En esta semana estamos estudiando la Parashat 30 Ajarei Mot se encuentra en: Levítico 16:1-18:30 — Ajarei Mot– (אַחֲרֵי מוֹת) significa: «Después de morir».
Leemos en la Parashá:
3 »Aarón deberá entrar en el santuario con un novillo para el sacrificio expiatorio y un carnero para el holocausto.
4 Se pondrá la túnica sagrada de lino y la ropa interior de lino. Se ceñirá con la faja de lino y se pondrá la tiara de lino. Éstas son las vestiduras sagradas que se pondrá después de haberse bañado con agua.
El sumo sacerdote poseía dos conjuntos de vestiduras sagradas. El conjunto que utilizaba normalmente era el בִּגְדֵי זָהָב «bigdey zahav» o vestiduras de oro (Mishná, Yoma 3.4), que constaba de ocho piezas: calzones, túnica, turbante y cinturón, comunes a los demás sacerdotes, y cuatro vestiduras adicionales que solo llevaba el sumo sacerdote.
Todas estas vestiduras contenían oro: el pectoral, el efod1, el manto con flecos de campanas de oro y granadas, y la coraza de oro. Solo en Yom Kippur el sumo sacerdote vestía el segundo conjunto de vestiduras, el בִּגְדֵי לָבָן «bigdey lavan» o vestiduras blancas2 (Yoma 3.6). Estas eran las cuatro vestiduras que compartía con los sacerdotes ordinarios, todas de lino blanco.
Cuando el sumo sacerdote entra en el Santo de los Santos en Yom Kippur (c.f. El día de la expiación – Yom kippur) y se presenta ante el arca de la alianza, viste las vestiduras blancas. Cuando concluye esta parte del servicio y vuelve a presentarse ante la congregación de Israel, viste las vestiduras doradas.
Los sabios expusieron varias razones por las que el sumo sacerdote se quitaba las vestiduras doradas durante el Yom Kippur. Las ordenanzas para el día santo se dieron poco después del pecado del becerro de oro, y Rashi3 explica que este pecado permanece como un fiscal o acusador contra Israel, exigiendo que Israel sea castigado. Durante los momentos cruciales del servicio, cuando el Sumo Sacerdote busca la expiación y el perdón para Israel, sería inapropiado que llevara oro, que serviría como recordatorio del becerro.
Como dice el Talmud:
«Un acusador no puede convertirse en defensor»
Según la mayoría de los comentaristas, las vestiduras blancas son idénticas a las de los sacerdotes ordinarios. Esto significa que el Sumo Sacerdote se presenta ante el Señor en el Santo de los Santos con humildad y sencillez. No se presenta con el esplendor exterior del oro y los colores vivos, sino con un blanco puro. Además, el blanco es el color del perdón, y el perdón es lo que el Sumo Sacerdote busca para sí mismo y para todo Israel cuando se presenta ante el Arca.
Las vestiduras blancas son tan puras que solo deben usarse una vez. Cuando el Sumo Sacerdote sale del Lugar Santísimo por última vez en Yom Kipur, la Torá en la Parashá dice:
«Se quitará las vestiduras de lino que se había puesto cuando entró en el lugar santo y las dejará allí»
Rashi explica que las deja a un lado y nunca más se vuelven a usar. Para expresar aún más la santidad única de las vestiduras blancas, el Sumo Sacerdote se lava de nuevo con agua cuando se las quita, antes de volver a ponerse las vestiduras de oro.
Rashi insinúa otra razón para dejar a un lado las vestiduras de oro. Distingue entre el «servicio interior» del Sumo Sacerdote dentro del Santo de los Santos y en otros rituales exclusivos del Yom Kippur, y su «servicio exterior» habitual. Para el servicio interior, el Sumo Sacerdote solo viste de blanco; para el servicio exterior, en presencia del resto de los sacerdotes, los levitas y todo Israel, viste de oro. Dentro del Santo de los Santos, el Sumo Sacerdote aparece como un simple mortal; cuando vuelve al exterior, refleja la gloria del Santo de los Santos en presencia del pueblo.
En sus vestiduras de oro, el Sumo Sacerdote lleva los mismos materiales que el tabernáculo mismo. Inmediatamente después de las instrucciones para la construcción del tabernáculo, Moisés pasa a las instrucciones para las vestiduras del sumo sacerdote.
Estas están hechas del mismo «lino tejido y hilos azules, púrpura y escarlata» que el revestimiento interior del tabernáculo, el velo delante del arca y la cortina delante de la puerta (Éxodo 26:1, 31, 36). Además, las vestiduras sacerdotales contienen hilos de oro, que recuerdan los diversos utensilios y accesorios dorados del santuario sagrado.
El pectoral evoca el Lugar Santísimo: su forma cuadrada recuerda los múltiples cuadrados del Lugar Santísimo, que es un cubo, y está hecho de oro como el arca. En su interior se encuentran el urim y el tumim4, a través de los cuales el Señor daba instrucciones a los sacerdotes, del mismo modo que les hablaba «desde encima del propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que os mando que hagáis a los hijos de Israel» (Éxodo 25:22).
Al igual que el tabernáculo, el sumo sacerdote está vestido con varias capas, pero el orden es inverso. Las vestiduras más comunes, como la túnica sencilla, son las más cercanas al cuerpo del sacerdote, mientras que en el tabernáculo los materiales más simples se encuentran en el exterior. Luego vienen las cortinas de azul, púrpura y escarlata, y finalmente, en lo más profundo, el Lugar Santísimo y el arca de oro. El sacerdote viste de azul, púrpura y escarlata sobre los materiales ordinarios, y el pectoral de oro en la posición más visible de todas5.
Ahora estamos en condiciones de comprender plenamente por qué el sumo sacerdote viste las vestiduras de oro para el «servicio exterior», cuando se presenta ante el pueblo.
En su propia persona, él mismo es el Santo de los Santos. Lleva la imagen de Dios ante el pueblo. Dentro del Lugar Santísimo, se presenta como un hombre humilde que busca la purificación y el perdón de los pecados. Sería inapropiado que entrara en el Lugar Santísimo con los adornos del Lugar Santísimo. Sin embargo, ante el pueblo, está vestido como portador de la imagen de la gloria divina.
El sumo sacerdote se identifica con todos nosotros y nos representa a todos. Puede llevar la imagen de lo divino porque todos los seres humanos fueron creados como portadores de la imagen divina (Génesis 1:27). Además, al llevar la imagen del Lugar Santísimo, revela la exaltada misión encomendada a toda la humanidad. No solo estamos hechos a imagen de Dios, sino también como imagen de Dios, para representar a Dios ante toda la creación (c.f. Imagen de Dios).
Es significativo que la lectura de este pasaje caiga cada año cerca de Yom HaShoah (c.f. La Historia del Holocausto – «Shóa» השואה), el día en que recordamos la devastación del Holocausto. Al recordar esta profanación definitiva de la imagen divina en los seres humanos, también debemos recordar la gloria para la que Dios nos creó.6
En el Nuevo Testamento, aprendemos que Jesús es «la imagen del Dios invisible» (Col. 1:15). Él refleja la gloria divina (2 Cor. 4:4), y Pablo escribe que los seres humanos están llamados a convertirse en nuevas criaturas en Cristo y así «ser como Dios en verdadera justicia y santidad» (Ef. 4:24), es decir poder reflejar en su máximo esplendor su imagen como nuevas criaturas en Cristo (2 Cor 5:17) dotados con su santo espíritu que nos capacita para actuar de acuerdo a la naturaleza divina (2 Ped 1:4).
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- El efod (’ēpôd) del sumo sacerdote era una prenda sin mangas hecha de oro, azul, púrpura carmesí y lino torcido. Tenía una pretina del mismo material y dos hombreras, cada una con una piedra de ónice montada en una filigrana de oro y con los nombres de seis de las tribus de Israel grabadas (Ex 28:6–14; 39:2–7). El hilo de oro, cortado de planchas de oro batidas, debe de haberle conferido al conjunto una apariencia más resplandeciente (cf. Sir 50:5–11) y una construcción algo más rígida, permitiendo posiblemente que se guardara de pie (véase 1 Sm 21:9 [TM 21:10]; Van Dam, 141–42). Azul y púrpura eran los colores más caros disponibles y se relacionaban con la realeza y el poder, mientras que el carmesí se relacionaba con la sangre y la purificación ritual. El hilo teñido sería de lana (Brenner, 143–48; Milgrom, 501–2, 548–49).
Existen diferentes opiniones sobre dónde se llevaba el efod. Una tesis es que era como un delantal que se llevaba debajo de la cintura (Haran, 166). La traducción de los LXX (epōis) y el testimonio de Josefo (Ant. 3.7.5 §162), sin embargo, favorecen la interpretación de que se llevaba en la parte superior del cuerpo. Este tipo de ropas tipo efod se han atestiguado en el Egipto del Nuevo Imperio, lo que indica cierta afinidad cultural con el efod del AT. El término ’ēpôd cuenta con cognados en ugarítico y antiguo asirio, donde significa vestidos (Van Dam, 56, 66–67, 76–79).
El pectoral (ḥōšen) era un cuadrado de unos veintidós centímetros de lado, hecho del mismo material que el efod, y tenía montadas sobre él doce piedras en cuatro hileras, cada piedra grabada como un sello con el nombre de una de las tribus de Israel. De este modo se traía a la memoria del Señor continuamente la memoria de los israelitas (Ex 28:29). La identidad exacta de cada piedra resulta a veces incierta (véase Harris; Garber y Funk; cf. Lucas, 386–405; Moorey, 79–103.) Cuatro cordones trenzados y anillos de oro aseguraban el pectoral al efod (Ex 28:15–28; 39:8–21).
El mejor modo de interpretar la construcción del pectoral con material doblado en dos es que formaba una bolsa donde se guardaban el Urim y Tumim, un medio de revelación utilizado por el sumo sacerdote. La presencia de este sistema de oráculo convertía el hiōšen en un “pectoral del juicio” (Ex 28:15, 30).
Llama la atención que en un capítulo de instrucciones para hacer ropa no se ordene la fabricación del Urim y Tumim (cf. Ex 28:30). Además, se hace referencia a este oráculo con el artículo determinado (Ex 28:30) y nunca se le describe explícitamente. Estos factores dan a entender que el oráculo era una entidad conocida. Dado que el efod funcionaba básicamente como lugar donde colocar el pectoral del juicio con el Urim y Tumim, las referencias al efod pueden incluir al Urim y Tumim (como en 1 Sm 23:9; 30:7). Este uso ligado al efod podría ser la razón por la que en los días de los jueces se hicieron copias ilegítimas del efod del sumo sacerdote con las cuales preguntarle a Dios (Jue 8:24–27; 17:5; 18:5; Van Dam, 143–49).
Pectorales reales y sacerdotales que presentan características parecidas al hiōšen se han atestiguado en Egipto (Imperio Nuevo), Fenicia (siglo XVIII a.C.) y Asiria (a partir del siglo XI a.C.; véase Van Dam, 56–62, 71–76; cf. Aldred). El arte de grabar sellos de piedra y elaborar cadenas de oro también era conocido en la antigüedad véase Cornelis Van Dam, «VESTIDURAS SACERDOTALES», en Diccionario del Antiguo Testamento: Pentateuco, ed. T. Desmond Alexander y David W. Baker, trad. Rubén Gómez Pons, Compendio de las Ciencias Bíblicas Contemporáneas (Barcelona, España: Editorial CLIE, 2012), 850–851. ↩︎ - Bajo estas ropas oficiales del sumo sacerdote para la entrada diaria en el lugar santo se encontraba una túnica (kuttōet) de lino fino (aparentemente a cuadros), una faja de lino (’abnēti), bordada, presumiblemente, con lana teñida, y calzoncillos de lino (miknĕayim) (Ex 28:42; 39:27–29; Lv 8:7; Josefo Ant. 3.7.1–2 §§151–56). No está claro qué largo tenía la túnica, si era corta como una especie de camisa (HALOT 2.505) o larga hasta los tobillos (Josefo Ant. 3.7.2 §§153–54). La ropa que iba a estar en contacto directo con el cuerpo, la túnica y los calzoncillos, era de lino y habría hecho que quien la llevaba fuera menos proclive a sudar, que era algo que había que evitar (cf. Ez 44:18). No se mencionan las sandalias, así que podemos suponer que el sumo sacerdote oficiaba descalzo en presencia de Dios (cf. Ex 3:5; Jos 5:15).
El día de la Expiación, cuando el sumo sacerdote entraba una vez al año en el lugar santísimo, llevaba únicamente una túnica, una faja, calzoncillos y una tiara, hecha simplemente de lino, en lugar de “lino fino” (Lv 16:3–4, 23–24, 32). A pesar de su sencillez, estas vestiduras eran sagradas (Lv 16:4, 32).
véase Cornelis Van Dam, «VESTIDURAS SACERDOTALES», en Diccionario del Antiguo Testamento: Pentateuco, ed. T. Desmond Alexander y David W. Baker, trad. Rubén Gómez Pons, Compendio de las Ciencias Bíblicas Contemporáneas (Barcelona, España: Editorial CLIE, 2012), 851–852. ↩︎ - Rashi es el acrónimo de Rabí Shlomo Yitzjaki (en hebreo: רבי שלמה יצחקי), también llamado Rabí Shlomo Yarji (en hebreo: רבי שלמה ירחי) . Fue un sabio judío-francés, que nació y murió en Troyes, Francia (1040-1105). Rashi está considerado como el más excelso comentarista de la Biblia y del Talmud, y como uno de los más grandes eruditos y legisladores en materia de Halajá (Ley judía) así como un experto en lengua hebrea. Aclamado por su capacidad para presentar el significado básico del texto de forma concisa y lúcida, los comentarios de Rashi atraen tanto a eruditos como a estudiantes principiantes, y sus obras siguen siendo una pieza central del estudio de la Torá contemporáneo. Una gran parte de la literatura rabínica publicada desde la Edad Media trata sobre Rashi, ya sea utilizando su punto de vista como prueba de apoyo o debatiendo en su contra. Su comentario sobre el Talmud, que abarca casi todo el Talmud de Babilonia, se ha incluido en todas las ediciones del Talmud desde su primera impresión por Daniel Bomberg en la década de 1520. Sus comentarios sobre la Tanaj —especialmente su comentario sobre el Chumash (los Cinco libros de Moisés)— sirven de base a más de 300 «supercomentarios» que analizan la elección de lenguaje y las citas de Rashi, escritos por algunos de los más grandes nombres de la literatura rabínica. ↩︎
- El Urim y Tumim pertenecía a Dios (Dt 33:8), y se trataba de un medio de revelación que solamente debía utilizarse en asuntos de importancia nacional (como librar guerras) acerca de los cuales Yahvé todavía no había dejado claro su voluntad (cf. Nm 27:21; Tg. Ps.-J. sobre Nm 27:21; 31:6). A pesar de que el consenso actual entre los especialistas parece identificar el Urim y Tumim con un oráculo de suertes, se pueden presentar argumentos importantes en contra de esta identificación (Van Dam, 194–221; para una panorámica de cómo se ha interpretado este instrumento de oráculos, véase Van Dam, 9–38). Las pruebas de que disponemos apoyan la hipótesis de que el Urim y Tumim eran utilizados por Dios para dar luz de manera milagrosa como señal de autenticación del mensaje dado mediante inspiración profética al sumo sacerdote (Van Dam, 221–26). Como mediador entre Dios e Israel, el sumo sacerdote podía preguntarle a Dios a través del Urim y Tumim, manteniendo así los derechos y privilegios de Israel con Dios (Van Dam, 161–63, 269–71). ↩︎
- La investigación de la descripción bíblica de estas vestiduras, dentro del contexto general de las tradiciones del antiguo Oriente Próximo (véase Fletcher-Louis 2004a; 2004b; 2007a; Meyers; Propp) y los antiguos comentarios judíos sobre ellas, así como las tradiciones relacionadas con el sumo sacerdote o las figuras sacerdotales (Hayward; Barker 2003; 2004, Fletcher-Louis 1997; 2002; 2012) llevan a la conclusión de que el sumo sacerdote era considerado un representante divino singular del Dios de Israel, el verdadero ser humano, con toda esa serie de ropas que simbolizaban, también, el cosmos entero. ↩︎
- Cualquier tarea de administración de la creación que realice el hombre, que aproveche el poder de la creación para la gloria de Dios y el beneficio de sus pares que son imagen de Dios, y que promueva la productividad armoniosa de sus congéneres que son imagen de Dios, es ser imagen de Dios. Esta aplicación de la imagen se conoce como “mandato cultural”, o visión vocacional de la imago Dei (Sands, “The Imago Dei as a Vocation”). ↩︎



