Dentro del estudio de la Escatología (El estudio de las ultimas cosas) surge un tema predominante y sujeto a diversas interpretaciones como el tema del Milenio.
Ahondaremos en la pregunta si habrá un reino futuro intermedio sobre la tierra que dure mil años en el cual Cristo reine antes del establecimiento de los nuevos cielos y la nueva tierra (esto también es llamado «quilianismo»).
Fácilmente, y frecuentemente, la escatología está muy mal utilizada. Sin embargo, es importante como uno de los fundamentos de la cosmovisión bíblica. Aunque somos criaturas limitadas por el tiempo (Job 14:1–22) y el espacio (Hechos 17:26), Dios ha puesto la eternidad en nuestros corazones (Eclesiastés 3:11). Por eso, tenemos un interés innato en el futuro — cosa que necesariamente afecta nuestra conducta en el presente.
A la luz de estas verdades, la revelación bíblica del futuro tiene mucha importancia y relevancia para el pueblo de Dios. 2 Timoteo 3:16–17 nos enseña que «Toda Escritura es inspirada por Dios» (y por eso tiene importancia), «a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (por ese tiene relevancia). La tarea extensa de la escatología es explorar la revelación entera de la Palabra infalible de Dios con el objetivo de discernir el curso de la historia del mundo, divinamente ordenado y proféticamente revelado, desde la creación hasta la consumación, y así dirigir «un llamado a la acción y obediencia en el presente».
- ¿Que es el milenio?
- Antecedentes
- En las Escrituras Hebreas (A.T)
- El Milenio en los Escritos Pseudoepígrafos y apócrifos
- Cuestión del origen persa
- En el Nuevo Testamento
- Fuentes Rabínicas
- El milenio en el cristianismo posterior
- Posturas sobre el milenio
- El milenio y sus imagenes
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¿Que es el milenio?
El milenarismo es una variante de la escatología judía y cristiana. El significado literal de milenio (del latín mille) es «mil», pero el término se utiliza para referirse a la expectativa de un período de años que puede ser mayor o menor que mil. Suele seguir a la destrucción del mal y preceder a la creación de un nuevo cielo y una nueva tierra y al disfrute de la bienaventuranza eterna. En algunas tradiciones, el Mesías y los fieles reinan en este reino terrenal.
En el NT sólo se menciona explícitamente en Apocalipsis 20, pero es posible que se haga referencia a él en el texto anterior de 1 Corintios 15:23-28 y en el texto posterior de 2 Pedro 3:8 (Ver sección—En el Nuevo Testamento).
El milenio funciona como una recompensa para los siervos de Dios que permanecen fieles en medio de la persecución, «los que son firmes hasta el fin», en palabras de un estribillo del Apocalipsis.
Además, el milenio en el Apocalipsis establece un doble contraste: entre la impotencia del maligno y la autoridad de Cristo, y entre el destino del maligno y la recompensa que espera a los santos.
La interpretación del milenio es crucial para la escatología; la elusividad del consenso sobre el significado del milenio se refleja en las diversas concepciones escatológicas que abundan (Ver sección—Posturas sobre el milenio).
Antecedentes
La idea de un período de justicia, paz y prosperidad dentro del marco de la historia ya se encuentra en el AT. De hecho, forma parte de las expectativas originales y también de las proclamas proféticas primeras.
Luego, con los profetas del exilio, se desplaza a un futuro reino mesiánico que, merced a la cláusula «llegará un día», parece traspasar el umbral del tiempo y de la historia humana para situarse más allá, dando lugar a la tardía distinción de los dos eones o siglos: este y el venidero, distinción visible en los propios Evangelios.
Fue a partir del siglo II a.C. cuando la irrupción de la > apocalíptica, con su particular pesimismo histórico y la idea de una destrucción final, propició que los rabinos empezaran a distinguir entre la época del Mesías y el tiempo final, quedando aquella como un interregno entre ambos eones. El reinado mesiánico sería, pues, un intermedio en el que dentro de la historia y en este eón ya podría gozarse de las primicias del siglo venidero.
Las raíces de la creencia en un reino glorioso, en parte natural, en parte sobrenatural, se encuentran en las esperanzas de los judíos en un Mesías temporal y en la apocalíptica judía. Bajo la agobiante presión de sus circunstancias políticas, la expectativa de un Mesías que liberara al pueblo de Dios había asumido en la mente judía un carácter en gran medida terrenal; los judíos anhelaban sobre todo un salvador que los liberara de sus opresores y restaurara el antiguo esplendor de Israel. Estas expectativas generalmente incluían la creencia de que YHVH conquistaría todos los poderes hostiles a sí mismo y a su pueblo elegido, y que establecería un reino final y glorioso de Israel. Los libros apocalípticos, principalmente el libro de Henoch y el cuarto libro de Esdras, indican varios detalles de la llegada del Mesías, la derrota de las naciones hostiles a Israel, y la unión de todos los israelitas en el reino mesiánico seguido por la renovación del mundo y la resurrección universal.
Lo natural y lo sobrenatural se mezclan en esta concepción de un reino mesiánico como acto final de la historia del mundo. Las esperanzas judías de un Mesías y las descripciones de los escritores apocalípticos estaban mezcladas; era entre el fin del presente orden mundial y el comienzo del nuevo que este reino sublime del pueblo elegido iba a encontrar su lugar. Era natural que muchos detalles de estas concepciones permanecieran indistintos y confusos, pero el reino mesiánico siempre se representa como algo milagroso, aunque los colores sean a veces terrenales y sensuales. Los relatos evangélicos demuestran claramente con qué fervor los judíos de la época de Cristo esperaban un reino mesiánico terrenal, pero el Salvador vino a proclamar el reino espiritual de Dios para la liberación del hombre de sus pecados y para su santificación, un reino que comenzó realmente con Su nacimiento.
No hay rastro de chiliasmo en los Evangelios ni en las Epístolas de Pablo; todo se mueve en la esfera espiritual y religiosa; incluso las descripciones del fin del mundo y del juicio final llevan este sello. La victoria sobre la bestia simbólica (enemiga de Dios y de los santos) y sobre el Anticristo, así como el triunfo de Cristo y de sus santos, se describen en el Apocalipsis de Juan (Apocalipsis 20-21), en imágenes que recuerdan a las de los escritores apocalípticos judíos, especialmente de Daniel y Henoch. Satanás es encadenado en el abismo durante mil años, los mártires y los justos resucitan de entre los muertos y participan del sacerdocio y la realeza de Cristo.
Aunque es difícil enfocar con nitidez las imágenes utilizadas en el Apocalipsis y las cosas expresadas por ellas, no cabe duda de que toda la descripción se refiere al combate espiritual entre Cristo y la Iglesia, por una parte, y los poderes malignos del infierno y del mundo, por otra. Sin embargo, un gran número de cristianos de la era postapostólica, especialmente en Asia Menor, cedieron tanto a la apocalíptica judía como para dar un significado literal a estas descripciones del Apocalipsis de Juan; el resultado fue que el milenarismo se extendió y ganó defensores acérrimos no sólo entre los herejes, sino también entre los cristianos católicos.
En las Escrituras Hebreas (A.T)
En el AT canónico se hace mucho hincapié en una futura condición de bienaventuranza terrenal para la nación israelita (Isaías 9:6; Isaías 11:1-12:6; Isaías 40:9-11; Isaías 52:7-12; Jeremías 33:17-22; Ezequiel 37:25; Oseas 3:4; Joel 3:20 Mateo 4:20; Amós 9:14; Zacarías 9:9; etc.).
Pero este período no está limitado temporalmente y, por tanto, aunque es compatible con un tiempo de bienaventuranza milenaria, no lo exige expresamente.
La eternidad del reino mesiánico, tal como se describe en libros proféticos clave del Antiguo Testamento como Daniel (Daniel 2:44; Daniel 7:27), lleva a los intérpretes milenaristas a extender la historia de la restauración de Israel a lo largo de la era milenaria hasta el eschaton final, cuando «Dios lo será todo en todos» (cf. Culver; W. M. Smith y otros). (Culver; W. M. Smith, World Crisis and the Prophetic Scriptures [1951], pp. 179-237; Israeli/Arab Conflict and the Bible [1967]; Saarnivaara, pp. 24-37).
Así, a pesar de los intentos, representados por la Biblia del Milenio de W. E. Biederwolf (1924), de encontrar la enseñanza chilástica claramente expuesta en el AT, el fundamento bíblico de la doctrina no puede localizarse allí.
El Milenio en los Escritos Pseudoepígrafos y apócrifos
La literatura judía no canónica de la era bíblica ofrece varios ejemplos de períodos temporalmente delimitados de gobierno divino.
El concepto de este reino temporal se encuentra en la literatura judía, aunque no está presente en las Escrituras hebreas. Sin embargo, sí aparece en los Pseudepígrafos. Los cuatro ejemplos más importantes, en orden cronológico, son:
- 12En 91:12-17 y cap 93.
- 12En 32:3-33:1.
- Esd. 5:1-7:35.
- 2 Baruc.
(1) Los pasajes de 1 Enoch están en la sección conocida como el «Apocalipsis de Semanas,» considerado por R. H. Charles (Libro de Enoch [1917], p. xiv) «el más viejo pre-Maccabaean» porción del libro.
El vidente hace que Enoch prediga el futuro en términos de diez «semanas» desiguales. Durante las tres semanas apocalípticas finales tendrá lugar el juicio contra los opresores (octava semana), toda la tierra impía (novena semana) y los ángeles malignos (décima semana).
Aunque sólo al final de los tiempos, tras la décima semana, llega la perfección («el primer cielo se apartará y pasará, y aparecerá un cielo nuevo, … y todo será bondad y justicia, y nunca más se mencionará el pecado»), la octava semana constituye una especie de interludio milenario, ya que «a su término [los justos] adquirirán casas por su justicia, y se edificará una casa [el templo] para el Gran Rey en gloria por los siglos de los siglos, y toda la humanidad mirará hacia el camino de la rectitud» (Charles, pp. 132-34). Sin embargo, en estas predicciones no interviene ningún Mesías personal.
(2) 12En 32:3-33:1 ofrece una imagen análoga. En este apocalipsis, «escrito por un judío alejandrino durante los primeros cincuenta años de nuestra era» (R. H. Pfeiffer), el mundo existe durante un total de siete días de mil años cada uno, y el Señor decreta que el séptimo constituye un penúltimo sabbat, al que seguirá el interminable octavo día de bienaventuranza eterna. No se integra a ningún Mesías en este cuadro milenario, pero es digno de mención el uso implícito del tema canónico de que «mil años a tus ojos son como ayer» (Sal. 90:4; 2 Pe. 3:8), con la consiguiente especificación de una era futura de dimensiones explícitamente milenarias.
(3) 2 Esd. 5:1-7:35 presenta una visión del final de los tiempos escrita casi con toda seguridad antes de finales del siglo I d.C. D.C. «Los detalles incluyen la promesa de que el Mesías de Dios reinará en su reino cuatrocientos años; después de esto, él y toda la humanidad morirán, y el silencio primigenio prevalecerá durante siete días; finalmente vendrán la Resurrección y el Día del Juicio» (B. M. Metzger, intro to the Apocrypha [1957], p. 26).
Hay que señalar los fuertes contrastes entre esta predicción y la enseñanza canónica, contrastes que no se ven atenuados por la referencia a «Jesús» en 7:28, que procede únicamente del texto latino y «se debe a un corrector cristiano» (Oesterley).
La cifra de cuatrocientos años se explica en el Talmud (TB Sanhedrin 99a; Midr. Tanhuma, Ekeb 7) como derivada del período de cautiverio de Israel en Egipto (cf. Gn. 15:13; Sal. 90:15; Miq. 7:15).
Otras estimaciones talmúdicas de la duración del reino del Mesías eran 40 años (igual al período en el desierto), 70 años, 100 años, 365 años, 600 años, 1000 años, 2000 años y 7000 años. La lógica detrás de tales cifras era a menudo la suposición de simetría (la historia consistió en 2000 años antes de la entrega de la Ley y 2000 años bajo ella, por lo que el reinado del Mesías tendría esta misma duración) o el simbolismo de la alegría contenida en los números 1000 y 7000 (véase F. Weber, Jüdische Theologie auf Grund des Talmud [1897], pp. 371-73).
(4) 2 Baruc, «escrito aproximadamente al mismo tiempo que II (IV) Esdras (hacia 90 d.C.)» (Pfeiffer, HNTT, p. 86), describe un reino mesiánico como sucesor de cuatro reinos mundiales, el último de los cuales es Roma (caps. 39-40).
En los capítulos 29 y 73, el reino mesiánico se describe en términos que recapitulan de forma bastante evidente el paraíso edénico y anulan la maldición que pesaba sobre nuestros primeros padres: la maternidad se producirá sin dolor (cf. Gn 3:16) y la tierra será tan fértil (cf. Gn 3:17-19) que cada vid tendrá mil sarmientos, cada sarmiento mil racimos y cada racimo mil uvas. Papías aplicó más tarde esta descripción al milenio cristiano.
¿Cuál es la influencia de estos milenarismos pseudoepigráficos y apócrifos en la concepción del NT tal como se expone en Apocalipsis 20?
Si es que existe alguna influencia, es del tipo más indirecto, que no se extiende más allá de la idea general de un futuro interregno divino. Ni 1 Enoc ni 2 Enoc relacionan un Mesías personal con la penúltima bienaventuranza; el Mesías de 2 Esdras reina sólo cuatrocientos años y luego muere; y el retrato tecnicolor de las bendiciones chilásticas de 2 Baruc (compuesto casi con seguridad demasiado tarde para haber influido en el Apocalipsis en cualquier caso) no tiene paralelo en el NT.
Incluso el lapso de tiempo de mil años de Apocalipsis 20 no tiene por qué derivarse de 2 Enoc, ya que el apóstol Juan pudo basarse, no menos que el autor de 2 Enoc, en Sal. 90:4 para la fórmula 1 día = 1000 años.
Cuestión del origen persa
Algunos se han esforzado por localizar en la antigua literatura religiosa persa una fuente extracanónica para la enseñanza milenaria de la Biblia. El zoroastrismo concebía los últimos tiempos como si consistieran en tres milenios, cada uno con su salvador particular.
«Las leyendas parsis posteriores distinguen tres grandes profetas que aparecerán antes del fin del mundo … . Recibirán el encargo de frenar la influencia del diablo, que aumenta en el momento en que este mundo se acerca a su fin» (M. Haug, Essays on the Sacred Language, Writings, and Religion of the Parsis [1878], p. 314).
Sólo con la aparición del tercer y más grande salvador -Sosyosh, un vástago sobrenatural del propio Zoroastro- el mundo se transformará definitivamente; entonces «el diablo desaparecerá» y «todo el mundo permanecerá eternamente en un estado de rectitud» (Yt. 19:89s; citado en Haug, p. 217).
Se nos dice que «estas ideas ejercieron una fuerte influencia sobre las expectativas apocalípticas del judaísmo tardío» (Enciclopedia de la Iglesia Luterana, II [1965], s.v. [K. Hutten]), y esta opinión es apoyada por F. Cumont (RHR [1931], 29-96) y M. Eliade (El mito del eterno retorno [1954], pp. 124-27).
Por otra parte, W. Adams Brown advirtió: «Nuestras fuentes para la escatología persa son tan tardías (los Bundahis, en su forma actual, no datan de antes del siglo VII d.C. … ) que no se han encontrado en la literatura persa. ) que debemos ser muy cautos a la hora de sacar conclusiones» (HDB, III, s.v.). Factores como la tardanza de las fuentes mazdeas y la diferencia radical entre su visión trimilenaria y el reino mesiánico unitario de la tradición judeocristiana han llevado a rechazar la teoría de la influencia persa a N. Söderblom (La Vie future d’après le mazdéisme [1901], pp. 270-320) y, más recientemente, a P. Vulliaud (p. 33); y coincidimos con este juicio. Hay que tener especial cuidado, incluso cuando existen algunas similitudes genuinas entre dos posiciones religiosas, de no suponer que una debe haber influido en la otra. Las características únicas de la escatología milenaria de Apocalipsis 20 merecen el examen más minucioso en su propio terreno.
En el Nuevo Testamento
En cuanto al NT, 1 Cor. 15:22ss. es considerado, incluso por aquellos que se oponen a los puntos de vista milenaristas, como proporcionando a través de su «doctrina de un reino limitado de Cristo … un punto de apoyo en la Iglesia para las expectativas chilásticas» (E. Bratke, en Sch.-Herz. [repr 1950], VII, 375).
Otros pasajes del NT a los que ocasionalmente apelan los intérpretes milenaristas son Mt. 19:28; 25:31-46; Lc. 14:14; 1 Tes. 4:13-18. Pero es casi universalmente admitido, tanto por los opositores como por los defensores del milenarismo, que el argumento a favor de la doctrina descansa directamente en la exégesis de Apoc. 20. Según este texto, después del Mesías, el Mesías será el Mesías.
Según este texto, después de la victoria del Mesías sobre la bestia, el falso profeta y todos sus seguidores, Satanás será confinado en un pozo sin fondo durante mil años. Durante este período Cristo reinará con sus santos martirizados, que han sido traídos a la vida en la «primera resurrección» al comienzo del período milenario.
Al final de los mil años Satanás será desatado por un poco de tiempo, ocurrirá la batalla final entre Dios y Sus adversarios, y tendrá lugar el juicio final, seguido por la «segunda muerte» de todas las fuerzas malignas y el establecimiento de la justicia eterna.
Las cuestiones controvertidas relativas a este pasaje son si el texto debe tomarse literalmente (milenarismo) o en sentido figurado (amilenialismo) y, suponiendo una interpretación milenarista, si la segunda venida del Señor debe preceder (premilenialismo) o seguir (postmilenialismo) al tiempo de la victoria chilástica. Sobre estas cuestiones volveremos más adelante (Ver Posturas sobre el milenio).
- Apocalipsis 20:
El pasaje de Apocalipsis 20 que mencionas contiene las únicas referencias explícitas en el NT a un reinado temporal de mil años (chilia etē) de Cristo. Apocalipsis 20:4-6 es uno de los pasajes más difíciles del libro, pero está claro que la función del milenio es recompensar a los siervos de Dios que permanecen fieles a través de las pruebas de su fe.
Hay varias cosas que señalar sobre el periodo milenario tal como se describe en Apocalipsis 20.
En primer lugar, el diablo es «atado» y «arrojado a la fosa», que luego es sellada para impedirle seguir «engañando a las naciones» durante este intervalo (Ap 20:2-3).
En segundo lugar, Cristo reina durante toda esta época, como atestigua el silencio y la ausencia de actividad del maligno. Aunque Pablo no menciona el período de los mil años, algunos estudiosos deducen de 1 Cor 15:23-28 que él también cree en un período intermedio en el que Cristo «debe reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos bajo sus pies» (1 Cor 15:25).
Una tercera cosa que hay que señalar sobre los mil años del Apocalipsis es que los que fueron martirizados por su confesión de Jesús reinan con él durante este tiempo (Ap 20:4, 6). El texto identifica a los que reinan con Cristo como mártires, pero algunos intérpretes lo toman como sinónimo de «todos los cristianos» (p. ej., Dulce). Esto a su vez afecta a nuestra comprensión de quiénes son «el resto de los muertos» (Ap 20:5). ¿Son no cristianos? ¿O deberíamos adoptar la lectura más directa de que «el resto de los muertos» son no mártires, tanto cristianos como no cristianos?
Una cuarta observación es que no se menciona la relación de este milenio con el momento de la Segunda Venida de Cristo (véase Parusía). ¿Volverá Cristo antes o después del milenio? Apocalipsis 20 no responde explícitamente a esta pregunta.
Una quinta cosa a tener en cuenta es que los mil años no significan el establecimiento permanente del reino de Cristo, sino que se describen como un gobierno temporal, un interregno antes del fin.
Después de este paréntesis de mil años, el diablo «será soltado por un poco de tiempo» (Ap 20:3, 7; cf. Ap 12:12), los cristianos que no fueron martirizados por su fe serán resucitados (Ap 20:5) y finalmente los muertos serán juzgados (Ap 20:12) y la muerte destruida (Ap 20:14). Después vendrá el reino eterno de Dios: «Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva» (Ap 21:1).
- 2 Pedro 3:8:
En 2 Pedro 3:8 puede haber una referencia implícita a un reino milenario: «Pero no ignoréis esto, amados: que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día». El contexto sugiere que 2 Pe refleja una escatología como la del Apocalipsis, pues aquí encontramos a los lectores enfrentados a dudas sobre la segunda venida de Cristo porque no perciben cambios en el tejido de la historia (2 Pedro 3:4).
El autor les recuerda lo imprevisible del Día del Señor, que llega como un bandido (2 Pedro 3:10). Como en el Apocalipsis, lo que sigue son «cielos nuevos y tierra nueva, donde mora la justicia» (2 Pedro 3:13).
Aun así, parece más probable que 2 Pedro 3:8 sea un eco del Salmo 90:4 que de la escatología del Apocalipsis. El énfasis de 2 Pedro 3 no está en una percepción o símbolo humano de la duración del reinado intermedio de Cristo (como en Apocalipsis 20), sino en cómo la vasta línea temporal humana parece tan breve para Dios. En palabras del salmista: «Porque mil años son a tus ojos como el día de ayer, que ya pasó, o como una vigilia nocturna» (Salmo 90:4).
Fuentes Rabínicas
En el Talmud Babilónico, rabinos como Elyahu, Kattina y Abay distribuían la historia desde la creación de este modo: ➝ 2000 años antes de la Ley de Moisés, ➝ 2000 bajo la Ley de Moisés, ➝ 2000 bajo el Mesías y ➝ mil años de descanso sabático de los justos en el reino terreno del Mesías (Sanhedrín 97a–97b).
Esta idea milenarista se basaba en la palabra que Yahvé había dicho a Adán cuando comió del árbol de la ciencia del bien y del mal: «Ciertamente, el día en que lo comas morirás» (Gn. 2:17). Si se interpreta literalmente, Adán tendría que haber muerto el mismo día en que comió, y sabemos que vivió casi mil años; luego mil años equivalen a un día en los planes de Dios, como corroboran los Salmos 84:10 y 90:4.
Las referencias rabínicas al reinado mesiánico temporal son las siguientes: Pes. 68a se refiere a la era mesiánica y afirma que los «justos están destinados a resucitar a los muertos».
Ber. 34b hace una distinción entre este mundo y los días del Mesías: en este último no hay sometimiento a potencias extranjeras. Un pensamiento similar se expresa en Sanh. 91b.
En Sanh. 99a se citan tres opiniones: «R. Eliezer dijo: Los días del Mesías durarán cuarenta años … R. Eleazar b. Azariah dijo: Setenta años … Rabí dijo: Tres generaciones … R. Dosa dijo: Cuatrocientos años … Rabí dijo: Trescientos sesenta y cinco años, como los días del año solar…. Abimi hijo de R. Abbahu aprendió: Los días del Mesías de Israel serán siete mil años … Rab Judá dijo en nombre de Samuel: Los días del Mesías durarán tanto como desde la Creación hasta ahora … Rabí Nahmán b. Isaac dijo: Tanto como desde los días de Noé, que son los míos …»
Para una mayor distinción entre los días del Mesías y el mundo venidero véase Šabb. 63a; 113b.
En Sanh. 97a (como apuntamos arriba) el Tanna debe Eliyyahu enseña que la era mesiánica durará 2000 años (cf. ʿAbod. Zar. 9a). Sanh. 97b afirma que el hijo de David vendrá después de no menos de 85 jubileos, vendrá en el último. R. Hanan b. Tahlifa dice que después de 7000 años y R. Abba el hijo de Raba (Amora de Babilonia) después de 5000 años.
R. Jahocachua predijo 2000 años; Barakhja y R. Dosa, 600 años; José el Galileo 60 años o tres generaciones; R. Akiba 40 años y Rabí tres generaciones (también 365 años).
El milenio en el cristianismo posterior
Desde la Epístola de Bernabé en adelante, incluyendo a casi todos los padres de la iglesia primitiva, la expectativa milenaria era de un período de mil años de descanso dentro del marco de una semana universal de siete mil años. La historia se dividía en siete períodos de mil años, paralelos a los siete días de la historia de la creación. El último período de tiempo, el milenio, debía ser un período de descanso como el séptimo día de la creación, cuando «acabó Dios la obra que había hecho, y reposó en el séptimo día» (Gn 2:2). Naturalmente, 2 Pedro 3:8 y Apocalipsis 20 se leían como parte de esta comprensión dispensacionalista de la historia (por ejemplo, Bernabé 15.3-9). Según Bernabé, al sábado milenario le sigue el «octavo día» de la nueva creación (Barn. 15.8; cf. Ireneo Haer. 5.32-39).
- Papías:
Nuestra primera prueba de la creencia patrística en el milenio procede de Papías, citado por Ireneo (Haer. 5.33.4) y Eusebio (ca. 260-ca. 340 Hist. Eccl. 3.39). Papías es una figura enigmática pero importante en la historia del cristianismo primitivo. Nació hacia el año 70 d.C. y parece que escribió entre 125 y 130 d.C. Fue «oyente» de Juan, compañero de Policarpo y, más tarde, obispo de Hierápolis. Ireneo (ca. 130-ca. 200 d.C.) considera a Papías un importante testigo de la tradición escatológica de las primeras comunidades cristianas.
Papías parece haber tenido a mano un grupo bastante representativo de tradiciones apostólicas, tanto de Palestina como de Asia Menor. Ireneo dice que Papías escribió sobre el milenio en su Libro Cuarto y lo describió como un período de prodigiosa fertilidad y de profunda paz. También habrá armonía entre los animales (cf. Is 11:6) que ya no serán carnívoros. Papías afirma que esto no debe tomarse en sentido alegórico, es decir, que no significa simplemente que las diversas naciones habitarán en la paz de una misma fe.
Nuestra siguiente referencia a Papías es Eusebio, él dice:
«Entre estas (cosas de naturaleza fabulosa) él (Papías) dice que habrá un milenio después de la resurrección de los muertos, cuando el reinado personal de Cristo será establecido en esta tierra.»
Hist. Eccl. 3.39
El testimonio de Papías no debe tomarse a la ligera porque da a entender que sus postulados escatológicos llegaron a través de los «ancianos» que vieron y oyeron a Juan el discípulo del Señor.
- Justino Mártir:
Justino Mártir (100-165 d.C.), el apologista más importante del siglo II, también da testimonio de la creencia en el milenio. El texto correspondiente se encuentra en Dial. 80-81. Los principales rasgos de interés son los siguientes. Trifón, el judío con el que debate, desafía a Justino sobre la supuesta creencia cristiana de que «este lugar, Jerusalén, será reconstruido; y … tu pueblo … reunido, y alegrado con Cristo y los patriarcas, y los profetas, tanto los hombres de nuestra nación, como otros prosélitos que se unieron a ellos antes de que viniera tu Cristo».
Justino le asegura que muchos cristianos tienen esta creencia, pero otros cristianos sinceros no son de esta opinión. Añade «pero yo y otros que somos cristianos rectos en todos los puntos, estamos seguros de que habrá una resurrección de los muertos, y mil años en Jerusalén, que entonces será edificada, adornada y engrandecida, [como] declaran los profetas Ezequiel e Isaías y otros.» Justino basa su creencia en las Escrituras hebreas y obtiene su idea de mil, al igual que los escritores judíos, del Sal 90:4 «siendo el día del Señor mil años» (cf. 2 Pe 3:8).
Podemos resumir los puntos de vista de Justino como sigue: la creencia milenaria es sostenida por muchos cristianos pero no por todos; el centro del reino será la Jerusalén renovada; la gente vivirá vidas prolongadas; habrá engendramiento físico; los animales vivirán en paz unos con otros y con los seres humanos; habrá una maravillosa fertilidad de la tierra.
- Ireneo:
El siguiente escritor importante que da testimonio de la creencia milenaria entre los cristianos es Ireneo (130-ca. 200). Fue uno de los teólogos y heresiólogos cristianos más importantes del siglo II. Ireneo (Haer. 5:32-36) elabora la teoría milenarista que heredó de Papías y Justino. Inserta sus creencias escatológicas (apocalípticas) en su teoría de la recapitulación. Afirma que, como el mundo se hizo en seis días, así terminará en 6.000 años.
El Anticristo, simbolizado por el número 666, reinará durante tres años y medio y luego será destruido por Cristo y enviado al lago de fuego. Los justos, sin embargo, serán llevados a los tiempos del reino, es decir, «el descanso, el santificado séptimo día». La promesa de Dios a Abraham se cumplirá y recibirá la herencia prometida de la tierra (Génesis 15). Ireneo apoya este principio en Mateo 8:11 «muchos de oriente y occidente se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob.»
La última parte del texto en discusión (Haer. 5:27-29) no se encuentra en todos los manuscritos y puede haber sido excluida debido a la creencia milenarista de Ireneo. (Sin embargo, a principios de este siglo se encontraron algunos fragmentos de las versiones siríaca y armenia). Ireneo concibe un reino terrenal como el principio de la incorrupción «por medio del cual el reino acostumbra gradualmente a los que serán dignos a participar de la naturaleza divina (capere Deum)». Los justos reciben la tierra prometida a Abraham y reinan en ella.
Ireneo sostiene que Abraham y su descendencia recibirán la tierra prometida en la resurrección de los justos porque la promesa de Dios no puede fallar y él no heredó la tierra durante su vida terrenal (cf. Hch 7:5). Los justos serán tanto judíos como gentiles. También afirma que Cristo se refirió al milenio (reino terrenal) cuando dijo que no bebería del fruto de la vid hasta que lo bebiera de nuevo en el reino del Padre (Mt 26:29).
- Los montanistas:
La creencia milenarista fue recibida con entusiasmo por los montanistas (hacia 156-200 o después), pero esperaban que la Jerusalén celestial descendiera en Pepuza, en Frigia, y no en Jerusalén (Epif. Anac. 48:1). Desde Frigia, el montanismo se extendió a África, Galia y Roma.
- Tertuliano:
Tertuliano (ca. 160-ca. 220), el teólogo occidental más importante, defendió tanto la causa del milenarismo como la de los montanistas. En Adv. Marc. 3:24, afirma que los judíos serán restaurados en Palestina y que la ciudad de Jerusalén descenderá del cielo. Los fieles reinarán durante 1.000 años. Añade que en una ciudad de Asia Menor, la nueva Jerusalén había sido vista flotando en el cielo durante 40 días. Tertuliano rechaza una interpretación alegórica de estas cosas (Adv. Marc. 4:31).
- Comodiano:
Commodiano (siglo III o posterior) siguió el esquema de los 7.000 años (Carmen 791-96). Adoptó puntos de vista chilásticos y esperaba el matrimonio, el nacimiento de hijos, un clima benigno, la paz universal y el retorno de las diez tribus.
- Victorino de Pettau:
Victorino de Pettau (m. hacia 304), autor del comentario latino más antiguo que se conserva sobre el Apocalipsis, adopta un enfoque más modesto, pero se mantiene bastante próximo a una interpretación literal de Ap 20,4-6, salvo que considera el milenio como el cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham. Jerónimo (342-420 d.C.) reelaboró a fondo este comentario de Victorino e interpretó el milenio de forma alegórica.
- Lactancio:
Un partidario más ferviente del enfoque chilástico es Lactancio (ca. 240-ca. 320). Se inspira en los Oráculos Sibilinos y describe a los justos engendrando hijos y siendo servidos por los paganos (Div. Inst. 7:24). Afirma que los cuerpos cósmicos serán radiantes y la tierra prodigiosamente fértil. Entre otras fuentes, Lactancio recibió la influencia de la Cuarta Égloga de Vergilio (70-19 a.C.).
La creencia milenaria en la Iglesia primitiva era una tradición vigorosa y persistente que se mantiene en muchas creencias hoy en día. Muchos cristianos que se oponían a la creencia acusaban a los milenaristas cristianos de «judaizar». El milenarismo era sostenido tanto por los docti (-ae) como por los indocti (-ae). Fue objeto de serios debates en los principales centros de la teología cristiana en Roma, Alejandría, Asia Menor, y tal vez la Galia.
El gnóstico Cerinto (hacia el año 100 d.C.), según relata Eusebio (Hist. Eccl. 3.28), no sólo enseñaba el milenarismo, sino también un craso chiliasmo. Durante los mil años la gente cenaría suntuosamente y celebraría alegrías nupciales.
Nepos de Arsinoe (citado por Eusebio, Hist. Eccl. 7.24) propugnaba una teología milenarista caracterizada por un burdo chiliasmo. Apolinar de Laodicea (ca. 310-ca. 390 E.C.) también enseñó una teología milenarista, pero sólo sabemos esto por Epifanio (ca. 315-403), quien dijo que los fieles tendrían los mismos cuerpos que tienen ahora y guardarían la ley veterotestamentaria, incluida la circuncisión (Panarion 77:36-38). Según Basilio (ca. 330-79 d.C.), las opiniones de Apolinar eran más míticas, pero esperaba la observancia del sábado, la circuncisión y las leyes dietéticas (Ep. 263:4).
Ideas similares aparecen en Metodio de Olimpo (m. hacia 311 d.C.). Despreciaba la interpretación judía de la Fiesta de los Tabernáculos. Combinando un realismo bíblico con la alegorización, la entendió como un tipo de la resurrección y la instalación del tabernáculo en el año 7.000 de la nueva creación. Habla de celebrar con Cristo «el milenio de descanso» y de que tras los mil años el cuerpo será transformado «de forma humana y corruptible en tamaño y belleza angélicos» (Symp. 9:5).
La teología temprana de Agustín de Hipona (354-430) también muestra tendencias milenaristas, pero su escatología posterior está influida por Ticonio y abandona el milenarismo (De civ. D. 20:6-7).
- Opositores al milenarismo:
Orígenes (ca. 185-ca. 254) hizo el primer intento de desacreditar una interpretación milenarista de Ap 20:4-6 y la sustituyó por una interpretación espiritual, aplicándola en su lugar al crecimiento espiritual del alma que comienza en esta vida y continúa en la siguiente. Tyconius, el teólogo donatista (m. ca. 400) enseñó que los mil años de Ap 20:4-6 se refieren a la era presente y a aquellos que renacen a través del bautismo: la resurrección física está en el futuro. El reinado milenario de Cristo se extiende desde su pasión hasta su segunda venida. Fue Ticonio quien influyó en Agustín para que pasara de su posición milenarista a una espiritualización de los mil años (De civ. D. 20:7; cf. Maiers 1981, 108ss.; 130; 161ss.; 174ss. y 294ss.). En sus enseñanzas posteriores sobre escatología, Agustín espiritualizó el milenio que, según él, comenzó con la encarnación de Cristo y se realizó plenamente en la Iglesia terrena.
La esperanza milenaria perduró en algunos reformadores protestantes, como los anabaptistas del siglo XVI. En la actualidad, existe en diversas formas entre los mormones, los adventistas del séptimo día y los testigos de Jehová.
Cabe destacar especialmente que Cristóbal Colón y otros pioneros del Nuevo Mundo se vieron influidos por el joaquismo, un desarrollo de las ideas del «milenio» enseñadas por Joaquín de Fiore (1135-1202). Los adeptos a esta tradición escatológica anticipaban una nueva era que sería inaugurada por personas espirituales, lo que suponía un poderoso incentivo para colonizar el Nuevo Mundo. Muchos los identificaron con los franciscanos y los dominicos en su labor en América Latina: veían el Nuevo Mundo como el nuevo Paraíso terrenal.
- Agustín de Hipona:
Si el pensamiento del joven Agustín de Hipona debe contarse entre los que creían en un milenio literal, el del adulto ha de añadirse al de los que entendían el milenio simbólicamente: «La Iglesia ya es ahora el reino de Cristo y el reino de los cielos. También ahora reinan con él sus santos, ciertamente de otro modo del que reinarán después; pero no reina con él la cizaña, aunque en la Iglesia crezca como el trigo» (De Civitate Dei, 9).
Este cambio tuvo su origen en una experiencia traumática a más no poder para el cristianismo: Roma cayó y el Imperio se disgregó, pero ni Cristo ni el milenio hicieron acto de presencia. Pese a todos los problemas, la historia siguió su curso, lo cual planteó un grave interrogante para la fe.
Más aún, una quiebra total y absoluta de un pronóstico que se había explicitado, no como tal, sino como auténtica palabra de Dios, lo que implicaba necesariamente una falta de fiabilidad total de la Sagrada Escritura. El problema fue tan grave que Agustín y Jerónimo, contemporáneos del acontecimiento, lo vivieron como una tragedia para la fe. De hecho, el primero escribió La Ciudad de Dios para dar una respuesta a la cuestión planteada y el segundo se quejó amargamente en su comentario al libro de Daniel.
- Desarrollo:
La existencia de una autoridad cristiana y de una religión homónima como base y corona del poder, unida al fiasco del milenarismo antiguo, hizo que este desapareciera casi por completo del pensamiento de la Iglesia. Al menos, de la iglesia oficial, ya que a lo largo de la Edad Media, más bien hacia su final, se produjeron algunos brotes. Su renovada expectación por un fin que tampoco llegó, aun cuando de nuevo fue proclamado como inminente, supuso, una vez superada la fecha señalada sin que nada ocurriese, un descrédito que terminó por condenarlos a la irrelevancia.
No obstante, a pesar de que los movimientos milenaristas han puesto en ello un mayor énfasis, la expectación por el tiempo del fin ha sido una constante para la cristiandad. De ahí que incluso en los períodos en los que el pensamiento milenarista fue relegado, el interés por el fin no desapareciera. Los comentarios al Apocalipsis así lo atestiguan, entre ellos el del Beato de Liébana, escrito en el siglo IX como preparación para la llegada del año 1000.
La Reforma siguió creyendo en el Milenio desde el punto de vista de sus resultados sociales y políticos. Es más, vivió su época con una fortísima expectación escatológica visible en los movimientos reformistas radicales, pero también en Lutero. Este identificó al papa con el Anticristo e interpretó Mt. 24:14 escatológicamente, a partir de la libre difusión de la Escritura que tan decididamente impulsó. La expansión de los grandes estados protestantes europeos propició la idea de una evangelización planetaria que desembocaría en un período de duración indefinida en el que la vida en la tierra se vería libre de las asechanzas del Dragón, las Bestias y la Gran Ramera, que eran, evidentemente, representaciones de la Iglesia católico-romana.
Las expectativas de la evangelización del mundo y de su consecuente y decisivo mejoramiento, tan fuerte durante los siglos de expansión colonial, no se cumplieron. Realidad incontestable desde principios del s. XX, una vez pasado el meridiano de esta centuria, el dispensacionalismo estructuró una nueva escatología que restituyó el milenio literal al estrellato teológico quince siglos después. La difusión de este movimiento ha sido mucho mayor en EEUU debido a que sustituyó la figura del papa como Anticristo por la de sus oponentes políticos en la esfera internacional. Así sacralizaba la función imperial de su país (con esta expresión pretenden no contarse entre los imperios) y demonizaban a enemigos y amigos discrepantes, soporte teológico de una política de dominio.
Posturas sobre el milenio
Hay diversas posturas principales del milenio:
- Están los que creen que Cristo vendrá antes de tal reino milenial, esto se llaman PREMILENIALISTAS.
- Están los que creen que la época presente de la iglesia representa ese reino intermedio están divididos en dos clases: POSMILENIALISTAS & AMILENIALISTAS).
- Los posmilenialistas ven a la iglesia como moviéndose hacia un cumplimiento pleno de las promesas del reino. Ellos creen que este movimiento gradual persiste hasta la manifestación de Cristo.
- Los amilenialistas dicen que no hay un futuro milenio literal, sino que cuando Cristo vuelva, entramos inmediatamente en un cielo nuevo y una tierra nueva.
Sin embargo, los posmilenialistas no son iguales a los amilenialistas. Los posmilenialistas ven a la iglesia marchando gradualmente pero firmemente a la victoria en esta época presente, mientras que los amilenialistas ven a la iglesia rescatada de las tribulaciones y persecuciones de un mundo caído cuando Jesús vuelva.
Para mas información ver los próximos artículos (un análisis exhaustivo) sobre las diversas posturas… (Próximamente subiremos la defensa de cada postura: Premilienialista, Postmilenialista, y Aminelianista)
Este término apunta al punto de vista que cree que el Señor volverá antes del milenio, y ha sido representado en dos formas principales.
Puedes ver un artículo extenso para esta postura escatologica en este artículo:
A. La forma antigua de premilenarismo. Este punto de vista se basaba en una correspondencia entre los seis días de la creación seguidos por un día de descanso. De manera que se pensaba que la historia del mundo se extendería por un período de seis mil años, y que esto, a su vez, sería seguido por una especie de «shabat» milenario.
Con frecuencia, este punto de vista tenía ideas del todo materialistas, y el término «quilialista» ha sido ampliamente usado para expresar esta forma de concebir las bendiciones milenarias. Se sostenía, además, que después del descanso sabático de los mil años habría un juicio final y una nueva creación.
B. Una forma reciente de premilenarismo. Bajo este encabezamiento viene la posición llamada a veces «dispensacionalista», aunque hay muchos expositores que sostienen una venida premilenaria de nuestro Señor pero que no se suscriben a las ideas de aquellos como Darby, Bullinger y Scofield.
Es imposible dar una breve exposición que abarque todas las variedades de interpretación que vienen a estar bajo este encabezamiento, pero un cuadro que cubra todo el panorama sería algo como esto:
| Panorama del premilenarismo |
|---|
| ↪ 1. Antes que cualquiera de los acontecimientos finales de la parousia acontezca, los creyentes que estén con vida serán «raptados», lo que con frecuencia se llama el rapto (véase) secreto. No obstante, hay muchos premilenaristas que rechazan la teoría de un rapto secreto, sosteniendo que los santos serán tomados en la pública manifestación de la segunda venida de Cristo. Esta divergencia de opinión se indica a veces por los términos rapto pretribulacionista y rapto postribulacionista. La primera opinión enseña que los santos no pasan por la tribulación, mientras que el último implica que no. |
| ↪ 2. Cuando Cristo vuelva, el mundo estará bajo el dominio del mal y el Anticristo estará en el poder. |
| ↪ 3. En su venida, nuestro Señor tendrá una gran victoria en la que el Anticristo será destruido. |
| ↪ 4. La resurrección de los creyentes—«la primera resurrección»—se llevará a cabo sea antes de la tribulación o inmediatamente al principio del milenio. |
| ↪ 5. Al introducirse el milenio, habrá un juicio preliminar de las naciones. Los santos resucitados reinarán con Cristo mil años. |
| ↪ 6. Al término del milenio, aparecerá una grosera inmoralidad, la que será ocasionada porque Satanás será suelto de su atadura. |
| ↪ 7. Después de este triste y corto período, se llevará a cabo la resurrección de los impíos, la que será seguida por el juicio final en el gran trono blanco. |
Uno de los puntos decisivos de la enseñanza dispensacionalista es su idea del «reino». Se sostiene que los profetas del AT predijeron el restablecimiento del reino de David, y que Cristo mismo trató de llevarlo a cabo.
No obstante, se dice que debido a que los judíos rechazaron su persona y obra, él pospuso el establecimiento de su reino hasta el tiempo de su venida. Mientras tanto, se dice, el Señor está juntado «su iglesia» como una especie de medida interina.
Algunas de las objeciones surgidas contra el premilenarismo son:
| Objeciones comunes contra el premilenarismo |
|---|
| ↪ 1. Implica un literalismo insostenible en la interpretación de la profecía. |
| ↪ 2. La teoría del «reino pospuesto» no tiene ningún apoyo escritural, y no puede haber tal cosa como dos evangelios, uno de «fe» y otro de «vista». |
| ↪ 3. Esta posición hace una separación entre la venida de Cristo, la resurrección, el juicio y el fin del mundo. Esto es considerado por muchos como contrario a la Escritura, la que más bien sincroniza estos acontecimientos. El dispensacionalismo también hace una separación entre la parousia, la epifaneia, el apocalupsis y «el día del Señor» en una forma que no tiene apoyo escritural. |
| ↪ 4. El NT no conecta la segunda venida con un reino terrenal que tendrá su centro de administración en Jerusalén. |
| ↪ 5. Hay algo incongruente en la situación que supone que los santos resucitados vivirán en el mundo con otros que todavía están en un estado terrenal. |
| ↪ 6. El premilenarismo sólo se basa en Ap. 20, después de haber forzado algunas profecías del AT dentro del texto mencionado. Esto produce un punto de vista que es contradicho por el resto de la Escritura. |
| ↪ 7. La «primera resurrección» posiblemente indica a la regeneración del Espíritu Santo, un acontecimiento que se liga a una resurrección en los escritos de Pablo y Juan. |
Tal como el nombre lo indica, esto sugiere una posición en la que se coloca la segunda venida de Cristo después del milenio. Ha habido dos formas de posmilenarismo que, otra vez, pueden distinguirse como antiguo y más reciente.
Puedes ver un artículo extenso para esta postura escatologica en este artículo:
A. La forma antigua de posmilenarismo. Agustín concibió los mil años como una época en que la iglesia gobernaría sobre la tierra. Según esto, el reino milenario de los santos representa el reinado del reino de los cielos, mientras que la primera resurrección representa la participación espiritual que los creyentes tuvieron en la resurrección del Señor.
Entre otros que sostuvieron el punto de vista del posmilenarismo antiguo, algunos concibieron el milenio como algo del pasado, mientras que otros creyeron que pertenecía al futuro, posiblemente justo antes de la segunda venida. Hay muchos creyentes evangélicos que sostienen estos conceptos postmilenarios, y que creen que el milenio es un período en los últimos días de la iglesia, cuando, por el poder especial del Espíritu Santo, la obra de Dios será enormemente reavivada y los creyentes llegarán a estar tan conscientes de su fuerza espiritual que triunfarán sobre los poderes del mal en una forma jamás antes conocida.
Esta «época de oro» de la iglesia será seguida por una breve apostasía—un conflicto terrible entre las fuerzas del bien y el mal—lo que, a su vez, será eclipsado por el acontecimiento simultáneo de la venida de Cristo, la resurrección y el juicio final.
B. Forma reciente del posmilenarismo. En general, esta forma se puede describir como humanista y evolucionaria en principio. Se representa en las filosofías optimistas y largamente seculares de los últimos años, las que consideran que el mundo está en un proceso de mejoramiento.
Algunas de las objeciones a la posición postmilenaria son las siguientes:
| Objeciones a la posición postmilenaria |
|---|
| ↪ 1. No hay base en la Escritura para la esperanza de una prosperidad espiritual sin par justo antes de la venida del Señor, aunque se sugiere algo de avivamiento espiritual que todavía falta conocer antes del regreso del Señor. |
| ↪ 2. La idea de un paso casi imperceptible desde la era presente a una gloriosa en el futuro la contradice la representación catastrófica que la Escritura da en cuanto al asunto. |
| ↪ 3. Las opiniones humanistas y evolucionarias son contrarias a todo lo que la Biblia dice en cuanto al hombre y el pecado. |
Antes de pasar a otros aspectos de este estudio, sería bueno tomar atención a un comentario de Geerhardus Vos sobre el premilenarismo y el postmilenarismo:
«En cuanto a un libro (Apocalipsis) tan enigmático, sería presuntuoso hablar con cualquier grado de dogmatismo, pero la ausencia uniforme de la idea del milenio de la enseñanza escatológica del Nuevo Testamento debería hacer que el exégeta sea muy cuidadoso antes de afirmar que está presente aquí».
Geerhardus Vos, artículo, «Eschatology of the New Testament» en ISBE
LA NATURALEZA DEL MILENIO.
Los dos puntos de vista descritos tienen ciertas ideas en común en que los dos consideran el milenio como un periodo de tiempo en el que el Reino de Dios, de un modo u otro, prosperará.
Pero antes de considerar el tercer punto de vista en cuanto al asunto, es necesario examinar las ideas que han sido sostenidas acerca de la naturaleza del milenio. Éstas pueden ser provisionalmente ordenadas bajo los siguientes encabezamientos:
A. Judía. Ésta consiste en creer que el milenio será el tiempo en que se restaurará la prosperidad nacional de Israel. Considera que Israel será el centro del gobierno divino del mundo y Jerusalén, como su gloriosa capital. Se arguye en contra que este punto de vista involucra muchas suposiciones sin base y que viola muchas normas básicas de la interpretación bíblica.
Trata de demostrar sus puntos en forma exagerada, y si tuviera que llevar a la práctica sus argumentos en forma consistente, se vería obligado a reanudar cultos en el templo de Jerusalén, además de restaurar los sacrificios de animales y reponer el sacerdocio de Aarón. El premilenarismo se hace aliado de esta interpretación.
B. Eclesiástica. Por este término se indica que el milenio es el dominio victorioso y exitoso de la iglesia sobre el mundo. La iglesia de Roma ha tratado de llevar a cabo esta dominación, lo que ha probado ser desastrosa para la iglesia y el mundo. Es un concepto puramente externo de la función de la iglesia y la historia muestra que es utópico. Algunas formas de postmilenarismo se asocian con esta interpretación eclesiástica.
C. Escatológica. Este punto de vista del milenio representa los conceptos que lo relacionan con el estado intermedio de los creyentes. Es posible que éste sea el milenio, pero en el caso que se adopte este sentido, mucho del contexto de Ap. 20 quedaría sin significado.
D. Evangélica. Bajo este título podrían colocarse aquellos conceptos del milenio que lo consideran como representando los triunfos espirituales que los creyentes tienen ahora, tanto en sus vidas personales como en la obra del evangelio. Se llega a esta idea en un esfuerzo por reconocer la naturaleza apocalíptica de la literatura en la que el concepto del milenio se presenta.
Este repaso acerca de los diferentes puntos de vista en cuanto al milenio mismo nos prepara para examinar lo que se conoce como:
El prefijo negativo de esta palabra no niega de ninguna manera la idea del milenio, como parecería a primera vista. Con todo, lo que se niega es que haya suficiente base como para esperar un milenio en el sentido de un periodo de mil años, tal como el premilenarismo y el posmilenarismo afirman.
Puedes ver un artículo extenso para esta postura escatologica en este artículo:
El amilenarismo no encuentra ningún lugar en la enseñanza del NT para la creencia que un milenio vendrá después de la venida del Señor, ya que la segunda venida aparece seguida de inmediato por el juicio final y el estado eterno. En forma similar, el amilenarismo no encuentra ninguna base en la Biblia para esperar un mejoramiento moral del mundo, ni tampoco de la conversión del mundo antes de la venida del Señor.
Hasta donde tienen que ver los acontecimientos escatológicos del tiempo, el entendimiento amilenario del NT tiene la siguiente forma:
| Postura Amilenialista |
|---|
| ↪ 1. El fin del mundo estará marcado por una creciente maldad y desobediencia. |
| ↪ 2. La impiedad llegará a su clímax con el Anticristo. |
| ↪ 3. Cristo volverá en gloria, acompañado de los santos resucitados que durmieron en Cristo, y aquellos que «estarán vivos que habrán quedado» serán tomados para juntarse con las huestes redimidas. |
| ↪ 4. La segunda venida de Cristo destruirá al mundo pecador. |
| ↪ 5. La resurrección de los injustos y el juicio final sincronizan con la venida del Señor. |
| ↪ 6. La tierra presente pasará y dará lugar a los nuevos cielos y nueva tierra. |
Naturalmente que ha habido un número de diferencias en cuanto a los detalles entre amilenaristas. Algunos han sostenido que el milenio es un símbolo del completo descanso que el Señor da a sus santos, y según este punto de vista, el milenio ha sido entendido como una referencia al estado intermedio de los creyentes después de la muerte. La interpretación más dominante entre amilenaristas del presente tiempo es que el milenio representa la bendición de la presente experiencia cristiana. Los creyentes ya están en lugares celestiales en Cristo Jesús y reinan en vida con él; Satanás es un enemigo derrotado, y en Cristo, los creyentes triunfan sobre Satanás.
El amilenarismo descansa sobre una interpretación simbólica de Apocalipsis 20 y ofrece plena justicia a la naturaleza apocalíptica del libro. La expresión «mil años» se entiende consistentemente con el uso simbólico de los números en el lenguaje apocalíptico. En semejante contexto, las figuras no representan valores aritméticos sino ideas.
De este modo, la figura de mil se considera como simbolizando la idea de plenitud y calidad de completo.
W.W. Milligan escribe:
«Los mil años mencionados en el pasaje no expresan período de tiempo alguno. No son una figura de la era cristiana, que ahora se extiende casi a los mil novecientos años, ni tampoco se refieren a cierto espacio de tiempo al fin de la presente dispensación … Más bien contienen una idea; y esta idea, sea que se aplique a la subyugación de Satanás o al triunfo de los santos, es la idea de perfección y de un estado completo. Satanás está atado por cerca de mil años; esto es, está del todo atado. Los santos reinan por mil años; esto es, son introducidos a un estado de perfección y victoria gloriosa»
W.W. Milligan, en The Expositor’s Bible, The Book of Revelation, p. 337
Los acontecimientos subsecuentes del «poco de tiempo» no son una secuencia temporal, sino que indican nada más que, a pesar de que ya se le dio al diablo el golpe decisivo, todavía tiene una medida limitada de poder y en una dirección claramente especificada. En la era cristiana la actividad del diablo no es más que una pequeña liberación de su lugar de destrucción: es una actividad que se le permite y su limitación se simboliza por las palabras «poco de tiempo».
Citando otra vez a Milligan: «Que no se crea que el diablo fue derrotado para beneficio de los santos sino que fue dejado suelto en el mundo». Desde el punto de vista de los santos, Satanás está totalmente atado; pero su poder todavía ejerce influencia sobre los impíos.
Los argumentos que se esgrimen en contra del amilenarismo son muchos, pero todos surgen de la misma raíz, esto es, que para muchos expositores es difícil aceptar la interpretación completamente simbólica de Ap. 20.
El milenio y sus imagenes
En la exposición que sigue, el término milenio se usa en su significado flexible y popularizado y no como el fenómeno escatológico y técnico de mil años mencionado en Apocalipsis 20:4. Aquí, milenio se refiere a las visiones de la edad dorada de la profecía del AT. Además, no intentamos vincular dichas visiones de un mundo ideal a una interpretación escatológica específica. Algunas de las profecías de una era de oro futura sobre la restauración de los judíos a Palestina, tras el exilio, otras sobre la venida del Mesías, y otras más sobre los tiempos del fin en un sentido conclusivo. Pero, independientemente de cuál sea el referente, los patrones de imágenes y temas son los mismos.
La mayoría de las profecías del AT acaban con la visión de una era dorada, y estas forman el repositorio principal de las visiones mileniales. Sin embargo, en una profecía como Isaías, encontramos visiones salpicadas de una era dorada venidera (de hecho, ya en Isaías 2 encontramos una visión milenial).
- El momento:
Las visiones mileniales del AT están ambientadas en una estructura temporal, ya que los profetas aclaran que la edad de oro que imaginan está en el futuro. El milenio existe en tiempo futuro. «Acontecerá en lo postrero de los tiempos» (Is 2:2 RVR1960). «En ese día» es una fórmula común y el tiempo de los verbos es futuro.
- La tierra:
No deberíamos pasar por alto lo que es obvio: el entorno físico en el que ocurrirá el milenio es un tema destacado. Una cuestión es el territorio, la tierra física. Los versículos finales del libro de Amós hacen sonar la nota clave, cuando Dios promete: «Plantaré a Israel en su propia tierra, para que nunca más sea arrancado de la tierra que yo le di», dice el Señor tu Dios (Am 9:15 NVI). De nuevo, el pueblo de Dios «poseerá la tierra para siempre» (Is 60:21 NVI), ya que Dios promete: «restauraré el bienestar de esta tierra como fueron al principio» (Jer 33:11 lbla; ver también Ez 28:25).
La imagen dominante de la tierra es pastoral, y el paisaje natural destaca de forma prominente. De hecho, la naturaleza será un segundo Paraíso: «Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén. El desierto «florecerá profusamente» (Is 35:2 NVI) y se convierte en un «campo fértil» (Is 32:15 NVI). Una nota específicamente pastoral entra con la imagen del «pastizal de rebaños» (Is 32:14 NVI). El elemento de la literatura pastoral es el verde pasto: «los pastizales de la estepa reverdecerán; los árboles producirán su fruto» (Jl 2:22 NVI). Al representar el milenio un renacimiento después de la destrucción, este paisaje natural tiene algunas de las cualidades de una nueva creación. Leemos: «Aguas brotarán en el desierto, y torrentes en el sequedal» (Is 35:6 NVI).
No solo se trata de la visión pastoral milenial, pero es específicamente una visión agraria de terreno cultivado que produce. «La tierra asolada será labrada», leemos (Ez 36:34). En esta era dorada los agricultores experimentan recompense por su duro trabajo: «Plantarán viñedos y beberán su vino; cultivarán huertos y comerán sus frutos» (Am 9:14 NIV; ver también Is 65:21–22; Ez 28:26). El pueblo del nuevo siglo «Estarán radiantes debido a los buenos regalos del Señor: abundancia de grano, vino nuevo y aceite de oliva… Su vida será como un jardín bien regado» (Jer 31:12 lbla; ver también Jl 2:18).
Además, la visión es de abundancia. Por todas partes percibimos una energía desbordante y abundancia: «El grano volverá a amontonarse en los campos de trillar y los lagares desbordarán de vino nuevo y aceite de oliva» (Jl 2:24 NTV). Amós 9:13 es el pasaje más famoso que celebra la riqueza milenial: «Llegará el día… cuando el arador alcanzará al segador, y el que pisa la uva al que siembra la semilla; cuando destilarán vino dulce los montes, y todas las colinas se derretirán» (Joel 3:18). La visión milenial es la historia bíblica de la *prosperidad terrenal por excelencia, una historia en la que Dios promete: «yo extiendo hacia ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente desbordado» (Is 66:12). Dios promete: «Les daré una tierra famosa por sus cosechas. No sufrirán hambre en la tierra» (Ez 34:29).
- La ciudad:
Aunque el jardín y la ciudad han sito oponentes perennes en la tradición pastoral en la visión milenial de la Biblia, se complementan entre sí y coexisten en armonía. De hecho, a veces aparecen en el mismo versículo: «Esta tierra, que antes yacía desolada, es ahora un jardín de Edén; las ciudades que antes estaban en ruinas, desoladas y destruidas, están ahora habitadas y fortalecidas» (Ez 36:35 NVI). El mismo versículo de Amós que describe el plantado de viñas y jardines también nos dice que «reconstruirán las ciudades arruinadas y vivirán en ellas» (Am 9:14 NVI). La civilización y la naturaleza juntas forman la visión milenial: «Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas» (Is 65:21 NVI).
La ciudad es, finalmente, tan destacada en el milenio como lo es la campiña pastoril. La ciudad más destacada es Sion o Jerusalén, la ciudad santa de la imaginación bíblica: «Mira a Sion, ciudad de nuestras fiestas solemnes» (Is 33:20 NVI). Algunas de las imágenes más famosas del milenio son escenas callejeras: «Los ancianos y las ancianas volverán a sentarse en las calles de Jerusalén… Los niños y las niñas volverán a jugar en las calles de la ciudad» (Zac 8:4–5 NIV; ver también Jer 30:18–19).
De acuerdo con la mezcla de lo pastoral y lo civilizado, uno de los rasgos más destacados de la Sion milenial es la presencia de un glorioso río (en realidad, el simbolismo del agua destaca en general en la visión [Is 41:18; 43:19]). Este río parece abarcar más que la satisfacción física, pero se imagina como vivificante, y el agua brota a borbotones en primer lugar. La pintura más extendida es la visión de Ezequiel de un río que fluye desde el templo (Ez 47). Que este río es simbólico, al menos en parte, es algo que sugiere un pasaje que declara que «Allí el Señor nos mostrará su poder. Será como un lugar de anchos ríos y canales (Is 33:21 NVI)».
- El pueblo y su estilo de vida:
¿Quién habitará en este glorioso lugar venidero de belleza y tranquilidad pastoril y civilización urbana? Esto no se explica nunca de manera específica, pero parece darse por sentado que los ciudadanos del reino de Dios son los redimidos del Señor. Una identificación típica de la ciudadanía del reino milenial es la que hallamos en Ezequiel 38:25: «Así dice el Señor omnipotente: “Cuando yo reúna al pueblo de Israel de entre las naciones donde se encuentra disperso… Entonces Israel vivirá en su propio país, el mismo que le di a mi siervo Jacob» (NVI). El simbolismo de Israel sigue siendo dominante en las visiones mileniales, aunque cuando se mira a través de la lente de los desarrollos del NT uno podía concluir plausiblemente que la compañía de los redimidos incluye a los gentiles así como a los judíos.
Siendo Dios quien inaugura el milenio a través de un acto divino de restauración, con frecuencia pensamos que el milenio es un estado en el que los redimidos entran sencillamente y disfrutan. En realidad es al contrario: el milenio es una colmena de actividad humana, llena de laboriosidad visible por todas partes. Parte de este trabajo es agrario, ya que la gente planta y cosecha cultivos (Is 65:21–22; Ez 28:26). Amós incluso pinta una imagen hiperbólica de tanto entusiasmo por parte de los agricultores y tanta abundancia natural de la naturaleza, que «el que ara alcanzará al segador y el que pisa las uvas, al sembrador» (Am 9:13 NVI). Una característica de trabajo en el milenio es que será productivo: las personas que trabajan reciben el fruto de su labor (Is 62:8–9; 65:21–22; Jer 31:5).
Además de la agricultura, la construcción arquitectónica es evidente por todas partes. En realidad, el milenio emerge como uno de los proyectos de edificación más inmensos que se registre. Leemos que las personas construyen casas y viven en ellas (Is 65:21; Ez 28:26). Construir caminos también es parte de la imagen (Is 40:3; 57:14; 62:10). Principalmente, sin embargo, son las ciudades las que serán reconstruidas (Is 61:4; Am 9:14). En ocasiones, se describe a los extranjeros haciendo la construcción (Is 60:10), y a veces incluso es Dios quien dice: «levantaré la choza caída de David. Repararé sus grietas, restauraré sus ruinas y la reconstruiré tal como era en días pasados» (Am 9:11 NVI).
Otra parte adicional es el efecto «colmena» de la incesante actividad humana en el milenio es el influjo del tráfico extranjero en la zona, al parecer en un tributo continuo: «Te traerán los tesoros del mar –escribe Isaías—; te llegarán las riquezas de las naciones» (Is 60:5) y procede a pintar una imagen de multitudes de animales y personas que entran en el lugar (Is 60:6–14). De hecho, el tráfico es tan continuo que las «puertas estarán siempre abiertas, ni de día ni de noche se cerrarán; a ti serán traídas las riquezas de las naciones» (Is 60:11 RVR1960).
Las personas vivirán triunfantes en el milenio. Captamos un fuerte sentido de que la lucha ya ha pasado, y las personas cosechan ahora la recompensa de la victoria. Esto se transmite a través del simbolismo político y militar de conquista. Leemos, por ejemplo, que los «extranjeros apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores» (Is 61:5 RVR1960). Un símbolo clave del triunfo en el antiguo mundo era el ritual de llevar a los reyes de las naciones conquistadas como trofeos en una procesión triunfal y vemos esta imagen en la visión milenial de Isaías (Is 60:11). Las naciones que oprimieron anteriormente al pueblo de Dios «vendrán a inclinarse». Junto con este despliegue de poder encontramos la riqueza con la que una nación se enriquece a sí misma: «En vez de bronce traeré oro, y por hierro plata (Is 60:17 RVR1960).
- El reino pacífico:
Otro motivo importante de las visiones mileniales del AT es la apacibilidad de la vida: su libertad de los terrores de la vida ordinaria. El artista cuáquero estadounidense, Edward Hicks, captó el espíritu del milenio en su famoso cuadro Peaceable Kingdom [Reino pacífico]. Un nivel al que esta tranquilidad existe es el natural:
El lobo vivirá con el cordero,
(Is 11:6–9 NIV; ver también Is 35:9; 65:25).
el leopardo se echará con el cabrito…
y un niño pequeño los guiará.
La vaca pastará con la osa…
y el recién destetado meterá la mano
en el nido de la víbora.
No harán ningún daño ni estrago
en todo mi monte santo
En realidad, Dios hará «un pacto de paz y quitaré de la tierra las fieras» (Ez 34:25 RVR1960). Esta condición se extiende también a pueblos y naciones como reinos universales de paz. En contraste con un mundo en el que la opresión de las naciones hostiles amenazan la seguridad humana, en el milenio las personas vivirán «cuando habiten en su tierra con seguridad, y no haya quien los espante» (Ez 34:25 RVR1960), e incluso «habitarán en el desierto con seguridad, y dormirán en los bosques» (Ez 34:25 RVR1960). El pueblo «habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo» (Is 32:18 RVR1960).
La imagen individual famosa de esta tranquilidad es la transformación de la guerra en paz: «Convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces» (Is 2:4 NIV; cp. Jl 3:10). De hecho, Dios «quitaré de la tierra arco y espada y guerra, y te haré dormir segura» (Os 2:18 RVR1960; ver también Is 60:18).
Un oportuno resumen del tipo de seguridad que prevalecerá en el milenio es este: «Ya no volverán a ser presa de las naciones, ni serán devoradas por las fieras. Vivirán seguras y nadie les infundirá temor» (Ez 34:28 NVI).
- El reino satisfecho:
Las visiones bíblicas del milenio van más allá de la descripción de la situación externa y también nos dan una imagen del estado interior de las personas. El resultado es una visión beatífica, una imagen de cómo los habitantes de la tierra experimentan su bendito estado. Por encima de todo, están satisfechos. Dios promete: en la era venidera «saciaré con mis bienes a mi pueblo» (Jer 31:14 NIV; ver también Jer 50:19). No solo enviará Dios «pan, mosto y aceite», pero su pueblo «será saciado» (Jl 2:9 RVR1960). Una vez más, «comerán en abundancia, hasta saciarse, y alabarán el nombre del Señor su Dios. Dios promete que «saciará tu alma» de cosas buenas» (Is 58:11 RVR1960). La voz del apetito satisfecho es fuerte en las visiones mileniales de la Biblia: allí las personas «van a las aguas… comprar vino y leche sin dinero y… comer lo que es bueno» (Is 55:1–2 RVR1960).
No es de sorprender que las visiones mileniales del AT estén llenas del vocabulario de gozo, a menudo expresado como promesa de Dios: «Te pondrás radiante de alegría; vibrará tu corazón y se henchirá de gozo» (Is 60:5 NVI). El pueblo dirá: «En gran manera me gozaré en el Señor, mi alma se regocijará en mi Dios» (Is 61:10 lbla). Alégrense más bien, y regocíjense por siempre, por lo que estoy a punto de crear: Estoy por crear una Jerusalén feliz, un pueblo lleno de alegría» (Is 65:18 NVI). Hasta «se regocijará el desierto y florecerá «Is 35:1 NVI).
- El Rey del Reino:
El milenio es una monarquía divina en la que gobierna Dios y su Mesías. Dios dice en Zacarías 14:9: «Y el Señor será rey sobre toda la tierra» (LBLA). Además, en Isaías 32:1 se menciona que «un rey reinará con justicia» (LBLA) y en Isaías 2:4 se agrega que «juzgará entre las naciones y hará decisiones para muchos pueblos» (NVI). El Mesías será establecido en el trono de David para reinar en un reino eterno, como se menciona en Isaías 9:6-7 y 11:1-5. Las personas verán al rey en su esplendor y se someterán a él como gobernante suyo, tal como se describe en Isaías 33:17-22.
En términos de adoración, se espera que todas las naciones acudan al monte del Señor para aprender sus caminos y andar por sus sendas, según Isaías 2:2-3 (NVI). Los habitantes de este reino serán llamados sacerdotes del Señor y ministros de nuestro Dios, como se dice en Isaías 61:6 (NVI). Los profetas también anticipan que la tierra estará llena del conocimiento de la gloria del Señor, como las aguas cubren el mar, como se menciona en Habacuc 2:14 y se confirma en Isaías 11:9. El libro de Ezequiel, en sus últimos ocho capítulos, describe la adoración del templo en la era venidera.
La vida en el reino milenial estará impregnada de moralidad y santidad. Tal como se menciona en Isaías 60:21, el pueblo será justo. Dios llenará a Sion de justicia y rectitud, y hará que broten la justicia y la alabanza ante todas las naciones, como se expresa en Isaías 33:5 y Isaías 61:11. La santidad será tan predominante en el reino que incluso los cascabeles de los caballos llevarán la inscripción «Consagrado al Señor». Todas las ollas de Jerusalén y Judá serán consagradas al Señor Todopoderoso, y aquellos que vayan a sacrificar tomarán algunas de esas ollas y cocinarán en ellas, según Zacarías 14:20-21 (NVI).
- Conclusión:
Las visiones mileniales de los libros proféticos del AT pinta una imagen de utopía («buen lugar»). Independientemente de lo literal o figurada que sea la forma de interpretar los detalles, y de la interpretación escatológica específica, el simbolismo que enciende el fuego de la imaginación milenial va alternándose entre lo pastoril y lo humano. Es una visión del cumplimiento del anhelo humano en cada nivel posible. Y es una imagen de perfección moral y espiritual.
- Bibliografía principal:
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J. W. Montgomery, «Millennium», ed. Geoffrey W Bromiley, The International Standard Bible Encyclopedia, Revised (Wm. B. Eerdmans, 1979–1988), 360.
- Fuentes secundarias:
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Roderick Campbell, Israel and the New Covenant; B.W. Newton, The Millenium and lsrael’s Future;
The Scofield Bible; W. Adams Brown en HDB;
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Bietenhard, H. 1953. The Millennial Hope in the Early Church. SJT 6: 12–30.
Cohn, N. 1970. The Pursuit of the Millenium. New York.
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Phelan, J. L. 1970. The Millennial Kingdom of the Franciscans in the New World. 2d ed. Berkeley.
Williams, A., ed. 1980. Prophecy and Millenarianism.














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