En el capítulo anterior vimos como se desato la primera de las diez plagas: Esta fue la conversión de las aguas en sangre. Fue una plaga espantosa. A la vista de tan vastos torrentes de sangre no podía sino inspirar horror. Nada es más común que el agua; tan sabia y tan bondadosamente la Providencia ha ordenado que lo que es tan necesario y útil para el bienestar de la vida humana, sea barato y esté disponible casi en todo lugar; sin embargo, ahora los egipcios tenían que beber sangre o morir de sed.
Egipto era una tierra agradable, pero los peces muertos y la sangre deben de haberla puesto muy desagradable. Era una plaga justa , enviada con justicia sobre los egipcios, porque el Nilo, el río de Egipto, era su ídolo como ya vimos. Esa criatura que idolatramos es lo que Dios nos quita justamente o hace que nos sea amarga. Habían manchado el río con la sangre de los niños de hebreos y, ahora, Dios había convertido el río en sangre. Nunca habían tenido sed de sangre, pero, tarde o temprano, se hartaron. Era una plaga significativa ; Egipto dependía mucho de su río, de modo que el atacar el río, para ellos era una advertencia de la destrucción de toda la producción de su país.
La plaga duró siete días; y en todo ese tiempo el orgulloso corazón de Faraón no le dejó desear que Moisés orara para eliminar la plaga. Así los hipócritas de corazón acumulan ira sobre sí. No es de asombrarse que la ira de Dios no se haya apaciguado, sino que su mano aún siga extendida.
- Ante Faraón:
Éxodo 8: 1-4 – «Entonces YHVH dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón y dile: YHVH ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. (2) Y si no lo quisieres dejar ir, he aquí yo castigaré con ranas todos tus territorios. (3) Y el río criará ranas, las cuales subirán y entrarán en tu casa, en la cámara donde duermes, y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos, en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas. (4) Y las ranas subirán sobre ti, sobre tu pueblo, y sobre todos tus siervos»
Después de un intervalo indeterminado, se le ordenó a Moisés que anunciara la segunda plaga. Como la primera, ésta fue anunciada de antemano para que no se la tomara como algo que ocurría en forma natural o como una coincidencia.
«…he aquí yo castigaré con ranas todos tus territorios…» – Dios uso una plaga de ranas por una razón específica. La diosa Egipcia Heqet (o Heket)

siempre era mostrada con la cabeza de una rana (ilustración a la derecha) esta diosa se suponía, tenía poder creador. Entre los antiguos Egipcios, las ranas eran consideradas sagradas y no se podían matar.
i. Los Egipcios adoraban a las ranas como una diosa porque era común ver a las ranas alrededor del Nilo, porque se reproducían rápidamente, y porque al ser anfibios pertenecían a dos mundos, siendo criaturas terrestres y marinas (para mas información ver nuestro articulo: diosa Heket y la plaga de las ranas).
- Plaga de las ranas:
Éxodo 8: 5-7 – «Y YHVH dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, arroyos y estanques, para que haga subir ranas sobre la tierra de Egipto. (6) Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto. (7) Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto»
Ya que los Egipcios adoraban a las ranas, Dios les dio una plaga de ranas. Vemos el determinado plan de Dios y su sentido del humor.
“Aunque él es el Señor de los ejércitos, él no necesita ejércitos poderosos, el ministerio de ángeles, o los relámpagos de juicio para castigar al pecador o a la nación pecadora; la rana o la mosca en sus manos son un suficiente instrumento de venganza” – (Clarke)
«…Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas…» – La habilidad de los hechiceros para hacer los mismo con sus encantamientos apunta a un poder sobrenatural que esta presente; este no era la obra de un mago bien preparado, este era el poder oculto obrando.
Con todos sus poderes ocultos, ¡todo lo que los hechiceros pudieron hacer fue traer más ranas! Solamente hicieron el problema peor; aún así, su obra le dio a Faraón una excusa para endurecer más su corazón.
Éxodo 8:8-15 – «Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad a YHVH para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios a YHVH. (9) Y dijo Moisés a Faraón: Dígnate indicarme cuándo debo orar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas, y que solamente queden en el río. (10) Y él dijo: Mañana. Y Moisés respondió: Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como YHVH nuestro Dios. (11) Y las ranas se irán de ti, y de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo, y solamente quedarán en el río. (12) Entonces salieron Moisés y Aarón de la presencia de Faraón. Y clamó Moisés a YHVH tocante a las ranas que había mandado a Faraón. (13) E hizo YHVH conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de los cortijos y de los campos. (14) Y las juntaron en montones, y apestaba la tierra. (15) Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó, como YHVH lo había dicho»
Hasta este momento Moisés había actuado sólo en respuesta a instrucciones directas de Dios. Ahora, en cambio, se había atrevido a fijar un tiempo definido para la eliminación de la plaga, aparentemente sin ninguna orden específica. Con muy buen juicio, recurrió a la oración ferviente para que su propuesta hallara la aprobación divina. Por primera vez Moisés aparece en el papel de alguien que conocía el poder ilimitado de la oración, a la que recurrió con frecuencia y con éxito durante los siguientes años difíciles de su liderazgo – (Exo. 32: 31, 32; Núm. 12: 13).
Cuando Moisés oró, Dios contestó – y todas las ranas murieron. La descripción que se entiende de “y apestaba la tierra” nos da una idea de lo repugnante que eso era.
«…Endureció su corazón…» – Aún cuando la petición de Faraón fue concedida, su corazón no cambió – él endureció su corazón – y así Faraón actuó como Dios dijo que lo haría.
Se dispuso a despreciar «las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando» que la bondad de Dios quería llevarlo «al arrepentimiento«. Por la «dureza» de su «corazón no arrepentido» estaba acumulando para sí «ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios» – (Rom 2: 4-5).
“Esto se convierte en un patrón familiar: cuando él no guardo su palabra la primera vez, no hay duda de que fuera fácil el hacerlo una y otra vez” – (Cole)
“Faraón incremento su culpa. Sus votos aumentaron sus transgresiones. Él olvidó sus promesas; pero Dios no lo hizo. Ellos fueron mostrados en su contra” – (C.H. Spurgeon)
“En cuanto a Faraón, es la historia de una voluntad fuerte, haciéndose estúpido a si mismo, durante todo el trayecto, hasta que las condiciones estaban más allá de la esperanza o el remedio, Dios le dio a él la oportunidad de utilizar esa voluntad fuerte en rendición” – (Morgan)
Interesante que las ranas fueran como dioses para Egipto.
El endurecimiento del corazón del Faraón ya se esperaba.
La figura de que apesta un lugar, si es horrible.
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