El nombre “fariseo” aparece primeramente en el contexto de los primeros reyes sacerdotes asmoneos. La palabra “fariseo” significa separado.
Heb: Fariseo: פָּרַשׁ parásh #H6567 – Raíz primaria; separar, literalmente (dispersar) o figurativamente (especificar); también (por impl.) herir: claramente, dar dolor, declarar, esparcir. |
Gr: Fariseo: φαρισαῖος fariseos # G5330- Origen hebreo [Compare H6567]; un separatista, i.e. exclusivamente religiosamente; fariseo, i.e. judío sectario: fariseo. |
Los fariseos y saduceos aparecen como partidos distintos en la última mitad del siglo II a.C., aunque representan tendencias que se pueden seguir mucho más atrás en la historia del judaísmo, tendencias que se acentuaron después del retorno de Babilonia (537 a.C.).
Los progenitores inmediatos de los dos partidos fueron, respectivamente, los jasideos y los helenistas; los últimos, antecesores de los saduceos, tenían la intención de eliminar la estrechez del judaísmo, y participar en las ventajas de la vida y cultura griegas.
Los jasideos, una transliteración del término hebreo jasidim, esto es, los piadosos, eran un grupo de hombres celosos de la religión, que actuaban bajo la conducción de los escribas, en oposición al impío partido helenizante; se refrenaron de oponerse al legítimo sumo sacerdote incluso cuando este se puso de parte de los helenistas. Así, los helenizantes eran una secta política, en tanto que los jasideos, cuyo principio fundamental era una separación completa de los elementos no judíos, eran el partido estrictamente legal entre los judíos, y llegaron finalmente a ser el partido más popular e influyente.
En su celo por la ley casi llegaron a deificarla, y su actitud se tornó meramente externa, formal y mecánica. Ponían el énfasis no en la rectitud de la acción, sino en su corrección formal. Como consecuencia, fue inevitable su oposición a Cristo; su manera de vivir y su enseñanza.
Sufrieron grandemente bajo Antípater y Herodes (Josefo, Guerras de los judíos 1. 647–655), y evidentemente comprendieron que no se puede lograr fines espirituales mediante medios políticos, porque después de la muerte de Herodes algunos de ellos piden un gobierno romano directo.
Por la misma razón la mayoría de ellos se opuso a la rebelión contra Roma (66–70 después de Cristo). En consecuencia, Vespasiano favoreció a Yohanán ben Zakkai, uno de los líderes de ellos, y le permitió establecer una escuela rabínica en Jamnia (Yavneh).
Para entonces las controversias entre el partido del riguroso Shammai y el del más liberal Hillel habían terminado en un acuerdo, los saduceos habían desaparecido, y los zelotes estaban desacreditados—después de la derrota de Barcoquebá en 135 después de Cristo ellos también desaparecieron de modo que los fariseos se convirtieron en los líderes incuestionados de los judíos.
Para el año 200 después de Cristo judaísmo y fariseísmo constituían términos sinónimos.
- Parte de lo que creían…
Para la concepción farisaica de la religión resultaba básica la creencia de que el exilio bábilónico tuvo su origen en el hecho de que Israel no guardó la Tora, y guardarla constituía una obligación individual como también nacional.
Pero la Torá no es simplemente “ley” sino también “instrucción”, es decir consistía no sólo en mandamientos fijos sino que se adaptaba a las condiciones cambiantes, y de ella podía inferirse la voluntad de Dios para situaciones no mencionadas expresamente.
Esta adaptación o inferencia era la tarea de quienes habían hecho un estudio especial de la Torá. Y la decisión de la mayoría debía ser acatada por todos; una de las primeras tareas de los escribas fue la de determinar el contenido de la Torá escrita.
Establecieron que contenía 613 mandamientos, 248 positivos, 365 negativos. El paso siguiente consistió en “poner una cerca” alrededor de ellos, es decir interpretarlos y complementarlos de tal modo que se eliminara la posibilidad de quebrantarlos por error o por ignorancia.
El ejemplo más conocido lo constituyen las frecuentemente citadas treinta y nueve especies principales de actos prohibidos en el día de reposo.
Los fariseos estaban convencidos de que tenían la recta interpretación de la Torá, y sostenían que esta “tradición de los ancianos” (Mr. 7.3) provenía de Moisés en el Sinaí.
La reprobación de que fueron objeto por parte de nuestro Señor (* Hipócrita) tiene que interpretarse a la luz del hecho indudable de que éticamente ocupaban una posición más elevada que la mayoría de sus contemporáneos.
El lugar destacado que los fariseos asignaban al diezmo, y su negativa a comprar comestibles a los no fariseos, o a comer en sus casas, por temor a que la comida no hubiese sido diezmada, como ocurría con frecuencia, se debía a las muy pesadas cargas creadas por los diezmos, agregados al régimen impositivo introducido por los asmoneos, los herodianos, o los romanos.
Para el fariseo diezmar plenamente constituía una marca de lealtad a Dios.
Los fariseos defendían la doctrina de la predestinación, que estimaban compatible con el libre albedrío. Creían en la inmortalidad del alma, en la resurrección corporal, en la existencia de los espíritus, en las recompensas y en los castigos en el mundo de ultratumba. Pensaban que las almas de los malvados quedaban apresadas debajo de la tierra, en tanto que las de los justos revivirían en cuerpos nuevos (Hechos 23:8).
Estas doctrinas distinguían a los fariseos de los saduceos, pero no constituían en absoluto la esencia de su sistema. Centraban la religión en la observancia de la Ley, enseñando que Dios solamente otorga su gracia a aquellos que se ajustan a sus preceptos. De esta manera, la piedad se hizo formalista, dándose menos importancia a la actitud del corazón que al acto exterior.
La interpretación de la Ley y su aplicación a todos los detalles de la vida cotidiana tomaron una gran importancia. Los comentarios de los doctores judíos acabaron formando un verdadero código autorizado.
Josefo, él mismo un fariseo, dijo que los escribas no se contentaban con interpretar la Ley con más sutilidad que las otras sectas sino que además imponían sobre el pueblo una masa de preceptos recogidos de la tradición, y que no figuraban en la Ley de Moisés.
Jesús declara que estas interpretaciones rabínicas tradicionales no tienen ninguna fuerza (Mt. 15:2-6). Los primeros fariseos expuestos a la persecución se distinguían por su integridad y valor, eran la élite de la nación.
El nivel moral y espiritual de sus sucesores descendió. Los puntos débiles de su sistema se hicieron hegemónicos y les atrajeron duras críticas. Juan el Bautista llamó a los fariseos y a los saduceos «raza de víboras».
Jesús denunció su orgullo, hipocresía y su negligencia de los elementos esenciales de la ley, en tanto que daban la mayor importancia a puntos subordinados (Mt. 5:20; 16:6, 11, 12; 23:1-39).
En la época de Cristo los fariseos formaban una astuta camarilla que tramó una conspiración contra Él (Mr. 3:6; Jn. 11:47-57).
Sin embargo, siempre hubo entre ellos hombres sinceros, como Nicodemo (Jn. 7:46-51). Antes de su conversión, Pablo fue fariseo. Hizo uso de ello en sus discusiones con los judíos (Hch. 23:6; 26:5-7; Fil. 3:5). Gamaliel, que había sido su maestro, era también fariseo (Hch. 5:34).
- Fariseos Buenos y Malos:
A pesar de que el fariseísmo enfatizaba la obediencia a la Ley, Jesús criticó a los fariseos por causa de sus palabras piadosas carentes de actos correspondientes.
Es interesante notar que el Talmud de Jerusalén también critica a los fariseos de manera semejante.
El Talmud describe siete distintos tipos de fariseos, cinco de los cuales son hipócritas, y dos que son buenos:
- El fariseo “de hombro” exhibía sus buenas obras delante de los hombres como si portara una medalla de honor sobre su hombro o pecho. Yeshúa comenzó sus denuncias con la mención de este tipo de fariseo (Mat. 23:4).
- El fariseo “espera para ver” le pediría a alguien que esperara un momento para que le pudiera ver realizar alguna obra de caridad.
- El fariseo “ciego” cerraría sus ojos para evitar ver a alguna mujer, aunque tuviera que tropezar o golpearse contra la pared.
- El fariseo “mortero” caminaba con la cabeza baja para evitar ver alguna tentación.
- El fariseo “contador” siempre estaba contando sus buenas obras para saber si contrarrestaban sus malas obras.
– Los dos fariseos buenos eran:
6. El fariseo “temeroso de Dios”, quien era un hombre justo y virtuoso como Job. 7. El fariseo “amador de Dios”, que tenía un verdadero amor a Elohim como lo tenía Abraham (Moseley, 110).
Tanto el Nuevo Testamento como la literatura judía describen a varios fariseos justos, sinceros y honestos. Nicodemo como lo mencionamos mas arriba (Juan 3:1) y José de Arimatea creyeron el mensaje de Jesús y se esforzaron en seguirle (Juan 7:50; Juan 19:39; Mar. 15:43).
Gamaliel, el maestro de Pablo, apeló para que fueran más tolerantes con los cristianos. En por lo menos una ocasión, algunos fariseos le informaron a Jesús que Su vida peligraba, y otros demostraron su hospitalidad al Maestro (Luc.13:31, 7:36, 11:37, y 14:1) (Moseley, 111).
Saulo de Tarso es decir el Apóstol Pablo, el escritor más prolífico del Nuevo Testamento, era un fariseo (Hech. 23:6).
- Jesús y los Fariseos:
Las enseñanzas de Jesús eran más semejantes a las de los fariseos que a cualquiera otra secta de Sus tiempos, en especial a las del famoso rabino Hillel.
Dentro del fariseísmo había gran discordia entre la Escuela de Hillel y la Escuela de Shammai.
Hillel era más compasivo en su interpretación de la Ley que Shammai, quien era bastante conservador e intransigente.
Hillel era de como 30 años mayor que Jesús, y resumía la Ley de la siguiente manera: “Lo que ustedes no quieran que otros les hagan, no se lo hagan ustedes a ellos; ésta es toda la Ley, y el resto es simple comentario”. Esta expresión es muy semejante a la famosa frase de Jesús, conocida como la Regla de Oro: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mat. 7:12).
A manera interesante, muchos de los ataques farisaicos contra Jesús provenían de la Escuela de Shammai, y el Maestro utilizaba las enseñanzas de la Escuela de Hillel para establecer Sus argumentos.
Si muchas de las enseñanzas de Jesús parecían estar estrechamente relacionadas a los principios básicos del fariseísmo, entonces, ¿cómo explicamos la fuerte condena de Jesús contra los fariseos?
Los acusa de ser hipócritas y pretenciosos, culminando con la terrible frase:“¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?” (Mat. 23:33).
Se debe destacar que la mayoría de los siete “ayes” tienen que ver con la forma en que los fariseos practicaban la Ley, y no con lo que decían. Jesús comienza sus condenas con lo siguiente: “…hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí” (Mat. 23:5-7).
Las filacterias son pequeñas cajas que contienen una escritura bíblica, las que todavía se amarran los hombres judíos sobre su frente y brazo izquierdo.
Dios ordenó que los hombres judíos usen tanto las filacterias como los flecos en las esquinas de sus mantos (Exodo 13:9, 16 y Números 15:37-41).
Sin embargo, muchos fariseos decoraban estos símbolos significativos con adornos pretenciosos para impresionar a los demás.
La Mishná menciona que algunos fariseos tenían flecos en sus mantos de oración tan largos que arrastraban tras ellos mientras caminaban.
Otras de las actitudes orgullosas mencionadas por Jesús quizás también las podamos encontrar en nuestros propios corazones.
Cuando Jesús criticó el contenido de las enseñanzas farisaicas, lo hizo en referencia a Ley Oral y no a la Ley Escrita. Se refirió a la Ley Oral con el término “tradiciones de hombres”, la cual era tan venerada como la Biblia (Mat. 23:16-22,23).
Jesús dijo: “Bien invalidáis el mandamiento de Elohim para guardar vuestra tradición” (Mar. 7:9; Mat. 15:3).
Estas “tradiciones de hombres” habían sustituído y, en ocasiones, invalidado los mandamientos de la Palabra escrita de Dios.
Jesús no criticó la autoridad ni la validez de la predicación de quienes se sentaban en la cátedra de Moisés, pero dijo: “todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo” (Mat. 23:2). Pero muchas de las demandas minuciosas de la tradición oral representaban una carga demasiado difícil e inecesaria, con las que los fariseos presionaban al pueblo (Mat. 23:4).
No pudieron mantener una consistencia entre la tradición y la Ley escrita, por lo cual se convirtieron en “ciegos guías de ciegos” (Mat. 15:14; 23:16-26). Aún nosotros los cristianos nos debemos cuidar de no considerar ciertas “doctrinas” que carecen de base escrituraria como si estas “tradiciones de hombres” fueran Palabra de Dios.
La preocupción excesiva de los fariseos con lo externo en contraste con el cambio interno del corazón inevitablemente los condujo a que ignoraran las cosas más importantes de la Ley (Mat. 23:23). “…pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Sam. 16:7)
Jesús citó a Isaías cuando les dijo: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado” (Is. 29:13; Mar. 7:6-7).
Por medio de los “ayes”, Jesús enseñó que enfatizar la apariencia externa antes del corazón era como limpiar “lo de fuera del vaso y del plato”, mientras permanecían “llenos de robo y de injusticia”. Eran como “sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia” (Mat. 23:25, 27).
Les dijo: “Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio” (Mat. 23:26).
¿Qué Significa Ésto para Nosotros?
De manera ideológica, el fariseísmo era bueno porque tenía intención de que las personas vivieran vidas rectas delante de Dios.
El hecho es que muchas de las enseñanzas de los fariseos eran doctrinalmente muy semejantes a las del cristianismo. Aunque ya no existe una secta judía exactamente como la de los fariseos, podemos aseverar que el contemporáneo grupo de los conservadores guardan gran parecido a ellos, con algunas de sus cualidades buenas como malas que los hacen un tanto controversiales (Moseley, 116).
Debemos agradecerle a los fariseos una cantidad de contribuciones significativas.
- Primeramente, fueron los fariseos quienes preservaron para nosotros las Escrituras Hebreas (Antiguo Testamento).
- También formularon mucha de la doctrina antigua, la que ahora forma parte de la teología cristiana.
- De los fariseos también heredamos algunos elementos de su organización en la sinagoga.
- Los fariseos fueron los primeros en evangelizar y enviar misioneros. Vivían con la expectativa de ver la llegada del Mesías, y de este grupo salieron muchos de los primeros creyentes en Jesús el Mesías (Moseley, 117).
- Además, los fariseos lucharon ardientemente por proteger y preservar la nación de Israel.
Es importante reiterar que las enseñanzas de Jesús eran más semejantes a las de los fariseos que a cualquiera de las otras sectas judías. Quizás fue esa la razón por la que se molestaba tanto con ellos. Al declarar que “en la cátedra de Moisés se sientan”, Jesús confirmaba la autoridad de su mensaje, pero denunciaba su práctica.
Algunos eruditos opinan que este hecho, de que los fariseos habían errado al blanco, angustiaba profundamente a Jesús. Aunque estaban muy cercanos a la verdad, se habían desviado.
Jesús sufría gran ansiedad por esta causa, y anhelaba que Su pueblo Israel lo reconociera. Los fariseos esperaban al Mesías, pero no lograron reconocer al “verbo hecho carne”, la revelación de Dios al hombre, en cumplimiento de la Torá.
Sorprendentemente, fue al final de esta serie de denuncias que Jesús demostró cuánto amor y compasión sentía por Su pueblo. Estando sobre el Monte de los Olivos, lloró sobre Jerusalén y dijo: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” (Mat. 23:37).
Jesús no estaba rechazando a los fariseos ni a Su pueblo. Al contario, les estaba dirigiendo un fuerte mensaje profético para que se arrepientan de corazón y establezcan una relación correcta delante de Dios.
Las obras justas vendrían como resultado de su comunión con Dios y una vida justa, contrario a las obras basadas en un conocimiento intelectal y cumplimiento religioso. De la misma manera, si carecemos de una relación íntima con Dios, y hacemos obras basándonos en esfuerzos legalistas en lugar de que sean producto de nuestra fe (Ef. 2:8-9), son en vano e impiden que nos acerquemos a Dios.
Éste es el mensaje central para todos nosotros. Mirémonos como en un espejo.
¿Seremos igualmente culpables de lo mismo que los fariseos y escribas? ¿Hemos eliminado todo el orgullo y egoísmo de nuestra propia vida? ¿Obedecemos la Palabra de Dios simplemente por cumplir con un deber religioso, o brotan nuestras acciones justas de lo más profundo del corazón como una expresión de nuestro amor y nuestra relación genuina con Él? ¿Nos encontramos predicando una cosa y haciendo otra? ¿No hemos sido todos hipócritas en algún momento durante nuestro caminar con el Maestro…o tal vez en estos instantes?
No podemos vestirnos externamente de la justicia de Dios como si fuese una prenda de vestir, sino que debe venir desde el interior. “…por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en El Mesías Jesús…¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida…” (Rom. 3:23-24, 27a).
Ninguno de nosotros es justo por nuestro propio mérito. Isaías dijo: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia…” (Is. 64:6).
Sólo podemos alcanzar la justicia cuando reconocemos y renunciamos a nuestro pecado, aceptando por fe la obra redentora del Mesías sobre la cruz. “Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Elohim en él” (2 Cor. 5:20b, 21)”
El apóstol Santiago señaló lo siguiente: “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Sant. 2:17). Dijo además: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Sant. 1:22).
Ésta no es una contradicción, sino una declaración de que si tuviésemos verdadera fe y una íntima relación con Dios, nuestra vida llevaría mucho fruto como resultado natural e inevitable de esa fe. Pablo le escribió a los Gálatas: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de El Mesías han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gál. 5:22-25).
No sé respecto a usted, pero reconozco que yo todavía tengo mucho que aprender para expresar mejor mi fe en el Maestro. Es un proceso que durará toda la vida.
Las palabras de Jesús dirigidas a los fariseos calaron profundamente en mi corazón, y puedo reconocer que todavía estoy “en el proceso”. Diariamente necesito examinar mi corazón, mis motivos, mi tendencia a la auto-justificación y a veces hasta mi hipocresía. Solamente Jesús, el que es sin pecado, podría juzgar a los fariseos o a cualquiera otra persona.
No nos corresponde juzgar a los demás, sino que nos corresponde ordenar nuestra propia vida delante de Dios.
Este mensaje a los fariseos debe ser una advertencia para que cada uno de nosotros examinemos nuestro corazón y nuestra vida en el espejo de Dios. Sólo así Su luz podrá alumbrar al mundo por nuestra palabra y nuestro hecho.
[…] fue conocido como judaísmo rabínico – (Para mas información ver nuestro articulo: ¿Quienes eran los fariseos?) […]
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PABLO EL FANFARRON
Canta a la melodia de “Rapture” por Blondie
Traduccion del ingles al espanol de Boss Paul the Pharisee
Soy Pablo el fanfarron
Hay hipocresia en mi corazon
Voy por la tierra, viajo el mar
Haciendo conversos mi ejemplo copiar
Todos pecaban, es la verdad
Pero nunca soy yo, solo tu con claridad
Mis pecados son teoretico
Soy peor de pecadores, pero no me pide uno
Imitar a Jesus, la gente se esfuerza
Excepto por mi, ya soy hombre perfecta
Soy modelo ideal, desde Camino Damasco
Y los pecados de Pablo? No preguntanos
Justifico todo mi accion
Testifique mi mismo, siempre tengo razon
Soy el hombre unico en toda historia
Un segundo testigo no es necesaria
Si yo hago algo, debe ser correcto
No usa escritura, no chequea si es recto
No haz lo que digo, has lo que hago
Y tu tambien puede ser fariseo
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