Los eunucos en tiempos Bíblicos

En ocasiones, la palabra eunuco se usa para hablar de un hombre castrado. En tiempos bíblicos se castraba a algunos hombres como castigo, o después de ser capturados o esclavizados.

Si los eunucos eran de confianza, se les ponía a cargo de los harenes reales, es decir, las habitaciones donde vivían las mujeres de los reyes. Por ejemplo, Hegai y Saasgaz eran guardianes de las esposas y concubinas del rey persa Asuero, que en opinión de muchos es Jerjes I – (Ester 2:3, 14).

En el siglo IV de nuestra era, el historiador romano Amiano Marcelino atribuyó el origen de la castración masculina a la legendaria reina asiria Semiramis (o Sammuramat), que se volvió tan influyente durante el reinado de su hijo Adad-nirari III (810-783) que textos oficiales hablan de ellos gobernando juntos, y parece que la reina se rodeó de eunucos como siervos y confidentes, a la vez que hizo buen negocio con su venta. Sin embargo, los eunucos se remontan mucho más atrá en el tiempo en Mesopotamia.

Imágenes visuales tempranas, que datan del cuarto milenio antes de Cristo, de la ciudad de Uruk y asociadas a Inanna (Ishtar), evidencian tres tipos de figuras humanas: hombres, mujeres, y lo que la antropóloga Susan Pollock ha llamado «figuras sin género«, ya que carecen de pelo y genitales.

Un texto que data del reinado de Hammurabi de Babilonia (1792 a 1750 aC) dice explícitamente que la diosa de Uruk (la diosa del amor sexual y la fertilidad) hacía eunucos, refiriéndose a Ishtar (su nombre asirio y babilonio) o Inanna (su nombre sumerio).

El poema mesopotámico conocido como «Erra» dice más específicamente, en relación con assinnu y kurgarru, que la diosa «los cambió de hombres en mujeres con el fin de mostrar la piedad de la gente» y el proceso «puede muy bien haber sido la castración» (Pope). Si bien los estudiosos debaten si el personal de culto, los assinnu y los kurgarru que servían a Ishtar eran homosexuales, travestis, o hermafroditas, al ser un eunuco al menos podría encajar en todas estas categorías (Taylor).

El hecho de que el Código de Hammurabi se refiera a los eunucos y a la castración como una forma de castigo sugiere que los eunucos eran ya por entonces un fenómeno generalizado y la castración una antigua costumbre (Scholz).

Los primeros eunucos conocidos por su nombre en Asiria son Usur-namkur-sharri y Libur-zanin-Ashshur, del siglo XIII antes de Cristo. Curiosamente, Karlheinz Deller cree que la práctica de utilizar los eunucos como servidores judiciales entre los asirios, probablemente deriva de la cultura hitita tardía (1400-1200), del Asia Menor y que se extendió por la costa de Siria, en tiempos en que a los eunucos se menciona permanentemente en los textos (Hawkins) .

En Hatti (Imperio hitita), la primera tarea del eunuco era proteger al rey y a su familia, e informar cualquier acción dañina de rebeldes u otros que podrían ser dirigida contra el rey.

Los eunucos hititas también fueron empleados con frecuencia como enviados, aunque no servían como líderes militares ni acompañaban al rey a la guerra, como más tarde sí se hizo en Asiria.
 
En Asiria, eunucos con títulos como Rab sha reshi («eunuco jefe»), Rab shaqe («copero jefe»), o sukkallu («segundo funcionario más alto del imperio») eran la máxima autoridad reconocida después del rey; y se les refieren a menudo como «los grandes» .

Originalmente valorados como personal de supervisión en cuartos o harenes de mujeres (aunque este último término se deriva de Karam, una palabra árabe posterior, que significa «ilegal»), estos servidores reales eran ayuda del rey en muchas otras funciones, como el servicio doméstico, funcionarios del palacio, estadistas y generales.

Sin embargo, durante el reinado de Salmanasar III (858-824 aC) los eunucos se hicieron tan poderosos que los nobles se rebelaron contra la corona; y esta revuelta sólo fue totalmente aplacada por su sucesor, Shamshiadad V (823-811). Más tarde, durante el reinado de Senaquerib (704-681), la mayoría de los asistentes del rey, que se muestran en relieves aparecen barbudos, lo que sugiere que él también pudo haber sentido que los eunucos se habían vuelto demasiado poderosos como grupo, por lo que los relegó a las tareas más serviles, fuera de su palacio y administración. Aún así, los eunucos demostraron su utilidad; y así, en el reinado de Asurbanipal (668-627), nieto de Senaquerib, hubo más eunucos que nunca en la corte.

Sin embargo, no todos los eunucos que se mencionan en la Biblia estaban castrados. Algunos expertos afirman que la palabra también se usaba para hablar de cualquier funcionario que trabajara en la corte de un rey. Parece que ese fue el caso de un amigo de Jeremías llamado Ébed-mélec y de un funcionario de Etiopía al que le predicó el evangelizador Felipe. Ébed-mélec debe haber sido un hombre con mucha autoridad, pues tenía acceso directo al rey Sedequías – (Jeremías 38:7, 8). Y el funcionario etíope era un tesorero real que había ido a Jerusalén para adorar a Dios – (Hechos 8:27).

En el Nuevo Testamento los fariseos le preguntan al Mesías referente al hombre y el divorcio, El les da la explicación del porque Moisés permitió la carta de repudio, y agrega lo siguiente citando a los eunucos…

Mat 19:12 – “…Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba…”

Yeshua describe aquí a dos grupos de individuos para quienes la vida de solteros podría ser una alternativa preferible al matrimonio. El primer grupo se compone de los que no pueden tener relaciones matrimoniales y que no son responsables por su situación. Entre estos están los «eunucos que nacieron así«, y que, sin duda, sufren algún defecto congénito.

También entre los que no son responsables por su imposibilidad de tener relaciones matrimoniales están los que han sido hechos eunucos por otros. En tiempos antiguos, en el Cercano Oriente, se acostumbraba a castrar a los funcionarios del rey que cuidaban de las mujeres de la corte. Por otra parte, parece que algunos eunucos llegaron a casarse – (ver com. Gén. 37:36).

Los eunucos eran objeto de lástima entre los judíos – (ver Isa. 56:3-5). Los sacerdotes que hubieran sufrido una mutilación de este tipo no podían ejercer el sacerdocio – (Lev. 21:20). En los últimos años del reino de Judá, aparecen eunucos en la corte – (Jer. 29:2), pero no se sabe si eran judíos o extranjeros – (ver com. Est. 1: 10; 2: 3). Al menos uno de ellos, Ebed-melec, era etíope – (Jer. 38:7).

El segundo grupo de individuos, para quienes la vida de solteros podría ser mejor que el casamiento, es descrito por Yeshua como los que «a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos«.

Yeshua sin duda habla aquí en forma figurada, refiriéndose a los que prefieren no casarse a fin de poder servir con mayor eficiencia a su Señor, Si bien es cierto que sólo por medio de la intimidad de la relación matrimonial se pueden experimentar ciertas dimensiones del amor de Dios para con su pueblo -ese amor que Dios tantas veces ha representado como la relación entre marido y mujer – (Isa. 54: 5; 62: 5; Ose. 2: 19; 2 Cor. 11: 2; Apoc. 19: 7), algunas personas en ciertas circunstancias posiblemente tengan mayor libertad para servir a Dios en la misión a la cual han sido llamados, si no tienen las obligaciones específicas que acompañan a la relación matrimonial – (cf. 1 Cor. 7: 32-35).

Debiera señalarse que Yeshua recomienda el celibato sólo para los que sean capaces de recibirlo. En ningún caso recomienda el celibato para los creyentes en general, ni tampoco para los dirigentes. Este pasaje tampoco indica que el celibato en sí mismo pueda llevar a una santidad mayor que la que de otros modos podría alcanzarse. Entre los judíos de los días de Jesús, el celibato no era bien mirado y lo practicaban sólo algunos grupos fanáticos de ascetas, tales como los esenios.

Los Evangelios indican que Pedro era casado y, considerando las costumbres judías de la época, es muy probable que también los otros discípulos estuvieran casados – (ver com. Mar. 1: 30).

Siempre se ha considerado el matrimonio tanto normal como deseable:

«La persona soltera vive sin alegría, sin bendiciones y sin bien …Un hombre no casado no es completamente un hombre»

(Talmud: Yevamot 62b-63a).

Por otro lado, algunas ramas del cristianismo llegaron a otorgar un estatus anormalmente alto al celibato sobre todo el catolicismo.

Dependiendo del llamamiento y las preferencias del individuo, Yeshua permite que tanto la vida matrimonial como la soltera puedan ser de servicio a Dios y a la humanidad; y se preocupa por minimizar la culpa innecesaria por parte de aquellos que toman la decisión.

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