Éxodo 9:13-35 – Séptima plaga

A pesar de todas las demás plagas que vinieron contra Egipto y Faraón, este mismo rehuso a dejar ir al pueblo de YHVH.

La sexta plaga no tuvo efecto sobre el duro corazón de Faraón, quien quedó impasible ya fuera ante los sufrimientos de su pueblo o ante su propia aflicción. Por lo tanto se le ordenó a Moisés que se presentara una vez más delante de él para advertirle de otros y más tremendos castigos celestiales.

El Señor recordó a Faraón que Él podía haberle destruido junto con todos los egipcios con la plaga anterior, pero no permitió que esto sucediera para demostrarle Su poder y anunciar Su nombre…


  • La séptima plaga – Granizo:

Éxodo 9:13-16  – «Entonces YHVH dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: YHVH, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. (14) Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. (15) Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra. (16) Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra»

Moisés había de repetir el mismo mensaje con las mismísimas palabras de antes, lo cual indica que Dios no cambia (caps. 8: 1, 20; 9: 1; etc.). El largo mensaje que sigue, hasta entonces sin paralelo, contiene amonestaciones calculadas para impresionar aun al más endurecido pecador.

«…Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón…» – Este enfático anuncio exo-5acontrastaba el futuro inmediato con el pasado reciente, e informaba al rey que Dios había de traer sobre él castigos aún más severos que los del pasado. Ahora podía esperar plagas de mayor intensidad y en más rápida sucesión, destinadas principalmente a su obstinado y terco espíritu. La pérdida de su primogénito, el presunto príncipe heredero, sometería su endurecido corazón y él aun rogaría a los israelitas que se fueran y rogaría a los dirigentes de éstos -sus peores enemigos – que le dieran su bendición – (cap. 12: 32).

«…Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder…» – En esta fuerte declaración, Dios le dijo a Faraón a través de Moisés de que su resistencia estaba siendo usada para la gloria de Dios.

Si Faraón pensó de que estaba cumpliendo algo con su resistencia en contra de Dios, él estaba completamente equivocado. Toda su rebelión testaruda solamente glorifico a YHVH hasta el final.

La razón aquí presentada es doble:

  1. Para que Faraón pudiera experimentar y así llegar a reconocer el poder del Dios verdadero y ser compelido repetidas veces a dar gloria a Jehová.
  2. Para que el nombre de Dios fuera proclamado por toda la tierra. Esto se cumplió completamente, y Faraón fue forzado a admitir no sólo el poder superior de Dios sino también su justicia (vers. 27).

Los grandiosos acontecimientos que precedieron al éxodo y lo acompañaron, alcanzaron fama mundial. De acuerdo con su costumbre de no registrar los sucesos adversos, los egipcios no dejaron ningún rastro del éxodo en sus monumentos. Pero no pudieron impedir la propagación del relato de esos grandiosos sucesos en las otras naciones – (Exo. 15:14; Jos. 2: 10; etc.). Y hoy día, aunque han pasado más de tres milenios desde que sucedieron esas «maravillas en la tierra de Egipto, en el campo de Zoán» – (Sal. 78: 12), el relato es leído en más de mil idiomas, en cada país del mundo, proclamado por incontables millares de predicadores y todavía es creído por millones de judíos y cristianos.

¿Podría haberse cumplido más literalmente alguna profecía como la que fue dirigida al rey de Egipto?

El tiempo futuro usado en la VVR al traducir Exo. 9: 15, 16 (ver com. vers. 15) ha inducido a una mala comprensión del carácter de Dios y de la naturaleza de su trato con los hombres.

Da la impresión de que Dios hubiera predestinado a Faraón para seguir en su actitud de resistir a Dios, a fin de que el Altísimo pudiera beneficiarse por la dureza de su corazón.

Además da lugar a inferir que Dios lo llamó a la existencia o lo colocó sobre el trono de Egipto para ese mismo propósito y lo condenó a actuar desafiando la voluntad divina. Una inferencia tal está en desacuerdo con muchas claras afirmaciones de las Escrituras que enseñan que Dios no predetermina la suerte de ningún individuo ni fuerza la voluntad humana – (ver Jos. 24:15; Isa. 55: 1; Juan 1: 12; 3: 16; 7:37; Apoc. 22: 17; etc.). El pensamiento del hebreo original de los vers. 15 y 16 se expresa más apropiadamente así:

«Si yo hubiera extendido mi mano y te hubiera herido a ti y a tu pueblo con peste, ya habrías desaparecido de la tierra; pero te he dejado con vida, para hacerte ver mi poder, y para que sea celebrado mi nombre sobre toda la tierra»

En la quinta plaga protegió a Faraón y su pueblo para que la peste no pasara a ellos. Lo hizo con el propósito de seguir manifestando sus milagros. A partir de la sexta plaga, la de las úlceras, el Eterno interviene en el corazón de Faraón y le fortalece en su obstinación. Ya había pasado la raya de la gracia del Eterno y no hubo vuelta atrás, sin posibilidad de arrepentimiento. YHVH lo utiliza para mostrar sus grandes milagros a todo el mundo – (Ver Romanos 9:14-24).

El Eterno permitió que Faraón estuviera de pie a pesar de la peste, la que vino sobre los animales. Así que al no arrepentirse con esa quinta plaga de la peste de los animales, YHVH, según su propia voluntad, fortalece el corazón de Faraón para que no pueda obtener más misericordia.alfarero3.jpg

Faraón no fue preparado para destrucción cuando fue formado en el vientre de su madre, sino en el momento cuando pasó la raya del fin de la gracia del Eterno después de la quinta plaga. Los que somos vasos de misericordia podremos obtener la gloria. Los vasos de misericordia son los hijos de Israel y los gentiles que se han arrepentido de su idolatría y se han refugiado bajo las alas del Dios de Israel por medio del Mesías. Fuimos preparados para gloria en el momento cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y confesamos a Yeshúa como nuestro Salvador y Señor.

Romanos 8:29-30 – “Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó”

Efesios 1:4-5 – “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Yeshúa el Mesías, conforme al beneplácito de su voluntad”

Se puede entender esta enseñanza de manera que el Eterno sí predestinó a Faraón en el vientre de su madre para ser un vaso de destrucción y a nosotros los salvos nos predestinó para ser vasos de gloria.

Pero esta predestinación no la hace sobre la base de su soberana voluntad de decidir quién va a ser salvo y quien va a ser destruido, sino sobre la base de libre albedrío que cada individuo ha recibido como seres creados a la imagen y semejanza de Dios. Sólo los que fueron conocidos de antemano, según la decisión futura de cada uno, han sido predestinados para ser salvos.

Gálatas 1:15-16 – “Pero cuando Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar a su Hijo en mí para que yo le anunciara entre los gentiles, no consulté enseguida con carne y sangre”

Jeremías 1:5 – “Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones”

Isaías 49:1, 5 – “Escuchadme, islas, y atended, pueblos lejanos. YHVH me llamó desde el seno materno, desde las entrañas de mi madre mencionó mi nombre… Y ahora dice YHVH (el que me formó desde el seno materno para ser su siervo, para hacer que Jacob vuelva a Él y que Israel se reúna con Él, porque honrado soy a los ojos de YHVH y mi Dios ha sido mi fortaleza)”

Faraón fue formado en el vientre de su madre con las cualidades necesarias para poder ser rey de Egipto y poder tener esa fuerza de resistencia que es necesaria para oponerse ante el poder del Eterno.

Es cierto que el Eterno no desea la muerte de nadie – (Ezequiel 18:32), sino más bien que se arrepienta de su pecado y sea salvo para la eternidad. Pero si la persona no quiere ser salva, YHVH respeta su decisión y la prepara para ser un vaso de ira y destrucción, es decir saca provecho de su creación lo que pueda, al igual que en una casa hay vasos de deshonra que sirven durante un tiempo, pero luego son destruidos.


Éxodo 9:17-21 – «¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir? (18) He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora. (19) Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá sobre él, y morirá. (20) De los siervos de Faraón, el que tuvo temor de la palabra de YHVH hizo huir sus criados y su ganado a casa; (21) mas el que no puso en su corazón la palabra de YHVH, dejó sus criados y sus ganados en el campo»

«…¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo…» – Todavía Faraón tendría la oportunidad de decidir por sí mismo si había de cooperar con Dios o no. En el hebreo, este versículo no es una pregunta sino una sencilla declaración de un hecho, aunque el sentido no se cambia por eso: «Todavía te estás exaltando«, etc.

«…Mañana a estas horas…» – El hecho de que se fijara el tiempo para el comienzo de la plaga haría comprender al rey que YHVH era el Señor del cielo y de la tierra, y que las fuerzas de la naturaleza -todas, objetos de la idolatría egipcia- eran las criaturas del poder divino y estaban subordinadas a su voluntad. Lejos de poder ayudarles, esos elementos, considerados por los egipcios como sus dioses, estaban bajo el control del Dios de sus enemigos, y él los usaría ahora como instrumentos para el castigo de los que los adoraban.

¡Cuán grande es el aborrecimiento de Dios por la idolatría!

«…Granizo muy pesado…» – La lluvia, y más especialmente el granizo, son comparativamente raros en Egipto. La región de El Cairo sólo tiene una precipitación anual de lluvia de unos 6 mm, y al sur de El Cairo la lluvia es algo raro. A veces no cae ni una gota durante años. Por lo tanto es comprensible que una tormenta de granizo, tal como la que se describe en los vers. 23 y 24, fuera algo tan extraordinario como para ser considerado un acto de castigo divino – (vers. 27).

«…Desde el día que se fundó…» – Esto procede de otra típica expresión egipcia, traducida por Moisés al hebreo, la cual – con muchas otras – muestra que el autor estaba bien familiarizado con el idioma egipcio. En el vers. 24 el mismo pensamiento se expresa con las palabras: «Desde que comenzó a ser nación«. Muchas inscripciones egipcias se refieren al antiguo pasado cuando su primer rey unió varias tribus formando una nación.

«…Envía, pues, a recoger tu ganado…» – Aun en medio del castigo Dios todavía mostró misericordia, advirtiendo a los egipcios de su ruina inminente y aconsejándoles que se protegieran tanto ellos como su propiedad. Si Faraón y sus siervos hubieran aceptado la advertencia dada tan misericordiosamente, se habrían salvado las vidas tanto de hombres como de bestias. Por el contrario, no fue tomada en cuenta la advertencia, y se produjo una gran pérdida de vidas – (vers. 25).

«…De los siervos de Faraón, el que tuvo temor…» – Por primera vez se hace la insinuación de que había egipcios que habían aprendido a temer al Señor. Es indudable que el efecto de las plagas gradualmente había convencido a muchos de ellos que el Dios de los hebreos era en realidad un Dios poderoso. Probablemente todavía no lo conocían como al único Dios verdadero, sino sólo como a Uno a quien convenía respetar y aplacar.

En el éxodo, «gente extranjera» – los cuales con seguridad no eran hebreos- (Núm. 11: 4) salió de Egipto junto con los esclavos que se iban – (Exo. 12:38). Como resultado de las plagas, muchos egipcios deben haber llegado a la conclusión de que les sería ventajoso unirse con los despreciados hebreos y beneficiarse con una lealtad -a lo menos nominal- a su Dios.

En ocasión de la séptima plaga, aparece la primera disensión entre los egipcios que, hasta ese momento, parecían haber estado unidos en su oposición a los israelitas. Algunos de «los siervos [funcionarios] de Faraón» aprovecharon de la advertencia dada por Moisés – (cap. 9: 19, 20) y pusieron a cubierto su ganado y rebaños antes de la tormenta venidera.

«…El que no puso en su corazón…» – Una granizada de proporciones suficientes como para poner en peligro la vida de hombres y bestias sobrepujaba a todo lo experimentado en Egipto y parecía imposible en absoluto. Por lo tanto, Moisés y Aarón deben haber parecido para la gran masa de egipcios como o fue Lot para sus yernos: como que se burlaban – (Gén. 19: 14).

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Éxodo 9:22-24 – «Y YHVH dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto. (23) Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y YHVH hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y YHVH hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. (24) Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada»

Comenzando con la séptima plaga, Moisés pasa al frente como el único instrumento de Dios. Cuando llamó a los representantes de los israelitas, Faraón todavía mandó buscar a Moisés y a Aarón (vers. 27; cap. 10: 8) como los dos con quienes había estado tratando desde que comenzaron las plagas. Pero Moisés ahora se convierte en el portavoz de Dios en la presencia del rey y en el ejecutor de los castigos divinos. Ahora ya debe haber perdido su timidez y temor y debe haberse convertido en el intrépido defensor de la causa de Dios como lo fue hasta el fin de su vida.granizo y fuego (1).jpg

«…Tronar y granizar, y el fuego…»  Aunque sólo se había predicho granizo, comúnmente rayos y truenos acompañan las granizadas en los climas cálidos. La escena peculiar, provocada por la electricidad, que se describe aquí como fuego que corriera «sobre la tierra«, parece haber sido algo correspondiente a «bolas de fuego«.

Por más que los relámpagos hubieran sido tremendos, fue el granizo el que causó la mayor destrucción. De acuerdo con la advertencia dada (vers. 19), fueron muertos los pastores y los rebaños que quedaron a la intemperie.

“Una mezcla extraña; un milagro dentro de un milagro, dijo el Rabí Salomón. Fuego y agua hicieron la paz entre ellos, para que obedecieran la voluntad del Creador”


Éxodo 9:25-26 – «Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país. (26) Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo»

Esta plaga estaba dirigida en contra de muchos dioses Egipcios. Nut era notable entre ellos, la diosa del cielo.

«…Destrozó el granizo toda la hierba…» – No en un sentido absoluto, puesto que de acuerdo con el cap. 10: 5 se salvó alguna vegetación. Más bien indica todo árbol que da cosecha y fruto. Por el cap. 9: 31 es indudable que sólo fueron destruidas completamente dos cosechas: la de cebada y la de lino, mientras que las otras sufrieron daño en un grado menor.

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  • Faraón ante Moisés:

Éxodo 9:27-30 – «Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; YHVH es justo, y yo y mi pueblo impíos. (28) Orad a YHVH para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más. (29)  Y le respondió Moisés: Tan pronto salga yo de la ciudad, extenderé mis manos a YHVH, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que de YHVH es la tierra. (30) Pero yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia de YHVH Dios»

«…He pecado esta vez; YHVH es justo, y yo y mi pueblo impíos…» – Esto suena como las palabras perfectas de arrepentimiento por parte de Faraón, pero un verdadero arrepentimiento aún no había obrado en su corazón. Faraón estaba apenado por las consecuencias del pecado, pero no del pecado en si.

La plaga del granizo hizo una impresión mayor sobre el rey que cualquiera de los castigos previos. Fue la primera plaga que produjo la muerte de hombres, y fue la más llamativa y terrible manifestación del poder divino que él había experimentado hasta entonces – (vers. 24). Por eso Faraón fue más humilde que antes, y aunque dos veces había llamado a Moisés y le había pedido que eliminara las plagas – (cap. 8: 8, 28), ésta fue la primera vez en que el
orgulloso rey admitió el error de su proceder.

Aunque fue notable una confesión tal, sin embargo no representó un sincero arrepentimiento, como lo indica la limitación «esta vez«. Más se debió al efecto del terror ocasionado por los terribles relámpagos y el granizo destructor que a un genuino pesar por el pecado.

El ‘Yo he pecado’ de Faraón (Éxodo 9:27) es una de las ocho confesiones similares en la Escritura, cuatro sinceras y cuatro no sinceras. Quizá sea mejor el ver a 5 como no sinceras y a 3 como sinceras.

  • Faraón – un duro pecador – (Éxodo 9:27).
  • Balaam – un hombre con doble ánimo – (Números 22:34)
  • Acán – un penitente dudoso – (Josué 7:20)
  • Saúl – un hombre insincero – (1 Samuel 15:24)
  • Judas – desesperado de arrepentimiento – (Mateo 27:4)
  • Job – arrepentimiento piadoso – (Job 6:20)
  • David – arrepentimiento después de un contratiempo – (2 Samuel 12:13)
  • El Pródigo – la bendita confesión de pecado – (Lucas 15:18)

«…Orad a YHVH para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más…» – La petición de salir un camino de tres días para celebrar fiesta al Eterno fue con la idea de luego volver a Egipto. Los esclavos no tenían el derecho de dejar su dueño (El faraón) sin su permiso. Sin embargo, aquí vemos que Faraón está hablando de que no tendrán que seguir permaneciendo en Egipto. Esto constituye una concesión de algo más que salir para luego volver.

No obstante, como Faraón no cumplió su promesa, los hijos de Israel no quedaron libres de su dueño anterior hasta su muerte en el mar de Cañas – (Rojo). El cruce del mar es una tevilá = un rito de purificación.

Este rito simboliza, entre otras cosas, la muerte y la resurrección. También es una manera de pasar de un señor a otro. Cuando las novias judías pasan por la mikvé, acumulación de aguas purificadoras, antes de entrar en el pacto matrimonial, pasan de estar bajo la autoridad de su padre a estar bajo la autoridad de su esposo.

De la misma manera los hijos de Israel fueron liberados de la dependencia de Faraón al cruzar el mar, para poder estar bajo el Eterno como su Esposo.

«…Salga yo de la ciudad…» – Posiblemente Menfis o Tanis, más probablemente esta última (ver com. cap. 7: 15), donde residía el rey y a donde fueron Moisés y Aarón cuando Dios los envió a entrevistar al rey o cuando fueron llamados por él.

«…Extenderé mis manos…» – Este es uno de los diversos textos en los cuales se menciona la costumbre de extender las manos en oración. No sólo Moisés oraba de esa manera, sino también Job – (Job 11: 13), David – (Salmo 28:2), Salomón – (2 Crón. 6: 13) y Esdras – (Esd. 9: 5), Pablo – (1ª Timoteo 2:8).

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Esto nos enseña que la oración de Moshé estaba basada en cuatro cosas:

  1. Oraba según la voluntad del Eterno.
  2. Oraba con clamor.
  3. Oraba con fervor.
  4. Oraba con las manos levantadas.

Sigamos el ejemplo de Moisés, nuestro maestro, para tener éxito en nuestras oraciones y así podrá hacerse la voluntad del Eterno en la tierra como en el cielo.

«…De YHVH es la tierra…» – Aunque la palabra traducida «tierra» podría también ser traducida «país«, y aplicarse así a Egipto, la primera es probablemente correcta porque siempre fue el propósito de Dios enseñar a los hombres a reconocerlo, no como a un dios local sino como al gobernante del cielo y de la tierra.

«…Yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis…» – Sabiendo Moisés que la actitud del rey permanecería tan inexorable como siempre una vez aliviado de la plaga que vendría, fue lo suficientemente osado como para expresar su convicción de este hecho delante del rey. El verdadero temor de Dios se muestra mediante la obediencia a sus mandamientos, pero el temor de Faraón era de la clase del que sienten los demonios, pues ellos también «creen y tiemblan» – (Sant. 2: 19).

Un temor piadoso conduce a la obediencia, pero el temor del corazón de Faraón lo indujo a hacer falsas promesas y a un pecado mayor. El genuino «temor de YHVH» no es el temor rastrero experimentado por Faraón, sino un espíritu de temor reverente que resulta de apreciar la sublime majestad y el poder de Dios.


  • Consecuencias de la plaga:

Éxodo 9:31-35 – «El lino, pues, y la cebada fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en caña. (32) Mas el trigo y el centeno no fueron destrozados, porque eran tardíos. (33) Y salido Moisés de la presencia de Faraón, fuera de la ciudad, extendió sus manos a YHVH, y cesaron los truenos y el granizo, y la lluvia no cayó más sobre la tierra. (34) Y viendo Faraón que la lluvia había cesado, y el granizo y los truenos, se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos. (35) Y el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, como YHVH lo había dicho por medio de Moisés»

«…El lino…en caña» – La información concerniente a las cosechas que sufrieron indica aproximadamente el tiempo del año en que ocurrieron las plagas. Los egipcios cultivaban lino porque preferían las vestimentas de lino. Los sacerdotes sólo se vestían de lino Mejor, «estaba en floración«. Esto sería hacia el fin de enero o los comienzos de febrero.

«…La cebada…» – La cebada estaba ya espigada aproximadamente por ese mismo tiempo; generalmente se la cortaba en marzo. Por regla general se cultivaba cebada para la preparación de cerveza, bebida común entre los antiguos egipcios. También se usaba para alimentar los caballos y con ella se preparaba pan para las clases más pobres.

«…El trigo…» – En Egipto la cosecha de trigo comenzaba más o menos un mes después que la de cebada, y continuaba hasta la primera parte de abril.

«…El centeno…» – El centeno no crecía en Egipto, y generalmente se acepta que la palabra hebrea aquí traducida «centeno» en realidad era espelto, una calidad inferior de trigo
que actualmente se cultiva en Egipto como una segunda cosecha. Como lo muestran los monumentos, se cultivaba con más profusión en tiempos antiguos que hoy en día. Se sembraba simultáneamente con el trigo, y también maduraba por el mismo tiempo: a fines de marzo.

La observación de que el lino y la cebada habían sido destruidos, pero que el trigo y la espelta se habían librado de un daño mayor, muestra que la plaga de granizo debe haber ocurrido a fines de enero o a principios de febrero. Eso sería dos o tres meses antes del éxodo. Acerca de la duración de las plagas, ver com. caps. 7: 25 y 9: 31.

«…Se obstinó en pecar…» – Con perversa impenitencia el rey «endureció su corazón«, como Moisés lo había predicho. Es evidente que sus signatarios lo apoyaron en esa decisión, aunque la plaga siguiente los convenció de la inutilidad de una resistencia adicional – (cap. 10: 7). No es seguro si apoyaron a Faraón por servilismo o porque no estaban todavía convencidos del poder de Dios.

Como algunas de las plagas precedentes, la séptima otra vez demostró la inutilidad del arrepentimiento proveniente del temor. Así Dios podría conseguir la sumisión de todos los humanos, pero ese dominio se invalidaría porque no se ganarían los corazones de los hombres. Se encuentra a Dios, no en la tempestad ni en el fuego del temor, sino en la suave vocecilla que habla dentro de] pecho del hombre. Muchos pecadores han pasado por los portales del temor, donde oyen la voz de Dios, reconocen el poder divino y su propia indignidad; pero sólo en el silencio del alma se entiende esa voz, y entonces los hombres son transformados en carácter.

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