencia de un santuario en los cielos» donde el Rey del universo tiene su trono y donde Cristo ministra como nuestro gran Sumo Sacerdote – (Heb. 8: 1, 2).
Sin embargo es inútil especular en cuanto a las dimensiones, la apariencia exacta o la disposición precisa del santuario celestial, porque «ningún edificio terrenal podría representar la grandeza ni la gloria de ese templo«. El hombre fue hecho «antes del pecado» a la imagen de Dios – (Gén. 1: 27), pero sólo Cristo es «la imagen misma de su sustancia» – (Heb. 1: 3).
Lo finito apenas si puede asemejarse a lo infinito. A Moisés no se le mostró el santuario celestial mismo, sino una representación de él. El santuario terrenal fue trazado según el modelo celestial, puesto que constituía una vívida representación de los diversos aspectos del ministerio de Cristo en favor del hombre caído. Debiéramos centrar nuestra atención en lo que allí está haciendo por nosotros, como lo hace Pablo en Hebreos – (Heb. 3: 1; 10: 12, 19-22; etc.).
Al igual que el santuario terrenal, el santuario celestial fue establecido para hacer frente al problema del pecado. Cristo comenzó su obra mediadora luego de su resurrección y antes de que ascendiera 40 días más tarde.
Estaba preparado para asumir su ministerio sacerdotal por haber obtenido la redención para nosotros mediante su sangre – (Heb. 9: 12).
Salomón sabía que aunque su templo era más grande y más hermoso que el tabernáculo del desierto, no podría contener a Dios – (1 Rey, 8: 27). Y sin embargo Dios lo reconoció como su casa – (Isa. 56: 7), como también lo hizo más tarde con el templo de Herodes – (Mat. 21: 13). Dios, que habita «en la altura y en la santidad«, también está dispuesto a morar «con el quebrantado y humilde de espíritu» – (Isa. 57: 15).
(Para mas información de todo lo relacionado al Tabernáculo ver nuestra serie de estudios del Tabernáculo)
- El arca del Pacto:
Éxodo 25:10-11 – «Harán también un arca de madera de acacia, cuya longitud será de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. (11) Y la cubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor»
El arca es el objeto más íntimo del Tabernáculo (heb. Miskhán). El Eterno siempre empieza su obra desde dentro para fuera. El hombre mira desde fuera hacia dentro, pero el Eterno mira desde dentro hacia fuera.
1 Samuel 16:7 – «Y YHVH respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque YHVH no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero YHVH mira el corazón»
El que tiene ojos espirituales aprende a ver como el Eterno ve las cosas, desde dentro. Un profeta puede ver los corazones de los hombres, como está escrito en Juan 2:24-25:
“Pero Yeshúa, por su parte, no se confiaba a ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio del hombre, pues El sabía lo que había en el hombre”
Hechos 8:23 – “Porque veo que estás en hiel de amargura y en cadena de iniquidad”
2 Corintios 5:12 – “No nos recomendamos otra vez a vosotros, sino que os damos oportunidad de estar orgullosos de nosotros, para que tengáis respuesta para los que se jactan en las apariencias y no en el corazón”
Cuando el Eterno trata con un hombre, lo hace desde dentro hacia fuera. El problema de muchos es que intentan quitarse los malos frutos, las malas obras de su vida, pero no tratan con la raíz que es la causa que produce esos malos frutos. Podemos estar toda la vida intentando mejorar nuestras acciones y nuestras palabras pero no vamos a tener éxito al menos que vayamos al corazón, que es la causa de todas las malas obras, como está escrito en Marcos 7:21-22.
Marcos 7:21-22 – “Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez. Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre”
Hebreos 9:11 – “Pero cuando el Mesías apareció como sumo sacerdote de los bienes futuros, a través de un mayor y más perfecto tabernáculo, no hecho con manos, es decir, no de esta creación”
Cuando hay conflictos hay que ir a la causa, a la raíz, y no intentar de cambiar las consecuencias. No trates de cambiar las consecuencias, sino las causas que producen esas consecuencias, y verás cambios sustanciales.
Las medidas del arca terrenal tienen medios codos.
¿Cómo es que el Eterno manda construir algo que sea medio?
Dos y medio es la mitad de cinco y uno y medio es la mitad de tres. Esto nos enseña que el tabernáculo terrenal no es perfecto, sino una copia de un tabernáculo celestial mayor y más perfecto.
Como los egipcios, los hebreos usaban el codo largo y el codo corto. Aunque la medida exacta del codo hebreo es asunto de conjetura, se sabe que el codo común egipcio medía 44,958 cm, y el codo real 52,324 cm. Los hebreos probablemente conocían estas dos medidas, puesto que habían edificado ciudades egipcias.
Desde la época de Ezequías, los hebreos tenían un codo de unos 44,45 cm, que es el largo aproximado del codo egipcio. Por eso se puede suponer que fue la medida usada en la construcción del tabernáculo. Según esto, el arca habría tenido 1, 11 m de largo y 0,67 m de ancho y de alto.
«…Y la cubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor…» – El arca fue hecha de madera cubierta de oro. Betsalel hizo tres cofres, uno exterior de oro, uno de madera que fue colocado dentro y otro interior de oro. De esa manera toda la madera fue cubierta de oro.
- La madera simboliza el hombre, según Salmo 1:1-3; 92:12-14; Jeremías 17:7-8.
- El oro es el metal más apreciado. No se oxida, no se pone feo por el medio ambiente como la plata y el cobre. Por eso el oro simboliza el valor de las cosas incorruptibles – (Job 23:10; Salmo 19:7-10; 119:72, 127; Proverbios 3:15-15; 8:10-11, 19; 16:16; Malaquías 3:3; 1 Pedro 1:7).
(Para mas información ver nuestro estudio de la sección del Tabernáculo: El lugar Santísimo)
1 Corintios 15:54 – “Pero cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: DEVORADA HA SIDO LA MUERTE en victoria”
El hombre corruptible será vestido de incorrupción, como está escrito “…y harás una diadema de oro alrededor de ella…”
Esta diadema era como una corona que rodeaba el arca. Había tres objetos en el Tabernáculo/mishkán que tenía diademas.
- El arca – (Éx 25:11).
- La mesa – (Éx 25:24).
- El altar de incienso – (Éx 30:3-4).
El Midrash relaciona estos tres objetos con tres coronas, que representan posiciones de grandeza, dentro de Israel.
- La Corona de la Torá – representada por el “arón”, el arca.
- La Corona de la Kehuná – sacerdocio, representada por el “mizbeaj”, el altar.
- La Corona del Maljut – el reinado, la cual estaba representada por el “shulján”, la mesa.
Éxodo 25:12-15 – «Fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás en sus cuatro esquinas; dos anillos a un lado de ella, y dos anillos al otro lado. (13) Harás unas varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro. (14) Y meterás las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas. (15) Las varas quedarán en los anillos del arca; no se quitarán de ella»
«…Sus cuatro esquinas…» – Literalmente, «sus cuatro patas«. Los anillos no estaban en las «esquinas» superiores, sino en las cuatro «patas«, o «bases» – (vers. 26). Las «varas«, una
vez pasadas por estos anillos – (vers. 13), debían descansar sobre los hombros de los hombres que llevarían el arca durante el tiempo del peregrinaje de Israel. Estas «varas» debían permanecer en su lugar – (vers. 15) a fin de evitar el tener que tocar cualquier parte del arca en el momento de su traslado. Puesto que estas varas no eran parte del arca en sí, no se cometería ningún sacrilegio al tocarlas o manipularlas – (2 Sam. 6: 6, 7).
Éxodo 25:16-20 – «Y pondrás en el arca el testimonio que yo te daré. (17) Y harás un propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. (18) Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio. (19) Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos. (20) Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines»
Como el tabernáculo simboliza al hombre, el arca simboliza el corazón, lo más íntimo.
Dentro del arca había tres cosas:
- Las dos tablas del testimonio, que representan toda la Torá.
- Un ómer de maná – (Éxodo 16:32-34).
- La vara de Aharón reverdecida – (Números 17:5, 8-10).
El testimonio es el nombre que el Eterno ha puesto sobre las dos tablas de piedra que fueron colocadas en el arca. Este texto dice que el Eterno daría a Moisés el testimonio en el futuro.
Esto alude no solamente a las dos tablas sino también al testimonio mesiánico que iba a ser entregado más adelante a todos los que recibirían el Espíritu del Mesías, como está escrito en Hebreos 3:5:
“Y Moisés fue fiel en toda la casa de Elohim como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir más tarde”
Jeremías 31:33-34 – “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice YHVH: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. (34) Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a YHVH; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice YHVH; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado”
Dentro del corazón del creyente hay un testimonio, una vocecita que habla y dice que es hijo de Dios, como está escrito en Romanos 8:16:
“…El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios…”
1 Juan 5:10-12 – “El que cree en el Hijo de Elohim tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, ha hecho a Dios mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado respecto a su Hijo. Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida”
2 Corintios 13:5 – “Poneos a prueba para ver si estáis en la fe; examinaos a vosotros mismos. ¿O no os reconocéis a vosotros mismos de que Yeshúa el Mesías está en vosotros, a menos que en verdad no paséis la prueba?”
El que es salvo tiene el testimonio dentro de su espíritu. Él sabe que es hijo de Dios. El que no tiene ese testimonio no es salvo.
Apocalipsis 19:10 – “Entonces caí a sus pies para adorarle. Y me dice: No hagas eso; yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos que poseen el testimonio de Yeshúa; adora a Elohim. Pues el testimonio de Yeshúa es el espíritu de la profecía”
El espíritu de la profecía es el que está dando testimonio en nuestro interior, en lo más profundo de nuestro corazón, no en nuestra mente. Ese espíritu está dando testimonio de Yeshúa, está revelando los secretos del Mesías en las Escrituras.
Romanos 8:14 – “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios”
Un hombre espiritual ha aprendido a ser dirigido e instruido por su espíritu que está recibiendo el testimonio del Espíritu del Eterno en el interior de su corazón. No estamos hablando de una actividad intelectual en la neshamá, sino de algo más profundo, en el espíritu, como está escrito en 1 Corintios 2:6-10.
1 Corintios 2:6-10 – “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; pero una sabiduría no de este siglo, ni de los gobernantes de este siglo, que van desapareciendo, sino que hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta que, desde antes de los siglos, Dios predestinó para nuestra gloria; la sabiduría que ninguno de los gobernantes de este siglo ha entendido, porque si la hubieran entendido no habrían crucificado al Señor de gloria; sino como está escrito: COSAS QUE OJO NO VIO, NI OÍDO OYÓ, NI HAN ENTRADO AL CORAZÓN DEL HOMBRE, son LAS COSAS QUE ELOAH HA PREPARADO PARA LOS QUE LE AMAN. Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios ”
Juan 1:48 – “Natanel le dice: ¿Cómo es que me conoces? Yeshúa le respondió y le dijo: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”
Juan 5:19 – “Por eso Yeshúa, respondiendo, les decía: En verdad, en verdad os digo que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera”
Juan 5:30 – “Yo no puedo hacer nada por iniciativa mía; como oigo, juzgo, y mi juicio es justo porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”
Apocalipsis 2:29 – “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las congregaciones”
Estos textos nos enseñan que un hombre que ha recibido el Espíritu del Eterno y ha aprendido a desarrollar la sensibilidad al testimonio en su interior puede entender cosas muy concretas por el Espíritu, ver visiones en el espíritu y oír cosas en su espíritu. Los que son sensibles al testimonio del Espíritu en sus espíritus y aprenden a someter su alma y su cuerpo al espíritu, son los más útiles en el Reino. Cuando vas a tomar una decisión, no te guíes por las circunstancias, que te rodeen, ni por sueños ni por visiones – (2 Tesalonicenses 2:2). Sé sensible al testimonio que tienes en tu corazón y actúa según el Espíritu te indique.
Ni siquiera una profecía debe ser lo que decida cómo debes dirigir tu vida. Una profecía puede venir para confirmar el testimonio que ya tienes en tu corazón. Pero si una profecía no esté confirmando algo que ya sientes en tu espíritu, ten mucho cuidado en seguirla. Puede ser una falsa profecía. Y si haces caso acuna falsa profecía te vas a desviar del camino. Si la profecíano confirma algo que está en tu interior, deséchala de momento. Si permanece una profecía en tu mente para luego confirmar algo que te sucede más adelante, haz caso si concuerda con el testimonio en tu interior, (y por su puesto también el testimonio de las Escrituras).
Uno de los problemas más importantes para el hombre es que ha sustituido la guía del Espíritu del Eterno, en su espíritu, por su razonamiento. El alma ha tomado control sobre la vida del hombre y el espíritu ya no es el que le dirige.
El espíritu del hombre es como el capitán de una nave y el alma es el piloto. La voluntad del piloto es la que decide si la nave va a girar hacia un lado u otro – (Santiago 3:4). El piloto fue puesto en su lugar para cumplir las órdenes del capitán, pero tiene el poder para decidir por sí mismo y dirigir el barco con su propia iniciativa en lugar de obedecer las órdenes de arriba. De la misma manera, por causa del pecado, el alma ha tomado control sobre el hombre, y ya no es espíritu que dirige su vida, sino su mente, su alma.
Cuando llega la salvación a una persona, su espíritu revive y empieza a tomar control sobre el alma. Pero el alma todavía tiene el poder para no someterse al espíritu y tomar decisiones según sus propios criterios, no dirigidos por el Espíritu del Eterno que está en el espíritu del hombre. Pero si el alma se somete al espíritu será dirigido por el Eterno de forma sobrenatural, como está escrito en Juan 3:8:
“El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”
Este texto no dice: “así es el Espíritu” sino “así es todo aquel que es nacido del Espíritu”. Esto nos enseña que la mente no puede entender los giros del espíritu. Simplemente tiene que someterse y ser llevada, como el piloto no va a entender todas las órdenes del capitán del barco. El capitán es el que tiene la visión clara de dónde va, pero el piloto no entiende todo esto, solo debe obedecer.
Gálatas 5:16, 18, 25 – “Digo, pues: Andad en el espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne… Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley… Si vivimos por el Espíritu, andemos también en el Espíritu.”
Romanos 1:9a – “Pues Dios, a quien sirvo en mi espíritu…”
2 Corintios 2:13 – “no tuve reposo en mi espíritu al no encontrar a Tito, mi hermano; despidiéndome, pues, de ellos, salí para Macedonia.”
Lucas 2:27 – “Movido por el Espíritu fue al templo. Y cuando los padres del niño Yeshúa le trajeron para cumplir por Él el rito de la ley”
¡El alma que razona en contra de los impulsos y el testimonio del Espíritu es el mayor obstáculo para el avance del Reino del Eterno en la tierra!
Lo que viene del espíritu siempre concuerda con lo que está escrito en la Torá. Si hay algo interior que contradiga lo escrito, no es el testimonio verdadero, puesto que el Testimonio son las dos tablas de la Torá que representa toda la Escritura inspirada por el Espíritu del Eterno, desde Génesis hasta Apocalipsis.
«…Y harás un propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio…» – Este propiciatorio es una ilustración del Trono de Gloria que hay en el cielo – (Hebreos 4:16).
La palabra hebrea que ha sido traducida como “propiciatorio” es “kaporet” que significa “cobertura”, “cubierta”. Viene de la raíz “kafar” que significa “cubrir con brea”, “calafatear”, y también “perdonar”, “absolver”, “compensar”, “expiar”. Es la misma raíz que hay en la palabra para el día de expiación, Yom Kipur.
El vocablo así traducido se deriva de una raíz que significa «cubrir«, es decir, «perdonar» el pecado. Representaba la misericordia divina. En forma significativa, el propiciatorio estaba hecho de oro puro, lo que implicaba que la misericordia es el más precioso de los atributos divinos.
Estaba ubicado por encima de la ley, así como la misericordia sobrepuja a la injusticia – (Sal. 85: 10; 89: 14). Eran necesarios tanto el arca como su justicia como el propiciatorio con su misericordia para revelar plenamente la manera como Dios procede con los hombres. La misericordia sin la justicia es sentimentalismo débil, que subvierte todo orden moral. Por otra parte, la injusticia sin la misericordia es severidad moral, impecable en la teoría, pero repugnante a Dios y a los hombres.
El arca y el propiciatorio eran el corazón mismo del santuario. Por encima del propiciatorio reposaba la Shekinah, el símbolo de la presencia divina. Las tablas de la ley dentro del arca testificaban que el reino de Dios está fundado sobre las normas inmutables de la justicia – (Sal. 97: 2), la cual debe ser respetada aun por la gracia divina. La gracia no puede concederse de manera que invalide la ley – (Rom. 3: 31). Cuando se perdona el pecado, deben también satisfacerse las exigencias de la ley en contra del pecador.
El propósito mismo del Evangelio es conseguir para el pecador el perdón de sus pecados por la fe en un medio que no «invalida» la ley, sino que la «establece«. Si bien
las tablas dentro del arca testificaban en contra del pueblo, el propiciatorio mostraba un camino por el cual podían satisfacerse las exigencias de la ley y el pecador podría ser salvo de la muerte, el castigo decretado por la ley. Basándose solamente en la ley, Dios y el hombre no pueden volver a unirse, puesto que el pecado nos separa de él – (Isa. 59: 1, 2).
Debe intervenir el propiciatorio rociado de sangre pues sólo podemos acercarnos a Dios gracias a la mediación de Cristo en nuestro favor – (Heb. 7: 25).
«…Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio…» – No se conoce a ciencia cierta la etimología de esta palabra. Los querubines estaban unidos al propiciatorio, uno en cada extremo – (ver com. Gén. 3: 24). Un ala de cada querubín estaba extendida hacia lo alto, y la otra estaba doblada sobre su cuerpo – (Eze. 1: 11), en señal de reverencia y humildad. La posición de los querubines, con el rostro vuelto hacia el centro y hacia abajo, representaba la reverencia que las huestes celestiales demuestran por la ley de Dios y su interés en el plan de redención.
¿Cómo puede ser que el Eterno dé un mandamiento mandamiento de hacer dos querubines de oro, que son imágenes de lo que hay arriba en el cielo cuando está prohibido hacer imágenes?
El texto de Éxodo 20:4 dice “no TE harás…” La palabra clave es “te”. En este caso el Eterno ordenó que se hicieran estos dos querubines en su santuario. No es lo mismo que cuando una persona se haga una imagen como representación de algo divino. Eso está prohibido, pero en este caso hay una orden divina detrás, no es invención del hombre.
«…Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines…» – Estos dos querubines están adorando al Eterno que es invisible y que se manifestaba con su luz entre estos dos, debajo de sus alas y encima del arca.
Como son dos, los hijos de Israel no los confundirían con el Eterno, y como están adorando, inclinándose y extendiendo sus alas, no pueden ser confundidos con dioses. Están señalando hacia Alguien más importante. Los dos querubines nos hablan también de la importancia de la unidad entre hermanos junto al Trono del Eterno.
Éxodo 25:21-22 – «Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré. (22) Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel»
Este fue el lugar de encuentro entre el Eterno y Moisés. Esto nos enseña que el lugar donde puedes encontrar al Eterno está en tu interior, en tu espíritu, en tu corazón. Ese es el lugar de encuentro íntimo entre el Eterno y tú. En tu espíritu puedes acercarte al trono de gracia, el propiciatorio, que está en el cielo:
Hebreos 4:16 – “Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna”