Éxodo 19:1-2 – «En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí. (2) Habían salido de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte»
Llegaron el primer día del tercer mes, llamado siván. Comparable con la parte final de nuestro mayo o principios de junio. Los versículos 1 y 2 tratan de la última parte del viaje de los israelitas al monte Sinaí.
En el Sinaí ocurrió uno de los acontecimientos más grandes de la historia de Israel: la incorporación de Israel -como iglesia y como nación- bajo la teocracia. Esa forma de gobierno continuó hasta que los judíos se apartaron de ella con las palabras:
Juan 19: 15 – «…No tenemos más rey que César…«
El proceso de organización en el Sinaí incluyó la proclamación de los Diez Mandamientos, la ratificación del pacto, la construcción del tabernáculo, la promulgación de las leyes ceremonial y civil y la enunciación de varios procedimientos civiles y militares. Se efectuó una relación única entre el Señor y los descendientes de Abraham, en la que nunca entraría ninguna otra nación. Tenía el propósito de preparar el camino para la venida de Cristo como Salvador del hombre.
«…y acampó allí Israel delante del monte…» – La palabra hebrea que ha sido traducida como “delante del” significa siempre en el lado oriental. Esta es la primera vez que el pueblo aparece de manera singular. El último verbo del versículo está escrito en singular “acampó”. Antes había muchas peleas entre diferentes grupos dentro de Israel, pero ahora habían llegado a un estado de unidad, de manera que es presentado como si fueran una sola persona, “acampó Israel”.
Según la tradición, la Torá fue dada en Shabat el día 6 del tercer mes, Siván. El primer día del mes, el Rosh Jodesh, cayó por lo tanto el segundo día de la semana, llamado lunes.
La unidad fue necesaria para que se entregara la Torá desde el cielo. Ya habían pasado 46 días desde la salida de Egipto. Cada uno de esos días representa una subida de santidad del pueblo. El máximo nivel de santidad es el 50, que son los días entre Pesaj y Shavuot, Pascua y Pentecostés. Cuando iba a ser renovada la entrega de la Torá con el derramamiento del Espíritu de Santidad, vemos que los creyentes en Yeshúa del pueblo de Israel estaban todos unánimes juntos, como está escrito en Hechos 2:1:
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes en un mismo lugar”
La unidad fue la condición para que la Torá pudiera ser escrita en tablas de piedra, y también fue la condición para que la Torá pudiera ser escrita en corazones de carne – (Ver Jeremías 31:31-34).
Ezequiel 11:19-20 – “Yo les daré un solo corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. Y quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que anden en mis estatutos, guarden mis ordenanzas y los cumplan. Entonces serán mi pueblo y yo seré su Elohim”
Ezequiel 36:26-27 – “Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas”
Este pacto renovado fue sellado con la sangre del Mesías en Pesaj y entregado a los fieles en Shavuot:
Lucas 22:20 – “De la misma manera tomó la copa después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el pacto renovado en mi sangre, que es derramada por vosotros”
2 Corintios 3:6 – “…el cual también nos hizo suficientes como ministros de un pacto renovado, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida…”
Éxodo 19:3-6 – «Y Moisés subió a Dios; y YHVH lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: (4) Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. (5) Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. (6) Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel»
Moisés subió al Eterno por las mañanas. Entonces esto ocurrió el segundo día del mes de Siván.
En Génesis 46:27, donde la expresión “casa de Jacob” aparece por primera vez, se refiere a los hijos de Jacob que vinieron a Egipto.
«…cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí…» – Las águilas son las únicas aves que llevan sus crías sobre las alas. Las demás las aves colocan sus crías entre sus patas. No hay otras aves que vuelen por encima de las águilas y por eso es el lugar más seguro para sus crías. Las águilas hacen su nido en las rocas, muy alto. Después de haber construido el nido con palitos van quitando partes de sus plumas colocándolas en el nido para que sea muy agradable para los aguiluchos. Cuando el aguilucho es suficientemente grande llega el momento de sacar las plumas del nido para que el hogar ya no sea tan agradable como antes. Así el aguilucho no querrá volver allí. Esto fue lo que pasó en Egipto con los hijos de Israel.
Después uno de los padres extiende sus alas delante del aguilucho para que las vea. Luego bota a su hijo del nido para que caiga al vacío. Como el aguilucho todavía no sabe usar sus alas, uno de los padres lo recoge sobre sus alas y lo sube a las alturas otra vez. Luego lo tira en el aire para que caiga de nuevo. Y así sigue hasta que el aguilucho aprenda a volar. He aquí los textos de las Escrituras que hablan de las águilas – (Deuteronomio 32:11; 2 Samuel 1:23; Isaías 40:31; Ezequiel 10:14; Salmo 103:5; Job 39:27-30; Proverbios 23:5; 30:17-19; Apocalipsis 12:13-14).
En Deuteronomio 28:49 y Abdías 4 hace referencia al imperio romano, cuyo símbolo era el águila.
«…vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos…» – Aquí aparece una de las palabras más importantes de las Escrituras, “si” (condicional). La invitación ha sido dada del cielo, pero requiere una respuesta por parte del hombre. Si el hombre responde, recibe las bendiciones del pacto. Si el hombre no responde, no hay ni pacto ni bendiciones. Hay condiciones para poder obtener los beneficios de los pactos. Muchas personas quieren los beneficios sin cumplir las condiciones. El que no escucha ni obedece no será parte de ese pueblo especial que es un tesoro para el Eterno. La condición es la obediencia.
La palabra hebrea que ha sido traducida como “especial tesoro” es “segulá”, que significa un tesoro bien amado.
Implica algo que uno no puede vivir sin ello. El Eterno se ha atado al pueblo de Israel. No puede cumplir sus propósitos sin su pueblo. Todo el plan de redención está unido a ese pueblo. Sin el pueblo el plan de redención del mundo fracasará, como está escrito en
Juan 4:22b – “…porque la salvación viene de los judíos…”
La palabra segulá aparece en estos ocho lugares en las Escrituras: Éxodo 19:5; Deuteronomio 7:6; 14:2; 26:18; 1 Crónicas 29:3; Salmo 135:4, Eclesiastés 2:8; Malaquías 3:17.
Esta oración implica que los demás pueblos también son tesoros para el Eterno, porque él posee toda la tierra. Israel es el tesoro especial más que todos los demás tesoros que él posee.
«…Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa…» – La palabra “kohanim”, “sacerdotes”, aquí significa “ministros”. Sin embargo en estos dos términos se encierra todo el ministerio de Israel ante el Eterno y ante las naciones. Israel tiene el llamado de ser un reino, una nación de gobernantes, que van a regir sobre el resto del mundo – (Jeremías 31:7). Este es el llamado hacia fuera. Pero también tiene un llamado de ser sacerdotes, que tienen la capacidad de ministrar delante del Eterno. Este es el llamado hacia dentro. Estos dos movimientos del pueblo del Eterno implican el hecho de entrar y de salir.
Un sacerdote es un mediador para que las personas puedan conectarse con el Eterno. Israel es una nación sacerdotal, con el fin de redimir a los gentiles del pecado, orar por los pueblos y ser una puerta para que las naciones puedan encontrarse con el Elohim de Israel, que también es Elohim de los gentiles:
Romanos 3:29 – “¿O es Elohim el Elohim de los judíos solamente? ¿No es también el Elohim de los gentiles? Sí, también de los gentiles”
Isaías 56:6-8 – “Y a los extranjeros que se alleguen a YHVH para servirle, y para amar el nombre de YHVH, para ser sus siervos, a todos los que guardan el día de reposo sin profanarlo, y se mantienen firmes en mi pacto, yo los traeré a mi santo monte, y los alegraré en mi casa de oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos. Declara el Señor Eterno que reúne a los dispersos de Israel: Todavía les juntaré otros a los ya reunidos”
En la primera carta de Pedro, que fue destinada a los judíos, se encuentra un paralelismo con la salida de Egipto y la entrega de la Torá.
- En 1 Pedro 1:18 se habla de la redención de la vana manera de vivir heredada de los padres, semejante a la redención de Egipto.
- 1 Pedro 1:19 se habla de la sangre del Cordero que produce redención, semejante a la liberación de la muerte de los primogénitos en Egipto por la sangre del cordero.
- En 1 Pedro 1:20 se habla del Cordero que fue asignado desde antes de la fundación del mundo, semejante al cordero de Pesaj (Pascua) que fue señalado cuatro días antes de ser sacrificado.
- En 1 Pedro 1:21-23 se habla de la resurrección del Mesías, la purificación del alma y el nuevo nacimiento, semejante al cruce del mar de Cañas.
- En 1 Pedro 2:1-3 se está hablando del deseo de la leche pura de la palabra, que corresponde a la entrega de la Torá en Sinaí, en Shavuot.
1 Pedro 2:1-3 – “Por tanto, desechando toda malicia y todo engaño, e hipocresías, envidias y toda difamación, desead como niños recién nacidos, la leche pura de la palabra, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis probado la benignidad del Señor”
Esto corresponde al deseo de los hijos de Israel expresado en las palabras de:
Éxodo 19:8a – “Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Haremos todo lo que YHVH ha dicho”
1 Pedro 2:7-8 – “Este precioso valor es, pues, para vosotros los que creéis; pero para los que no creen, LA PIEDRA QUE DESECHARON LOS CONSTRUCTORES, ESA, EN PIEDRA ANGULAR SE HA CONVERTIDO, y, PIEDRA DE TROPIEZO Y ROCA DE ESCÁNDALO; pues ellos tropiezan porque son desobedientes a la palabra, y para ello estaban también destinados”
Esto concuerda con el texto de Éxodo 19:5 donde hay una condición para poder ser el especial tesoro del Eterno, la fidelidad. El que no escucha el testimonio que el Padre ha dado de su Hijo, no será parte del tesoro especial.
1 Pedro 2:9 – “Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión (segulá), a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”
El texto de Éxodo 19:5-6 dice que el pueblo de Israel será un tesoro especial (segulá) y un reino de sacerdotes, si obedece la voz del Eterno y guarda su pacto.
Apocalipsis 1:5-6 – “….y de Yeshúa el Mesías, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con su sangre, e hizo de nosotros un reino y sacerdotes para su Elohim y Padre, a Él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén”
Apocalipsis 5:8-10 – “Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. Y cantan un cántico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre compraste para Elohim a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Elohim; y reinarán sobre la tierra”
Este texto habla de la gran redención de Israel en los últimos tiempo, que será sacado de toda tribu, lengua, pueblo y nación para ser ese Israel que se convertirá en un reino de sacerdotes para Elohim y reinarán sobre la tierra durante el reinado mesiánico.
Éxodo 19:7-8 – «Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que YHVH le había mandado. (8) Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que YHVH ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a YHVH las palabras del pueblo»
El pueblo contestó por la tarde el segundo día de Siván cuando Moisés había bajado del monte. En la mañana siguiente, el tercer día de Siván, Moisés subió de nuevo al monte con la respuesta del pueblo. Vemos como todo el pueblo contestó a una. Esto nos enseña que no hubo mudos entre ellos. En 20:18 está escrito que todo el pueblo vio las voces, 19:11, lo que muestra que no hubo ciego entre ellos. En 24:7 está escrito que todo el pueblo dijo que iba a escuchar, lo que muestra que no hubo sordo entre ellos.
Convencidos y seguros en sus corazones de que los términos del pacto serían justos y buenos, y deseosos de asegurar para sí mismos y para su posteridad las bendiciones que el Señor había prometido, de buena gana los ancianos aceptaron el pacto antes de saber lo que serían sus estipulaciones exactas. Era deseable que el pueblo expresara su disposición de entrar en un pacto tal como Dios proponía y que tuviera tiempo para pensar bien en el asunto antes de que fuera llamado a la ratificación formal del pacto.
Si estaban dispuestos a obedecer a Dios, los detalles del pacto vendrían despues. Sin embargo, si bien es cierto que no había duda del noble deseo de los israelitas de responder a la demanda de obediencia que Dios hacía, entraron en la relación del pacto teniendo poco conocimiento de sí mismos y sin apreciar su incapacidad para guardar los preceptos divinos y cumplir así su parte en el convenio. Al igual que muchas almas engañadas pensaron que no tenían sino que intentar a fin de hacer. Dios les permitió que hicieran la prueba para que pudieras descubrir su incapacidad y así fueran inducidos a depender de Dios. La propia experiencia de Pablo concuerda con esto (ver Rom. 7).
El clamor espontáneo: «Todo lo que YHVH ha dicho, harernos» sin duda era una demostración superficial de entusiasmo religioso, una reacción momentánea ante una verdad gloriosa y sublime Faltaba el espíritu de una conversión profunda y verdadera, el «corazón» de hacer lo que Dios demandaba – (Deut. 5: 29). No es de extrañar que el pueblo pronto apostatara y adorara el becerro de oro – (Exo. 32).
Éxodo 19:9-13 – «Entonces YHVH dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre. Y Moisés refirió las palabras del pueblo a YHVH. (10) Y YHVH dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos, (11) y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día YHVH descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí. (12) Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá. (13) No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte»
Cuando Dios habla a los hombres, siempre debe velar su gloria porque no la pueden soportar los pecadores – (Exo. 33: 20; Juan 1: 18; 1 Juan 4: 12). Si Dios se reviste de humanidad, la forma humana es el velo. Si aparece en una zarza ardiente, el fuego mismo es una envoltura. Como muchos del pueblo eran impíos e impenitentes, aquí en el Sinaí fue aún más necesario que él se cubriera. La nube desde la cual hablaba Dios era la columna de nube que acompaño a los israelitas al salir de Egipto y los dirigió en su marcha – (Exo. 13: 21,22; Num. 11. 25; 12: 15).
El tercer día del tercer mes, llamado Siván, YHVH le comunicó estas palabras a Moisés. Luego él baja y habla con el pueblo y luego sube otra vez con las palabras del pueblo el cuarto día del mes.
«…Y YHVH dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos…» – Esto significa que Moisés tenía que ver que el pueblo se santificara durante el cuarto y quinto días del mes de Siván. Según la tradición, la Torá fue entregada en Shabat, el día 6 de Siván..
El Señor iba a proclamar su santa ley en persona a fin de eliminar toda sospecha de que Moises tenía algo que ver con su redacción. La aparición de ellos en la presencia de Dios requería santificación, sin la cual nadie podrá verlo – (Heb. 12: 14).
En su esencia la santificación es un asunto del espíritu, de ser «de limpio corazón» – (Mat. 5: 8). Los actos externos de preparación tenían el propósito de impresionar en la gente la necesidad de preparar su corazón para encontrarse con Dios – (1 Tes. 5: 23; 1 Juan 3: 3). Aunque la purificación para los egipcios significaba lavarse el cuerpo lo que incluía también raparse el cabello de la cabeza, y a veces de todo el cuerpo parece que los israelitas se purificaban mediante un lavado únicamente.
La santidad debe considerarse seriamente cada vez que nos aproximamos a Dios. Los que no son santos no serán rechazados por Dios si se presentan con arrepentimiento, aceptando la gracia de Cristo. El acepta al pecador para hacerlo santo y, con ello, hacerlo apto Para el compañerismo con Dios – (Efe. 1: 4; 5: 25-27; Tito 2: 11-14).
Puesto que la ley que pronto iba a ser dada es una expresión de la santidad de Dios, lo único apropiado era que el pueblo se preparara santificándose para recibirla. Si los israelitas habían de ser el pueblo de Dios, era imperativo que apreciaran el caracter sagrado de esa relación. Así podemos entender porqué, de la proclamación de su santa ley, hizo Dios una ocasión que debía impresionar profunda y dramáticamente al pueblo con la convicción de la santidad de la ley y de su importancia. Esto era muy necesario ya que los hebreos, oprimidos por sus amos egipcios, en gran medida habían perdido el conocimiento del carácter y majestad de Dios.
«…y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día YHVH descenderá a ojos de todo el pueblo…» – Aunque fue el día seis del mes, el Eterno está usando la expresión “tercer día” en alusión a la resurrección del Mesías en la cual también manifestó su gloria de una manera extraordinaria.
Generalmente en la Biblia se representa a Dios como morando en los cielos, en lo alto – (1 Rey. 8. 30, 49; Juan 8: 23). De ahí que cuando aparece en la tierra se dice que «desciende» – (Gén. 11: 5-7; 18: 21; Exo. 3: 8).
«…Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá…» – Moisés había de erigir alguna clase de barrera al pie de la montaña. Puede haberla extendido a lo largo de una línea de monticulos bajos que estaban al pie del cuerpo de la montaña. Mientras el pueblo se abstuviera de cruzar esos «límites«, estaría seguro.
Se ha hecho notar acertadamente que el Sinaí, con todos sus terrores, no era el Vesubio; el pueblo que estaba abajo no se hallaba congregado en un Herculano o Pompeya condenados a la destrucción. El propósito del Señor fue sólo manifestar la realidad, extensión y proximidad de su poder destructor. Se hizo sentir a los hombres lo que ese poder podía hacer si ellos eran tan atrevidos o negligentes como para colocarse dentro del legítimo alcance de aquel poder.
La santidad implica reconocer los límites. Los límites son los que santifican. Santidad significa hacer una división entre una cosas y otra.
En el Reino de los cielos hay muchos límites, como hemos visto en relación con la escalera de Jacob. Hay niveles, límites. Cuanto más santa sea una persona, más podrá acercarse al Eterno. La santidad tiene que ver con acercamiento. Los límites fueron puestos para dividir entre el pueblo y los sacerdotes. El pueblo no podía traspasar esos límites. Es muy grave traspasar los límites que el Eterno marca. Siempre trae graves consecuencias. El pueblo no había aprendido esta lección y el Eterno le insta a Moisés varias veces a advertir al pueblo para que no traspase los límites.
«…De seguro morirá…» – Este severo castigo fue anunciado específicamente por Dios para impresionar en el pueblo, con términos bien claros, lo que significaba estar en la presencia
de un Dios santo.
El castigo estaba del todo en armonía con la terrible solemnidad de la ocasión. Además no debiéramos olvidar que sólo mediante sombrías amenazas de castigo se podía enseñar reverencia a los israelitas, proclives a veces de ser atrevidos y a rebelarse contra la voluntad divina – (2 Sam. 6: 6, 7). No puede haber un verdadero sentimiento religioso sin un profundo sentido de reverencia. Para inculcar una actitud tal entre los israelitas, era imperativo impresionar la lección en una forma dramática y llamativa.
«…No lo tocará mano porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte» – La palabra hebrea que ha sido traducida como “bocina” es “yovel”, que significa “cuerno”, especialmente cuerno de carnero.
No debía ser capturado el que transgrediera la orden divina, pues el que lo arrestara tendría que pasar los «límites» para hacerlo. Por tanto, el transgresor había de ser muerto a pedradas o mediante dardos disparados desde fuera de los «límites«. Lo mismo debía hacerse con cualquier bestia que llegara extraviada hasta dentro de la zona limitada, a fin de que nadie se sintiera tentado a entrar en la zona prohibida para recuperar su animal perdido. Se hizo todo para impresionar a los israelitas con la abrumadora majestad de Dios, y con el espíritu de solemnidad que debiera embargar el corazón de aquel que se acerca a la presencia divina.
Dios es omnipresente – (Sal. 139: 1-12), pero vela su presencia. Aunque está con nosotros, no lo percibimos – (Job 23: 8, 9). Pero cuando realmente revela su presencia, todos tiemblan delante de él – (Gén. 28: 16, 17; Job 42: 5, 6; Hab. 3: 16). La debilidad tiembla delante de la fortaleza, la pequeñez se encoge delante de la grandeza, el hombre finito se vuelve insignificante en la presencia del Infinito. Es la conciencia del pecado lo que hace que el hombre tiemble delante de un Dios santo – (Gén. 3: 10). La corrupción se acobarda ante la incorrupción, la depravación moral ante la pureza absoluta.
Éxodo 19:14-25 – «Y descendió Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos. (15) Y dijo al pueblo: Estad preparados para el tercer día; no toquéis mujer. (16) Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento. (17) Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. (18) Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. (19) El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante. (20) Y descendió YHVH sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó YHVH a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. (21) Y YHVH dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a YHVH, porque caerá multitud de ellos. (22) Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a YHVH, para que YHVH no haga en ellos estrago. (23) Moisés dijo a YHVH: El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo: Señala límites al monte, y santifícalo. (24) Y YHVH le dijo: Ve, desciende, y subirás tú, y Aarón contigo; mas los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir a YHVH, no sea que haga en ellos estrago. (25) Entonces Moisés descendió y se lo dijo al pueblo»
«…Y descendió Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos…» – La santificación consistía en tres cosas:
- Santificación del cuerpo – Pasar todo el cuerpo por agua purificadora, la mikvé, para ser libres de toda contaminación en referencia al contacto con la muerte, en primer lugar por haber tenido un contacto físico con algún cadáver o haber tenido emisión seminal o flujo menstrual. En Ezequiel 16:8-9 hay una alusión a que no solamente lavaron sus ropas sino también sus cuerpos para entregarse al Eterno.
- Santificación de la ropa – Lavar sus vestiduras, como un acto de purificación exterior de la ropa que es una extensión del cuerpo humano.
- No tener relaciones sexuales – lo cual produce impureza ritual, por su relación con la muerte (por los espermatozoides que mueren sin producir vida humana, para lo cual fueron creados). El hombre que tiene derrame seminal se vuelve ritualmente impuro. Mientras que el semen esté dentro de la mujer no produce impureza ritual. Pero en el momento de ser expulsado de la matriz produce impureza. Pero después del tercer día ya no lo hace, porque en ese día los espermatozoides ya no podrán producir vida y no causarían impureza ritual. Esa es la razón por la que no podían acercarse a mujer durante los tres días.
«…Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento…» – Esta fue la primera celebración de Shavuot, el primer Pentecostés. En Pentecostés fue entregada la Torá desde el cielo y en el Pentecostés que ocurrió 50 días después de la resurrección del Mesías, fue renovado el pacto y la Torá fue escrita en el corazón de Israel.
Hechos 2:1-4 – “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa donde estaban sentados, y se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu de santidad y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse”
El sonido del shofar es muy significativo.
- El shofar de Shavuot es llamado “el primer shofar”.
- El shofar de Yom Teruá, el primer día del séptimo mes, es llamado “el último Shofar”.
- El shofar de Yom Kipur, el décimo día del séptimo mes, es llamado “el gran shofar”.
«…Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte…» – El pueblo es sacado para encontrarse con Elohim. El Eterno también salió a recibir al pueblo:
Deuteronomio 33:2 – “Dijo: YHVH vino del Sinai y les esclareció desde Seir; resplandeció desde el monte Parán, y vino de en medio de diez millares de santos; a su diestra había fulgor centellante para ellos”
Aquí no dice que el Eterno vino al Sinai, sino del Sinai. Esto nos enseña que no sólo bajó al Sinai, sino que también dejó el monte para ir al encuentro con el pueblo.
La tradición de la boda hebrea está íntimamente ligada con el evento de la entrada en el pacto y la entrega de la Torá.
- Israel es la novia.
- El Eterno es el novio.
- Moisés es el amigo del novio.
- Los ángeles son los testigos.
- La densa nube es la jupá, el dosel matrimonial.
- La mujer es redimida de su estado de esclavitud para que se pueda casar.
- El hombre le hace una propuesta de matrimonio a través de su amigo, el mediador.
- La mujer acepta la propuesta voluntariamente
- El amigo pasa la respuesta al hombre.
- La mujer pasa por una tevilá, un baño ritual, para así entrar bajo la autoridad de su novio.
- El evento es anunciado con un toque de Shofar.
- La novia sale de su casa al encuentro del novio.
- El novio sale de su lugar para ir al encuentro de la novia.
- Los dos entran en el primer paso del pacto matrimonial hebreo, llamado “kidushín”, “santificaciones”, cuando los dos se santifican, consagran, se apartan el uno para el otro.
- Ya están atados el uno al otro, por eso este paso también es llamado “erusín”, del verbo “aras”, “atar”.
i. En ese momento se entrega un contrato matrimonial a la novia, llamado “ketuvá”, “escritura”, donde están estipuladas las condiciones para el pacto matrimonial.
La tradición de la boda hebrea está íntimamente ligada con el evento de la entrada en el pacto y la entrega de la Torá.
- En Deuteronomio 20:7 vemos que hay un tiempo entre este primer paso de desposorio y el casamiento.
- En Deuteronomio 22:23-24 vemos que el primer paso del pacto matrimonial hace que ella sea llamada “la mujer de (él)”, aunque no hayan consumado el matrimonio todavía – (Mateo 1:18-20).
- Antiguamente había hasta 12 meses entre el primer y el segundo paso de la boda hebrea.
- Hoy en día se hacen los dos pasos el mismo día.
- Después del primer paso, “kidushín”, la novia va a la casa de su padre para preparar su traje de boda.
- El novio va a la casa de su padre para preparar una vivienda para los dos.
- Cuando el padre del novio ve que los dos estén listos, da permiso a su hijo con un toque de shofar para que vaya a tomar a su esposa.
- El hijo se va a la casa de la novia y la arrebata para llevarla a la casa de su padre donde se efectuará el segundo paso matrimonial, llamado “lakaj”, “tomar” – (Génesis 24:3), o “nisuín”, de “nasá”, “elevar” – (2 Crónicas 24:3).
- Después del primer paso matrimonial son llamados tanto esposo y esposa como novio y novia.
- Tienen un pacto matrimonial, pero no ha sido consumado todavía.
- No tienen el derecho de cohabitar hasta pasar por el segundo paso.
- Si alguien es infiel durante el tiempo del desposorio, es reo de muerte – (Deuteronomio 22:23-24).
- Esto implica que cuando la novia, Israel fue infiel con el becerro de oro, un amante que pasó por el camino, YHVH tenía todo el derecho legal de ejecutarla.
- Pero Moisés entró y salvó al pueblo.
- El pacto que luego fue hecho tenía a Moisés como aval.
- La relación entre Israel y YHVH nunca llegó a ser como en su estado original.
- El pecado del becerro de oro hizo que no se pudo consumar el matrimonio.
- Hacía falta una renovación del pacto, como está escrito en Jeremías 31:32, donde se habla de un pacto diferente al que sucedió en la salida de Egipto: “no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos- -declara YHVH”
- La ruptura del pacto matrimonial entre YHVH e Israel se hizo cuando Israel pecó con el becerro de oro.
- El Eterno fue un esposo para Israel. en el momento cuando ella rompió el pacto
- Esto implica que habían pasado por el primer paso del matrimonio, no necesariamente el segundo.
Oseas 2:14-15, 19-20 – “Por tanto, he aquí, la seduciré, la llevaré al desierto, y le hablaré al corazón. Le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza. Y allí cantará como en los días de su juventud, como en el día en que subió de la tierra de Egipto… Te desposaré conmigo para siempre; sí, te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en misericordia y en compasión; te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás a YHVH”
Aquí se está hablando de una renovación del desposorio entre el Eterno e Israel, es decir del primer pasto del pacto matrimonial. Esta renovación fue hecha mediante la sangre del Mesías Yeshúa, como hemos dicho antes.
En la primera celebración de Shavuot después de su resurrección, el mismo día cuando se conmemoraba el primer desposorio entre YHVH e Israel, vino el Espíritu de Santidad sobre los fieles en Israel para sellar la renovación del pacto, y escribir la ketuvá, el contrato matrimonial, en el corazón de la novia, para que ella sea fiel y no peque de nuevo.
«…Y YHVH dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a YHVH, porque caerá multitud de ellos…» – Cuatro veces está escrito que el pueblo no puede traspasar los límites de lo prohibido, v. 12, 21, 23 y 24.
¡Qué importante es para el hombre no traspasar los límites!, como dice Deuteronomio 19:14:
“No moverás los linderos de tu prójimo, fijados por los antepasados, en la herencia que recibirás en la tierra que YHVH tu Elohim te da en posesión”
La raíz de la palabra “Torá”, “instrucción”, es “yará”, que significa “lanzar”, “disparar”, “apuntar”, “marcar”, “señalar”. Esto nos enseña que la Torá pone los límites necesarios para el bien del hombre y la naturaleza. La Torá del Eterno marca dónde está la diferencia entre lo permitido y lo prohibido. Pecar es cruzar los límites marcados por la Torá del Eterno.
1 Juan 3:4 – “Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción de la ley”
La carne del hombre, el yetser hará, no quiere límites, como está escrito en:
Romanos 8:6-8 – “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz; ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Elohim, porque no se sujeta a la ley de Elohim, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Elohim”
El hombre espiritual no está dirigido por sus impulsos naturales y pecaminosos, sino por los principios que el Eterno ha marcado en su Torá.
Un hombre espiritual es un hombre de principios, no de impulsos.
¿Por qué razón cumple los principios marcados por la Torá? ¿Por amor o para cumplir?
El que cumple por amor ha llegado a la perfección.
El placer permitido es un resultado de la obediencia a los principios marcados por el Eterno en la Torá. El pecado ofrece placer sin límites, sin principios, sin obediencia. Ese placer se convierte a la larga en amargura. El placer sometido a los principios de la Torá es duradero y no produce daño ni amargura. El pecado, el traspaso de los límites, crea un desequilibrio en la creación.
«…Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a YHVH, para que YHVH no haga en ellos estrago…» – Los sacerdotes eran los primogénitos de todo Israel. Ellos podían acercarse al Eterno. Esto nos enseña que hay diferentes niveles de santidad entre las diferentes funciones dentro del pueblo del Eterno.
Parecería, según esta orden, que los sacerdotes no habían considerado que la orden del vers. 10 se aplicaba a ellos y, por lo mismo, no la cumplieron. De ahí que se les dirigiera especialmente a ellos la admonición de obedecer. La santidad de una función no significa por sí sola santidad en el individuo que la cumple. Los ministros de Dios no reciben ninguna inmunidad especial contra la iniquidad, como lo demuestran con frecuencia las Escrituras – (ver Lev. 10: 1, 2; 1 Sam. 2: 12-17; 4: 17). Este versículo y Exo. 24: 5 muestran que había quienes fueron apartados para las funciones sacerdotales antes de la institución de la orden levítica.
«…Moisés dijo a YHVH: El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo: Señala límites al monte, y santifícalo…» – Lo que hace que algo sea santificado es que tiene un límite. El monte fue santificado por los límites y la presencia del Eterno que estaba limitada dentro de esos límites – (Éxodo 29:43).
«…Y YHVH le dijo: Ve, desciende, y subirás tú, y Aarón contigo; mas los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir a YHVH, no sea que haga en ellos estrago…» – Moisés podía acercarse más que Aharón, Aharón podía acercarse más que los sacerdotes, los sacerdotes podían acercarse más que el pueblo y el pueblo no podía traspasar los límites.
¿No revela los Escritos Apostólicos que el Novio es el Hijo?¿Por qué se presenta aquí el Eterno como el Novio?¿Será que hay dos matrimonios, uno entre el Padre e Israel y el otro entre el Hijo y la Iglesia?
Hay que descartar la idea de dos pueblos del Eterno. Sólo hay un pueblo y ese pueblo se llama Israel – (Daniel 7:27).
El nuevo pacto fue hecho con Israel, según Jeremías 31:31, no con otro pueblo.
El Mesías Yeshúa no fundó una nueva religión, porque si lo hubiera hecho sería un falso profeta. Sólo hay un pueblo, Israel, y ese pueblo es la novia.
Juan 3:26-29 – “Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él. (27) Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo. (28) Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. (29) El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido”
El mensaje de este profeta revela que la novia es el pueblo de Israel. La novia, la congregación, existía antes de la muerte del Mesías, como está escrito en:
Efesios 5:25 – “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como el Mesías amó a la
congregación y se dio a sí mismo por ella”
No se puede amar algo que no existe. Así que la congregación, “la iglesia”, no fue creada en ese día de Pentecostés que está relatado en Hechos 2, sino en el primer Pentecostés que está relatado en Éxodo 19. La congregación que aparece en Efesios 5 es la congregación de Israel, como está escrito en Hechos 7:38:
“Este es el que estaba en la congregación en el desierto junto con el ángel que le hablaba en el monte Sinai, y con nuestros padres, y el que recibió palabras de vida para transmitirlas a vosotros”
La congregación, que en hebreo se llama “kahal”, en griego “ekklesia”, y en latin “iglesia”, fue formada en Sinai. En Hebreos 2:12 hay una referencia a las palabras del Mesías justo antes de su muerte:
“ANUNCIARÉ TU NOMBRE A MIS HERMANOS, EN MEDIO DE LA CONGREGACIÓN TE CANTARE ALABANZAS”
Aquí dice que Yeshúa anunciaría el Nombre del Eterno a sus hermanos y cantaría alabanzas en medio de la congregación, la iglesia. El texto está sacado del Salmo 22 que Yeshúa citó cuando estaba colgado sobre el madero.
Salmo 22: 22-23 – “Hablaré de tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré. Los que teméis a YHVH, alabadle; descendencia toda de Jacob, glorificadle, temedle, descendencia toda de Israel”
Este texto nos muestra que la congregación, en la cual en Mesías iba a anunciar el Nombre de YHVH y cantar alabanzas, se compone de:
- Los que temen al Eterno, es decir los conversos de entre las naciones
- Toda la descendencia de Jacob y toda la descendencia de Israel.
Esta es la congregación por la cual murió el Mesías para purificarla y llevarla a la perfección, como está escrito en Efesios 5:25b-27:
“El Mesías amó a la congregación (de Israel) y se dio a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una congregación en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada”
Cuando el Mesías habla de edificar su congregación en Mateo 16:18 no se está refiriendo a un pueblo nuevo, separado de Israel, sino del mismo pueblo de Israel, (que también incluye a los conversos de las naciones), conforme está escrito en Jeremías 24:6:
“Porque pondré mis ojos sobre ellos para bien, y los traeré de nuevo a esta tierra; los edificaré y no los derribaré, los plantaré y no los arrancaré”
Jeremías 31:4 – “De nuevo te edificaré, y serás reedificada, virgen de Israel; de nuevo tomarás tus panderos, y saldrás a las danzas con los que se Divierten”
En Jeremías 33:7 – “Restauraré el bienestar de Judá y el bienestar de Israel y los reedificaré como eran al principio”
Estos textos nos muestran que la edificación de la congregación del Mesías no es otra cosa que la restauración y la perfección de la fe judía dentro del pueblo de Israel.
Mateo 16:18 – “Yo también te digo que tú eres Kefas, y sobre esta roca edificaré mi congregación; y las puertas del sheol no prevalecerán contra ella”
Yeshúa prometió edificar su congregación sobre la roca. La roca es el Mesías que ha sido colocado como fundamento en Sión, no en Roma, según Isaías 8:14; 28:16; Romanos 9:33, 1 Corintios 10:4 y 1 Pedro 2:4-8.
Yeshúa promete edificar el pueblo de Israel sobre el fundamento del Mesías. Los que no edifican sus vidas sobre ese fundamento, finalmente perderá el derecho de ser parte del pueblo de Israel:
Hechos 3:23 – “Y sucederá que todo el que no preste atención a aquel profeta, será totalmente destruido de entre el pueblo”
Las “puertas del sheol”, el reino de los muertos, es una expresión judía, un hebraísmo, que hace referencia a las puertas de las ciudades gentiles, es decir a los gobiernos de las naciones. Estos gobiernos no podrán resistir el avance de la congregación del Mesías. Hay una referencia a lo mismo en Génesis 22:17:
“…de cierto te bendeciré grandemente, y multiplicaré en gran manera tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena en la orilla del mar, y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos…”
Esta palabra fue dada a nuestro padre Abraham justamente después de haber atado a Isaac sobre el altar. Así que los que van a poseer las puertas de sus enemigos, las puertas del sheol, son los descendientes de Abraham, no otro pueblo.
La misma profecía se encuentra en Génesis 24:60 donde la familia de Rebeca pronuncia la siguiente bendición:
“Y bendijeron a Rebeca y le dijeron: Que tú, hermana nuestra, te conviertas en millares de miríadas, y posean tus descendientes la puerta de los que los aborrecen”
Así que, queda claro que la novia no es otra cosa que el pueblo de Israel, descendiente de Abraham y Rebeca, renovado y reedificado por medio del Mesías Yeshúa.
Entonces nos queda resolver la pregunta de ¿quién es el Novio? ¿Es el Padre Eterno o el Hijo del Hombre? Según la enseñanza del Mesías, el Novio es el Hijo, como está escrito en Mateo 22:2:
“El reino de los cielos puede compararse a un rey que hizo un banquete de bodas para su hijo”
El Mesías Yeshúa es la manifestación del Padre en la tierra:
Juan 14:9b – “…El que me ha visto a mí, ha visto al Padre…”
Hebreos 1:3a – “…Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza…”
Colosenses 2:9 – “…Porque toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en él…”
El Hijo es la manifestación del Eterno que está en los cielos. Él no solamente lo revela sino también lo representa:
Salmo 118:26a – “…Bendito el que viene en el nombre de YHVH…”