Llegamos al capítulo 10 y a la octava y novena plaga que serían un juicio de Dios mas sobre la rebelión de Faraón de no humillarse a el Eterno y no ceder a su petición de liberar a su Pueblo.
- Ante Faraón:
Éxodo 10:1-2 – «YHVH dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales, (2) y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que hice entre ellos; para que sepáis que yo soy YHVH»
La palabra hebrea que ha sido traducida como “preséntate o entra” es “bo”, que significa “ven”. Esto nos enseña que el Eterno estaba en Egipto con los hijos de Israel, y también que Él fue primero a Faraón e invitó a Moisés a ir con él. Un siervo del Eterno no hace las cosas por sí mismo, sino en colaboración con el Eterno. No toma iniciativas propias, sino siempre en relación con el Eterno, con lo que él dice y hace. Si tomamos decisiones sin consultar con el Eterno podemos sufrir graves consecuencias.
Josué 9:14 – “Y los hombres de Israel tomaron de sus provisiones, y no pidieron el consejo de YHVH”
Los padres tienen la responsabilidad de enseñar a los hijos acerca de lo que el Eterno ha hecho en sus vidas y, especialmente lo que pasó con la salida de Egipto. Esta salida simboliza la liberación de Satanás, el pecado y el mundo por medio de Yeshúa el Mesías. Hay que contar a los hijos la experiencia de salvación por medio de Mashiaj.
Joel 1:3 – “Contadlo a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a la siguiente generación”
Los padres tienen que transmitir estas verdades a sus hijos. Este texto también nos enseña que los abuelos tienen la obligación de contar a sus nietos acerca de la redención del Eterno. La tarea de transmitir la fe hebrea no cae solamente sobre los padres, sino también sobre los abuelos.
«…Yo he endurecido su corazón…» – Aquí YHVH dice que Él ha endurecido el corazón de Faraón, y en Éxodo 9:34 dice que él [Faraón] endureció su corazón. Ambos eran verdad, y uno no puede negar la otra. Al endurecer el corazón de Faraón, Dios le permitió tener lo que él deseaba en su pecado – un corazón duro en contra de YHVH y de Su pueblo.
«…Para que cuentes…» – Ahora se revela un nuevo propósito de las plagas. Tenían el propósito no sólo de impresionar a Faraón y a sus siervos con la grandeza de Dios y conseguir su cooperación, sino también de convencer a los hijos de Israel para todas las generaciones futuras de que YHVH es el único Dios verdadero.
Los Salmos 78, 105 y 106 ilustran cómo el relato de la liberación fue transmitido de generación a generación. Era el plan de Dios que sus misericordias y obras maravillosas fueran conservadas en recuerdo perpetuo. Siendo que la inclinación del hombre a olvidar los beneficios de Dios es una de las tristes facetas de su carácter pecaminoso, se requiere una exhortación constante para que las recuerde. Con frecuencia esto es verdadero en cuanto a sus necesidades diarias, pero también se aplica a las circunstancias providenciales, como las relacionadas con la conversión o la curación de una grave enfermedad.
La tradición de pasar la revelación de padres a hijos, es la que ha mantenido vivo el pueblo de Israel a lo largo de todas las generaciones y es parte de la misma declaración de fe hebrea.
Deuteronomio 6:6-7 – “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”
Éxodo 10:3-6 – «Entonces vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: YHVH el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. (4) Y si aún rehúsas dejarlo ir, he aquí que mañana yo traeré sobre tu territorio la langosta, (5) la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá asimismo todo árbol que os fructifica en el campo. (6) Y llenará tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y se volvió y salió de delante de Faraón»
«…¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí?…» – Lo que Dios deseaba no era una mera profesión de humildad, sino que actuara de acuerdo con ella. El arrepentimiento de Faraón no sería genuino hasta que dejara salir a los israelitas.
Faraón simplemente no quería ceder ante Dios. Es una pregunta importante que Dios le haría a cualquiera:
¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí?
«…La langosta…» – Como un nuevo castigo para el obstinado rey, Dios anunció una plaga de langostas más temible que cualquiera que Egipto hubiera conocido hasta entonces. Las langostas, el «gran ejército» de Dios, como son llamadas en Joel 2: 25, hasta el día de hoy han sido calamidades periódicas para los países del Cercano Oriente, generalmente cada 10 ó 15 años. Ahora es posible un control efectivo, mediante métodos científicos, como el uso de lanzallamas, trincheras tratadas con productos químicos, dentro de las cuales caen las langostas en grandes cantidades; y la destrucción de sus huevos y el uso de arsénico. Pero
no se disponía de tales recursos hasta hace comparativamente poco tiempo.

Antiguamente, una invasión de langostas se consideraba como el más terrible de todos los asolamientos que pudieran azotar a un país. Joel presenta una vívida descripción de una plaga tal cuando dice:
Joel 2: 3 – «Delante de él consumirá fuego, tras de él abrasará llama; como el huerto del Edén será la tierra delante de él, y detrás de él como desierto asolado»
Las langostas destruyen todo rastro de vegetación: cosechas, verduras, arbustos y cardos. Aun hacen daño a la corteza de los árboles, cuyas ramas más pequeñas son completamente peladas y quedan blancas – (Joel 1: 7-12). Llegan en grandes mangas; el ruido de su vuelo hace recordar el de la lluvia o el crepitar del fuego en el pasto seco; con su multitud oscurecen el cielo – (Joel 2: 2, 3).
Puesto que las langostas no dejan rastro alguno de verdor (ver com. del vers. 4), es obvio que devorarían todo lo que sobreviviera al granizo devastador, especialmente el trigo y la espelta – (cap. 9: 32). Ciertamente las perspectivas de la nueva cosecha parecían oscuras. No podía esperarse ningún producto de ninguna especie para ese año e inevitablemente vendría el hambre.
«…Y llenará tus casas, y las casas de todos tus siervos y las casas de todos los egipcios…» – Construidas con diversas aberturas para la luz y la ventilación, las casas antiguas facilitaban la entrada de los insectos. Durante una plaga, las mangas de langostas volaban dentro de las casas y se deslizaban sobre las paredes por decenas de millares. Los observadores que han experimentado una plaga tal afirman que es difícil impedir que las langostas aun entren en la boca de una persona cuando come.
Éxodo 10:7-9 – «Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será este hombre un lazo para nosotros? Deja ir a estos hombres, para que sirvan a YHVH su Dios. ¿Acaso no sabes todavía que Egipto está ya destruido? (8) Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a YHVH vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir? (9) Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta solemne para YHVH»
Hasta este momento, los cortesanos parecían no haber aventurado sus opiniones, al menos para oponerse a Faraón. Con la excepción de los magos que habían señalado que los piojos de la tercera plaga eran «dedo de Dios» (cap. 8:19), la corte entera había permanecido pasiva mientras el rey hacía las sucesivas y fatales decisiones que afectaban a la nación. También se dice de ellos que «endurecieron» sus corazones como el rey – (cap. 9: 34). Pero ahora expresaron sus temores.
«…Deja ir a estos hombres, para que sirvan a YHVH su Dios…» – Ahora vemos como habiendo ya perdido la mayor parte de su ganado y casi todas las cosechas de la estación, se alarmaron realmente temiendo que nuevas calamidades los arruinaran en forma permanente. Es significativo que intervinieran antes de que realmente comenzara la plaga, pues esto revelaba que habían llegado a creer en la certeza de las predicciones de Moisés y en el poder de su Dios. Algunos habían ya llegado a ese punto cuando fue anunciada la plaga del granizo (cap. 9: 20), pero ese sentimiento se había hecho ahora más general.
«…¿Quiénes son los que han de ir?…» – Faraón de nuevo quiso negociar con Dios y Moisés. Él quería permitir a algunos a ir al desierto para adorar, pero quería quedarse con las mujeres y niños en casa como rehenes.
Faraón ofreció un acuerdo en Éxodo 8:25-26, sugiriendo que ellos podían tener un día de sacrifico para YHVH en la tierra de Egipto. Moisés rechazo dicho acuerdo, y rechazaría este también. Dios no haría este compromiso, porque Él no necesitaba hacerlo. Esta vez, y cada vez, Dios tiene el control de las negociaciones.
Lo que Faraón quería es lo que muchos de nosotros quiere en la carne: una forma de “ceder” a Dios, sin someterse completamente a Él. Algunas veces buscamos una manera de negociar con Dios como si fuera alguien como nosotros, en lugar de someternos a Él como el Creador y Señor.
Cuando Moisés se presentó por primera vez ante Faraón, Faraón dijo: ¿Quién es YHVH, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? – (Éxodo 5:2). El hecho de que Faraón aún no se sometiera al Señor mostraba de que él no sabía quien era el Señor aún. Esto fue a pesar de que YHVH Dios hubiera puesto en claro de quien era Él:
- Más grande que el dios Khnum – (el guardián del Nilo).
- Más grande que el dios Hapi – (el espíritu del Nilo).
- Más grande que el dios Osiris – (quien tiene al Nilo como su torrente sanguíneo).
- Más grande que la diosa Heqt – (la diosa rana de la fertilidad).
- Más grande que la diosa Hathor – (madre diosa con forma de vaca).
- Más grande que el dios Imhotep – (el dios de la medicina).
- Más grande que Nut – (la diosa del cielo).
Capaz de detener toda la adoración de los dioses Egipcios con repugnantes piojos y enjambres de insectos. A pesar de todo esto, Faraón mostró que él todavía no conocía a YHVH el Dios verdadero. Por lo tanto, Dios le mostraría aún más.
«…Moisés respondió: Hemos de ir…porque es nuestra fiesta solemne para YHVH…» – Este versículo nos enseña que hay tres cosas que son necesarias para que se pueda celebrar una fiesta para el Eterno:
- Libertad
- La familia
- Sacrificio
Sin estos tres no es posible celebrar una verdadera fiesta al Eterno.
Éxodo 10:10-15 – «Y él les dijo: ¡Así sea YHVH con vosotros! ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? ¡Mirad cómo el mal está delante de vuestro rostro! (11) No será así; id ahora vosotros los varones, y servid a YHVH, pues esto es lo que vosotros pedisteis. Y los echaron de la presencia de Faraón. (12) Entonces YHVH dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que suba sobre el país de Egipto, y consuma todo lo que el granizo dejó. (13) Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y YHVH trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana el viento oriental trajo la langosta. (14) Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después; (15) y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto»
Faraón quería intentar que las mujeres y los niños se quedaran en Egipto mientras que los varones se fueran a celebrar fiesta al Eterno.
Esto no es posible. Si la esposa y los hijos no pueden estar con nosotros, no podremos celebrar una fiesta delante del Eterno. Los niños tienen que sentirse bienvenidos y a gusto en nuestras celebraciones. Si no lo están, no estamos haciendo las cosas bien. Faraón simboliza a Satanás y como tal intenta hacer dos cosas:
- Dividir la familia.
- Apartar a los niños de los cultos.
Marcos 10:13-16 – “Y le traían niños para que los tocara; y los discípulos los reprendieron. Pero cuando Yeshúa vio esto, se indignó y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí; no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el reino de Dios. En verdad os digo: el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en sus brazos, los bendecía, poniendo las manos sobre ellos”
Todas las celebraciones del Eterno están diseñadas para que los niños puedan sentirse involucrados en ellas. Por esto usamos mucha simbología y objetos de culto para que nuestra enseñanza y nuestro servicio al Eterno sean fáciles de asimilar para los pequeños. El Mesías se indignó contra sus discípulos cuando intentaron apartar a los niños de la presencia mesiánica.
«…Un viento oriental…» – Generalmente las langostas vienen con un viento, ya que no pueden volar lejos sin su ayuda. En este caso, un viento del este las habría traído del norte de Arabia, una región donde con frecuencia se crían en grandes cantidades. Esto resultaría algo excepcional porque las langostas que ocasionalmente asuelan Egipto por lo general proceden de Libia o Etiopía, es decir del sur o suroeste. El hecho de que el viento sopló durante un día entero y toda una noche antes de que llegaran las langostas, sugiere que venían de una distancia considerable.
«…Y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo…» – YHVH se mostró a Si mismo más grande que el dios Egipcio Set, el cual era el protector de los cultivos.
La plaga de Moisés consistió en una sola especie, e igual a ella no hubo antes ni habrá después. Los demonios en forma de langostas, que vendrán sobre el mundo en los últimos tiempos (Apocalipsis 9:1-11), no serán tan numerosos como las que hubo en Egipto en tiempo de Moisés.
«…No quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo…» – Dios hizo con Faraón lo que Él haría en nuestras vidas – exponer y derribar a cada dios falso. Cuando confiamos en estos dioses duele el verlos caer, pero es mejor que el verlos expuestos.
Las langostas eran literalmente insaciables. No sólo consumían los árboles y la hierba, sino incluso brincaban dentro de las casas de los Egipcios y devoraban su joyería, ropas, y artículos preciados. Había tantas de ellas que oscurecieron el cielo, cubrieron la superficie de la tierra y obstruyeron los pozos. Ellas devoraron todo en Egipto de modo que para el fin de la Plaga, ni una sola hoja o brizna de hierba fue dejada en la tierra entera.
¿ Por qué fueron los Egipcios afligidos con esta Plaga?
YHVH los estaba castigando midá- kenegued- midá (Medida por medida) por haber forzado a los hijos de Israel a sembrar sus cosechas. Ahora las langostas devoraron todo lo que los Israelitas habían sembrado. Además, luego de la Plaga del Granizo, los Egipcios creyeron que ellos se beneficiarían de las frutas que cayeron al suelo cuando las piedras de granizo destrozaron los árboles. YHVH por consiguiente envió a las langostas a consumir cualquier cosa comestible que había sido arrojada al suelo por el Granizo.
El Faraón apresuradamente convocó a Moisés y Aarón, confesando,
“¡Yo pequé contra YHVH vuestro Dios y contra vosotros! ¡Perdonadme a mí sólo esta única vez, e implorad a YHVH que El me alivie de las Langostas que nos causan a nosotros muerte por inanición!”
Éxodo 10:16-20 – «Entonces Faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra YHVH vuestro Dios, y contra vosotros. (17) Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a YHVH vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal. (18) Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a YHVH. (19) Entonces YHVH trajo un fortísimo viento occidental, y quitó la langosta y la arrojó en el Mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el país de Egipto. (20) Pero YHVH endureció el corazón de Faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel»
El rey había hecho súplicas similares antes, pero nunca con tanta premura como esta vez. Evidentemente esta plaga lo aterrorizó más que cualquiera de las siete anteriores.
«…He pecado contra YHVH vuestro Dios, y contra vosotros…» – Faraón hizo lo mismo en Éxodo 9:27-28. Él dijo las palabras de arrepentimiento pero no lo llevó a cabo con sus acciones. Su corazón fue solamente endurecido más después de que Dios cediera y mostrara misericordia.
“Una vez más viene la fácil confesión de pecado, y el superficial arrepentimiento que brota solamente del deseo de evitar las consecuencias” – (Cole)
«…Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a YHVH…» – Moisés sabía que ni una palabra de reproche ni una petición cambiaría el corazón endurecido del monarca. Sin embargo intercedió, pero no basándose en promesa alguna del rey, pues ahora sabía por su experiencia que pronto sería quebrantada. Son verdaderamente notables la paciencia y magnanimidad de Moisés. Accedió al pedido real en el instante en que fue hecho, sin siquiera pedir un favor o pronunciar el más leve reproche.
En la próxima parte de este capítulo veremos la novena y penultima plaga…
Excelente, explicación, gracias por compartir. Valiosas enseñanza.
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