En esta semana estamos estudiando la Parashat 22 Vayaqhel se encuentran en: Éxodo 35:1-38:20; — (וַיַּקְהֵל Vayaqhel) significa: “Y congregó”.
Leemos en la Parashá (Éx 35:1–3):
1 Moisés reunió a toda la comunidad israelita, y les dijo: «Éstas son las órdenes que el SEÑOR les manda cumplir:
2 Trabajen durante seis días, pero el séptimo día, el Shabat, será para ustedes un día de reposo consagrado al SEÑOR. Quien haga algún trabajo en él será condenado a muerte.
3 En Shabat no se encenderá ningún fuego en ninguna de sus casas.»
A medida que nos acercamos al final del Éxodo, Moisés convoca a los hijos de Israel para comenzar a construir el tabernáculo. Sin embargo, primero les recuerda que el trabajo —מלאכה (m’lajah) en hebreo— no se puede hacer en Shabat.
M’lajah aparece veinte veces más en los capítulos finales del Éxodo para describir el trabajo de construcción del tabernáculo. El Talmud (Shabat 97b) deduce de esta conexión que las treinta y nueve categorías de trabajo involucradas en la construcción del tabernáculo son las categorías de trabajo prohibidas en Shabat1.
La misma palabra hebrea aparece tres veces al final del relato de la Creación (Génesis 2:2-3):
Y en el séptimo día Dios terminó la obra que había hecho, y descansó en el séptimo día de toda la obra (מְלַאכְתּ֖) que había hecho. Entonces Dios bendijo el séptimo día y lo santificó, porque en él descansó de toda la obra (מְלַאכְתּ֖) que Dios había creado y hecho.
Después de los seis días de la Creación, Dios instituyó el séptimo día como el día de descanso en el que se abstuvo de toda su obra. Del mismo modo, al comienzo de nuestra parashá, reiteró el mandamiento del Shabat a los hijos de Israel para contener y delimitar la obra del tabernáculo.
El tabernáculo, que abarca todas las variedades de trabajo creativo (según se interpreto en el judaísmo) que están prohibidas en Shabat, es el gran acto de creación que refleja la Creación original.
Sefat Emet2, el comentarista jasídico del siglo XIX, escribe:
El propósito de hacer el santuario era afirmar la Creación. Esta es la Creación, de la que se dice: «Y Dios vio todo lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno… el cielo y la tierra se habían completado… y Dios los bendijo…» (Génesis 1:31-2:3).
Así también el santuario, que confirma esa Creación: «Moisés vio… y fue bueno a sus ojos… Moisés los bendijo».
—(El lenguaje de la verdad, p. 135 y siguientes).
De manera similar, el Midrash comenta el mandato de construir el arca, que es el primer recipiente que se menciona en la construcción del tabernáculo.
Así como la Torá precedió a todo en la Creación, también dio prioridad al Arca sobre todos los demás recipientes en la construcción del tabernáculo; y así como la luz precedió a todas las demás obras de la Creación, como está escrito:
Y dijo Dios: Hágase la luz (Génesis 1:3), así también la obra en relación con la Torá, que se llama luz, como está escrito: Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz (Proverbios 6:23), tiene prioridad sobre todos los demás recipientes en la construcción del tabernáculo.
—(Éxodo Rabá 34:2)
El mensaje del tabernáculo es que la Creación estaba destinada originalmente a proporcionar una morada al Altísimo, donde Dios y la humanidad pudieran reunirse. Pero el universo se ha desordenado; la presencia divina se ha ido, por lo que Dios proporciona un modelo de la Creación donde puede reunirse con la humanidad representativa, Israel, en la persona del sacerdote aarónico.
Tabernáculo se dice mishkan en hebreo, de la raíz שׁכן (shajan), que significa morar. El tabernáculo representa el ideal de la Creación, que fue concebida como una morada para Dios donde su presencia o Shejiná, de la misma raíz hebrea, pudiera morar con el hombre.
Así, en el Jardín del Edén antes de su transgresión, el hombre y la mujer estaban aparentemente acostumbrados a encontrarse con Dios «en el fresco del día» (Génesis 3:8). Cuando el Señor expulsó a Adán y Eva del Jardín, colocó querubines en su límite para mantenerlos alejados. En el tabernáculo, la Shejiná se acercó de nuevo al hombre en el arca de la alianza. Se colocaron querubines como guardianes de la Shejiná.
«Y allí me encontraré contigo, y hablaré contigo desde encima del propiciatorio, desde entre los dos querubines que están sobre el arca del Testimonio…».
—(Éxodo 25:22).
Después de que Moisés da todas las instrucciones para el tabernáculo, el pueblo se marcha.
«Entonces vino todo el que tuvo corazón dispuesto y todo el que tuvo ánimo voluntario, y trajeron ofrenda a Jehová para la obra del tabernáculo de reunión, para toda su fábrica, y para las sagradas vestiduras»
—(Éxodo 35:21).
El pueblo trajo una ofrenda tan abundante que Moisés tuvo que hacer una proclamación en todo el campamento:
«Que ni el hombre ni la mujer hagan más trabajo para la ofrenda del santuario». El pueblo había traído materiales «suficientes para todo el trabajo que había que hacer, de hecho, demasiados»
—(Éxodo 36:6-7).
Sefat Emet ve en este incidente otro paralelismo entre la Creación y el tabernáculo:
«Encontramos en la historia de la Creación que el cielo y la tierra seguían expandiéndose cuando fueron creados, por lo que Dios tuvo que detenerlos y decir:
«¡Basta!» Así fue como los hijos de Israel siguieron dando hasta que él les dijo: «¡Basta!»». Finalmente, al concluir la construcción del tabernáculo, la Torá dice: «Y Moisés terminó la obra» (Éxodo 40:33).
Estas palabras reflejan la conclusión del relato de la Creación: «Al séptimo día Dios terminó su obra».
Con el tiempo, por supuesto, el tabernáculo se convirtió en el Templo, y el Templo se corrompió y finalmente fue destruido. Los profetas esperan un tiempo en el que el Templo sea restaurado en Jerusalén como fuente de bendición para toda la humanidad. Las oraciones del Sidur claman repetidamente por este tiempo de restauración, y toda la estructura de su liturgia es un recordatorio de la adoración del Templo. En el Nuevo Pacto, el profeta Juan también espera el día de la restauración —(Ap. 21:3-4):
Y oí una gran voz del cielo que decía: «He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él morará con ellos, y ellos serán Su pueblo. Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos; no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor. No habrá más dolor, porque las cosas anteriores han pasado».
La visión de Juan va más allá de la restauración del Templo hasta la intención original del Templo y el tabernáculo anterior a él: reflejar la Creación ideal donde Dios se reúne con la humanidad, la Creación misma como un templo sagrado (c.f. El Templo escatológico – G.K. Beale).
Juan ve la ciudad santa descendiendo del cielo:
«Pero no vi ningún templo en ella, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son su templo. La ciudad no necesitaba que el sol ni la luna brillaran en ella, porque la gloria de Dios la iluminaba. El Cordero es su luz»
El Cordero redime a la humanidad de la transgresión inaugurada en el Jardín del Edén. A través de su intervención, se restaura el propósito de la Creación, la Shejiná regresa y el Señor Dios Todopoderoso habita en medio de una humanidad renovada.
Russell Resnik, Gateways to Torah: Joining the Ancient Conversation on the Weekly Portion (Baltimore, MD: Messianic Jewish Publishers, 2000), 97–100.
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- Las 39 melajot de Shabat según el Talmud: 1) sembrar, 2) arar, 3) cosechar, 4) unir gavillas, 5) trillar, 6) airear o aventar, 7) seleccionar, 8) moler, 9) tamizar o cernir, 10) amasar y 11) hornear. Trece labores tienen por objetivo elaborar vestimentas: 12) esquilar, 13) blanquear, 14) peinar el material crudo, 15) teñir, 16) hilar, 17) hacer urdidura, 18) hacer el preparado de telas (shenei batei nirín), 19) tejer, 20) cortar el tejido del telar, 21) atar un nudo, 22) desatar un nudo, 23) coser y 24) rasgar con el objetivo de coser dos puntadas. Siete labores se refieren a los animales: 25) cazar, 26) faenar, 27) desollar, 28) curtir, 29) marcar líneas, 30) raspar para borrar y 31) cortar. El resto de las labores se ocupan de escribir, construir y demás necesidades humanas: 32) escribir dos letras, 33) borrar para escribir dos letras, 34) construir, 35) demoler, 36) extinguir un fuego, 37) encender un fuego, 38) dar un último toque para que un utensilio adquiera el carácter de tal y 39) cargar o transportar de un dominio a otro. ↩︎
- Sefaet Emet es un monumental comentario a la Torá de Rabi Yehuda Leib Alter de Guer, considerado uno de los pilares del pensamiento jasídico. El título del libro se basa en su último discurso, que terminaba con Proverbios 12:19, «sefat emet tikon la’ad», que «los labios de la verdad serán establecidos para siempre». ↩︎

