Simón Pedro – Keepa – שמעון בן יונה

Simón Pedro (Betsaida, finales del siglo I a. C.-Roma, c. 67), conocido también como Cefas o simplemente Pedro fue, de acuerdo con múltiples pasajes neotestamentarios, uno de los discípulos más destacados de Yeshua de Nazaret.

Su nombre de nacimiento era Simón bar-Jona y era pescador de oficio en el mar de Galilea. Por su seguimiento de Yeshua de Nazaret, se constituyó en el apóstol más conocido y citado del Nuevo Testamento en general y de los cuatro evangelios canónicos y los Hechos de los Apóstoles en particular, que lo presentan bajo muy variados aspectos. También es citado por Pablo de Tarso en sus epístolas, incluyendo la Epístola a los gálatas donde lo refiere como una de las tres columnas de la Iglesia de Jerusalén.

Figura de primer orden y de firme valor teológico en razón del ministerio que le confió el propio Mesías, es también conocido como el príncipe de los apóstoles.​

Dado el prestigio del que gozó en la Iglesia primitiva, proliferaron también los «escritos apócrifos» centrados en su figura, como el Evangelio de Pedro, el Apocalipsis de Pedro, los Hechos de Pedro, los Hechos de Pedro y Pablo, entre otros.

La Iglesia católica lo identifica a través de la sucesión apostólica como el primer papa, basándose, entre otros argumentos, en las palabras que le dirigió Jesús: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo» – (Mateo 16, 18-19).

Otras Iglesias católicas apostólicas, como la ortodoxa, no lo consideran de esta manera, por entender que Jesús no edificaría su Iglesia sobre un hombre (Pedro) sino sobre la confesión de fe que Pedro hizo: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» – (Mateo 16:16).

Todos los evangelios mencionan el nombre de Simón; Jesús se dirige a él siempre así, salvo con una excepción – (Lucas 22,34): «Pero él dijo: “Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo antes que hayas negado tres veces que me conoces”».

Cabe resaltar que se menciona a Pedro (Petro-πέτρος) como la masculinización del griego πέτρα (petra), es decir ‘roca’, cambiando apenas su terminación pero manteniendo la raíz de la palabra; nunca realizan la traducción a lithos (λίϑος), que vendría a señalar una piedra del camino y con lo cual podría interpretarse que sería una piedra pequeña.

En la historia de la llamada de los discípulos, Yeshua se dirige a Simón Pedro con el término griego Κηφᾶς (Cefas)​, una forma helenizada del arameo ܟ݁ܺܐܦ݂ܳܐ (keepa), que significa «roca«, un término que antes no era usado como nombre propio:

ἐμβλέψας αὐτῷ Ἰησοῦς εἶπεν Σὺ εἶ Σίμν ὁ υἱὸς Ἰωάννου, σὺ κληθήσῃ Κηφᾶς ὃ ἑρμηνεύεται Πέτρος.

Al mirarlo, Yeshua dijo: «Tú eres Simón, hijo de Juan; te llamarás Cefas«, que significa Petros («roca») – (Juan 1:42).

Por otra parte, Pablo de Tarso siempre llamó a Pedro con el nombre de «Cefas«, de la misma manera que lo hizo Yeshua. Esta palabra hebrea helenizada del arameo כיפא (cefas), no era un nombre propio, pero Pablo y Yeshya se lo asignan como tal.

La palabra griega «Cefas«, que viene del arameo keepa, significa ‘roca’. Mientras que las palabras Petro y Petra varían en significado en el griego ático, en el griego koiné tienen el mismo significado.

En el griego ático Petro significa ‘piedra’ (una piedra que se puede arrojar), y Petra significa ‘roca‘ (una roca inamovible), aunque es necesario señalar que el Evangelio de Mateo no fue escrito en griego ático sino en griego koiné, en el cual no existe ninguna distinción entre Petro y Petra donde ambos significan ‘roca‘ (una roca inamovible).

Griego original del Códice Sinaítico:
καγω δε ϲοι λεγω οτι ϲυ ει πετροϲ και επι ταυτη τη πετρα οικοδομηϲω μου την εκ κληϲιαν και πυλαι αδου ου κατιϲχυϲου – Mateo 16:18

En cualquier caso, la distinción entre Petro y Petra, es irrelevante considerando que la frase de Mateo 16:18 podría haber sido dicha por Yeshua en su idioma nativo el Arameo, y la palabra para ambas habría sido ‘Cefas‘, que aplica para ‘Petro‘ y ‘Petra‘, que significa roca.

Un ejemplo de esto, es el texto Peshitta y el texto Diatéssaron que usan la palabra «Cefas» para «Petro» y «Petra».

ܐܳܦ݂ ܐܶܢܳܐ ܐܳܡܰܪ ܐ݈ܢܳܐ ܠܳܟ݂ ܕ݁ܰܐܢ݈ܬ݁ ܗ݈ܽܘ ܟ݁ܺܐܦ݂ܳܐ ܘܥܰܠ ܗܳܕ݂ܶܐ ܟ݁ܺܐܦ݂ܳܐ ܐܶܒ݂ܢܶܝܗ ܠܥܺܕ݈݁ܬ݁ܝ ܘܬ݂ܰܪܥܶܐ ܕ݁ܰܫܝܽܘܠ ܠܳܐ ܢܶܚܣܢܽܘܢܳܗ܂ (Peshitta)

Yo también te digo que tú eres Cefas, y sobre esta Cefas edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

Yo también te digo que tú eres Roca, y sobre esta Roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.


  • Origen:

Conocemos la vida de Pedro por los datos que de él recoge el Nuevo Testamento, más algunos documentos de Clemente de Alejandría y Clemente Romano; este último fue obispo de Roma a finales del siglo I, y con bastante probabilidad le conoció en persona.

De acuerdo con la narración evangélica, Pedro era un pescador judío de Galilea.

Su lugar de nacimiento fue Betsaida, un pueblo junto al Lago de Genesaret, de cuya ubicación no hay certeza, aunque generalmente se busca en el extremo norte del lago. Ejercía el oficio de pescador junto a su hermano Andrés, quien también fue apóstol.

Casi todas las tradiciones e informaciones sobre él son a partir del llamamiento de Yeshua; se tiene muy poca información de su vida anterior. Su padre es mencionado por su nombre en Mateo 16, 17: Yeshua le habla como «Simón, hijo de Jonás», en hebreo שמעון בן יונה.

Simón se estableció en Cafarnaúm, donde vivía con su suegra en su propia casa,​ al tiempo de comenzar el ministerio público del Mesías (alrededor del 26-28 D.C.). Por ende, Simón era casado y según Clemente de Alejandría tenía hijos. El texto apócrifo Hechos de Pedro menciona que había tenido una hija. También gracias al autor Clemente de Alejandría nos llega la información de que la esposa de Pedro sufrió el martirio. Estas son las pocas referencias que se tienen de Simón Pedro antes de conocer a Yeshua de Nazaret.


  • El llamado de Yeshua:

Pedro fue incorporado como discípulo al principio del ministerio de Yeshua. Los evangelistas sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) describen su entrada de manera diferente a como lo hace Juan. Aquí se ven las diferencias entre los dos:

Mateo 4:18-20 – «…Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.» Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron…»

Juan 1:41-42 – «…Encontró primero a su hermano Simón y le dijo: Hemos encontrado al Mesías. Y se lo presentó a Yeshua. Yeshua miró fijamente a Simón y le dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás, pero te llamarás Cefas, que quiere decir Pedro (roca)…»

Según el Evangelio de Juan 1, 40-42, fue su hermano Andrés quien lo introdujo al grupo, tras encontrarse ambos entre los seguidores de Juan el Bautista. La narración de los evangelios sinópticos ofrece otro punto de vista: al ver a Simón Pedro y a su hermano Andrés recoger las redes, Yeshua los invitó a hacerse «pescadores de hombres». En esos textos, fue Simón el primero en reconocer a Yeshua como el Hijo de Dios, y no su hermano Andrés.


  • Posición entre los apóstoles:

Simón podría decirse que fue el discípulo más allegado de Jesús, y esto, se nota en los evangelios. Existen muchos pasajes donde se presenta a Simón muy cerca de Jesús, por ejemplo:

  • Los evangelios sinópticos lo presentan como uno de los tres discípulos íntimos que, junto con Santiago y Juan, fue testigo de la transfiguración de Yeshua,​ de la resurrección de la hija de Jairo, y de la agonía de Yeshua en el huerto de Getsemaní.
  • Pedro es mencionado primero entre los doce Apóstoles en los evangelios sinópticos, y en el libro de Hechos de los Apóstoles.
  • En varias ocasiones Pedro habla en nombre de los demás apóstoles.
  • Jesús con frecuencia se refiere especialmente a Pedro.
  • Pablo habla de Pedro destacando su lugar preeminente entre los miembros de la Iglesia primitiva: «Como lo hacen los demás apóstoles, los hermanos del Señor y el mismo Cefas» (1Corintios 9, 5), y lo considera —junto con Santiago y Juan— como columna de la Iglesia.
  • Según dos pasajes del Nuevo Testamento fue el primero en reconocer a Yeshua como el Mesías esperado. «Y él (Yeshua) les preguntaba: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Pedro le contestó: “Tú eres el Mashiaj”». El propio Yeshua confirmó la importancia de esta confesión de Simón Pedro, que le valió la calificación de «bienaventurado». Se trata de la única persona concreta a la que Yeshua aplicó tal epíteto.
  • Los cuatro evangelios recogen también la profecía de Yeshua anunciando la traición de Pedro quien lo negaría tres veces consecutivas por miedo a ser reconocido como seguidor de Yeshua. Aun cuando la noche de la última cena, Pedro juró no apartarse de Yeshua, al ser interpelado sobre su asociación con Jesús, negó tres veces conocerlo antes del canto del gallo, es decir, antes de que la noche acabase, cumpliéndose así la profecía del Mesías.
  • En el mismo pasaje correspondiente a la cena del Señor, Jesús le dijo: «Yo he rogado por ti para que tu fidelidad no desfallezca. Y tú, después de que hayas vuelto, confirma a tus hermanos». En el hecho de que solamente a Pedro está dirigida esa oración de Yeshua, y que la tarea de fortalecer y servir de apoyo a sus hermanos después de la muerte le encomendada por Yeshua a Pedro, ha visto la Iglesia católica otro fundamento para sostener el primado de Pedro sobre los demás apóstoles.
  • El Evangelio de Lucas y la Primera epístola a los corintios indican que en el primer día de la resurrección, de entre los apóstoles, Yeshua se apareció en primer término a Simón Pedro. Posteriormente Yeshua se aparecería a Pedro y el resto de los apóstoles.
  • Según el Evangelio de Juan, Yeshua resucitado se aparece otra vez a siete de sus discípulos en el lago de Tiberíades, y dirigiéndose a Pedro le hace reafirmar tres veces su amor por Él, encargándole la tarea de ser pastor de sus ovejas y apacentar sus corderos.​ La Iglesia católica se basa también en este pasaje del Nuevo Testamento para sustentar su creencia de que Pedro fue el primer papa.

  • Sobre Pedro en las Escrituras:

Simón Pedro, también conocido como Cefas (Juan 1:42), fue uno de los primeros seguidores de Yeshua El Mesías. Era un discípulo franco y ferviente, uno de los amigos más cercanos de Yeshua, un apóstol y una «columna» del cuerpo del Mesías (Gálatas 2:9). Pedro era entusiasta, obstinado, impulsivo y, a veces, atrevido. Pedro tenía muchas fortalezas y también varios defectos en su vida. Aun así, el Señor que lo escogió continuó moldeándolo exactamente en lo que Él quería que Pedro fuera.

Simón Pedro era originario de Betsaida (Juan 1:44) y vivía en Capernaum (Marcos 1:29), dos ciudades en la costa del mar de Galilea. Él estaba casado (1 Corintios 9:5; Marcos 1:30), y él, Jacobo y Juan eran socios en un negocio productivo de pesca (Lucas 5:10).

Simón Pedro conoció a Yeshua a través de su hermano Andrés, quien había seguido a Yeshua después de haber escuchado a Juan el Bautista proclamar que Yeshua era el Cordero de Dios (Juan 1:35-36).

Andrés fue inmediatamente a buscar a su hermano para llevarlo a el Mesías. Al conocer a Simón, Yeshua le dio un nuevo nombre: Keepa (arameo) o Pedro (griego), que significa «roca» (Juan 1:40-42). Más tarde, Yeshua llamó oficialmente a Pedro para que lo siguiera, produciendo una pesca milagrosa en el proceso (Lucas 5:1-11). Inmediatamente, Pedro dejó todo para seguir al Señor (versículo 11).

Durante los tres años siguientes, Pedro vivió como discípulo del Señor. Siendo un líder nato, Pedro se convirtió en el portavoz de facto de los doce (Mateo 15:15; 18:21; 19:27; Marcos 11:21; Lucas 8:45; 12:41; Juan 6:6; 13:6-9, 36). Más importante aún, fue Pedro quien primero confesó a Yeshua como «el Mesías, el Hijo del Dios viviente«, una verdad que Yeshua dijo le había sido revelada a Pedro por Dios mismo (Mateo 16:16-17).



Pedro era parte del círculo íntimo de los discípulos del Mesías, junto con Jacobo y Juan. Sólo esos tres estaban presentes cuando Yeshua resucitó a la hija de Jairo (Marcos 5:37) y cuando Yeshua se transfiguró en el monte (Mateo 17:1). A Pedro y Juan se les dio la tarea especial de preparar la última cena (Lucas 22:8).

En varias ocasiones, Pedro se mostró impetuoso hasta el punto de ser imprudente. Por ejemplo, fue Pedro quien dejó la barca para caminar sobre las aguas hacia Yeshua (Mateo 14:28-29), y rápidamente quitó sus ojos de Yeshua y comenzó a hundirse (versículo 30). Fue Pedro quien tomó aparte a Yeshua para reconvenirle por hablar de Su muerte (Mateo 16:22), y fue rápidamente corregido por el Señor (versículo 23).

Fue Pedro quien sugirió levantar tres enramadas en el succeso con Moisés, Elías y Yeshua (Mateo 17:4) en la famosa Transfiguración, y se postró sobre su rostro con gran temor ante la gloria de Dios (versículos 5-6). Fue Pedro quien desenvainó su espada y atacó al siervo del sumo sacerdote (Juan 18:10), e inmediatamente se le dijo que metiera su espada en la vaina (versículo 11). Fue Pedro quien se jactó de que nunca abandonaría al Señor, aunque todos los demás lo hicieran (Mateo 26:33), y más tarde negó tres veces que conocía al Señor (versículos 70-74).

A través de todos los altibajos de Pedro, el Señor Yeshua siguió siendo su amoroso Señor y fiel guía. Yeshua reafirmó a Simón como Pedro, la «Roca«, en Mateo 16:18-19, prometiendo que él sería fundamental en el establecimiento de la iglesia de Yeshua. Después de Su resurrección, Yeshua específicamente nombró a Pedro como alguien que necesitaba escuchar las buenas nuevas (Marcos 16:7). Y, repitiendo el milagro de la gran pesca, Yeshua hizo una observación especial para perdonar y restaurar a Pedro y volver a comisionarlo como apóstol (Juan 21:6, 15-17).

En el día de pentecostés, Pedro fue el orador principal a la multitud en Jerusalén (Hechos 2:14ss), y la iglesia comenzó con una afluencia de cerca de 3,000 nuevos creyentes (versículo 41). Más tarde, Pedro sanó a un cojo que pedía limosna (Hechos 3) y predicó audazmente ante el sanedrín (Hechos 4). Ni siquiera el arresto, los golpes y las amenazas, pudieron amortiguar la determinación de Pedro de predicar al Mesías resucitado (Hechos 5).

La promesa de Yeshua de que Pedro sería fundamental en la edificación de la iglesia, se cumplió en tres etapas: Pedro predicó el día de Shavuot «Pentecostés» (Hechos 2). Entonces, él estaba presente cuando los samaritanos recibieron el Espíritu Santo (Hechos 8). Finalmente, fue llamado a la casa del centurión romano Cornelio, quien también creyó y recibió el Espíritu Santo (Hechos 10). De esta manera, Pedro «abrió» tres mundos diferentes y abrió la puerta de la iglesia a judíos, samaritanos y gentiles.

Aun como apóstol, Pedro experimentó algunos quebrantos mientras maduraba. Al principio, se había resistido a llevar el evangelio a Cornelio, un gentil. Sin embargo, cuando vio a los romanos recibir el Ruaj HaQodesh «Espíritu Santo» de la misma manera que él lo había hecho, Pedro concluyó que «Dios no hace acepción de personas» (Hechos 10:34). Después de eso, Pedro defendió enérgicamente la posición de los gentiles como creyentes y se mantuvo firme en que no necesitaban conformarse a la ley judía (Torah Shebealpeh) (Hechos 15:7-11).

Otro episodio de crecimiento en la vida de Pedro, tiene que ver con su visita a Antioquía, donde disfrutó del compañerismo de los creyentes gentiles. Sin embargo, cuando algunos judíos «los de la circuncisión» llegaron a Antioquía, Pedro, para apaciguarlos, se retiró de los creyentes gentiles. El apóstol Pablo vio esto como hipocresía y se lo dijo así en la cara de Pedro (Gálatas 2:11-14).

En su vida adulta, Pedro pasó tiempo con Juan Marcos (1 Pedro 5:13), quien escribió el evangelio según Marcos, basado en los recuerdos de Pedro de su tiempo con Yeshua. Pedro escribió dos epístolas inspiradoras, 1 y 2 Pedro, entre los años 60 y 68 d.C. Yeshua dijo que Pedro moriría como un mártir (Juan 21:18-19), una profecía que se cumplió, probablemente, durante el reinado de Nerón. La tradición dice que Pedro fue crucificado al revés (invertido) en Roma y, aunque la historia puede ser cierta, no hay ningún testimonio bíblico o histórico de los detalles de la muerte de Pedro.


  • ¿Qué podemos aprender de la vida de Pedro?:

Aquí hay algunas lecciones:

-Yeshua vence el miedo.

Ya sea que saliera de una barca hacia un mar agitado, o cruzara el umbral de un hogar gentil por primera vez, Pedro encontró valor en seguir al Mesías. «En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor…» (1 Juan 4:18).

-Yeshua perdona la infidelidad.

Después de haberse jactado de su fidelidad, Pedro negó fervientemente al Señor tres veces. Yeshua amorosamente restauró a Pedro al servicio. Pedro fue un fracaso anterior, pero, con Yeshua, el fracaso no es el fin. «Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo» (2 Timoteo 2:13).

-Yeshua pacientemente enseña.

Una y otra vez, Pedro necesitaba corrección, y el Señor la dio con paciencia, firmeza y amor. El Maestro busca estudiantes dispuestos a aprender. «Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar…» (Salmo 32:8).

-Yeshua nos ve como Él quiere que seamos.

La primera vez que se encontraron, Yeshua llamó a Simón «Pedro«. El pescador áspero e imprudente era, a los ojos de Yeshua, una roca firme y fiel. «...el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Yeshua el Mesías…» (Filipenses 1:6).

-Yeshua usa héroes insólitos.

Pedro era un pescador de Galilea, pero El Mesías lo llamó a ser pescador de hombres (Lucas 5:10). Debido a que Pedro estaba dispuesto a dejar todo lo que tenía para seguir a Yeshua, Dios lo usó de muchas formas. Mientras Pedro predicaba, la gente se asombraba de su audacia porque era «sin letras» y del «vulgo«. Pero entonces se dieron cuenta de que Pedro «había estado con Yeshua» (Hechos 4:13). Estar con Yeshua HaMashiaj hace toda la diferencia en la vida del creyente.


  • Camino a Roma:

De acuerdo con la epístola a los Gálatas, Pedro se trasladó a Antioquía, donde Pablo lo encontró más tarde (Gálatas). Según los escritos de Orígenes y de Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica (III, 36) Pedro habría sido el fundador de la Iglesia de Antioquía, «después de haber fundado la iglesia de Antioquía, fue a Roma a predicar el Evangelio, y él también, después de presidir la iglesia en Antioquía, presidió la de Roma hasta su muerte«.

Después de presidir la iglesia de Antioquía por un tiempo, Pedro habría sido sucedido por Evodio de Antioquía, y después por Ignacio de Antioquía.

La primera epístola a los Corintios deja entrever que Pedro quizá visitó la ciudad de Corinto, ubicada en Grecia, durante sus misiones – (1Corintios 1:12).

Pedro se habría trasladado a Roma mientras Pablo se quedaba en Jerusalén. Allí habría participado en grupos de cristianos ya establecidos en Roma, sin embargo no hay evidencia en los relatos evangélicos.

Según la Tradición, Pedro y Pablo habrían sido los fundadores de la Iglesia en Roma y habrían elegido a Lino como sucesor, de acuerdo con Ireneo de Lyon en su libro Contra las Herejías (III,3:2-3).

Eusebio de Cesárea relata que cuando Pedro le hace frente a Simón el Mago (mencionado en Hechos 8) en Judea, Simón huye a Roma donde los romanos le consideraron como un dios. De acuerdo con Eusebio, su suerte no duró mucho, ya que Dios envió a Roma a Pedro y Simón quedó apagado y destruido – (Historia Eclesiástica II,14-15).

Jerónimo afirma que:

Pedro, después de haber sido obispo de la iglesia de Antioquía y haber predicado a la dispersión avanzó a Roma en el segundo año de Claudio para derrocar a Simón el Mago y sostuvo la silla sacerdotal allí durante veinticinco años hasta el final, es decir, el decimocuarto año de Nerón.

El texto de 1Pedro 5:13, que envía saludos desde «la Iglesia que está en Babilonia» ha sido entendido por algunos en sentido figurativo, como señal de que Pedro escribía desde Roma por el hecho que la antigua Babilonia sobre el Éufrates estaba en ruinas y el término «Babilonia» habría sido usado por la antigua comunidad cristiana para referirse a la Roma de los emperadores (Apocalipsis 17:5).

Muchos estudiosos de la Biblia​ creen que «Babilonia» es una metáfora del Imperio romano pagano en el momento en que persiguía a los cristianos, antes del Edicto de Milán en el año 313: quizá específicamente referenciando algún aspecto de la dominación de Roma (la brutalidad, la codicia, el paganismo).

En 4 Esdras,​ 2 Baruch​ y en los Oráculos sibilinos,​ «Babilonia» es un nombre críptico para Roma. Reinhard Feldmeier especula que «Babilonia» se utiliza para referirse a Roma en 1 Pedro 5:13.​ En Apocalipsis 17:9 se dice que ella se sienta en «siete montes«, normalmente entendido como las siete colinas de Roma.​ Una moneda romana acuñada bajo el emperador Vespasiano (70 d.C.) representa a Roma como una mujer sentada sobre siete colinas.

Por otra parte, Eusebio de Cesarea declara que:

Clemente de Alejandría en el sexto libro del Hypotyposeis cita la historia, y el obispo de Hierápolis llamado Papías se le une a él en testificar que Pedro menciona a Marcos en la primera epístola, que dicen ellos compuso en Roma, y él mismo lo indica, cuando él llama a la ciudad, figurativamente, Babilonia, como él lo hace en las siguientes palabras: «La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan». (1 Pedro 5:13)

No obstante, otros estudiosos alegan que no había razón alguna para utilizar términos crípticos para referirse a Roma en un simple saludo y suponen que «Babilonia» se refería efectivamente a una comunidad cristiana asentada en las ruinas de la antigua Babilonia sobre el Éufrates, por lo demás, densamente habitada por judíos de la diáspora. Si bien aun aceptando dicha aseveración, apartándose de lo mencionado en 1 Pedro 5:13; no se maneja constancia o registro alguno de una posible visita de Simón Pedro a la localidad de la antigua Mesopotamia, ni testimonios posteriores que avalen dicha hipótesis.

La Crucifixión de Pedro, de Caravaggio, lo representa con la cabeza hacia abajo, de acuerdo con la tradición.

La tradición católica de los Padres de la Iglesia narra que Pedro acabó sus días en Roma, donde fue obispo, y que allí murió martirizado bajo el mandato de Nerón en el Circo de la colina vaticana o en sus proximidades, sepultado a poca distancia del lugar de su martirio y que a principios del siglo IV el emperador Constantino I el Grande mandó construir una gran basílica sobre su sepultura.

Clemente Romano, en su Carta a los Corintios (80-98 d.C.), habla del martirio de Pedro en los siguientes términos:

Mas dejemos los ejemplos antiguos y vengamos a los luchadores que han vivido más próximos a nosotros: tomemos los nobles ejemplos de nuestra generación. Por emulación y envidia fueron perseguidos los que eran máximas y justísimas columnas de la Iglesia y sostuvieron combate hasta la muerte. Pongamos ante nuestros ojos a los santos apóstoles. A Pedro, quien, por inicua emulación, hubo de soportar no uno ni dos, sino muchos más trabajos. Y después de dar así su testimonio, marchó al lugar de gloria que le era debido.

Tertuliano (siglo II) describe que Pedro sufrió una muerte similar a la de Jesús:

¡Cuán feliz es su iglesia, en la cual los apóstoles derramaron toda su doctrina junto con su sangre! ¡Donde Pedro soportó una pasión como la de su Señor!

El texto apócrifo Hechos de Pedro, escrito en el siglo II, relata que Pedro murió crucificado cabeza abajo: «Les suplico a los verdugos, crucifíquenme así, con la cabeza hacia abajo y no de otra manera«. La famosa frase en latín «Quo Vadis?» que significa «¿A dónde vas?» viene del mismo texto, y dice así:

Y Pedro les dice ninguno de vosotros salga conmigo, sino que saldré solo, habiendo cambiado la manera de mis vestidos. Y mientras salía de la ciudad, vio al Señor entrar en Roma. Y cuando Pedro lo vio, dijo: Señor, ¿a dónde vas Señor? (Quo Vadis? en la traducción en latín)Y el Señor le dijo: Voy a Roma para ser crucificado. Y Pedro le dijo: Señor, ¿vas a ser crucificado otra vez? Él le dijo: Sí Pedro, voy a ser crucificado de nuevo. Y Pedro se volvió en sí mismo: y habiendo contemplado al Señor ascender al cielo, regresó a Roma, regocijándose y glorificando al Señor.

Lactancio nos relata en su obra Sobre la muerte de los perseguidores (318 d.C.) lo siguiente:

Y mientras Nerón reinaba (54-68), el Apóstol Pedro vino a Roma, y, a través del poder de Dios que le encomendó a el, obró ciertos milagros, y, convirtió a muchos a la verdadera religión, construyendo un templo fiel y firme para el Señor. Cuando Nerón oyó hablar de esas cosas, y observó que no sólo en Roma, sino en cualquier otro lugar, una gran multitud se rebelaban todos los días contra la adoración de ídolos, y, condenando sus viejas costumbres, se acercaban a la nueva religión, él, un despreciable y perverso tirano, se apuró para arrasar el templo celestial y destruir la verdadera fe. Él [Nerón] fue el primero en perseguir a los siervos de Dios. Él crucificó a Pedro y él mató a Pablo.

El Evangelio de Juan sugiere, en su característico estilo alegórico, que Pedro fue crucificado Juan 21:18-19 Algunos retrasan la redacción de este evangelio hasta fines del siglo I o principios del siglo II, por lo que consideran su testimonio de menor relevancia.

Pedro de Alejandría, que fue obispo de esa ciudad y falleció en torno a 311, escribió una epístola de nombre sobre la Penitencia, en el que dice:

«Pedro, el primero de los apóstoles, habiendo sido apresado a menudo y arrojado a la prisión y tratado con ignominia, fue finalmente crucificado en Roma».

Orígenes en su Comentario al libro del Génesis III, citado por Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica (III, 1), dice que Pedro pidió ser crucificado cabeza abajo por no considerarse digno de morir del mismo modo que Jesús.

Y al fin, después de haber venido a Roma, fue crucificado cabeza abajo, porque él había pedido que él pudiera sufrir de esta manera.

Jerónimo de Estridón en su obra Varones ilustres (De Viris Illustribus) relata que:

De manos de Nerón, Pedro recibió la corona del martirio, siendo clavado a la cruz, con su cabeza hacia el suelo y sus pies hacia arriba, asegurando que él no era digno de ser crucificado del mismo modo que lo había sido su Señor.

Flavio Josefo relata que la práctica de crucificar criminales en posiciones distintas era común entre los soldados romanos.

Eusebio de Cesarea describe que «está registrado que Pablo fue decapitado en la misma Roma, y que Pedro también fue crucificado bajo Nerón».

Sin embargo, la profecía de Jesús acerca de la muerte de Pedro no fue tan específica. El libro A catholic commentary on Holy Scripture admite lo siguiente: «Puesto que se coloca la extensión de las manos antes de ser ceñido y llevado, es difícil discernir cómo debe concebirse. Si el orden es parte de la profecía, debemos suponer que el prisionero fue atado al patíbulum antes de ser ceñido y llevado a la ejecución».


(Haz click aquí si quieres estudiar sobre los demas discípulos del Mesías en los estudios: Sobre los doce discípulos de Yeshua ¿Quienes fueron?)

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