En todo el Nuevo Testamento, no encontramos un solo lugar en el que a los cuatro relatos sobre el ministerio de Jesús se les denomine con la palabra “Evangelio” (εὐαγγέλιον [euangelion]; sobre Marcos 1:1, ver la Introducción al Evangelio de Marcos). El término “Evangelio” y el verbo de la misma familia de palabras “predicar el Evangelio” (εὐαγγελίζομαι [euangelizomai]) se usan en el Nuevo Testamento para referirse al mensaje sobre la obra redentora de Dios en su Hijo (p. ej., en Marcos 1:14–15; Pablo los usa con mucha frecuencia: Ro. 1:16; 1 Co. 15:1; Gá. 1:6–7).89
Probablemente, en algún momento del siglo primero o a principios del siglo segundo, la Iglesia puso título a los relatos aceptados sobre el ministerio de Jesús. Fue entonces cuando el término “Evangelio” se usó por primera vez para hacer referencia a una obra literaria.90 La forma de estos títulos preserva el énfasis de la singularidad de cada Evangelio: no tenemos “El Evangelio, por Marcos,” sino “el Evangelio según [la versión de] Marcos” (y lo mismo ocurre con el de Mateo, el de Lucas y el de Juan).
Justino, a mediados del siglo II, es el primer autor que usa el término “Evangelio” para referirse a los relatos canónicos sobre el ministerio de Jesús (Apol. 1.66; Dial. 10.2). Quizá, lo que llevó a los cristianos a usar la palabra “Evangelio” como designación literaria fue el amplio uso que Marcos hace de ese término en su Evangelio (p. ej., 1:1, 14).91 Ningún libro anterior a nuestros Evangelios ha recibido esta calificación. ¿Qué implicaciones tiene esto ahora que estamos hablando del género literario de los Evangelios?
Estamos ante una cuestión de mucha importancia para el lector de los Evangelios porque hacer de ellos una interpretación adecuada depende en cierta medida de hacer tomado una decisión adecuada sobre el género al que pertenecen. La proposición “la rosa roja” significa algo diferente según aparezca en un tratado de Botánica o en un poema como por ejemplo el de Robert Burns, “Mi amor es como una rosa roja, roja.” Igualmente, el episodio en el que Jesús camina sobre el agua significará una cosa para el lector que entiende que los Evangelios son históricamente fiables, y otra bien diferente para el que está convencido de que está ante una leyenda.
El estudio moderno del género de los Evangelios empezó con la decisión de K. L. Schmidt de clasificarlos como “literatura popular” (Kleinliteratur) en lugar de reconocerlos como “obras literarias” (Hochliteratur).92
Como literatura popular, lo normal era pensar que habían seguido las reglas de transmisión típicas de ese tipo de literatura, punto importante para Schmidt, que fue uno de los pioneros de la Crítica formal. Esta clasificación también significó que el acercamiento a los Evangelios debía ser distinto al acercamiento a las biografías más literarias del antiguo mundo grecorromano. Desde una perspectiva un tanto diferente, C. H. Dodd explicó los Evangelios (y especialmente Marcos) como un reflejo exacto de la predicación cristiana temprana (kerygma) sobre Cristo. Como expansiones de este kerygma, los Evangelios eran considerados más bien como la última etapa de una tradición oral continua, que como creaciones literarias conscientes.93 Estos acercamientos a los Evangelios desembocaron en la conclusión de que no encajaban en ningún género literario antiguo, y que eran únicos. Sin suscribir necesariamente la visión sobre el origen de los Evangelios de Schmidt o de Dodd, muchos estudiosos contemporáneos (quizá la mayoría de ellos) creen que los Evangelios no encajan en ninguna categoría literaria establecida.94
Pero otros están convencidos de que, aunque tienen rasgos únicos, los Evangelios comparten suficientes características con otras obras del mundo antiguo, y que por eso podrían incluirse en el género al que pertenecen estas otras obras.
Las propuestas sobre el género han sido varias, desde la aretalogía griega (relatos sobre los hechos milagrosos realizados por un héroe o dios) hasta el midrash judío. Pero la sugerencia más popular, y la más sencilla de defender, es que los Evangelios son biografías.
Algunos dicen que los evangelios son únicos porque tratan de una persona única. Bien, eso es cierto. Los Evangelios son únicos porque tratan de una persona única, pero también, si alguien del mundo antiguo se topó con un Evangelio y no sabía nada acerca de los Evangelios y solo empezaba a leerlo, lo vería como una biografía. Una biografía era un trabajo sobre una persona real, y eso es lo que son los Evangelios.
Hubo una serie de opiniones diferentes en el siglo veinte sobre el género de los Evangelios, pero David Aune, Richard Burridge, Philip Schuler, Graham Stanton y Charles Talbert (Charles Talbert fue realmente una de las figuras fundamentales, y luego Burridge) lo argumentaron con más fuerza y más convincentemente. La mayoría de los académicos de hoy han llegado a la conclusión, a través del trabajo de estos académicos y otros, de que los Evangelios son biografías.
Es cierto que son bastante diferentes a las biografías modernas: no recogen el desarrollo de su infacia y educación, no hablan de su carácter y motivaciones, ni tampoco presentan una precisión cronológica. Pero las biografías del antiguo mundo grecorromano no siempre presentaban estas características. De hecho, en la Antigüedad, el género biográfico era muy amplio, acogiendo obras muy diversas. Según algunos, el hecho de que acogiera los Evangelios Sinópticos es prueba de que se trataba de un género muy amplio.95
Nuestra decisión sobre cómo clasificar los Evangelios dependerá considerablemente de la flexibilidad que le otorguemos al concepto de género. La mayoría de los críticos literarios modernos (modern literary critics) afirma que el género no impone una serie rígida de requisitos, sino que crea la suposición de que se dará “una serie flexible de expectativas.”96
Además, argumentan que en realidad la idea de libro “único” no existe. Para que los lectores lo puedan entender, un libro siempre estará elaborado según ciertas convenciones genéricas. Por tanto, quizá deberíamos ubicar los Evangelios dentro de la categoría de las biografías grecorromanas. Incluso el Evangelio de Lucas, que podría clasificarse como historiografía por sus vínculos con el libro de los Hechos de los Apóstoles, puede encajar dentro de los límites de la biografía antigua.
Las biografías fueron principalmente una especie de escritura histórica, El género no resuelve todas las preguntas históricas, pero sugiere dónde debemos comenzar, y no lo hacemos con la premisa de que los escritores del Evangelio simplemente están inventando cosas, sino con la premisa de que es probable que dependan de una cantidad sustancial de información que editan y presentan de cierta manera, pero que en realidad dependen de la información.
Excepto por las monografías históricas como Hechos y por las biografías, las obras históricas normalmente ocupaban muchos volúmenes, pero las biografías solían ser de un solo volumen y tenían un carácter histórico. Los historiadores y los biógrafos trataban de enseñar lecciones morales a través de su trabajo, pero a través de hechos, no a través de la invención. Ambos buscaban ser entretenidos como las novelas, pero por su disposición de la información, no por medio de la invención.
Pero al mismo tiempo deberíamos reconocer las características únicas y genuinas de los Evangelios. A diferencia de la mayoría de las biografías antiguas, los Evangelios son anónimos; no tienen las pretensiones literarias características de la mayoría de biografías; y, sobre todo, combinan enseñanza y acción en una obra orientada a la predicación que no tiene precedente alguno.97
Este último punto es especialmente importante dada la tendencia que hay entre algunos académicos de usar el término “Evangelio” para referirse a documentos como Q, El Evangelio de Tomás, y El Evangelio de Verdad.98 Como Philip Jenkins ha dicho, esta tendencia se debe más a la moda ideológica contemporánea que al resultado de un estudio serio y concienzudo.99 Sea como sea, estos documentos no presentan la combinación de narrativa y kerygma que parece ser intrínseca al género de los Evangelios canónicos.
- El uso neotestamentario de εὐαγγέλιον (euangelion, “Evangelio”) y εὐαγγελίζομαι (euangelizomai, “predicar el Evangelio”) está tomado del Antiguo Testamento. Estos términos griegos son la traducción de palabras hebreas (a partir de la raíz rafáb, “llevar o ser portador de buenas nuevas”]) que hacen referencia a la promesa que Dios había hecho de liberar a su pueblo (ver especialmente Is. 40:9; 42:7; 52:7; 61:1; Sal. 95:1).
- Ver, p. ej., G. Friedrich, “εὐαγγέλιον,” en TDNT 2.721–35.
- P. ej., Martin Hengel, “The Titles of the Gospels and the Gospel of Mark,” en Studies in the Gospel of Mark (Philadelphia: Fortress Press, 1985), 64–84.
- K. L. Schmidt, “Die Stellung der Evangelien in der allgemeinen Literaturgeschichte,” en EUCARISTHRION: Studien zur Religion und Literatur des Alten und Neuen Testaments, Fs. Hermann Gunkel, ed. K. L. Schmidt, FRLANT 19.2 (Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1923), 59–60.
- Ver Robert Guelich, “The Gospel Genre,” en Das Evangelium und die Evangelien, ed. Peter Stuhlmacher (Tübingen: Mohr-Siebeck, 1983), 183–219.
- Ver, p. ej., Kümmel, 37; Guthrie, 16–19; Martin, 1:20; Robert H. Gundry, “Recent Investigations into the Literary Genre ‘Gospel,’” en New Dimensions in New Testament Study, ed. Richard N. Longenecker y Merrill C. Tenney (Grand Rapids: Zondervan, 1974), 101–13.
- La defensa más completa es R. A. Burridge, What are the Gospels? A Comparison with Greco-Roman Biography, SNTSMS 70 (Cambridge: Cambridge University Press, 1992). Ver también C. W. Votaw, “The Gospels and Contemporary Biographies,” AJT 19 (1915): 45–71; Charles H. Talbert, What Is a Gospel? The Genre of the Canonical Gospels (Philadelphia: Fortress Press, 1977); Philip L. Shuler, A Genre for the Gospels: The Biographical Character of Matthew (Philadelphia: Fortress Press, 1982); Detlev Dormeyer y Hubert Frankemölle, “Evangelium als literarische Gattung und als theologisches Begriff: Tendenzen und Aufgaben der Evangelienforschung im 20. Jahrhundert, mit einer Untersuchung des Markusevangeliums in seinem Verhältnis zur antiken Biographie,” en ANRW 25.2, pp.1545–81; Albrecht Dihle, “Die Evangelien und die griechische Biographie,” en Das Evangelium und die Evangelien, 383–411; David E. Aune, The New Testament in Its Literary Environment, LEC 8 (Philadelphia: Westminster, 1987), 17–76; Graham N. Stanton, The Gospels and Jesus, 2a ed. (Oxford: Oxford University Press, 2002), 14–18 (que presenta un cambio respecto a la edición anterieor, en la que se enfatizaba la singularidad del género de los Evangelios).
- Burridge, What are the Gospels? 62.
- Patricia Cox comenta que las biografías antiguas recogían los “hechos” (πράξεις [praxeis]) de su sujeto solo como medio para resaltar su “esencia” o “estilo de vida” (ἔθος [ethos]) (Biography in Late Antiquity [Berkeley: University of California, 1983], 65). Eso no concuerda con la intentción de los evangelistas.
- Ver, p. ej., Helmut Koester, Ancient Christian Gospels: Their History and Development (Philadelphia: Trinity Press International, 1990), 1–48. Y véase el título de importante studio que Kloppenborg hace de Q: John Kloppenborg, Excavating Q: The History and Setting of the Sayings Gospel (Minneapolis: Fortress Press, 2000).
- Philip Jenkins, Hidden Gospels: How the Search for Jesus Lost its Way (Oxford: Oxford University Press, 2001)
c.f. An Introduction to the New Testament por DA Carson ; douglas j moo
c.f Craig S. Keener, NT309 Problemas críticos en los Evangelios sinópticos, Educación Móvil Logos (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2019).

